La curvatura de la córnea

30 agosto 2009

Gesto de amor

Javier y su hermana fueron a visitar a su madre. La cogieron del sillón verde de la planta baja y la llevaron hasta el sillón verde de la primera planta. Manolo Escobar, en la segunda planta, cantaba desde la tele.
El rostro de su madre era un tentador campo de maniobras, un cutis de ochenta y siete años con orografía lisa y exenta de arrugas. Javier cayó en la tentación y comenzó su tradicional sesión de cucamonas: Tres besos manchegos por carrillo, múltiples pellizcos, tamborileo de dedos bajo la barbilla, tirones alternos para las orejas y el dedo índice estirado en posición de señalar para, a un milímetro de la nariz, detenerse y escuchar el consejo de su hermana.
— Ay chico, deja a la mama que la estás mareando.
Javier detuvo el movimiento de la mano mientras su madre tomaba aliento y la iniciativa. Movió la cabeza, adelantó la nariz y jugó con el dedo índice e inmóvil de su hijo: Dos golpecitos leves y el trazado de una circunferencia antes de afirmar «No me marea. A ver si me explico. Es un gesto de amor»
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Javier todavía no es consciente del regaló que le hizo su madre cuando pronunció sus últimas palabras: Gesto de amor.

27 agosto 2009

Tito Andrónico


Fotografía de Laura de la Riva


Uno de los antiguos espacios de matadero de Madrid se ha remodelado para acoger las municipales Naves del Español. Un pabellón de paredes tan altas como la amplitud entre muros que acoge tres tribunas con butacas rojas, o la manera de convertir un degolladero de animales en un teatro. Sin lugar a dudas el mejor lugar para representar “Tito Andrónico” de Shakespeare, el banquete de muerte que la compañía Animalario estrenó en el Festival de Teatro Clásico de Mérida.
Tito Andrónico regresa a Roma en halo de héroe tras combatir largos años. En su retorno se le ofrece el poder de ser nombrado emperador, desestima la propuesta porque después de tanto guerrear sólo quiere descansar junto a su familia. Pero la gloria de los héroes tiene el precio de la muerte despachada en el campo de batalla, y Tito pagará con creces sus el vendaval de crueldades del que es responsable.
La llegada al poder de quienes están deseando vengarse por las afrentas de Tito será el eslabón necesario para que la conjunción de odio y poder muestre la peor de sus caras. Los nuevos moradores del poder violan y mutilan a la hija de Tito, una execrable acción que provocará la guerra entre dos familias, la del nuevo emperador y la de Tito y, como en todas las guerras, aparece la dimensión política de los acontecimientos, la lucha por el poder y el precio que cada uno esta dispuesto a pagar para mantenerlo. Los acontecimientos asaetean a Tito que, sin embargo, mantiene fidelidad al emperador, su venganza será la sublimación del honor que niega el amor frente a la brutalidad de la locura. Tito destila el ardid del odio para dejar claro que su demencia es humana aunque parezca animal.
En las Naves del Español no había escenario al uso. La rueda de la vida, y por lo tanto de la muerte, presidía el espacio escénico sin telones, sin cajas, sin trucos: Un círculo que tan pronto era palacio con baldosines romanos, cama de bosque de otoño y violación, la mesa del banquete antropófago o un gigantesco sumidero para verter cadáveres.
La sangre siempre estuvo presente de manera simbólica con telas rojas que cubrían muñones o centrifugaban el horror a velocidad de muerte. Una presencia sólida para un elemento líquido que descubre el fluir de las heridas y las hendiduras de las navajadas. La sangre esta en el texto desde que los actores aparecieron desde el fondo, llegaron en cuadrilla y comenzó el espectáculo de la palabra dónde hasta la bella Lavinia (Elisabet Gelabert), castigada a vivir sin lengua, ejecuta un ejercicio para mostrarnos la sangre en cada uno de sus gestos, gestos que paralizan la razón. Esa es otra de las maravillas de este montaje: La facilidad para introducirte en la vorágine de la tragedia a través del desgarrador diálogo inicial entre Tito (Alberto San Juan) y Tamora (Natalia Poza), o la composición que Fernando Cayo hace de Aarón el Negro y su capacidad para mostrar ironía, ternura y un magnífico monólogo final antes de caer en la sima de la muerte.
Animalario nos regala con Tito Andrónico dos horas y media para descubrir lo peor del ser humano, no sólo las ambiciones del poder, también la poca eficacia de la obediencia ante los poderosos. Una estampa de la brutalidad a la que es capaz de llegar lo más civilizado de la humanidad.

