La curvatura de la córnea

28 abril 2010

Con Punset

Esta tarde me encontré con Punset. Le dije que, además de hacer famosas a la amebas, había demostrado su sabiduría colaborando con programas como el de Buenafuente, o las charlas antológicas con la Blasa de la La hora de José Mota. La chica que pulsó el botón de la cámara era de la editorial y me dijo: Esta foto bien vale que te compres un libro. Punset ni se inmutó y me contó que estaba esperando un coche para ir a la estación. Yo le ofrecí mi bicicleta municipal pero, entre risas, la rechazó con la amabilidad de los muy grandes.

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26 abril 2010

Roberto Malo en Tardes de Blog_Comunicado



Roberto Malo
es el próximo invitado a la XIV edición de
Tardes de Blog.

viernes 30 de abril a las 20:00 horas


El Pequeño Teatro de los Libros
C/ Silvestre Pérez 21
Las Fuentes
Zaragoza

Autobuses: 22, 24, 30, 44, Ci1 y Ci2
Parada Bizi: 36

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20 abril 2010

Alcayata y tres piratas en la Isla de San Borondón

Esther citó a Alcayata para hacerle una proposición. La conversación empezó en la celtiberia soriana y terminó en el Colegio de Educación Especial Rincón de Goya, un edificio racionalista en medio del Parque Grande de Zaragoza. Esther habló largo y tendido de los chicos del colegio, y de sus compañeros, un equipo educativo preocupado por incentivar a los chavales a base de contarles historias que los profesores adaptan para formatos visuales que favorezcan la comprensión: Presentaciones en Power Point, pictogramas de papel, o la representación de los zagales en forma de musical.
Eshter sacó el ordenador portátil de su bolso y enseñó a Alcayata una desternillante aventura, que una de sus compañeras había realizado en Power Point, con tres piratas, un barco, un acantilado y un volcán. «Nos encantaría que les contaras a los chicos esta historia para que ellos la “jueguen” »
Alcayata no pudo negarse y se unió a la travesía. El proceso había comenzado en el claustro de profesores con la adaptación de la leyenda popular canaria de la Isla de San Borondón, un trabajo de aireación para darle cuerpo de cuento y hablar de “acantilados” “volcanes” y “Gran Canaria”. El cuento escrito se transformó en moñacos de papel y en presentación para el ordenador. El siguiente paso fue la representación de la historia en formato de cuenta cuentos con la participación del alumnado. Dos sesiones de las que se han extraído imágenes para elaborar un video que los chicos verán en clase como complemento a otras actividades didácticas, por ejemplo, escribir un final alternativo.
Los videos que siguen se han editado con las grabaciones de dos cámaras de diferente calidad en la captación de imágenes y sonido, un mínimo inconveniente que no impide comprobar como los zagales y Alcayata disfrutaron de lo lindo.
Alcayata quiere darle las gracias a los alumnos, a los profesores, a DJ Patricia, Belén, Migue y Esther. Y a las gallinas del colegio por esos fantásticos huevos que, fritos y con puntillas, están para chuparse los dedos.
Una advertencia final: Alcayata, en el fragor de la narración, introdujo una relación de amistad entre la Sirena y la Princesa que no estaba en las orientaciones didácticas que recibió, pero ustedes comprenderán al cuentero, que a veces, se deja llevar por la emoción de la historia…

Primera parte:

Segunda parte:

Tercera parte:

Cuarta parte:

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16 abril 2010

Alcayata cumplió su sueño de ser Pirata

Hace unos días Alcayata, que es ferretero, soñó con ser un pirata.
Pincha aquí.

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13 abril 2010

Alcayata ha vuelto

Fotografía de Migue

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11 abril 2010

Llamo a los poetas, un homenaje a Miguel Hernández

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10 abril 2010

Dos Magdalenas

Es maravilloso. Ayer terminé las magdalenas y hoy tengo una bolsa nueva en el armario del desayuno. No puedo darle las gracias a Migue, no esta, se ha ido a trabajar. Desayuno como lo hacía mi madre: Dos magdalenas y dos vasos de agua. Siento como las dos mujeres de mi vida me cuidan.

