La curvatura de la córnea

30 enero 2009

Roscón Rock en la Plaza de Ariño



Día reivindicativo. Todas las plazas del centro de Zaragoza clamaron por un mismo objetivo: No al cierre de las Casas de Juventud y nada mejor que una jornada musical para poner en solfa la política cultural del actual equipo municipal.En la Plaza de Ariño los primeros en calentar la mañanita, todavía húmeda por los chubascos nocturnos, fueron Dadá y su punkirockandrollsoulbluespopero para grande y chicos. Despliegue de energía desde el micro, contundencia a las cajas, ritmo vibrante desde el bajo, eficacia, seriedad y solvencia desde la guitarra, eso y tres Dadetes para perder el sentido a los coros. Versiones de Ray Charles, Beatles y la Creedence Cleanwater Revival llevaditas al terreno personalísimo de este grupo que tiene el buen humor de preparar una canción para probar sonido al ritmo del “Salta” de Tequila, bailar la danza de los Zombies y mostrarnos, sin sonrojos, un dossier secreto dónde se descifran las soluciones del Alcalde para evitar el cierre de las casas de Juventud. Lo hicieron bajo el influjo Stoniano de Sus Satánicas Majestades, no desvelaré nada en lo nominal de la letra adaptada, tan solo daré una pista: La solución esta en el blues. Don Nadie+Rabanaque continuaron el espectáculo, esta vez como había rayitos mañaneros de “zol” no estuvieron presentes las video proyecciones de Zombra (y perdonarme por lo nefasto del chistecillo) Dos novedades importantes presentaron los Don Nadie, la primera fue que Gustavo, voz, guitarra y otros sonidos, actuó de pie durante gran parte del evento y eso, para sus seguidores, es toda una primicia. La segunda, y mucho mas importante, fue la presencia de Gigi a la batería, la nueva incorporación aderezó el primer tema con envoltura tropical y todos los demás con la solidez de una buena ejecución. Un paso más en este combo musical que volvió a dar valor a la palabra, a la música, a la reivindicación de que otra ciudad es posible si todos exigimos a los que nos gobiernan acciones políticas encaminadas a potenciar la cultura dentro de los ámbitos sociales ya establecidos y que han demostrado su valía.

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29 enero 2009

Anatomía del Narrador Mutante, un texto de Juan Francisco Ferré

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27 enero 2009

Carmen París: Composición y mercado musical.