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26 agosto 2009

Malas Influencias (Video Texto)

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24 agosto 2009

Malas Influencias


Hice la pregunta con el tono de lo rutinario, sin embargo, la cara de mi amiga cambió por completo. Pensé que había metido la pata. Busqué una solución rápida para sacarla. No hizo falta. Mi amiga lloraba lágrimas diminutas. Una muesca en la valla pétrea de su personalidad. Siempre admiré su capacidad de estar ahí, de no esconderse, de dar la cara, pase lo que pase hacia delante, con pundonor, sin falsedades, con los latidos desbocados del corazón, ahí lo tienes, si te gusta lo coges, si no, aire. Amor para los suyos y a los alcahuetes que les den.
No estaba preparado para ser testigo de un gesto que la engrandece hasta lo estratosférico: La flaqueza de una madre, el runrún de la autoinculpación que no deja dormir, las preguntas mil veces repetidas, la búsqueda enfermiza del lugar donde se produjo el error, la decisión equivocada. Una ruta que es imposible dibujar porque… ¿Cómo explicarle que son las propias decisiones las que marcan el rumbo? Cada uno de nosotros es el principal responsable de la dirección que toman nuestras vidas, es cierto que hay miles de condicionantes y uno de ellos son las malas compañías, pero esas piedras en el camino no justifican todos nuestros errores.
Han pasado unos días desde esa conversación y me siento fatal. Recuerdo mi voz impostada, repartiendo soluciones con la solvencia de quien ha leído los consejos couche que publican los suplementos dominicales, ¿qué coño se yo del sufrimiento ante los despropósitos de un hijo? Menuda estupidez la de cantar los lugares comunes del “tú has hecho todo lo que has podido, lo peor es autoinculparte, racionaliza la situación porque si no caerás en sus fauces, no acapares toda la responsabilidad” Y ella, con la dignidad circulando por la venas, sufría. El dolor fue efímero a mis ojos. Mi amiga cerró el pequeño agujero por el que se escapaba sus preocupaciones y a otra cosa mariposa.
Me caí del guindo cuando llegué a casa después de una hora de conducción: Mi amiga no necesitaba sabiduría pret â porte ni psicología de baratillo, si quería ayudarla sólo tenía que darle un abrazo, el contacto osmótico y silencioso que hubiese permitido un traspaso masivo del todo el cariño que ella necesita en estos momentos donde la vida, y no es la primera vez, la pone a prueba.
Entonces recordé que aún tenía en la lista de espera el libro de Sergio del Molino titulado “Malas influencias”. Me abalancé sobre él con la esperanza de encontrar ejemplos para enseñarle a mi amiga, argumentos sólidos para defender que las compañías de dudoso gusto nos afectan a casi todos en mayor o menor medida. Ya ven mi capacidad mental… estaba a punto de reincidir en el error de buscar en los libros las respuestas que sólo se alojan en el corazón.
Comencé la lectura por los tres relatos que contenían en su título la expresión “Malas influencias”. Una poeta planifica su suicidio en la página 43. Recordé la entrevista que Miguel Mena hizo al autor en Radio Zaragoza durante la fase de promoción del libro. En aquella entrevista quedó claro que la protagonista de la historia se había suicidado metiendo la cabeza en el horno, una opción que entonces me pareció un exceso gastronómico y que ahora, tras leer la historia, no me lo parece tanto.
Salté hasta la página 81 para aterrizar en la Calle Velarde (otra mala influencia). Me costó mucho comenzar este capítulo donde se cuenta la historia de una vieja gloria de las letras que nunca estribó una línea. Encontrarme a Velarde solito, aunque sea bajo la gloria de una calle, me produjo desasosiego. El héroe de la resistencia contra la invasión francesa siempre ha estado acompañado en mi memoria musical por Daoiz y la marcialidad del himno de artillería.
Más malas influencias en la página 107. Un loquero escocés que los finos llaman psiquiatra sale de la cárcel, una condena porque no le gusta recetar pastillas mientras apura la botella de Jack Daniel´s
A partir de entonces lecturas a salto de mata por diversos de lugares, multitud de personajes y todo tipo de longitudes en los relatos, una variedad que se unifica bajo la pulsión fresca que contiene la escritura de Sergio del Molino, un periodista bregado en la crónica que sabe medir los tiempos y los ritmos de las historias, acostumbrado a pulir el material para que todo lo expuesto sea comestible, demuestra que las distancias cortas no tienen secretos para su pulso narrativo.
Sylvia Plath, el último bohemio, el Doctor Chase, una guerra que, como todas las guerras, esta poblada de héroes y traidores — como si existiera diferencia entre ambas categorías — , la eclosión de la masturbación y la mirada de un niño hipnotizado por las putas más feas de la ciudad son algunos de los protagonistas de “Malas influencias”, un libro poblado de supervivientes, literatura impregnada de la realidad y sus frustraciones, una colección de historias construidas sobre la delgada línea que separa la normalidad de lo correcto y el incomprensible ascendiente de las malas influencias.

