La curvatura de la córnea

31 octubre 2009

La Paca

El miércoles murió La Paca. La encontraron sentada en el sillón de su casa. Esta mañana la han traído hasta Zaragoza para incinerarla. Por la tarde ha regresado al pueblo. Ya no recuerdo cuanto tiempo ha pasado desde que los restos incinerados de mi cuñado hicieron el mismo trayecto de vuelta.
La primera vez que vi a La Paca fue el día que llegué al Barrio del Piojo. Mis padres terminaban de desembalar y yo me bajé a la calle. Todo era nuevo para mí. La Paca me dijo que me esperase. Al poco regresó. Detrás de ella un niño. Era El Pirri. El Pirri era sobrino de La Paca y llevaba un balón de fútbol. Me lo lanzó y se lo devolví. Así de fáciles eran las cosas.
La última vez que vi a La Paca fue en el restaurante de la gasolinera de las Barriadas del Sur. Pedro, el hijo de La Paca regentaba el negocio. La Paca estaba en la cocina y salió al comedor para saludar a mis padres. Mis padres, que hacía demasiados años que no visitaban el pueblo, se alegraron. Era invierno. La carretera estaba cubierta de matacabra. Aquella mañana recogí un premio que la Comarca de las Cuencas Mineras había concedido a uno de mis relatos.
Como casi siempre, ciento y pocos kilómetros separan esta noche de mis recuerdos

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30 octubre 2009

This is it. Michael Jackson ha vuelto


Michael Jackson ha vuelto a los escenarios. Todo el mundo esperaba el mayor espectáculo del mundo y Jacko no defrauda, se reinventa con pinceladas de nuevos clips en tres dimensiones para Thriller, o la vuelta a los años treinta del blanco y negro de Smooth Criminal con Gilda bailando en la pantalla acompañada por la mirada fulmiante de Bogart. Sin embargo, lo más importante de este regreso es la aventura de viajar a las entrañas artísticas del Show.
El principal protagonista parece Michael, presente en la mayoría de los planos. Jackson indicando a los músicos. Es fabuloso como pide más funky en el tempo del bajo. Es tu momento, tienes que brillar, le reclama a la solista de guitarra. La música tiene que fluir le pide al director musical y teclista. Jacko reservando la voz, trabajando para que sus movimientos estén coordinados con la iluminación y los efectos escénicos. La gozosa experiencia de contemplar a un artista en plena acción creativa. Es muy pedagógico comprobar como la excelencia sobre un escenario es directamente proporcional al trabajo desarrollado en los ensayos, un lugar al que no suelen acudir las musas. Michael es el motor de un grupo que rebosa talento y al que se dirige con una permanente lección de humildad.
Los verdaderos protagonistas de This is it son todos los que rodean a Michael. Bailarines que han cruzado el mundo para bailar con él, cumplir el sueño de sus vidas y formar parte del mito. Quienes lo consiguen tienen la generosidad de regalarnos talento de sobra como para transmitir emociones y energía, la alquimia capaz de convertir sus cuerpos en mucho más que el enunciado de una coreografía: Ellos son extensión poliédrica de cada una de las terminaciones nerviosas de Jacko.
El show asombrará cuando todo este perfectamente montado y Michael regrese a Europa para hacer sus cincuenta conciertos pendientes, por el momento sólo podemos disfrutar de los ensayos, un lugar de trabajo dónde la creatividad tiene forma de acróbatas, músicos, espectros, técnicos, bailarines “tostadora”, una araña gigante, zombies y un brazo mecánico para subir a los cielos al Rey del Pop.
Es cierto lo que van escribiendo por ahí algunos gacetilleros de provincias: This is it es un espectáculo sólo apto para fans, esa tribu a la que pertenezco.