Fotografía Migue


Carmen París nos regaló en el día de ayer una charla sobre composición y mercado musical. El encuentro tuvo lugar en el Centro Cívico Joaquín Roncal dentro de la programación de la Semana Musical Aragonesa.
Carmen París llegó fresca, con desparpajo, con la gracia personalísima que a uno le viene de cuna o no le viene, muy sonriente y cercana. Miró a la concurrencia a los ojos, se mostró sincera, natural, cero artificio y mucha inteligencia, la inteligencia se le salía por los ojos que a mi me parecen verdes y por esa boquita alargada que atesora una virtud que yo adoro en muchas mujeres capaces de cambiar de dirección en cada uno de los cruces de una conversación con la facilidad de quien esta segura de no perder ni el hilo, ni la orientación.
Comenzó por contarnos su llegada a Utebo, un pueblo muy cerquita de Zaragoza, y de como algunos padres contrataron a un pianista para que los zagales tuvieran clase de música, en este caso el profesor fue el pianista del Plata, el último café cantante – recientemente reestrenado – que hubo en España. Esa particularidad explicaría el inconfundible aroma cabaretero que se respira en todas y cada una de las actuaciones en directo de Carmen Paris. Nos recordó su participación en el coro de la parroquia; en bodas, bautizos y comuniones, zarzuelas en teatros y boleros en orquestas, rockista de banda y alumna del Conservatorio hasta que la expulsaron por heterodoxa, una cualidad que a la postre fue fundamental en su éxito.
Alertó sobre la escasa presencia de mujeres creadoras frente al habitual ejercicio de la interpretación y abogó por más presencia de mujeres compositoras, productoras, y en cualquiera otra faceta de las que conforman el proceso creativo de fabricar canciones.
Hizo un alegato por aumentar la influencia y la aportación de las músicas de raíz a la evolución sonora que este país necesita para, entre otras cosas, conseguir manufacturar productos discográficos que se alejen de los estándares anglosajones que promueven las discográficas y del martirio de las radio fórmulas en particular y medios de comunicación en general. La lucha contra estas maquinarias tan potentes es muy difícil porque ellos son los que controlan todos los aspectos comerciales del negocio. Para intentar remediar tanta tabla rasa sólo queda un camino: La Cultura. Y para eso ese necesario una educación que contemple la música, y el resto de las artes, como materias importantes a la hora de dotar al ciudadano medio de los conocimientos que le lleven a disfrutar de la música como parte de su identidad cultural, en lugar de ver un producto más de la vorágine consumista.
En lo creativo se decantó por una reivindicación de lo folklórico y lo coplero que propicie una catarsis que nos permita olvidar todo lo que de descacharrante tuvieron en el pasado por contaminaciones políticas de cuando las noticias eran en blanco y negro. Una rémora que poco a poco tenemos que olvidar.
Cuando llegó el turno de las preguntas tuve la ocasión de darle las gracias por ayudarme a salir del armario, musicalmente hablando. En el verano de 1982 vine a Zaragoza para matricularme en el Instituto, aproveché la jornada para ir a R3, una tienda de discos que estaba en El Tubo, al ladito del Café Cantante El Plata. Compré tres vinilos: “Rock and Roll Animal” de Lou Reed y dos “Grandes Éxitos” uno de Concha Piquer y otro de María Dolores Pradera. Del primero hablé muchos con mis amigos que se debatían entre el heavy, los retazos de la época gloriosa del rock sinfónico y la llegada de la new wave, de los otros dos guardé un silencio cobarde hasta que veintipocos años después, cuando Carmen París ya era famosa a nivel nacional y una referencia musical en la ciudad, leí que a ella también había ocultado su aprecio por la música de María Dolores Pradera y ¡que ya estaba bien eso de esconder nuestros gustos musicales por miedo a parecer poco modernos! Y eso hago desde entonces, si algo me gusta lo digo y sanseacabó la monserga de aparentar.
Mi pregunta a Carmen París fue un viaje al pasado, quería que me contase esa peripecia de trabajar con Chano Domínguez en unas grabaciones que le sirvieron de pasaporte para entrar en la multinacional que finalmente lanzó su primer disco (Pa´mi genio) con una producción diferente a la que ella soñaba (y eso que a mi me gustó muchísimo), pero ¡ay, el destino! El disco triunfó mucho más de lo que nadie se esperaba y alguien tuvo la feliz idea de buscar en los archivos y sacar al mercado aquella primigenia grabación con Chano Dominguez. ¿Cuánto sufre el artista cuando se enfrenta esos peajes que la industria el pide? ¿Cuantos pelos hay que dejarse en la gatera que da acceso a una multinacional?. Ella sonrió y confirmó su inteligencia con una respuesta que fue más o menos así: Se trata de negociar, yo era una recién llegada y no podía poner todas las condiciones, me quité a rosca la boina de tozuda que traía de esta tierra y conseguí un disco muy de mi gusto, aunque “Pa´mi genio” tiene cosillas que yo no las hubiera grabado así.
Si uno revisa la trayectoria musical de Carmen París, y ha tenido la suerte de verla en directo ni-me-acuerdo-las-veces, es fácil concluir que acertó de pleno en aquella negociación.