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22 agosto 2009

Amaral en Herrera de los Navarros

Fotografía: Laura de la Riva


Herrera de los Navarros, un pueblo con poco más de setecientos habitantes, esta a sesenta kilómetros de Zaragoza. La carretera, cuando decidió dejar de lado el río Huerva, nos llevó hasta el ocaso de la tierra amarilla tras la siega, el cielo grana de cuando el sol se va y, escondido entre montañas, el escenario de la gira de Amaral.
Antes del concierto, y como preámbulo cultural, visitamos los tres bares junto al cauce empedrado y seco del río Herrera. La primera ronda a la sombra de la torre mudéjar, la segunda y la tercera con la banda sonora del primero de los teloneros: El sonido de Copiloto nos llegaba nítido y potente mientras la cámara de Aragón Televisión levantaba el revuelo entre paisanos y forasteros.
Entramos al campo de fútbol con los primeros acordes de Tachenko, un grupo que, según dijo una de mis acompañantes, ha mejorado mucho desde que el bajista se ha cortado el pelo. Momento de encuentro y saludo con algunos nativos que estaban con esa chispa en la mirada que les proporcionaba la emoción del evento y trasiego sin pausa de litros de cerveza en una barra de camareros rápidos, diligentes y amables. Tachenko se despidieron con agradecimientos y llegó la hora de darle avío al bocata de longaniza.
Amaral tiene una gran virtud, es de los pocos grupos con capacidad para alcanzar el número uno en las radio fórmulas, vender una cantidad razonable de discos para los tiempos que corren y tener caché entre la prensa especializada dónde se supone que se prima la calidad por encima de inventos mediáticos. Por eso hace discos como “Gato negro, dragón rojo”, la simbiosis de esas dos maneras de entender el negocio de la música que van desde la popularidad masiva al reconocimiento artístico. En ese difícil equilibrió siempre pesó más el pop que el rocanrol, por eso, cada vez que asistía a un concierto de Amaral sentía que no nos habían entregado toda la potencia que son capaces de generar, sin embargo, el concierto de Herrera de los Navarros fue distinto.
Javier Aguirre y Eva Amaral demostraron que tienen un buen puñado de canciones con sobreado espíritu eléctrico, y aún faltó más guitarreo. Cada vez que se vislumbró la posibilidad de un solo, Mr Aguirre se escondió muy pronto detrás de lo ortodoxo para mostrarnos sólo lo correcto. El día que este chico se desmelene en el escenario vamos a tirarnos por los suelos de gustito, porque ayer, como siempre, cedió todo el protagonismo a Eva. Pero claro, ¿que puedes hacer cuando la cantante de la banda aparece en escena guapísima, energética, con la entrega a flor de piel y cantando sobresaliente?
El concierto de anoche será uno de esos que no se olvida: Tuve la suerte de contar con un par de excelentes compañeras de coros y bailes. Me gustó el encuentro con Félix Oliván y su rebosante alegría que resumía la todo un pueblo. La cercanía sin agobios al escenario me permitió pasar de las pantallas de video y ese gesto tan simple le da otra dimensión a la música. Creo que hasta ayer no era consciente pero las canciones de Amaral forman parte de la banda sonora de mi vida.