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29 octubre 2009

La naranja mecánica: Tercera oportunidad

No recuerdo dónde la vi por primera vez. Sin embargo recordaba perfectamente el desasosiego que me provocaron las escenas violentas como señas de identidad del individuo. Hace tres años intenté encontrar el camino al pasado vía DVD, un gin tonic y una bolsa de pistachos en el salón de casa. El experimento no funcionó. Hoy he dejado el recuerdo enlatado y me he enfrentado con una nueva mirada a “La naranja mecánica”, que ha vuelto a los cines para conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Kubrick
La película nos muestra la dualidad de los comportamientos humanos y nos plantea la discusión de si esas conductas son parte de nuestro programa genético, y por lo tanto no podemos evitar ser como somos; o por el contrario, nuestras actitudes son consecuencia del aprendizaje.
Es una cuestión muy importante porque si aseguramos que somos “malos” por aprendizaje, es muy fácil aseverar que dejaríamos de serlo por el mismo camino, en esa tesitura estamos muy cerca de permitir que determinados métodos científicos intenten condicionar al individuo para extirparle la maldad, eso si, siempre pensando en el bien común de la sociedad y, por lo tanto, dejando en un segundo plano la importancia de sobrepasar la línea que nos llevaría a la tortura, algo que puede resultar muy fácil de ejecutar desde el poder y el uso legal de la violencia.
El resultado final sería una vida dirigida y, por lo tanto, chocaría con el concepto cristiano del libre albedrío: Si nuestro comportamiento viene determinado por un patrón de aprendizaje que nos programe hacia el concepto “ser bueno”, entonces no se es libre, ni para amar a Dios, ni tampoco para pecar.
El protagonista de la película es malo porque disfruta siéndolo, muestra una maldad fría y exenta de objetivos materiales o de otra índole. Esa posición nos aleja del personaje porque es muy difícil empatizar con alguien que no busca excusas morales para ejercer la violencia.
Sin embargo, la táctica del Ministro es apoyarse en la moralidad porque, ante la previsible mejoría de la imagen de los gobernantes, promocionará la redención del “malo”. Ante la incapacidad de sistema carcelario para reconducir a los presos, el político propone un nuevo método capaz de extirparle el deseo de “ser malo” Un proceso médico-científico que lo recuperará para la sociedad, sin embargo, de vuelta a las calles, el “malo” no nos parece “bueno”, tal vez un “desgraciado” o “un pobre hombre” pero nunca un “chico bueno” En este punto la historia da una vuelta de tuerca y nos muestra que los conceptos “malo” y “bueno” son fáciles de intercambiar en una misma persona.
Pero la maldad de nuestro protagonista se queda diminuta si la enfrentamos con la maldad mostrada por el Ministro del Interior, un tipo capaz de alimentar a la bestia con tal de salvar un previsible mal resultado en las próximas elecciones. No queda en mejor lugar su oponente político, viciado por la venganza personal y el deseo de perjudicar políticamente a su adversario, aunque sea a costa de la vida de un hombre.
La película tiene infinidad de lecturas y todas ellas entroncan con temas de candente actualidad pese a que fue rodada en 1972, y esta basada en una novela de Anthony Burguess de 1965. Es fácil encontrar la profética situación de las desafecciones sentimentales entre padres e hijos, la falta de responsabilidad de aquellos sobre su prole, la intromisión del Estado para coartar las libertades individuales y primar la seguridad, la nula asunción de la responsabilidad propia de cada uno de nosotros, la dificultad del sistema por controlar a los que se salen de las normas establecidas, la arbitrariedad para otorgar el uso de la intimidación de una manera legítima si es el Estado quien la ejerce. En estos temas, y seguramente en otros muchos, radica el interés de esta película de una estética arrebatadora y la genialidad de un director capaz de convertir la más repulsiva violencia en un ballet.