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25 enero 2009

Tardes de Blog: José María Ariño

Fotografía de Migue


La Tercera edición de Tardes de Blog en El Pequeño Teatro de los Libros tuvo como invitado a José María Ariño Colas. La conversación con el editor de la bitácora «josemarco» resultó muy interesante. Siempre me ha gustado escuchar a quienes tienen algo que decir, algo que contar y si además, como en este caso, esta bien dicho, no sólo por la utilización de las herramientas del lenguaje oral, también por la chispa en la mirada y el preludio que la felicidad refleja en el rostro. Esas fueron algunas reacciones que sentí en mi invitado durante nuestra charla. José María se trasladó con gozo al pasado, desgranó su convicciones pedagógicas con gesto responsable y relató algunas de sus vivencias con chispeante mirada. Una gozada.
Diversidad. Quizá esa la mejor palabra de define la bitácora de José María, un espacio dónde conviven múltiples temáticas: Aragón, pueblos, literatura, viajes, deportes, personajes ilustres, impresiones, educación, sociedad, ecología, cultura y arte
. Diversidad y Aliaga. Aliaga surge una y otra vez como pueblo de verano, de invierno, refugio, atalaya y tesoro de identidad.
José María Ariño Colas nació en Aliaga (Teruel) en 1953, dejó el pueblo a la edad de once años para estudiar en los Maristas de Barcelona. Esa primera nota biográfica, junto a su pasión por el escritor vallisoletano Miguel Delibes, me sirvió para trazar un paralelismo entre la marcha de David, el Mochuelo en la novela “El Camino” y la propia experiencia del invitado. José María nos contó como una vez decidida su partida, fue de gran ayuda el contemplar la experiencia de otros zagales del pueblo más allá de las revueltas del río Guadalope y, aunque los cambios de aire, la novedad y lo desconocido, siempre se presentan como pequeños obstáculos, su voluntad por ganar otros horizontes y otras metas fueron decisivas a la hora de partir. Acompañado por otros mochuelos del pueblo: Una carrera en taxi hasta Alcorisa, de allí en autobús hasta Caspe, dónde cogió un tren con la velocidad de la época hasta Barcelona. Día y medio de viaje con destino a un internado de los de antes, de los de llegar con los olores del final del verano y pasar en sus aulas todos los meses hasta que la primavera traía los exámenes finales y la vuelta a casa. Fue un buen momento para recordar la similitud de las añoranzas entre nuestro invitado y el periodista y escritor Miguel Mena cuando pone sus ojos en la línea ferroviaria que unía Zaragoza y Utrillas. Una evocación que nos sirvió para imaginar a la Comarca de las Cuencas Mineras atravesada por el ferrocarril que nunca llegó a funcionar entre Teruel y Alcañiz y del que sólo quedan algunos vestigios arquitectónicos. Una infraestructura que tal vez hubiera cambiado el destino de abandono de tantos pueblos y de tantas gentes.
José María tras cursar Magisterio, se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Barcelona, ejerció la docencia en la otrora EGB y terminó por dar el salto a la enseñanza media. En 1984 se instaló en Zaragoza. Un viaje de ida y vuelta. Tras el regreso a Aragón, comenzó a escribir en la revista Trébede como crítico literario hasta que la publicación desapareció y Jose María tuvo el acierto de contactar con la prestigiosa revista Turia, en la que todavía colabora confeccionando reseñas sobre libros de ensayo.
Caminando por tierras de ensayo nada mejor que preguntar al invitado por su tesis doctoral publicada por la Institución Fernando el Católico bajo el título: “Recuerdos y bellezas de España. Ideología y estética” Este trabajo, nos contó, es un acercamiento a los escritores románticos que intentan rescatar los monumentos artísticos del olvido, las guerras y el abandono. José María tuvo la ocasión de presentar su tesis en el programa “Borradores”, que Antón Castro dirige y presenta en Antena Aragón. Mi pregunta versó sobre los aspectos técnicos, y ocultos al espectador, de cómo es la liturgia de hacer “tele”, pero la respuesta fue mucho más amplia y el invitado aprovechó para glosar con admiración y respeto el trabajo que Antón Castro, un gallego afincado en Garrapinillos, esta haciendo por la cultura aragonesa.