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07 abril 2010

Los hombres que no ataban a las mujeres, una traducción de Miguel Serrano Larraz

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04 abril 2010

La irrealidad nuestra, de Clara Dávila Mateo

Rafael Luna tuvo la amabilidad de invitarme a la presentación de “La irrealidad nuestra” para leer algunos versos. Aunque no conocía ni a la autora, ni su obra, cualquier sugerencia de Rafael siempre tendrá mi respuesta afirmativa porque su pasión por la poesía va más allá de lo literario para convertirse en orgánico. Rafa muestra orgullo de sentirse poeta, por eso lo admiro.





Clara Dávila Mateo es fruto de la cantera criada al cobijo de la Universidad Popular de Zaragoza y, aunque ha ganado diversos premios literarios, “La irrealidad es nuestra” es su primer poemario, una coqueta edición de la leonesa Puente de Letras que quizás debería contar con una tipografía más sobria en los títulos, además de una iconografía más diáfana en la portada.
Este poemario es una caja de sorpresas porque muchas ideas nacen de versos aparentemente primarios, si embargo, tras una coma, o al recodo de un adjetivo, el mensaje adquiere honda profundidad. Es en esa dualidad entre la inocencia y la desatada tormenta interior la que moldea los poemas de Clara Dávila. La particular mirada de la autora es la protagonista del libro, un ejercicio vital que parte de la sencillez para reflexionar sobre el amor en ausencia, el hueco distante de quien siempre esta lejos aunque su piel se funda junto a la voz poética que parece derrumbarse con el único propósito de renacer una y otra vez.
La obra se divide en tres partes. La primera, “Búsqueda del tiempo”, comienza con un canto al “tiempo pasado” como único motor poético capaz de conseguir “palabras esdrújulas para caminar junto a ti por la vida” con una ilusión imposible: “que el tiempo no te cambie”. Un verso que es el título de una canción de Tequila, de cuando la autora todavía no había nacido.
La voz poética recordó el deseo de un beso, un recuerdo mucho más potente que el propio beso, “seis décimas de segundo” antes de rozar sus labios. El tiempo se transformó en espera. Los “segundos del último minuto que quedaban.” Pequeñas unidades de tiempo para quien espera, diminutas en finitud pero enormes en emoción hasta que el presente acució un cambio en el tono poético que destiló amargura. La inocencia se reveló cada noche y el olvido del otro transformó la herida en bestia. Es entonces, al borde de la locura, cuando escapar es la única salida posible. “Cogió sus cosas, rellenó cada mentira” y buscó la esperanza “de creerse libre de cadenas, de promesas”
El amor ata y la huida fue imposible. Ella cosió su recuerdo a la soledad de “no dejar de quererte ni cerrando los ojos” El reconocimiento del ocaso fue aferrarse a “un minuto más”, tiempo suficiente para el reencuentro y, aunque parecía imposible, el amor regresó por los escalones de la obsesión y trajo, pese a todo el sufrimiento anterior, el “paraíso”. La nueva unión formó “llamaradas”, borró manchas y sanó dolores, al menos hasta la llegada de la madrugada. Las dudas amanecieron en forma de pregunta “¿Se puede, acaso, despegar un beso de amor de unos labios de chapa?
La segunda parte del poemario es una frágil búsqueda de la verdad bajo el título “Desde lo más profundo”. El anhelo por la “palabra escondida”, esa que delimita todos los desgarros. Un viaje hacía el fluir de la herida pétrea de quien sólo es corazón y “arenas movedizas”, y tal vez por eso, por esa querencia al hundimiento, la voz poética vuelve a la seguridad del olor que trae aromas pasados prendidos del temblor asociado a la soledad. De nuevo los sueños de “una vida para sentirnos mejor”, otra oleada de optimismo para indultar el desamor aunque sólo sea en la rutina del carro de la compra o en el viaje del bus. La reivindicación de lo cotidiano destierra la soledad que el gran amor no ha conseguido aliviar, pero no es suficiente. Hay que tocar fondo, quebrar el cristal, caminar sin rumbo, desacoplarse del mundo y encontrar en la escritura la magia de la vida, la libertad de regresar a la poesía y “romperte en cientos de pedazos”… o eso parece, porque ella sabe que las “cartas sin abrir” aún guardan las espinas de las heridas recibidas. “El recuerdo de lo imposible” sigue presente.
La tercera parte del poemario son “Batallas y aventuras” que se nos muestran como juegos o caprichos, sin embargo sigue presente la obsesión por el otro, “la lamentación” por “el muro que tienes delante y te impide verme” La vida como un “formulario de ausencias” y el aroma que se sueña salvador. Son poemas de vaivén con volteretas de “coses, descoses”, versos de una guerra que terminó entre desalientos y corazones rotos. “Caminar” es la salida y “las luciérnagas discretas indican al caminante de su redención”.
“La irrealidad nuestra” de Clara Dávila Mateo es un canto a la permanente presencia del otro, su ausencia que rasga, su recuerdo que alegra o su presencia que quema.