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26 octubre 2009

Belén in red

Belén dice que le gusta hablar poco de ella, sin embargo, el próximo
sábado 31 de octubre a las 18:00 horas
nos va a contar muchas cosas en
Tardes de Blog


El Pequeño Teatro de los Libros
C/ Silvestre Pérez 21
Las Fuentes Zaragoza

Autobuses: 22, 24, 30, 44, Ci1 y Ci2
Parada Bizi: 36

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23 octubre 2009

Emilio Gastón en el Candy Warhol

Alejandro me dijo, cuando salimos del Candy Warhol, la de veces que en las noches de parranda había coreado aquello de « ¡Emilio Gastón! ¡Justicia de Aragón» Emilio Gastón fue el primer Justicia de Aragón tras la vuelta de la democracia, allá por el año 1988 y yo, al contrario de mi amigo poeta, aún terminaba las juergas cantando a ritmo de rumba todos lo éxitos musicales del momento.
Los encuentros poéticos en Filosofía y Letras coordinados por Ignacio Escuín van a terminar esta temporada en el Candy Warhol (Bolonia, 28), y eso es una buena noticia para la noche de los jueves y para este garito zaragozano que, como recordó Emilio Gastón, ocupa el lugar que más o menos ocupaba Casa Felix, un bar dónde se reunían a beber vino los poetas de cuando Don Emilio era más joven. Tiempos pretéritos en los que leer a Cesar Vallejo en público podía acarrear una buena somanta de palos por cuenta de la autoridad.
El señor Gastón se acercó al micro ataviado de su memoria. Los versos fluían directos, unas veces a la razón, otras a los sentimientos. Hubo recuerdos caprichosos, escondidos entre las sombras. Entonces Don Emilio detenía el recitado, pasaba un segundo, o dos, o los necesarios para encontrar el hilo. Remansos de sabiduría que terminaban en latín, preámbulo para la palabra exacta de quien tiene la esencia del flow y te lo pone ahí, con la experiencia de quien ha caminado todos los senderos y conserva los ojos ávidos de más horizontes por recorrer. La cadencia en los versos tuvo el sabor de cuando se recitaban romances y chascarrillos en las noches de verano, sonidos de pregonero al servicio del poeta, del contador de historias, del notario que levanta acta de los acontecimientos. Los poemas atraparon la esencia de lo sensible y velaron las marañas de la injusticia. Un recital a mano alzada, el croquis de una lección sobresaliente bajo la pátina de la bonhomía. Clase magistral.

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21 octubre 2009

Zeta sumergida

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19 octubre 2009

Cabareteros


Teatro del Astillero ofreció durante el pasado fin de semana en el Teatro de la Estación su espectáculo “Cabaret Eros”, un garito donde dan el cante dos transformistas que recorren los territorios decadentes y mugrientos del vilipendiando universo de las varietes.
“Cabaret Eros” nos muestra dos espacios. El escenario sobre el que desfilan las rutilantes estrellas de la noche, un mundo acotado por las líneas rojas de los sueños, la atalaya que espía el patio cautivado de butacas. El camerino representa la cárcel de la realidad, un lugar opaco dónde reinan los aditamentos para maquillar una vida que se presenta solitaria y anodina. Un asquito.
Nuestros artistas, pese a todas las visicitudes con las que se enfrentan, alcanzan el mayor de los objetivos: El espectáculo debe continuar. Lo consiguen a duras penas, luchan contra profundas (o no tantas) convicciones, olvidan traiciones, desavenencias y discusiones para conseguir su objetivo: Lo único importante es volver al calor de focos, al aplauso del público, a la mirada de quienes te hacen inmortal.
Intenté adentrarme en esa doble ficción teatral que representaba la vida orgánica de lo real y los tacones altos de la ficción. Era fácil desde la comodidad de mi butaca, sólo tenía que dejarme llevar por la excelente escenografía. Metido en faena recordé mi propia condición. La misma que representaban los actores. Yo también tengo que maquillarme para salir del mundo real. Abandonar el cobijo de lo propio es una obligación para conseguir el mismo objetivo que los artistas: El espectáculo debe continuar.
Cada mañana me preparo delante del espejo, rasuró mis miedos (que volverán) y me enfrentó al mundo de ahí fuera, una selva dónde representó un papel, o ciento. El obrero con guirnaldas que disfruta de su contribución al decaído Producto Nacional Bruto. El marido siglo XXI con carrito de la compra, conocimientos básicos cocina y la habilidad del malabarista para centrifugar mocho, bayeta y cunilingus. El cejas altas (Agustín Martín dixit) que visita teatros, conferencias y saraos literarios. Alimentos culturales engullidos a matacaballo para conseguir la pátina artística, erudita y elevada del comprometido con la Cultura (con mayúscula) de su tiempo.
Las candilejas se apagan. Da igual que estuvieran diseñadas para iluminar a otros. El escenario se queda a oscuras. El actor vuelve en silencio al camerino. El público regresa al gris pálido de sus vidas, al horario, al peaje de la autopista. Ese es un momento decisivo. La realidad no perdona, se empeña en repetir el ciclo de los sucesos y los fotogramas virados al sepia. Pero siempre queda una esperanza, una rendija por la que escapar, es fácil. La escenografía no importa. Sólo tienes que calzarte un par de botas con plataforma, enfundar las piernas en unas medias de rejilla, renacer bajo un traje de lentejuelas, sucumbir al glamour de una peluca platino y gritar en la pescadería del Carrefour: El espectáculo debe continuar.