José María ha impartido clases de lengua y literatura en diferentes Institutos zaragozanos, y en la actualidad ocupa el cargo de Director del Ramón y Cajal. Su tarea profesional como docente también se refleja con nitidez en su bitácora y este, el de la educación, era un tema que yo tenía interés en tratar. José María comenzó hablando por la estupenda sensación que se llevan los escritores tras participar el programa de animación a la lectura que coordina el escritor aragonés Ramón Acín, una comunión entre autores y alumnos que previamente han leído una de las novelas del invitado, al que interrogan para resolver dudas sobre lo leído o profundizar en los aspectos que les han llamado la atención de su obra. Una manera amena de apuntalar la afición por la lectura.
También charlamos sobre la importancia del Concurso de Lectura Pública que organiza la Diputación General de Aragón, un concurso dónde los alumnos se enfrentan al reto de leer “con entonación, claridad y coherencia” fragmentos de textos clásicos y de autores del actual panorama literario. Comentamos la importancia de la expresión oral en los jóvenes, tanto para expresar mejor las ideas y los sentimientos como para alcanzar un buen grado de oratoria, y como no, surgió el ejemplo del Obama que, además de excelente orador tiene la virtud de ejercitar con brillantez la escritura. La importancia de escribir me llevó a preguntarle por cuanta satisfacción sentía al ver como una de sus alumnas, África Vázquez (Zaragoza 1990) ganó con su novela “Con vistas al cielo” el concurso literario “Jordi Sierra y Fabra 2008”, gracias al cual ha visto publicada su obra y cierra un círculo maravillo e imaginario: Una alumna se aficiona a la lectura porque ha compartido las experiencia de leer con diversos autores, ha comprobado como en la declamación de textos en voz alta es un medio eficaz para sentir y transmitir sensaciones y, por último, la alumna imaginaria de nuestra historia se sienta ante el folio en blanco con el reto de crear una novela que termina publicada. Parece un cuento pero África Vázquez nos ha demostrado que puede ser verdad.
Sumergidos en las aguas de la educación recordé un poema de Luís García Montero titulado “El Profesor” que José María había colgado en su bitácora, fue la excusa para preguntarle por la confesión impresa en una de las páginas de su blog dónde nos contaba que a él sus alumnos siempre le habían tratado de profesor, cuando lo que más le gustaría es que lo llamasen maestro. Ahí nos detuvimos, entre las diferencias del profesor funcionario, profesional pero tal vez sólo eso; y la pasión vocacional de quien se siente maestro para transmitir conocimientos y valores. Enredados en el discurso de los valores perdidos en el universo educativo hablamos del juez de menores de Granada Emilio Calatayud y de su idea de recuperar la importancia de conceptos como el esfuerzo, los deberes acompañando a los derechos, la familia como base fundamental de la educación y la necesidad de revitalizar las Escuelas de Padres para ayudar a sociedad española del siglo XXI a encontrar el camino de la autoridad sin autoritarismos y la máxima de que educar, además de una tarea difícil, es una labor de equipo entre los profesionales de la enseñanza y el impulso adecuado, potente y responsable desde el seno de la familia.
La conversación nos llevó hasta un texto de José María dónde abogaba por unir fuerzas para conseguir que el diccionario deje de ser “el mausoleo de las palabras” y que su presencia constante en nuestras vidas sea guía en la mejora en el acto cotidiano de comunicar. El diccionario y la literatura, porque ante la pregunta de ¿es útil la literatura? o incluso ¿puede hacernos felices la literatura? José María desplegó argumentos de evasión, divertimento, conocimiento y de crecimiento personal para defender que una persona leía tiene una mejor visión del mundo y de sí mismo. En este punto se inició un ameno debate auspiciado por Agustín Martín, anterior invitado en Tardes de Blog, sobre esa eterna discusión entre cine y literatura, lo que provocó un interesante cruce de opiniones, con ese sabor tan agradable de la conversación a tres bandas.
La última pregunta versó sobre deporte, un leve acercamiento al espíritu futbolero de mi invitado, una pregunta que mete el dedo en la actual llaga de los zaragozistas, entre los que me encuentro: ¿Cómo se disfruta más, con el Real Zaragoza líder de la Segunda División, o fluctuando en la media tabla de Primera? La respuesta de José María fue obvia y compartida por el resto de los aficionados que poblaban la grada.

