La curvatura de la córnea

31 diciembre 2023

Vuelvo a casa

 


Elogio de la Navidad

Los boomers españoles todavía no sabíamos que el espíritu navideño era un invento de Dickens cuando a finales de los setenta cantábamos aquello de volver a casa. Los turrones El Almendro nos inocularon la primera dosis de nostalgia que este año está a cargo de los embutidos Campofrío, como escribió Sergio del Molino, un anuncio que pretende tener aire castizo pero no logra vencer la ñoñería tradicional. Y por si fuera poco, la paradoja navideña entre la tensión materialista de siempre y los valores humanos de antaño ahora se confunden mezcladas en Internet.

La dramaturgia sitúa la peripecia en el ámbito familiar, huye de lo cursi y nos invita a disfrutar del presente efímero, recordar el pasado detenido en las fotos, y repensar un porvenir luminoso para los más pequeños. El desarrollo dramático se sustenta en una estructura narrativa que consigue tres objetivos fundamentales: Dibuja escenas con valor poético, la acción tiene un ritmo de vértigo, y la continuidad teatral integra los números de circo con el salto mortal de divertir desde un puntito de reflexión y crítica social. El más difícil todavía está a cargo de elfos y duendecillos equilibristas que juegan con la luz y hacen malabares a todo color. El trío de Payasos alimenta el enfrentamiento clásico entre la inteligencia emocional de Kiny y la estruendosa personalidad de Silbotas, mientras Jano revolotea con sus pantomimas interestelares hasta que, cuando menos te lo esperas, suena la melodía de un villancico de viento y percusión.

En el decorado hay una foto como homenaje al histórico Serrucho y la trasgresión eterna del Augusto. El bufón de traje extravagante que retuerce el lenguaje. La nariz roja sobre la carcajada y la lágrima más grande. Andares desordenados para convertir la danza y el tutú en risas y arte.

 

'A casa por Navidad'

Calificación: 4 estrellas

Producción: Producciones Kinser y Producciones Luis Pardos. Dirección artística: Joaquín García. Reparto: Joaquín García, Alejandro García, Silvia García, Ivo Stankov, Miriam Martínez, César Talavera Chéchare, Óscar Hernández Osky, Irenne Joven y Cristian Morillas. Escenografía: Manuel Pellicer. Vestuario payaso: Esther Martín. Vestuario duendes: Lucía Igual. Iluminación. Alfonso Félez. Sonido. AudioPro Mudéjar.

26 de diciembre de 2023. Teatro del Mercado.


Elogio de la Navidad (heraldo.es)




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24 diciembre 2023

Vuelvo al lugar de donde vine

 





El teatro como caja de resonancia

Oriol Puig Grau, autor de 'Karaoke Elusia', cuenta como los profesionales médicos que le habían asesorado le demostraron que hablar con contundencia del suicidio en la adolescencia era compatible con el respeto y terminar con la idea de que conversar de ese tema perpetúa el problema. Se trata de romper el freno, exponer el rompecabezas bajo los focos y activar la reflexión. A Choven Compañía da un paso más, suelta amarras y construye una luminosa función teatral que muestra la compleja gama de factores personales y sociales que se esconden tras las últimas palabras escritas por Kurt Cobain antes de quitarse la vida. Es mejor quemarse que apagarse lentamente.

La dramaturgia nace en un laboratorio de ideas que emulsiona una sugestiva peripecia con diferentes lenguajes narrativos. Las palabras en un crisol de datos documentales, autoficción y escenas cotidianas. Los cuerpos en danza transitan del dolor a la alegría mientras la música envuelve el conjunto con Celofán. La dirección consigue la alquimia del equilibrio entre todos estos recursos para transformar la comprensión racional del problema en el latido de una emoción que también golpea el estómago con rabia y violencia.