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16 octubre 2009

Vaquillas, música y vino

Guillermo y Javier se hicieron hueco en la barra de El Albero. Calentaron la salida del turno de noche con un par de revueltos. Eran suavecitos, nada que ver con los levanta muertos que se repartían en la Casa de Andalucía de Utrillas. Templaron conversación con anécdotas taurinas de esas de las que no vale la pena exagerar porque, cuando la sangre vaquillera corre por las venas las palabras sobran: Sólo hay que bajar al ruedo, y los dos currantes, si de algo estaban seguros, era de su intención de almorzar, pegarle a la hebra con la compañía y echar unas risas con los avatares propios de las tradicionales suelta de ganado bravo durante las Fiestas del Pilar.
Los exteriores de la Plaza de la Misericordia olían a churros. Corros de peñistas veteranos esperaban delante de las puertas de acceso. Los más jovenzazos se debatían contra la caidita de unos párpados de juerga nocturna. Las taquillas descorrieron el cierre pasadas las siete y cuarto. Siete euros por cabeza. Media entrada cuando aún faltaba media hora para el comienzo del festejo. Guillermo sacó de la mochila un par de gruesos folletos del Carrefour para remedar almohadillas y librar al culo del frío mañanero. Javier descorchó una botella 60% garnacha, 40% cabernet del Campo de Borja con más peligro que los pitones de un Miura. Dos Expo-vasos-2008 con la silueta de Fluvi ciclista trasegaron tinto Non Stop en el tendido cuatro, frente a los toriles.Las tripas dieron los tres avisos de rigor y con la segunda vaquilla en el ruedo aviaron viandas de tortilla de patatas al estilo Maribel, longaniza de Plan con sabor a consuegra y jamón de Teruel.
El movimiento mandibular los mantuvo en silencio. Minutos que utilizaron para contemplar a placer la nueva técnica para flanquear el redondel maderero del ruedo. Los chavales, tras recortar a las vaquillas, corrían para taparse y, antes de llegar a la altura de la barrera, saltaban hacía adelante. En otras épocas, el salto se ayudaba de la mano o el pie apoyado sobre la barrera. Estas dos técnicas no es han perdido pero Guillermo y Javier comprobaron con determinación científica como se ha generalizado un nuevo salto para franquear la barrera con limpieza: El vaquillero saltaba con el cuerpo tenso y bien recto, extendía los brazos hacía adelante y alcanzaba con las manos las barreras que salpimentanban el callejón o el muro que da comienzo a las gradas. Eran saltos vistosos, gimnásticos y con la virtud de abrir la ganica de nuestros comensales que finiquitaron el almuerzo por la vía rápida.
Sobre los tendidos del coso giraban los tradicionales camareros ambulantes. Taberneros de redondel que acarreaban grandes cubos con refrescos, cervezas y botellas a granel de revuelto. Un par de vasitos de revuelto aquilataron los ánimos de los currantes. La gasolina que necesitaban para marcarse unos pasitos mañaneros de baile bajo la pancarta de la peña Las Delicias. La Charanga La Sentada de Sastago, y su magnífica selección de música, demostró como en este sector se siguen las recomendaciones gubernamentales de profundizar en el camino del I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación). Los charangueros hicieron pruebas de amplificación de la voz cantante con un megáfono de alta gama. Una novedad que dio una dimensión tecnológica a la tradicional Free Charanga Session: Más de noventa minutos que terminaron con un par de huevos fritos por cabeza.