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22 enero 2009

Entrega de Premios de la V Edición de Poesía Delegación de Gobierno en Aragón-Cajalón

Fotografía de Primo

Ayer se celebró la presentación de los ganadores de los premios de la V Edición de Poesía Delegación de Gobierno en Aragón-Cajalón. Fue en el antiguo Casino Mercantil del Coso, un edificio imponente que te obliga a subir cuatro pisos de unas escaleras adornadas por una alfombra que debió ser roja, y que ahora tiende a pardear. Todo lo contrario de lo ocurrido en la presentación.
El secretario del jurado leyó el acta dónde de la reunión en la que se concedieron los premios, sin lugar a dudas lo más interesante de su alocución fue conocer la dotación monetaria de los premios y el nombre de los jurados.
La primera en recibir los honores fue Almudena Vidaurreta, galardonada con el II Accésit por su poemario “Algunos hombres insaciables”. La jovencísima autora estuvo firme en el atril y exquisita en la enumeración de agradecimientos a las autoridades presentes y a los miembros de su familia. Fue una intervención emocionante porque la voz de Almudena vibraba por la sala hasta depositarse en el corazón de los asistentes, un viaje reservado para los que hablan desde el corazón, un temblor que lejos de perturbar, dio frescura y cercanía a sus palabras. Un recuerdo fue lo más bonito de su discurso: La madre y la madrina de la poeta intercambiándose libros como secretos, y en medio de ese juego una mirada infantil intrigada por aquel trajín de palabras.
Fernando Sarría, galardonado con el I Accésit, hizo un canto a Internet como bastidor y al mundo de los blogs como los hilos necesarios para crear una comunión que lo mantiene ojo avizor las veinticuatro horas del día, todos los segundos utilizados en tejer versos, porque su poemario lleva en el título el oficio de tejedor. “El Alhaquín” es un compendio de brevísimos poemas que serpentean ondulantes por la tejedora enhebrados en la lanzadera que nos descubre la reflexión en una línea, brevedad en el formato, hondura en el mensaje.
El descubrimiento de la noche para quien esto escribe fue el agraciado con el premio gordo. Javier Sanz se colocó tras el atril con ese extraño aspecto de pelos tirados tan para atrás que generan melenas por el cogote y frente prominente en el frontispicio. Comenzó citando a Cervantes y supo mantener el listón. Estuvo brillante en la disertación, hizo gala de un excelente manejo de la ironía y anuncio con sobriedad pero con determinación que, como era el ganador, nos iba a cantar un rabético que, al parecer, es un canto de procedencia helena, pero queridos lectores, con tanta guasa de por medio tal vez deberíamos dudar sobre la veracidad de los datos suministrados por el poeta transformado en cantante, algo que a todos nos gustaría hacer, aunque sólo fuera por hacer play back en algún programa de variedades de las parrillas televisivas. Y aunque las explicaciones se alargaban con finura en los enunciados y largueza en los contenidos, el poeta terminó por cantar. Un canto ritual me pareció. No se apenen los que se perdieron ese gran momento de hermandad entre la poesía y el canto. El gran periodista radiofónico Miguel Mena registró con su grabadora tan excelso trinar, así que permanezcan atentos a las ondas de la emisora local de Radio Zaragoza.
El profesor Tua Blesa, coronado por un peinado que ni rubio ni moreno, fue el encargado de reseñar las tres obras. Una exposición de altos vuelos con las características que atesoran los buenos profesores: Ameno, riguroso, dejándose gustar, mostrando la pasión que siente por la literatura, sobrio en las citas, avispado en las acotaciones que se alejaban de lo escrito, simpático en su justa medida, por derecho, tan receptivo a los mensajes que él, tras hacer publicidad de su grupo de rock, también se pegó un brevísimo cantecito.
La entrega de los V Premios de Poesía Delegación del Gobierno en Aragón-Cajalón tuvo el brillo de los grandes actos literarios, la capacidad de rimar lo erudito con el buen gusto y la brillantez en la palabra salpimentada con la chispa del humor.

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Os dejo con "Según un estudio", un poema de Javier Sanz incluído en el libro ganador titulado "Immanere"

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21 enero 2009

Os quiero

Algunos días sueño con noches como la de hoy. Noches de cierzo en la ribera y dos grados bajo cero en la Sierra de San Just. Noches de cinco con once euros en un taxi desde San Vicente de Paúl hasta el Barrio de las Fuentes y todavía no he escuchado los veinte minutos del discurso de Obama, esos veinte minutos de antes de convertirse en el puto amo del cotarro. Noches que fueron casi tardes con unos vinos del Somontano en Casa Lac, dos paseos a la fresquera, unas costillas con ensalada Sidecar y Marques de Tosos en la copas. Los primeros gin tonic en el Bonanza y la conversación, la Santa Conversación por la que sería capaz de conquistar los territorios bíblicos hasta el infinito y más allá.
En noches como esta me gustaría ser capaz de obrar el milagro que consiste en decodificar los sentimientos de mi cerebro para aporrear con la genialidad que no tengo el teclado negro y agradecer a Elena (estoy enamorado de tus pendientes con cuatro eslabones de la cadena de mis alegrías), a Patricia (que te quiero porque te quiero), a Juan Ramón (tu ya sabes compañero que nos emborrachamos poco para tanto que presumimos) y a Migue que dormita bajo la capsula que forman el canapé y la funda nórdica en la que ahorita mismo me introduciré para inhalar el calor veterano de su amor que nació, o al menos eso me gusta pensar, al abrazo adolescente de cuando magrearnos a la luz de la luna era pecado mortal y un grave atentado contra el Código Civil.
Gracias a los cuatro porque en noches como esta siento que los dioses me han dado su beneplácito para mostrarme tal y como soy, sin cortapisas, sin gilipolleces, ahí va el Javi a pecho descubierto con la alegría de saber que vosotros sois capaces de acogerme con todos mis defectos geográficos y esa verborrea barata que tanto me gusta gastar.
Os quiero.