El trabajo actoral es fabuloso. Crece desde una presencia escénica individual muy potente hasta sincronizarse con la energía de unas coreografías grupales que dibujan una secuencia nutritiva de escenas tan visuales como poéticas, que se sintetizan en tres hitos para cerrar un círculo de esperanza. El inicio 'Sidonie' de yo estaré ciego pero tú 'Estás aquí'. En medio de 'La deriva' de 'Vetusta Morla' siempre se puede inventar una salida. El final es una catarsis que conecta el escenario con el patio de butacas para recuperar el teatro como ese espacio donde una asamblea de ciudadanos busca el bien común.

 'Vuelvo al lugar de donde vine'

Calificación: 4 estrellas

Compañía: A Choven Compañía/Teatro del Temple. Dirección escénica: Carlos Martín. Dirección coreográfica: Ana Continente. Dirección Dramatúrgica: Alfonso Plou. Dramaturgia: María Aladrén, Teresa Callau, David Diestre, Irene Herrero, Miguel Ángel Mañas, Carlos Martín y Alfonso Plou. Intérpretes: Leyre Ávila, Camila Cabrera, Gonzalo Giménez, Laura Lúa, Valeria Monroy, Mery Luz Moya, Nuria Pichardo, Ayla Quintas, Jorge Rado, Ignacio Viscasillas y Alondra Valentín.

18 de diciembre de 2023. Teatro de las Esquinas



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18 diciembre 2023

La última cinta de Krapp


 




Baipasear a Beckett

Juan Mayorga afirma que los diálogos del teatro de Beckett son desplazados del escenario por la parodia de seres silentes o charlatanes de la nada. Esa cercanía de silencio y cháchara nos hace desconfiar de la utilidad de las palabras. Krapp y su comportamiento es el paradigma de esa idea porque cuando no está callado, dialoga con su voz reproducida en un magnetófono o graba frases para conversar en el futuro.

Jordi Coca modifica rasgos de Krapp con el objetivo de «hacer una cosa más sencilla» Cambia el envoltorio de un hombre viejo de camisa mugrienta, desaliñado y mal afeitado y lo transforma en un señor con batín rubí de seda. Olvida el constante ir y venir a la oscuridad del fondo de la escena desde donde llegan los sonidos de quien está descorchando botellas y oculta una adicción al alcohol que le ayuda a asumir una situación que le incomoda. Elimina las acciones que el personaje repite obsesivamente, desde la búsqueda dentro de los cajones al ritual de comerse un plátano. No se trata de poner en tela de juicio el derecho a hacer una relectura contemporánea de la obra de Beckett. El problema es que las modificaciones formales y de fondo dificultan el dibujo de un arco dramático que aterrice en el momento culminante de la peripecia, hasta mutilar la tensión dramática necesaria para mostrar y comprender el conflicto interior que vive un personaje impaciente entre la desesperanza del presente, un instante de felicidad amorosa en el pasado y las consecuencias por venir de las decisiones que tomamos.

La interpretación de Paco Ortega cumple con el interés por baipasear las acotaciones que Beckett escribió con una precisión que nos llevan a la gestualidad del clown, la mímica del cine mudo y un aire decadente del que tan solo se conservan los botines que calza el personaje.

 

'La última cinta de Krapp'

Calificación: 2 estrellas

Producción: Teatro del Espejo y Teatre del Temps XXI. Autor: Samuel Beckett. Dirección, traducción y espacio escénico: Jordi Coca. Intérprete: Paco Ortega. Espacio sonoro: Paco Aguarod.

14 de diciembre de 2023. Teatro del Mercado.


Crítica de teatro: 'La última cinta de Krapp: baipasear a Beckett (heraldo.es)


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10 diciembre 2023

La abdicación

 



*En el texto del periódico donde dice Teatro de las Esquinas, debería poner Teatro de la Estación


La tragedia del aburrimiento

Vargas LLosa publicó en 1969 ‘Conversaciones en la catedral’. La novela comienza con una pregunta. ¿En qué momento se había jodido el Perú? El interrogante era el pistoletazo de salida para reflexionar sobre la decadencia de su país. ‘La abdicación’ pretende algo parecido con un monólogo que fracasa en el intento de enfrentar el individualismo postmoderno de la identidad; con el paradigma socioeconómico europeo levantado tras la Segunda Guerra Mundial. El texto oscila entre el discurso neorrancio que añora esplendores pasados, y un sueño melancólico con lo que pudo haber sido y no fue.