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15 octubre 2009

El Gran Circo Mundial en el Recinto Ferial de Valdespartera


La última vez que disfruté del Circo Mundial fue hace tres años. La carpa estaba instalada en el barrio, en una parcela del Parque Torreramona. Algo no ha cambiado en este tiempo, como entonces, la idea de ir al Circo partió de mi sobrina Paula. Ayer circulamos por el Tercer Cinturón hasta salir de la ciudad, conectamos a 120 Km. /h con la Z-40 y entramos de nuevo a Zaragoza con dirección el Recinto Ferial de Valdespartera.
Fila 5, asientos 60 y 62. Cuando se apagaron las luces de sala regresamos a las estrellas. Se abrió el telón y el elenco se incorporó a la pista. Ya no necesité más. No encuentro explicación a esa repentina emoción que me gustaría relacionar con el respeto que proceso para con los artistas del Circo y sus caballos cabalgando la belleza, los simpáticos chihuahuas de perruquería, los veloces dálmatas para intentar ser 101, los osos futbolistas con trompeta y bozal, los elefantes vestidos de etiqueta, el trotecillo de los poneys, un tigre de toda la vida, otro descolorido y un león blanco enjaulado.
La función respiró entre los sueños y la realidad. Los músculos al servicio de piruetas y equilibrios. Las pulsaciones por minuto tras el camino de la elegancia. Artistas con un empaque especial para conectar con las sensaciones que chispean entre los dueños de la pista y lo ojos incrédulos de la grada. Dejarse llevar. Olvidar el mundanal ruido. Dilatar las pupilas de la infancia. Abrir la boca y sumergirse en un mundo dónde la ley de la gravedad es relativa, un lugar habitado por las más bellas acróbatas capaces de rotar sus cuerpos suspendidos en el aire, el territorio idóneo para disfrutar de la magia que juega con los conceptos de tiempo y espacio, un círculo de los aplausos libres y risa orgánica de gargantas y pulmones, el mítico enigma de los saltimbanquis que nacieron para dar el triple salto mortal y cinco trapecistas en el aire dispuestos a enseñarnos que tras cometer un error sólo hay un camino posible: Volverlo a intentar.

