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19 enero 2009

Moncoboso, un poema de Rafael Luna Gómez

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16 enero 2009

El Camino, de Miguel Delibes


El Camino (1950) es la tercera novela de Miguel Delibes y la consagración definitiva de una manera de escribir: La cadencia que guardamos en la memoria de los relatos junto a la lumbre, esa manera oral de contar las historias de los pueblos, de las familias y donde, a poco que la noche sea fría, se cuela el maravilloso aliño de la ficción.
La novela nos muestra la mirada curiosa y avispada de tres niños, de sus correrías, y de sus sentimientos. Daniel, el Mochuelo, junto a sus compañeros el Tiñoso y el Boñiga, nos regalan un baño de nostalgia a cada paso, una sensación que sentirán tanto los que se hayan criado en un pueblo como los que lo hayan hecho en una ciudad, es cierto que el escenario es muy importante a lo largo de todo el libro, pero los sentimientos que se destilan en todas y cada una de las páginas son universales.
La historia transcurre en algún lugar de la meseta castellana plagado de colores, olores y sonidos que el autor recorre con el gusto del que ha disfrutado de esas mieles. El discurrir de una sociedad entre la ignorancia de la beatería en grado sumo, el trabajo manual que dignifica al hombre, los descreídos de Dios y el retrato panorámico de una sociedad rural donde quedaba muy claro quien vivía con un mote tras el nombre, y quien llevaba el “Don” delante del mismo. Ese es el otro motor de la novela. El padre del Mochuelo esta empeñado en que su hijo se vaya a estudiar a la ciudad para progresar. El Quesero, lo que anhela en el fondo, es que su hijo sea algo más en la vida de lo que él ha logrado, al fin y a la postre, que deje de ser el Mochuelo para convertirse en Don Daniel.
La novela tiene una enorme actualidad porque es un canto elogioso a la vida en el campo, y todos sabemos del progresivo enamoramiento de la población urbanita de este país por el regreso a la naturaleza, al campo, al lugar inhóspito que dejaron nuestros padres, y que ahora adopta tintes nuevos en una realidad muy diferente a la de los años cincuenta, nuestros pueblos del siglo XXI son lugares dónde el progreso ha llegado en forma de cuatro por cuatro por las autovías, telefonía móvil de última generación, alcantarillado, pabellones polideportivos y disco móvil para la rematar la romería. Casi todo ha cambiado y el pueblo que Delibes nos regala en esta novela tiene poco que ver con la actualidad, para el autor, la vida en el campo es lo positivo frente a la vida civilizada allende los montes, los ríos y las veredas. En estos días esa frontera esta mucho más diluida.
El Camino es una lectura estupenda, una historia plagada de imágenes con los adjetivos justos y necesarios, construía por la maestría de quien es capaz de hacer de la sencillez una virtud, la enseñanza poética del ciclo de la vida y la obligación de enfrentarnos al mundo para poder interpretar todo lo que la vida nos ofrece: La amistad, el amor, la lealtad y la certeza postrera de que alguna vez nos tumbaremos en la cama para dormir y todos nuestros recuerdos, juntitos, tozudos y bien frescos, se tumbaran junto a nosotros para pasar toda la noche en vela, una de esas noches que sólo puede romper el canto del gallo.