La dramaturgia utiliza de manera ramplona el potencial dramático de algunos estímulos de la puesta en escena. El actor se dirige a una cámara que filtra su imagen en una proyección. Este recurso puede tener muchas lecturas simbólicas, pero en la práctica no aporta ningún valor narrativo. La mesa comienza la peripecia como la muralla de libros tras la que se guarece la sabiduría del gobernante, hasta que se transforma en el estrado donde lanzar el discurso a la nación y exponer la tesis que defiende la función. El momento más brillante se oscurece porque gran parte de las ideas se transmiten mediante la lectura. Cada vez que el actor baja la vista se embarra en la letra impresa y rompe el canal esencial que lo une al espectador.

La inexistente dirección abandona al personaje con la mochila de los lamentos y, mientras deambula por el escenario en busca de una catarsis emocional que no llega, la falta de teatralidad se apodera del ambiente. La interpretación es plana y sin peso dramático. El trabajo corporal para vestir al personaje está ausente y las frases, que a veces surgen dubit
ativas, navegan sobre la monotonía de una dicción que termina por naufragar en la tragedia del aburrimiento.

‘La abdicación’

Calificación: 1 estrella

Producción: Teatro del Espejo, Amici Miei Producciones y Compañía de Josep Peyró. Autor: Albert de la Torre. Dirección: Ramón Simó. Interprete: Francisco Ortega. Escenografía y vestuario: Cia Josep Pere Peyró. Iluminación: Silvia Valls.

Viernes 8 de diciembre de 2023. Teatro de la Estación.

La tragedia del aburrimiento (heraldo.es)


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06 diciembre 2023

La noche de las almas abiertas

 


La tragedia de una realidad distópica

La distopía se puede abordar desde dos puntos de vista. La representación pesimista del futuro que está por venir, o estampar en nuestra piel la calcomanía crítica de la sociedad en la que vivimos. El primer acercamiento es tipo siglo XX. Los hechos distópicos se afrontan con la calculadora de un contable para comprobar el tanto por ciento de aciertos de novelas como '1984' de Orwell o 'Un mundo feliz' de Huxley, en las que se avisaba de la llegada de un gobierno autoritario, la pérdida de libertad y valores humanos esenciales para facilitar el control de la sociedad. Era una visión negativa del futuro que se enfrentaba a la segunda mitad de siglo XX y la esperanza de imaginar una alternativa de optimismo utópico.

La segunda manera de acercarse a la distopía está estrechamente relacionada con una generación que ha nacido merodeando el primer tercio del siglo XXI que, abonado a la concatenación de dos crisis económicas y una pandemia, ha generado elementos narrativos para construir una realidad donde el miedo es un factor determinante. Con ese medio ambiente es muy fácil que la percepción del presente tenga un tufillo distópico alimentado por un marco histórico donde conviven el veneno de la manipulación masiva, el cambio climático, agotamiento de los recursos, incremento de la desigualdad, terrorismo, y guerras en horario de máxima audiencia. Nos sentimos como los testigos privilegiados del declive de nuestra civilización. La distopía en estas circunstancias resopla en nuestra nuca y no deja espacio para la esperanza. 'La noche de las almas abiertas' se sitúa ahí, en un presente que combina todo lo negativo de la realidad contemporánea con ese futuro aciago que se contaba en las distopías de Orwell y Huxley.

'La noche de las almas abiertas' cuenta con gran parte del equipo que el año pasado estrenó 'Llega la noche' Dos funciones que nos sirven para encontrar diferencias y similitudes a la hora de afrontar su representación.