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19 agosto 2009

Manchas


Zaragoza 19 de agosto de 2009


Hola Paula


No creas que esta carta es para preguntarte por tus vacaciones, ni por las fiestas o por el nombre con el que este año habéis bautizado la peña. En esta carta, como tú mismo dirías, voy a ir al grano, o lo voy a intentar.
El pasado jueves por la tarde tu madre dejó en casa a Manchas. Lo hizo aprovechando que yo estaba en el trabajo porque sabe mi escasa afición a convivir con cualquier tipo de mascota. No me cabreé porque Manchas estuviera tan agustito en el salón, me enfadé porque ni tu madre ni tu tía me consultaron. Es cierto que puse el grito en el cielo, pero fue por el descaro de una maniobra premeditada, alevosa y vespertina. Eso sí, mientras yo gritaba, ellas se reían aunque a mi no me hacía ni pizca de gracia. El caso es que tragué. Manchas pasaría unos días con nosotros.
Migue se fue a la cama tan contenta mientras yo, más calmado, veía algunos capítulos de “Perdidos”. En un intermedio fui a la nevera y allí estaba. Manchas me miraba con ojillos de pillín. Mantuvimos la mirada durante unos minutos. La tensión se podía cortar hasta que el hámster hizo un pequeño gesto con su mano derecha a modo de saludo. En ese pequeño detalle creo que me ganó el corazón. Cuando me fui a la cama estuve atento a cualquier ruido porque, la verdad, me hubiera gustado tener una excusa para espiarle mientras hacía girar la rueda de su jaula, pero nada ocurrió y dormí como un lirón.
Tu tía ya se había ido a trabajar temprano cuando me levanté con la intención de salir a correr por la ribera. Escuché un ruido en la cocina mientras me aseaba en el baño. La sorpresa fue mayúscula. Manchas sonreía. Una margarita decoraba la bandeja dónde había preparado un desayuno para dos: Crujiente de panceta y huevos fritos con puntillas sobre tostada de pan untada de tomatitos del huerto de Isabel y Gines, café con leche y zumo de naranja recién exprimido.
Fue una mañana estupenda. Desayunamos como unos señores, dimos un largo paseo junto al río, hicimos las tareas de la casa y preparamos el menú para medio día: Fritada para primero y pollo al chilindrón de segundo.
Comimos juntos y antes de irme a trabajar le propuse que por la noche podríamos ver una de esas películas que tanto te gustan, ya sabes Paula: Historias en blanco y negro con sonido en versión original subtitulada en castellano. Él aceptó encantado mi propuesta. Nos despedimos con un fuerte apretón de manos y sentí como el gusanillo de la amistad me hacía feliz.
Estuve toda la tarde impaciente por llegar a casa y cuando por fin regresé, Manchas se había ido. Al principio me asusté porque pensé que se había escapado. Fue tu tía quien me contó lo ocurrido. Esa misma tarde tu madre te había llamado por teléfono a Galve y, al parecer, le pediste entre lloros que te llevara a Manchas al pueblo. Entiendo tu postura porque yo, en el poco tiempo que estuvimos juntos, también le cogí cariño. Lo que me cabreó fue que, por segunda vez en un día, se había tomado una decisión sin consultarme. Nadie me dijo nada de que Manchas se iba a quedar unos días en casa y nadie me dijo que eso no iba a suceder.
El verdadero motivo de escribir estas letras es para que le digas a Manchas que me hubiera gustado despedirme de él y que la cita cinematográfica la podremos tener más adelante, cuando el otoño nos invite a pasar una tarde de sofá y palomitas. Y dile también que después de estos días, el hueco de su ausencia se hace cada vez más grande en casa y en mi corazoncito.
Nada más. Para hacer honor a tu merecido título de “la mejor esquiva besos”, me despido remitiéndote dos patadas en el culo. Eso sí, tu tía y yo enviamos recuerdos, besos y abrazos para tus abuelos, tíos, primos, vecinos, amigos y turistas.
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Manchas pasó en mi casa su primera noche en familia, fue la Nochebuena del año pasado. La fotografía que ilustra esta entrada se la hizo Paula Herrero Feria el día de Navidad.

