La curvatura de la córnea

09 junio 2021

Presentación zaragozana de "Contra la España vacía"

 


El cierzo moderado hacía mucho más llevadero el mucho sol y la poca sombra en la terraza del Museo Pablo Serrano de Zaragoza, donde Sergio del Molino respondía las preguntas de Iguacel Elhombre en la presentación de su libro "Contra la España vacía"

Del Moino confiesa que para escribirlo ha tenido que regresar a su piel de ingenuo, esa ingenuidad aprendida que defiende Gomá y que consiste en mirar el mundo como si siempre fuera nuevo. La ingenuidad es una forma de escribir que Del Molino conoce bien porque en ese estado se construyó su libro “La España vacía”, por lo tanto, para él era muy importante recuperar cierto grado de ingenuidad, esa que ha perdido a lo largo de los cinco años que han pasado de un libro hasta el otro, y así evitar el peligroso desliz hacia la ironía. En este libro no hay doblez, Del Molino escribe lo que quiere decir y como decirlo.

La despoblación, más allá de todo el revuelo que causó “La España vacía” no dejaba de ser una coda literaria a un libro con pretensiones menores que alcanzó una preeminencia que el autor, desde luego, no esperaba. Ese es uno de los motivos que le han lanzado a escribir este nuevo libro, porque siente la necesidad de utilizar la despoblación como un rasgo que define España y que hasta ahora no formaba parte del discurso y por eso Del Molino quiere introducirlo en su nuevo libro, pero esta vez la despoblación, en lugar de formar parte de una coda a un ensayo de musculatura literaria, se transforma en un elemento político para ayudarnos a entender como esa comunidad política que se va desgajando ante nuestros ojos. Los ojos de los pijoprogres que no habíamos monitorizado ese problema hasta que el populismo de los nacionalistas españoles ha puesto en peligro las esencias de la democracia liberal, ese lugar donde no pasa nada, porque la democracia, recuerda Del Molino es un proyecto de discusión donde nadie puede imponer su visión al cien por cien y, por lo tanto, todo proyecto político está destinado al fracaso permanente. La democracia no va de llegar al lugar mítico que algunos prometen, porque la democracia es estar en el camino, sin embargo, esa deliciosa tranquilidad en el devenir también ha olvidado rituales establecidos de forma religiosa o partidaria hasta el punto que mucha gente se ha sentido huérfana sin mitos, ritos y símbolos. Un espacio ideal para, como recordaba Del Molino en un reportaje en El País, para reapropiarse de lo nacional mediante el patriotismo constitucional, ya saben y quizás sea el momento de volver a Habermas que teorizó sobre la idoneidad de basar el marco básico de convivencia en la razón antes que en los sentimientos de unas esencias presuntamente eternas.

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