Si hace un año la escenografía estaba ausente y tan solo se nombraba con la palabra, en esta ocasión el escaso mobiliario no ayuda a recrear el espacio que se pretende construir. De la casa familiar de antaño se ha pasado a un bar que ejerce como espacio social. El hogar familiar era una invitación a mirar hacia fuera y, pese a los conflictos internos se percibía un espacio abierto. Ahora las paredes son la muralla quien sabe si para escapar o esconderse del horror que se adivina afuera, al otro lado de la calle. La dirección de hace un año dibujaba acciones como un engranaje de coreografías para que las miradas conectasen a los personajes y, aunque la estética y las líneas generales del pasado todavía se perciben, hay otras decisiones que lastran y diluyen el interés por el hecho dramático que, si hace un año se resolvió con acierto una emocionante tragedia, en esta ocasión la distopía resulta un Pelín deslucida.

La puesta en escena está marcada por una austeridad que desiste de dar pistas para reconocer un ambiente distópico, y por eso aumenta considerablemente el valor narrativo de la música de Luís Villafañe. Cuerda y teclado para tensar con precisión el hábitat y predisponer al público para enfrentarse a la dinámica de unos personajes sin nombre. Cuatro arquetipos universales que exploran deseos, esperanzas y miedos desde el punto de vista de quien se sabe excluido y marginado: Esperanza en la fe. Clarividente que todo lo ha perdido. Soñadora chapotea en el barro. Desorientado sin destino.

La escenografía divide el escenario en dos. Un gran bar como lugar cerrado donde interactúan los personajes, y el mundo exterior como un pequeño y estrecho itinerario. Estos espacios resultan determinantes para transmitir la intensidad de un mensaje construido sobre los pilares narrativos de contar historias en forma de pequeños monólogos y gestionar los diálogos.

La dramaturgia comienza confinando a tres personajes en un alentador cruce de miradas. No tienen nombre pero Esperanza y Clarividencia ejercen de soporte para que Soñadora se convierta en una funambulista que va y viene haciendo equilibrios de palabra, mirada y expresión. Esos son los mejores momentos de la función hasta que la peripecia pierde fuelle cuando deriva hacia el verbo discursivo sentado en un taburete para contar historias de tragedias emocionales y, aunque la narrativa de los relatos tiene un tono lírico, la primera consecuencia es detener el ritmo de la acción dramática sin conseguir imponer que la crudeza realista del mundo exterior cale emocionalmente. Las historias que nos cuentan los personajes son fragmentos esenciales para sus vidas y ayudan a comprender el entorno social que les ha llevado hasta ese lugar, pero la forma en la que se suministra esa información no compensa la interferencia que se produce al bloquear el nutritivo canal de comunicación que se había establecido entre ellos a través de los diálogos.

Esa misma combinación de elementos discursivos y de interacción son abordados desde un punto de vista diferente cuando interviene el cuarto personaje sin nombre al que he llamado Desorientado. Al contrario de lo que ocurre con los otros personajes, Desorientado transita por el mundo exterior y desde allí nos cuenta la historia de su vida apelando directamente al patio de butacas. En este caso la composición escénica del discurso transmite una emoción que se traslada al resto de los personajes cuando Desorientado cruza el umbral que le lleva al mundo de los encerrados. Entonces se produce una potente recuperación de la intensidad dramática cuando los diálogos y las miradas se vuelven a cruzar para explorar miedos y esperanzas. Es otro de los momentos culminantes de la función.

El trabajo de todo el elenco se caracteriza por el mimo al utilizar con precisión los pequeños detalles con los que construyen los personajes, y la sutil manera de recorrer breves e intensos arcos dramáticos.

El Clarividente de Alex Aldea combina la frialdad que a veces rompe con la mirada, la respiración y un perverso grado de hieratismo cuando la piel está casi en contacto con otra piel.