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17 agosto 2009

Más o menos

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13 agosto 2009

Voz de Radio

A lo largo de los cuarenta meses de antigüedad que tiene esta bitácora he tenido algunos momentos de sima anímica. Madrugadas bajo la luz del flexo en las que un texto se resiste, días de borrasca en los que es imposible encontrar el estímulo para colgar un post. Son momentos en los que me he parado a pensar sobre la posibilidad de echar la persiana al blog. Las primeras veces que me ocurrió lo pasaba mal, pero hace poco descubrí un método infalible para salir del bache. Cuando la duda por la continuidad de este espacio me asalta, pulso la tecla play e imagino como caminan por estas líneas las voces de algunos de sus visitantes, visualizo sus sonrisas de complicidad, la chispa de la emoción o la mueca que provoca la vergüenza ajena. El once de agosto esta terapia traspasó la frontera que divide los sueños de la realidad.
Mayte Salvador tiene voz de radio. Los oyentes radiofónicos habituales saben de lo que estoy hablando. En las ondas hay infinidad de tonalidades a la hora de comunicar que van desde los chispeantes mensajes publicitarios, hasta la austeridad de los boletines informativos. En medio de tanta variedad se sitúan las voces de la radio. Una virtud que esta al alcance de muy pocos, personas que se muestran diáfanas ante el oyente, locutores excepcionales capaces de moldear los sentimientos con la vibración de las cuerdas vocales, voces que entran en casa, impregnan las paredes y sus ecos permanecen instalados en nuestra memoria para siempre. Mayte Salvador pertenece a esa raza de seres especiales que solo necesitan la voz para enamorarnos.
La locutora de Radio Ebro me regaló su voz. — Sucedió el pasado martes en medio de la charla entre quien esto escribe y Olivier Vilain. — Mayte Salvador pidió la palabra, ella que cada día amasa, hornea y reparte miles de palabras moldeadas con precisión, la entonación adecuada y el calor humano de quien siente pasión por lo que hace.
Mayte Salvador me emocionó cuando leyó un fragmento de un texto sobre los pocos besos que le he dado a mi madre. Un número tan escaso en estos cuarenta y cuatro años que ahora, con el poco tiempo que nos queda, soy incapaz de recuperar. El otro día mi madre me dijo entre risas: «Vale de tantos besos Javi, que esto ya son pamplinas.»
Gracias Mayte por este estupendo regalo:

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12 agosto 2009

Doce minutos en el aire

Hace unos días llegó a mi bandeja de correo un mensaje del director de informativos y contenidos de Radio Ebro. Olivier Vilain me invitaba a participar en el magazín matutino que conduce Mayte Salvador para hablar de esta bitácora. Acepté y ayer por la mañana me pase por los estudios que la emisora tiene en la zaragozana Plaza de los Sitios.
La puerta de la radio estaba abierta y pasamos sin llamar. Tuve que dar un gritito porque no me atrevía a pasar de las máquinas de café. Una de las jóvenes redactoras acudió a mi llamada y buscó a Olivier. Llegó con la sonrisa puesta de esas que siempre permanecen, nos recibió con la naturalidad de quien esta acostumbrado a enseñar su casa, porque Radio Ebro se emite desde una casa, con su largo pasillo jalonado de habitaciones que son redacción, edición de audio, dos platos para pinchar dance, un logo de Radio Intereconomía, el garito de los técnicos, el estudio de emisión y otro donde un redactor grababa la entrevista de uno de esos futbolistas que va a dar tardes de gloria al nuevo Real Zaragoza.
Mayte Salvador estaba en el aire. Hablaba de las estrellas fugaces que por estos días caen en forma de lluvia. Lo hacía con los ojos cerrados, sola en el estudio. Su mirada me sorprendió embelesado, le lancé un saludo a través del cristal y ella me sacó la lengua con un mohín de simpatía.
Ya era la hora. Olivier en frente, Mayte a mi izquierda y el micro de color azul. La primera pregunta me dejó KO. Sabía que me iban a preguntar por mi trabajo, así que eso no es justificación. No se que me ocurrió, o tal vez si lo sepa pero mira que es muy tarde para filosofías. El caso es que respondí cortito y con la aspereza en la garganta de quien empieza a acojonarse. Todos los nervios que había conseguido controlar se instalaron en mis cuerdas vocales, un par de gallos, imprecisión, dudas. Olivier me miraba, notó que algo no funcionaba, me dejó respirar un segundo y lanzó la segunda pregunta. Fue mágico.
Remonté el vuelo y por fin pude expresarme más o menos como había soñado. Conté por que esta bitácora se llama como se llama, intenté mostrar el entusiasmo que pongo en juego y como disfruto con toda la actividad que se genera alrededor de este espacio. La charla avanzaba y poco a poco me fui relajando hasta sentirme muy a gusto.
Mayte Salvador intervino en la charla y lo hizo para darme el mejor regalo que he recibido en mucho tiempo. Pero eso es otra historia que contaré cuando la voz de la locutora este registrada en el disco duro de mi ordenador y todos puedan disfrutar de su dicción.
Luego vinieron las miradas al reloj que doce minutitos se pasan volando. Me entraron las prisas y de nuevo me aturullé por la peregrina idea decirlo todo cuando todo no cabe, eso sí, Antes de la despedida en antena seguí al pie de la letra la recomendación que me hizo Agustín Martín: El director del Que Pues afirma que besar la calva de Olivier da suerte y yo, que soy muy bien mandao, la besé con devoción bloguera.
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Fotografías de Migue