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14 octubre 2009

En la Selva Encantada de Valdespartera


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09 octubre 2009

Donne

“Donne” es un cocktail que la compañía de Santiago Meléndez nos ofrece en el Teatro de la Estación de Zaragoza. El espectáculo esta construido con poemas escritos por autoras españolas del siglo XX, el acompañamiento musical de un violín (Belén Estaje), la expresión plástica de la danza (Elia Lozano) y las palabras de dos actrices (Pilar Molinero y Yolanda Blanco), que tanto me gustaron en “La calle del infierno”.
“Dome”, como en la elaboración de cualquier otro combinado, tiene como dificultad mezclar las cantidades exactas de cada uno de los ingredientes que lo conforman, un ejercicio imprescindible para que el trago final resulte inolvidable.
Hacer un espectáculo sobre una selección de poemas conlleva la dispersión del hilo narrativo, una manera de paliar este efecto sería dar espacio a los textos, un colchón sobre el que reposar. La dramaturgia que ha construido Santiago Meléndez peca de exceso de ingredientes. No es necesario que música, danza y poemas estén presentes durante todo el tiempo de la representación. La obra ganaría en oxígeno y comprensión si los elementos artísticos se combinasen de diferentes maneras, creo que el espectador agradecería minutos exclusivos para los versos, la danza y la música, en mono dosis como remanso de las palabras que alguna vez también piden silencio.
Es muy significativo que el momento más emocionante de la noche llegase al final de la función tras una excelente selección musical, intensidad en las voces y en la danza hasta llegar a las luces blancas, las cuatro interpretes al fondo del escenario nos dan la espalda y el silencio roto por la respiración de la bailarina: Ese puede ser un tipo de los paréntesis que cada poema de la función necesita para que la avalancha de palabras pueda respirar y que el espectador repose cada uno de los mensajes.
“Donne” es un espectáculo arriesgado que discurre sobre una interesante puesta en escena donde el violín de Belén Estaje subraya a la perfección las emociones que nos transmiten Pilar Molinero y Yolanda Blanco, dos actrices que destilan con acierto las palabras y se integran en el mundo paralelo creado por los movimientos de Elia Lozano. Cuatro excelentes intérpretes que nos trasladan al universo femenino, el amor y la sensibilidad. Una alternativa sugerente para estas Fiestas del Pilar.
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“Donne”
Del 8 al 12 de Octubre
Viernes y sábado 21 horas. Domingo y lunes 20 horas
Teatro de la Estación de Zaragoza
Tlfno de reservas: 976 46 94 94
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06 octubre 2009

Día de estreno


El Bus Circular 1 nos recogió frente a las piscinas de Alberto Maestro, 180º después nos bajamos a los pies de la Torre del Agua. Hicimos fila con el veranillo de San Miguel en nuestros cogotes. El interior del Palacio de Congresos de la Expo cumplió las expectativas arquitectónicas de esta ciudad: Aburridas líneas rectas y apabullante presencia de figuras geométricas cuadrangulares. Platea, fila 9, de la butaca 36 hasta la 41. La representación empezó con quince minutos de retraso. Obertura.
Mi chica a la derecha y más allá mis sobrinos: Javier (12 años), Paula (9 años), Julia (10 años) y María (12 años) Miré a cada uno de ellos una y cien veces mientras la vida sobre el escenario transcurría en un musical: Canciones de ABBA con letras arregladas para encajar con el texto del libreto, alegrías de guitarra acústica, dramas adornados por luces violetas, situaciones disco divertidas y bailarines con bañadores fosforitos. Mi chica y los zagales embelesados, ellos ríen o se quedan boquiabiertos, ella tararea las canciones, todos aplaudimos.
Llegó de improvisto. La ráfaga de emoción comenzó en la boca del estómago. Aparté la vista para no ver a mis cinco acompañantes. No sirvió de nada. La emoción alcanzó los lagrimales. Lloré lágrimas, lagrimitas de satisfacción. Me gustó tanto verles disfrutar.
Los últimos aplausos llegaron de noche. De nuevo al autobús que da vueltas sin parar. Regresé cantando y hasta me atreví con algún baile, me encantaría vivir en un musical, allí seguro que no desafinaba. Mi sobrino Javier bajó y cruzó la calle a toda pastilla, su madre lo esperaba junto al portero automático. Mis sobrinas Julia y María subieron cinco pisos en ascensor para encontrarse con sus padres y su hermana. Para ir a casa de mi sobrina Paula hicimos trasbordo, el 24 iba casi vacío. Empezaba a refrescar. Mis cuñados nos esperaban con un plato de jamón.
Mi chica y yo llegamos andando a casa. Silencio. Mañana tengo que madrugar. Telón rápido.