María Pérez se introduce, literalmente, dentro de Esperanza. Desde el delicioso detalle del rosario en la faltriquera hasta un excelente trabajo de construcción del personaje por medio de ademanes mecánicos para mover el cuerpo, y una propuesta en la dicción que transita con eficacia por los diferentes estados emocionales, excepto cuando llega la hora de cantar y el personaje desaparece detrás de la cantante.

Jesús Bernal se aferra a la tierra para mantener a flote a su Despistado, al menos hasta que detiene los pies y, con las manos colgadas, muestra la desesperación a punto de desbordar por los lacrimales de sus ojos. Su presencia se vuelve ligera cuando entra en contacto con el resto de los personajes y juega magníficamente con unos diálogos que le llevaran desde la amabilidad a la furia.

Inma Oliver se enfrenta al personaje más complicado. Soñadora se mueve por esa delgada línea en la que un mínimo exceso te lleva al ridículo, y una deficiente intensidad desdibuja el personaje hasta hacerlo inverosímil. Su interpretación transita por esa cuerda floja para modular con eficacia acciones y palabras, y ganar muchos quilates cada vez que su aliento se aproxima físicamente al resto de personajes para propiciar momentos de desafío, cariño y seducción.

Los puentes que cruzan el Ebro ya estaban iluminados de Navidad cuando regresé a casa después de la función. No estaba seguro si mis ojos me mostraban la proyección de un futuro que está a la vuelta de la esquina; o si era el pasado reciente el que asaltaba mi recuerdo para traerme el reflejo de las Navidades pasadas. Tal vez mi cerebro tan solo buscaba una salida viable después del pesimismo que me invadió tras la tragedia con la que Miguel Ángel Mañas finaliza 'La noche de las almas abiertas' Entonces recordé las palabras de Martín Caparrós. El escritor argentino huye del pesimismo de la distopía y nos invita a mirar el mundo desde una «utopía inversa» Es un ejercicio muy fácil de realizar. Tan solo hay que situarse en el siglo XXII y mirar desde allí a este primer tercio del siglo XXI. Esa perspectiva te permite comprender que, "frente a los 20.000 muertos en cualquier jornada de las trincheras del Marne" durante la Segunda Guerra Mundial y "pese a lo que parece, estamos en uno de los momentos más pacíficos de la historia."

 

'La noche de las almas abiertas'

Producción: Félix Muñiz. Autor: Miguel Ángel Mañas. Dirección e iluminación: Diego Palacio. Actores: María Pérez, Inma Oliver, Alex Aldea, Jesús Bernal. Música: Luís Villafañe. Vestuario: Paloma Molino. Fotografía: Más Mastral.

Teatro del Mercado. Domingo 3 de diciembre de 2023.

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05 diciembre 2023

Globe Story

 


Un pasito más allá de lo cómico

Hace un siglo las imágenes de la comedia era un risa de cine mudo en en blanco y negro. Charles Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd alcanzaban la gloria de los dioses gracias a la gestualidad del chiste. ‘Globe Story’ es una función que les rinde homenaje mediante la historia de dos vidas que confluyen para crear una familia, y utilizando las herramientas propias del cine mudo: El ritmo trepidante de una comicidad centrada en el lenguaje corporal y la expresión facial, mientras unos cartelitos marcan el camino inexorable de la narración.

El universo donde transcurre la historia se construye con dos escaleras, un baúl y multitud de globos que enriquecen las acciones como divertidas piezas de atrezo, o se convierten en unos variopintos títeres de marota con personajes tan dispares como un sonrosado bebe o el apasionado amante de narizota anaranjada y requiebros de tango. La sencilla escenografía y un vestuario elegante se presentan con el tono de las fotos viradas a sepia que tienen la virtud de situarnos en las añoranzas del pasado, al tiempo que todas las dinámicas, desde las chispeantes hasta las más tristes, se subrayan con la eficacia de un espacio sonoro construido con el buen hacer de los dedos de Elena Aranoa sobre las teclas de un piano, otro elemento característico del cine mudo.