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10 agosto 2009

Premios Romper Barreras 2009


El pasado 29 de junio publiqué una entrada titulada “Antes y después de la tecnología”, en realidad era una llamada para apoyar el proyecto que el Colegio de Educación Especial Rincón de Goya había presentado a los Premios Romper Barreras, una iniciativa patrocinada por Toshiba y BJ Adaptaciones.
Ayer se hicieron públicos los resultados de las votaciones. Los organizadores han destacado que los votos emitidos se han multiplicado por cuatro con respecto al año pasado, un efecto que relacionan con el uso que algunas iniciativas han hecho de las nuevas tecnologías de la comunicación para dar mayor repercusión a los premios.
Esther Andrés, una de las profesoras que ha impulsado el proyecto, me telefoneó para darme la noticia del triunfo. Su alegría me gustó porque no pensaba en la victoria, ni en la dotación económica, sólo tenía palabras para hablar de un nuevo proyecto.
Después de la algarabía y las Sanjuaneras, Esther me ha pedido que utilice esta ventana para dar las gracias a todas las personas que les han votado, a todas las que lo han intentado pero no ha podido ser, y también, que esta entrada sea un abrazo de aliento para el resto de los participantes.
Para terminar os dejo con el video ganador en el apartado de Proyecto Colectivo y os invito a ver el resto con sólo pinchar aquí.



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09 agosto 2009

“El Detective Amaestrado” un libro de Samuel Rodríguez


Samuel Rodríguez publicó la primera entrada de “El Detective Amaestrado” en junio del 2006, eso es fácil de comprobar, sin embargo, soy incapaz de situar en el tiempo cuando caí en esa magnífica bitácora.
Sucedió durante una de esas noches de deriva bloguera y desde entonces las visitas a “El Detective Amaestrado” pasaron de ser diarias a objeto de peregrinación, un lugar para encontrarme con el maestro. Samuel bautizó mi presencia cibernética con el término de “córneo”, ese fue el origen del ya tradicional “Salu2 Córneos” con el que termino mis comentarios en la blogosfera.
El día de San Severiano, tras quince intensos meses de lecturas, comentarios y respuestas, El Detective Amaestrado cerró el blog. Fue una buena excusa para mirar atrás, recopilar todo lo escrito y regalarle a su madre un montón de folios que demostraban eso que todos decían de su hijo. Samuel — puesto a imprimir y tras escuchar la recomendación de algunos amigos — envió un par de copias. Ediciones Idea, haciendo gala de su nombre, recogió el guante y decidió publicar negro sobre blanco unos textos que nacieron en la blogosfera.
Samuel Rodríguez buscó una salida al laberinto que lo cercaba y se encontró con El Detective Amaestrado, un personaje cansado de tanta realidad que nos confiesa la necesidad física de recibir mimos. Tal vez fue la empatía que sentí por una afirmación tan revolucionaria lo que me llevó a un estado de lectura amable y a dos conclusiones: Este volumen no es apto para virtuosos de la faca y francotiradores literarios, absténganse ambas especies de bucear en estas páginas que se nutren de recuerdos cotidianos y fotografías de realidad para fluir hasta terrenos jalonados por la creatividad. Sin embargo, el autor no pretende desorientar al lector con las volteretas de su escritura y nos recuerda que la tozuda realidad sigue ahí, paciente, al acecho: “Una canalla con la que hay que aprender a convivir”
La pasión por las librerías recorre todo el libro, vocación de un sabueso y la aventura de husmear en los anaqueles donde reposan los ejemplares que alimentaran el deleite de la lectura en su sillón de orejas. El proceso de búsqueda, elección y compra puede ser tan estimulante como el propio hecho de la lectura, es posible que una adquisición muy satisfactoria termine en chasco, pero no importa porque el mecanismo se volverá a repetir una y otra vez en Canarias, en el Reino de los Godos y en cualquier lugar donde el autor ponga los pies.
Samuel Rodríguez es el alter ego de El Detective Amaestrado, un profesor impregnado por la pasión de contar historias, mostrar sentimientos y demostrar que los compartimentos emocionales son la solución de los estúpidos. Las herramientas imprescindibles en el oficio de contar son las palabras, instrumentos que en manos de Samuel, de su alter ego, o de vaya usted a saber, se convierten en las piezas de un análisis sintáctico, armas del conocimiento, aludes encadenados, personificaciones y un sin fin de piruetas emparentadas con el divertimento y la filigrana como parte del juego de escribir
La amabilidad del café con leche y una buena conversación en la barra de un bar son algunos de los disparaderos que se me ocurren para abordar multitud de temáticas que, entre otras, van desde el diario de viajes de un insular traqueteado por los vagones de la RENFE, recomendaciones musicales, consignas para no sentirse vencido, negocios alternativos, un compendio de ortografía sentimental y una propuesta en firme para invadir Flandes.
“El Detective Amaestrado” es un libro que pide paciencia y huye de lecturas de corrido. Incluso me atrevo con una recomendación: Deja un ejemplar junto al lugar dónde desayunas y cada mañana, antes de ingresar en la realidad de la productividad, los informativos y las telenovelas, date el gustazo de saborear una de sus historias y deja que te acompañe durante toda la jornada. Un toma diaria hasta terminar las doscientas noventa y una entradas y entonces, comenzar de nuevo.
“El Detective Amaestrado” un libro de Samuel Rodríguez que promociona la lectura cíclica en calendario Non Stop.