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04 octubre 2009

El Mercader de Venecia

El Teatro Arbolé de Zaragoza acogió en su programación de otoño la obra El Mercader de Venecia de William Shakespeare, una producción del Centro Dramático de Aragón en colaboración con un buen número de comarcas aragonesas.
El Mercader de Venecia, después de girar durante todo el verano por toda la geografía aragonesa, recaló en el magnífico espacio teatral de la sala Arbolé. Resultó extraño asistir a una función que nació para representarse bajo el cielo estrellado de las plazas de esos pequeños pueblos dónde es muy difícil que llegue una obra de teatro. Tal vez esa fue la causa que determinó el carácter de un espectáculo pensado para los territorios escénicos de la tarima, las máscaras y la Commedia dell´Arte.
El Mercader de Venecia tiene entre sus tramas el amor, la pasión y algunos divertidos enredos, lugares dónde la comedia se puede moldear a gusto, incluso con referencias localistas. Pero esta obra de Shakespeare también guarda en su interior la dramática historia del enamorado Basiano, su amigo Antonio y Shylock, un usurero que exige siniestras garantías a cambio de prestar su dinero. Es ahí dónde radicaba el riesgo de este montaje. Conjugar los aspectos cómicos y dramáticos del texto con la técnica interpretativa de la Commedia dell´Arte y conseguir una mezcla que resultase creíble. La apuesta era arriesgada. La dirección de Alberto Castrillo Ferrer supera con eficacia el reto, y lo hace gracias al excelente trabajo de los ocho actores que se desdoblaron — ayudados por la sobresaliente utilización de las máscaras — en varios personajes, verbalizaron el texto con solvencia y componen sobre el escenario un ambiente dinámico para la comedia y más reposado durante los momentos dramáticos, instantes en los que aumentó la densidad del aire y un halo de silencio certificó a un público atrapado por la trama. También hay que destacar el magnífico trabajo de los dos músicos que aderezaron las pausas con ambientes italianos musicados por Alejandro Moserrat, subrayaron las intrigas y acentuaron las pantomimas como si de una banda sonora se tratase. Todo ello sustentado sobre un espacio diáfano, exento de decorados grandilocuentes y con el acierto de una escenografía sencilla pero versátil y capaz de vestir con frugalidad y eficacia cada una de las escenas.
Esta versión de El Mercader de Venecia es un excelente ejercicio para la captación de un público deseoso de disfrutar de los clásicos. Una historia que nos lleva a otros lugares, a otros tiempos. Una función dónde conviven las risas de los chascarrillos y los valores universales del amor, la justicia, el odio y la misericordia.

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03 octubre 2009

El Delirio, de la serda teatro

El ciclo de otoño en el Teatro de la Estación de Zaagoza comienza con delirio porque, si algo tiene que ver con un estado de perturbación mental causado por una enfermedad, es la valentía de programar teatro en esta ciudad tan poco aficionada a descubrir nuevas compañías, como a salir del circuito oficial de las salas públicas.
La serda teatro” presenta durante este fin de semana “El Delirio”, una comedia musical protagonizada por Silvio (Andrés Blanco) y Richi (Ignacio Andreu), trabajadores de la construcción con mal de amores, o de desamores, que tanto me da.
La situación inicial parte de una imagen tópica sobre los currantes, pero lo hace con tal grado de simpatía que el espectador empatiza muy pronto con un tipos que ven pasar la vida desde un andamio mientras sus amores los engañan con otros, o simplemente se esfuman. Su nueva situación amorosa — o desamorosa, que tanto me da — propicia un viaje en busca de soluciones que la mayoría de las veces son demasiado traumáticas para culminarlas.
La obra se basa en el juego textual de darle varias vueltas a la misma realidad. Esa insistencia busca la complicidad del público que siempre esta a favor de obra para con unos personajes con la gestualidad de las caricaturas y que se hacen querer por la simpleza de sus reacciones. Los sueños de nuestros protagonistas también son musicales, fantasías aderezadas con canciones y coreografías de esas que dan ganas de bailar.
La luna sirve de cobijo para miedos y esperanzas que con la llegada del día y la jornada laboral, vuelven a ser tangibles y reales. Una explosión de luz regresa tras la noche, como el martillo retorna al lado percusivo de la ferralla, o la grava al vaivén de la pala, la cotidianidad laboral será el reactivo que revelará a Silvio y Richi el mejor camino (quien sabe) para reencontrarse con el amor, o con el desamor que tanto me da.
“El Delirio” nos recuerda que cuando el mal de amores, o desamores que tanto me da, nos acecha podemos refugiarnos en la monotonía de nuestras responsabilidades, pero existe otra posibilidad, un camino diferente, una senda que se transita con sombrero de copa, el bastón de Fred Astaire y dónde los pasos básicos del claqué marcan el destino.
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Teatro de la Estación de Zaragoza
C/ Teniente Coronel Pueyo 8
Teléfono de reservas: 976469494
Próximas funciones:
Sábado 3, 21:00 h.
Domingo 4, 20:00h
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02 octubre 2009