La irrupción de los personajes rompe desde el inicio la cuarta pared para permanecer en contacto permanente con el público. La peripecia comienza apelando a la comicidad de la acción fallida y así, el flechazo entre Max y Greta tarda en llegar justo el tiempo que necesitamos los espectadores para cogerles un cariño que durará toda la aventura: Vivir entre tropezones y alegrías para que el público adulto reconozca su experiencia propia, mientras el público infantil asiste a un repaso acelerado del un ciclo vital que nos lleva del amor a la enfermedad, de un hospital  disparatado hasta un tormenta para bailar. Todo bajo un optimismo que sobrevive a las dificultades y los obstáculos.

El trabajo actoral de Fernando Moreno y Genma Viguera es preciso y muy eficaz gracias a gestos y movimientos que definen perfectamente el carácter de sus personajes y sus cambios de actitud. La coreografía que los enlaza cuando se relacionan entre ellos conforma un lenguaje del comportamiento social que nos apela representando errores, repeticiones, despliegue de muecas y pequeños gestos hasta conseguir que las escenas se transformen en una delicia visual.

La peripecia se construye con momentos trepidantes de comedia hasta que llega la inesperada tragedia. Una paradoja narrativa que nos enfrenta al  ejercicio de aceptar que el camino de la vida tiene un final. Los primeros que asumen la situación son los personajes, al fin y al cabo no les queda otra porque sobre el escenario hay un cartel que reza ‘La Muerte’ Esa sensación de aceptación se va trasladando de a poquitos al patio de butacas con una delicada de emoción para que la sutileza transite hasta una sutil pincelada de humor. Es el momento más poético. La estupenda dramaturgia que Jorge Padin es una máquina expendedora de vitaminas para la inteligencia y la sensibilidad de la zagalería y de los adultos porque, mientras el crio de cuatro años que estaba a mi lado permanecía ojiplático y boquiabierto por la pericia circense de unos globos lanzados para encestarlos en un baúl, yo me reía bien a gusto con aquellos simpáticos espermatozoides voladores para llegar a la meta de la gestación. Ese es uno de los grandes aciertos, que la misma escena tiene dos niveles de comprensión y todas se merecen un aplauso general.

 

‘Globe Story’

Producción: El Perro Azul Teatro. Dirección y dramaturgia: Jorge Padín. Actor: Fernando Moreno. Actriz: Genma Viguera. Pianista: Elena Arona. Vestuario y maquillaje: Martín Nalda. Atrezo: Ruben Garcia. Espacio escénico: Santiago Ceña

Centro Cívico Rio Ebro. 25 de noviembre de 2023.


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03 diciembre 2023

El rey que fue

 


Un rey con poca sustancia

Las televisiones emitieron el martes 31 de octubre de 2023 una situación absolutamente teatral. La Princesa Leonor cumplía 18 años y juraba acatar la Constitución en la sede de las Cortes Generales. Un requisito imprescindible para convertirse en la futura Reina de España. Las más altas autoridades del Estado, buena parte de los representantes electos del pueblo español y los actuales reyes de España que también acudían en condición de padres, testigos y espectadores. Las ausencias más notables fueron sus abuelos doña Sofía y el rey emérito don Juan Carlos I que, apartados por su heredero de la Casa Real, tuvieron que ver el acto por televisión, relegados al mismo nivel que los ciudadanos de un pastel. Una dura experiencia para un monarca que artículo 56 de la Constitución define como una persona inviolable que no está sujeta a responsabilidad.

Iñigo Domínguez escribió algunos días después que en esta situación tan dramática nos toca la parte más fácil de la representación: aparentar normalidad. Lo realmente difícil es la trágica deriva de la familia real y tal vez por eso, como recuerda Ramón Fontseré en La Crónica de Badajoz, la vida de nuestros Borbones se merece la obra de un gran dramaturgo como Shakespeare o Molière para certificar la inercia histórica en la que vivimos y así, liberados por la ficción, tal vez encontremos una solución a semejante asunto.