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07 agosto 2009

Besos

Javier López Clemente besó a su madre por primera vez el 15 de marzo de 1986. El Ministerio de Defensa lo había citado para lo que él pensaba una reunión informativa sobre como sobrevivir en el Servicio Militar Obligatorio pero, en realidad, era la llamada para incorporarse a filas. Javier regresó a casa doce meses después, el mismo día que su madre había marcado con una equis en el calendario, entonces fue ella quien le besó. Un beso muy parecido al que recorrió las piernas heridas de su hijo por los arañazos de una zarza, o al beso en la frente que puso fin a los días que Javier pasó sumergido en el fondo de la cama porque un profesor de Cálculo Infinitesimal decidió que su examen no valía ni una mierda, o al beso con banda sonora de jota del 2 de mayo de 1992 en las escaleras que llevaban al altar, o cada uno de los besos semanales de los últimos dos años y medio cuando Javier recibía un abrazo como bienvenida y una sonrisa como despedida, la sonrisa que le permitía mantener a salvo su conciencia.
Javier López Clemente se salió de la carretera el día de Santiago Apóstol pero, en lugar de reconciliarse con el Altísimo lo hizo con los besos. Fue una revelación para sus sentimientos de amor. Su madre fue la primera en sufrir el cambio. Desde ese día, los encuentros materno filiales de cada semana se ven aderezados por besos sin fin. Javier inicia el espectáculo con triadas de besos al estilo manchego para los mofletes hinchados a causa de los corticoides. De a uno son los besos untuosos para la frente. Carrerillas de besos minúsculos recorren ambos brazos desde la punta de los dedos hasta los bíceps ajados por la inmovilidad. Un pellizco en la nariz, dos carantoñas en las orejas, pedorretas a tutiplé y vuelta a empezar.


Sorprendido cuando besaba a un chino
en una calle de Las Fuentes
Javier L. C. besa a Laura de la Riva, una vecina del Actur
que paseaba por el barrio de Las Fuentes.