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02 abril 2010

Pedro y el Capitán, por Teatro Pez Kao

Teatro Pez Kao presentó ayer en el Teatro Arbolé la obra “Pedro y el capitán”. Los actores Fran Martínez y Ricardo Ibáñez presentaron su primer trabajo como compañía con una introducción en clave de clown que, a modo de programa de mano, nos informó del carácter de libre adaptación de la obra de Mario Benedetti, un aviso para las sociedades privadas que se dedican a recaudar derechos de autor. También hubo puyita a los “cítricos” periodísticos que hacen “cítricas” con diferentes números de estrellas según la valía del espectáculo. Terminaron con una confesión de cómo se habían planteado la representación en la que, desde el principio, queda muy claro quienes son los buenos y quienes son los malos; además de que los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. Como en esas películas de espías de la guerra fría en la que los americanos son guapos, listos y resolutivos; mientras que los rusos son feos, tontos y gañanes. El objetivo teatral de Teatro Pez Kao es, a diferencia de la obra original de Benedetti, humanizar al torturador.
En el espacio escénico dos sillas, una fuente de agua, la luz tenue de un lugar cerrado y la oscuridad. La obra comienza con un extenso monólogo del torturador, un hombre metódico que asume su parte en el engranaje represor, pero con una importante diferencia, él es el “bueno” frente a los “malos”. Su arma no es el “dolor preciso, en el lugar preciso y con la intensidad precisa”, él trabaja con “argumentos”. Las palabras justifican al torturador y sobre ellas se sustenta la obra. Palabras precisas que definen conceptos y dibujan la situación. Poco a poco se tornan cotidianas, familiares. Las palabras se humanizan cuando aparece el diálogo entre los personajes. Las distancias se reducen y las palabras buscan la poesía de la vida, de la familia, del amor. Es un espejismo que nos nubla porque dudamos, dudamos de la maldad absoluta del torturador y dudamos de la bondad absoluta del torturado, dos hombres enfrentados ante el reflejo de un espejo, la sutil línea que asigna papeles intercambiables.
El trabajo actoral es de imponente contención corporal y brillante utilización de la palabra. La percepción estática de las escenas es imprescindible para fijar la atención en las palabras, es ahí donde se juega el rol del torturador y del torturado. La transformación verbal de cada uno de ellos los conduce hasta el lugar común de la derrota, un viaje precedido por una excelente versión en directo de dos guitarras, voces y violín de la canción de “Al alba” de Aute.
“Pedro y el capitán” nos muestra la geografía humana de la maldad sin intenciones moralizantes, un ejercicio libre de prejuicios ideológicos. La necesaria reflexión acerca del lugar donde trazamos la línea que separa a los buenos de los malos.

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