Albert Boadella y Ramón Fontseré afirman que se han acercado a la figura de Juan Carlos I de un modo shakesperiano. Alejados de la tragedia o la comedia han escrito lo que Sobradillo Domínguez define como «cronicle plays». Un drama histórico para poner énfasis en el aspecto público del personaje y la difícil relación que se genera entre el monarca y los ciudadanos cuando el rey no cumple con los que se espera de su alta condición. En este caso unas cuantas salidas de tono y un sarpullido a la hora de pagar impuestos.

Boadella afirma en el programa de mano que no nos encontramos ante un ejercicio de sátira que caracterizó el pasado de Els Joglars con numerosos éxitos. En este caso se acude a la ironía y el humor para aguijonear los vicios y las costumbres del personaje, con la pretensión de "ofrecer un retrato regio más cercano a la realidad". El resultado final se aleja de ese objetivo.

Paul Preston, hispanista y biógrafo del rey Juan Carlos I, sintetiza la vida del monarca en tres partes. La primera es una niñez horrible caracterizada por sus primeros años de exilio y «vendido en la esclavitud por su padre» cuando entregó su educación a las manos de Franco para moldearlo como Heredero al trono. Desde finales de los setenta a mediados de los ochenta le reconoce un periodo glorioso como «bombero de la democracia y una contribución admirable en el proceso democratizador del país». La tercera parte es la decadencia y «su avidez por el dinero», quien sabe si como el reflejo de lo que no tuvo en su niñez y adolescencia; y esa idea irrealista de querer separarse de Doña Sofía para casarse con Corinna. Preston defiende que su actitud final puede manchar lo bueno que hizo, pero no puede borrarlo. De alguna manera la dramaturgia de la función se construye sobre estos tres pilares históricos.

'El rey que fue' comienza con un tono que se prolonga en exceso a lo largo de gran parte de la representación. La peripecia juega a confundir la realidad histórica con la comedia, pero lo hace de una manera muy esquemática, con un humor de brocha gorda que convierte al monarca en una caricatura campechana para Surfear chistecillos baratos y lugares comunes del estilo saben aquel que iba un, un mujeriego y un tontolaba. De esta guisa el ambiente se carga de un olorcillo a chascarrillo de medio pelo con escasos aditamentos y servido tan crudo como que era suficiente citar a Sofi, Leticia o Corina para que surjan algunas Carcajadas. Esta parte inicial es tan infumable que hace naufragar el resto de la función en la que destacan algunos momentos.

La escenografía permite situar a los personajes en un espacio cómico donde el vaivén de la marea condiciona los movimientos de los personajes con su puntito de gracia, y permite a la narración que una tormenta derrumbe todo el edifico monárquico con un final muy estético pero con la pretensión de mostrar a un rey defenestrado con fuerzas suficientes para sacar pecho. Un final que busca lo heroico y se queda en patético.

Las situaciones más interesantes de la función se producen cuando el monarca saca a pasear sus recuerdos. El primero es un potente alegato sobre su infancia, y el papel de su padre utilizando a un crío como moneda de cambio para que la dinastía de los Borbones recuperara el trono y su posición en la historia de España. El dolor de ese niño abandonado en manos del dictador Franco tiene el efecto de convertirse en el germen de un cierto amor hacia la figura paterna que lo educó. Una situación ideal para que surja la tragedia que mezcla lo histórico con lo personal. El segundo momento de interés lo encontramos cuando el rey emérito, para mayor gloria del vestuario, se convierte en el otrora monarca que saboreó el verdadero significado de tener el poder absoluto en sus manos durante el tiempo que transcurrió entre su nombramiento como Jefe del Estado y arrancar la maquinaria de la transición hacia una Monarquía Parlamentaria.