ZARAGOZA. Un hombre de 44 años, identificado como Javier L. C. fue sorprendido el pasado lunes cuando intentaba besar al gerente del Bazar Chollo Chon en el Barrio de Las Fuentes. Según confirmaron fuentes policiales, los agentes detuvieron a esta persona tras recibir varias llamadas en las que los vecinos se quejaban de la presencia de un señor mayor que repartía besos a los viandantes en la calle Silvestre Pérez y aledaños.
Los funcionarios preguntaron al arrestado por los motivos de un comportamiento tan extraño. Al parecer todo comenzó en la residencia para mayores de la localidad turolense de Alfambra, dónde Javier L. C., tras despedirse de su madre, se dedicó a dar besos a las auxiliares de geriatría, la enfermera de guardia, la fisioterapeuta y a varios residentes, una acción que el detenido detalló con la siguiente enumeración: “Un beso para la cocinera que llegó por el Este, dos para Pedro, tres para La Catalana, cuatro para el señor de los gritos porque gasta un gorro como los que llevaba mi padre, cinco para Marimar y su carro con fregona, seis para Vanesa y los cariños que regala a los abuelos, siete para Raquel y sus pastillas, ocho para Beatriz y la chispa de su mirada, nueve para Mónica que para eso es de Torrelacárcel como mi madre y diez para el señor que canturrea jotas de boina”
Javier L. C. siguió con su acción en el Bar La Cooperativa de la misma localidad dónde, además de besar con profusión al nuevo camarero que de nada conocía, besuqueo a la cocinera y propietaria del negocio, según afirmó el detenido “por el deleite que me producen las manitas de cerdo con salsa de tomate que guisa esta señora”. Además, la Policía Local ha comprobado que esta conducta se mantuvo en la gasolinera utrillense de las Barriadas del Sur dónde el acusado cubrió de besos a Javier Beltrán — el empleado que llenó el depósito de su Citröen C4 —y a su padre, al que contorneó la calva con un rosario de dulces besitos.
Esta redacción se ha puesto en contacto con la Guardia Civil de Tráfico para confirmar que Javier L. C. dio negativo en la prueba de alcoholemia a la que fue sometido en la circunvalación de Muniesa. Las mismas fuentes han señalado que el detenido se comportó de manera muy cariñosa con los agentes Juan Morales y Jesús Marzo a los que besó con profusión y entusiasmo.
Javier L. C., según informó la central de operaciones del 092, no presentó ningún tipo de resistencia ante la autoridad cuando se le detuvo por un delito de besuqueo continuado. Tras prestar declaración en dependencias judiciales y besar a su Señoría, fue puesto en libertad y citado para juicio rápido.

HERALDO DE ARAGÓN

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04 agosto 2009

Londres julio 2009

A veces pienso que me gustaría una vida como la que se ve en el minuto y treinta y dos segundos de este video

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01 agosto 2009

Mi madre me dijo que no corriera

Mi madre me dijo que no corriera. Iba despacio, o quizás no tanto. Estaba contento. Un relato, inspirado en unos versos de Benedetti que Luís del Val había recitado por la mañana en la radio, rebotaba de aquí para allá. Había cambiado el itinerario habitual por temor a que el aburrimiento fuese un peligro. Noté como la rueda derecha trasera patinaba. La gravilla tamborileó contra el guardabarros. No pisé el freno. Intenté controlar el vehículo con el volante, como había visto hacer a mi padre el día que el Seat 133 dio tres bandazos antes de mandarnos a la cuneta. El Citröen C4 giró noventa grados y supe que no podría meterlo de nuevo en la carretera, una carretera estrecha y parcheada con diferentes tonos de gris. Tras empotrarme contra el ribazo se hizo un extraño silencio. The Boss seguía cantando. La marcha atrás funcionó y regresé a la carretera. Había perdido las gafas y, aunque la luna delantera estaba agrietada, metí primera y continúe el viaje como si nada hubiera pasado. El indicador de la temperatura del agua de refrigeración empezó a subir, entonces me di cuenta de que no llevaba el móvil. Paré el coche. El relato se había esfumado y mi póliza de seguros sólo cubría los daños a terceros. Me alegré de ir sólo. Un peruano me recogió. La llamada para avisar a Migue de que no iba a llegar a nuestra cita para comer me costó dos euros. Le dije que estaba repostando en la gasolinera de Santa Eulalia y que el coche no arrancaba por algún problema en el sistema eléctrico. Era la primera vez que le mentía.
Hoy he pagado la factura de la reparación y he vuelto a conducir. Nada ha cambiado. Los coches siguen circulando por la derecha, la operación salida dejaba bloqueada la autopista y aún me detengo en los semáforos en rojo cuando todavía están en ámbar, como si ese gesto hipócrita fuese una prueba de mi prudencia. Mañana regresaré. Me gustaría hacerlo por la misma carretera que me traicionó pero se que no lo haré, nunca he sido un valiente. Volveré por la ruta de siempre, la ruta que me trajo a Zaragoza, la que transité de noche para festejar bajo su ventana, la carretera que pertenece a la geografía de mi vida.
Mañana, cuando regrese al lugar de mis penas, me la voy a comer a besos por primera vez: Mi madre me dijo que no corriera. Ahora ya no dice casi nada.
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La fotografía de Rosario esta tomada el 9 de febrero de este año en la Plaza del Torico de Teruel

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