Ángel Gracia en El Pequeño Teatro de los Libros


Ángel Gracia estuvo en el Club de Lectura que coordina Nacho Escuín y Raúl García en la librería El Pequeño Teatro de los Libros para hablar de su último libro. “Destino y trazo (en bici por Aragón) reúne los artículos publicados en el suplemento dominical del periódico Heraldo de Aragón entre octubre del 2007 y junio del 2008.
El autor confesó que la gestación del libro estuvo en su cabeza desde la publicación de los primeros artículos. Una visión que le permitió modelar una unidad de estilo y asegurar el mismo punto de vista para todos los itinerarios. Un viaje desde los Monegros hasta el Maestrazgo por el este de Aragón con la intención de hablar de los pequeños pueblos, sus gentes y sus paisajes. Un libro que mira a las cosas sencillas del camino con la intención de afianzar un estilo propio que plasme la realidad de los paisajes y las gentes que las habitan. Un ejercicio que, como gran parte de la obra del poeta, refleja el desarraigo con la tierra de sus antepasados, esa aventura vital que marcó el segundo tercio del siglo XX y que llevó a las gentes del campo y la supervivencia hasta la ciudad de los empleados con hijos universitarios. Una aventura cuya finalidad no es captar a un determinado tipo de lector, sino aplicar a la literatura de viajes la apuesta poética que el autor cultiva: Quintaesenciar a través de su mirada la estética de las cosas sencillas. El poeta recalcó la importancia capital de la bicicleta en estas páginas, un lugar desde donde la profunda soledad del viaje se rompe con la llegada a los pueblos y el contacto con el paisanaje.
Preguntado por el porcentaje de realidad y ficción que contienía el libro. Ángel Gracia afirmó que lo más importante es hacer verosímil la historia, y en ese camino, él prefiere sacrificar la verdad en beneficio de la belleza literaria. El proceso de elaboración de los textos siempre se iniciaba con la consulta de guías al uso, mapas de la zona y referencias literarias. Una versión escrita después de la primera visita que dejaba reposar para regresar al escenario y dar forma definitiva al texto que, por cuestiones de espacio en el periódico, nunca debía sobrepasar los 5.800 caracteres, un límite que le sentaba bien al escritor, acostumbrado a minimizar al máximo sus composiciones poéticas. Precisamente, el título del libro (Destino y trazo) es un verso que forma parte de la obra del autor, una muestra de cómo sintetizar poéticamente las características del viaje.
Uno de los lectores hizo notar al autor que su nombre inauguró “Voces de Margot” — la sección literaria de la Editorial Comuniter especializada en libros de historia — con el relato inicial de la antología “
Al final del pasillo”, y en solitario con el segundo número de la colección. Ángel Gracia puso en valor la acción de agradecer, y se alegró de su suerte porque necesitó una página del libro para reseñar a todas las personas que le ayudaron en el camino de sacar este libro a la luz y, en especial, citó a Manuel Baile y Octavio Gómez Milian como tándem editor.
Una interesante velada en la que Ángel Gracia respondió a todas las preguntas que le lanzaron sus lectores, lo hizo en un tono amable, con intenciones didácticas que ayudaron a conocer los entresijos de cómo confeccionó este libro y que salpimentó con el humor propio de la casa, caracterizado por el buen gusto y fineza de las que el autor ya ha dado muestras en otros foros.

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