«El rey que fue» es una ocasión perdida para ahondar en el mundo interior y personal del protagonista hasta situarlo en un espectro más amplio: una comicidad más elaborada, un discurso con la capacidad para generar debate en torno a su figura política, preguntarnos las maneras en las que el tiempo ha deteriorado su relaciones personales, y qué nivel de influencia han tenido todos estos factores en como lo percibe la sociedad, desde los que todavía sienten aprecio y admiración por su figura, hasta los que muestran el mayor de los desprecios, o los que diferencian su rol histórico e institucional de las cuestiones crematísticas y amorosas. Todo este potente material dramático pasa inadvertido en una función que no termina de explotar ni por el lado del humor, ni por el drama.

El error primordial de la dramaturgia es elegir una senda insulsa en la que la figura del protagonista va perdiendo interés con las mil cositas que suceden sin pizca de gracia para terminar idealizando el personaje histórico, al mismo tiempo que se hecha por la borda un discurso esencialmente teatral que mezcle al rey y al abuelo con el papel menor al que lo expulsa su hijo y heredero en los planos institucional y familiar.

Por encima de todas estas consideraciones hay que subrayar al fabuloso Ramón Fontseré transformándose en la figura del rey emérito y moverse entre la campechanía y el rictus oscuro. Un trabajo actoral excepcional que no es suficiente para salvar una función sin sustancia.

 

'El rey que fue'

Compañía y espacio escénico: Els Joglars. Dramaturgia: Albert Boadella y Ramón Fontseré. Dirección artística: Albert Boadella. Ayudante de dirección: Alberto Castrillo-Ferrer. Reparto: Ramon Fontserè, Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Martí Salvat, Bruno López – Linares y Javier Villena.

Teatro Principal. Noviembre 2023.

 

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02 diciembre 2023

Animales de compañía

 






Comedia de rojo bruñido

«Aceptamos pulpo como animal de compañía» es una locución verbal que se puso de moda en 2002 gracias a un spot publicitario del juego de mesa Dispersiones. La pegada del anuncio de televisión se basaba en algo que todos sabemos. A veces no hay más remedio que aceptar algunas mentiras para que continúen la fiesta, el jolgorio y esta estupenda función.

El texto de 'Animales de compañía' analiza la amistad falsa en tres actos. La peripecia comienza con las trolas como protagonistas. Un pegamento que mantiene la relación de afectos entre unos amigos que acuden a la ficción para mejorar sus pelajes, y dejar que una fraternidad de pacotilla se vierta sobre la escenografía de un salón que tampoco lo parece, gracias a una geometría industrial de tonos metálicos y maderas pardas disfrazadas de decoración. La buena mano del director se adivina en las coreografías corales, el vértigo de las réplicas y ese ritmo fetén para una comedia ligera que acaba cuando se amplifican los embustes con un micrófono y el rojo de un beso en los labios.

En el segundo acto llegan los reproches. Los actores se sincronizan con eficacia al cambio de tono en la narración para generar las tensiones propias de un cuadrilátero. Ya no es necesario bailar a un ritmo trepidante, ahora prima la contundencia de los puñetazos verbales. Las palabras afean conductas con la fuerza de un directo al mentón hasta que el rojo, esta vez de sangre, abre una puerta a la esperanza.

La verdad aterriza en el último acto. Gestos y dicción se relajan para que la comedia consiga un delicioso matiz de cordialidad romántica con un mensaje muy interesante. Si vences el miedo al fracaso, te abonas a la franqueza sin cortapisas y dejas un espacio para el silencio. ¡Quién sabe! quizás encuentres el amor Bitter Kas de burbujas rojas.

 'Animales de compañía'

Calificación: 4 estrellas

Producción: Producciones Off, Vania Producciones. Autora: Estel Solé. Director: Fele Martínez. Intérpretes: Carmen Ruiz, Iñaki Ardanaz, Mónica Regueiro, Jorge Suquet y Laura Galán. Movimiento: Elena Lombao. Escenografía: Mónica Boromello.

Teatro Principal. 30 de noviembre de Año 2023.

'Animales de compañía': Comedia de rojo bruñido (heraldo.es)


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