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13 enero 2009

La Maleta del Arte por la Ribera Baja del Ebro


La Maleta del Arte regresó a la carretera durante el mes de diciembre del 2008. Chincheta y Alcayata visitaron algunas localidades de la comarca de la Ribera Baja del Ebro.
La primera de sus paradas fue en el colegio de San Javier de Escatrón. El cierzo azotaba el patio cuando Chincheta y Alcayata, un poco nerviosos ante el reencuentro con los niños, ultimaban los preparativos para la animación. Todos los miedos se fueron al traste en cuanto sonó la música, el Tritsh Tratsch Polka de Strauss tuvo un efecto jacarandoso en el ánimo de nuestros amigos que salieron a escena con toda la fuerza de antaño, como si el tiempo no hubiera pasado.
Chincheta y Alcayata tuvieron la suerte de visitar los dos colegios de Pina de Ebro. En el Ramón y Cajal subieron y subieron hasta un aula cerquita de la biblioteca dónde nuestros amigos esperaron la hora de la actuación entre mástiles de barcos piratas y una princesa impaciente que esperaba, esperaba y esperaba para encontrarse con un Príncipe poco dispuesto a saltar muros, vadear fosos y escalar almenas.
«Una pareja con una maleta repleta de arte esta de visita en los colegios de Pina de Ebro» La voz corrió con rapidez y para cuando Chincheta y Alcayata llegaron hasta el Colegio Nuestra Señora de la Esperanza, todos los niños estaban impacientes por descubrir los tesoros artísticos que tan peculiares personajes les traían en aquel maletón. La sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que la Maleta, además de mostrarles obras de arte, les invitaba a convertirse en artistas con la ayuda de papeles, tijeras y pegamentos.
Nuestros amigos llegaron a Sástago bastante despistados, pero aquella tarde la suerte se puso de su parte cuando una larga hilera de zapatillas les llevó hasta el aula de psicomotricidad dónde los niños de primaria esperaban animosos y descalzos para disfrutar de La Maleta del Arte.
Dicen los escritos que en Velilla de Ebro hay una campana prodigiosa capaz de remontar el río para subirse al campanario de la Iglesia de San Nicolás a manos de unas doncellas tan bellas como el pequeñito y coqueto colegio de esta localidad. La Maleta del Arte llegó a Velilla con intención de visitar a los niños de primaria, pero como en aquel pueblo sólo había dos clases unitarias con niños de diversas edades, la fiesta de las obras de arte se celebró para todos los alumnos del colegio. Una tarde festiva en la que los de infantil se unieron a los mayores en la intrépida aventura de encontrar arte en cualquier parte.
Las calles moriscas de Quinto albergan un colegio con tres majestuosas columnas, porche y la vigilancia constante de la Iglesia de “El Piquete”, un edificio mudéjar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Chincheta y Alcayata abrieron la Malenta del Arte en el aula de música, entre xilófonos de todos los tonos y los rayitos otoñales del sol.
En el colegio de Gelsa los instrumentos musicales eran de cartón y sin embargo, el contrabajo en las manos de Alcayata y el violín entre los delicados dedos de Chincheta sonaron a las mil maravillas, un prodigio musical que atribuyeron a las características mágicas de aquellos instrumentos diseñados para un particular y elegante concierto de Año Nuevo.
El recorrido de La Maleta del Arte por la Ribera Baja del Ebro terminó, pero los niños van diciendo por ahí que dos tipos requete finos en el habla, requete distinguidos en el vestir y requete alegres en el afán de encontrar la belleza, siguen recorriendo kilómetros y kilómetros en busca de alumnos dispuestos a convertirse en grandes artistas.
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Para saber más de La Maleta del Arte:
Fundación Norte
La Maleta del Arte 2007

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12 enero 2009

Cine Club Los Peliculeros: Indiana Jones en busca del Arca perdida

El recuerdo que tenía de “Indiana Jones en busca del Arca perdida” era trepidante. Esta tarde de domingo invernal tras un exquisito arroz con conejo, cafelito con pastelitos de crema y acostado en el sofá, no se, no me ha parecido tan trepidante.
Los niños han disfrutado de la aventura. Paula se quejó del beso final, al parecer no le gusta eso de que en todas las películas se den besos en la boca. He tenido que rebatirle porque en High School Musical 3 recibió con alborozo el beso entre los protagonistas. Javier estuvo muy atento a los distintos escenarios geográficos por los que pasa la película y nos explicó que el Arca que busca Indiana era la que utilizó Moisés para guardar las tablas de la ley que Dios le entregó.
Quise seguir por ese camino. Pregunté a mis sobrinos que opinaban sobre como se muestra Dios en la película cuando el arqueólogo francés abre el Arca para mayor gloria de los nazis y provoca una muestra del poder devastador de un Dios que se revela muy del Antiguo Testamento, a caballo de la destrucción, la muerte y quien sabe si la venganza: Rayos, lenguas de fuego que terminan con la vida de los malos de la peli, el cielo se abre y nos admiramos ante la fastuosidad de la presencia divina.
Indiana — confeso activista de una visión estrictamente científica de la vida, alejada de cualquier tipo de magia o creencia — es un testigo excepcional ante el despliegue pirotécnico de lo que en términos religiosos sería un milagro de última generación con efectos especiales de la época. Asiste al evento con los ojos cerrados, de esa manera tan simple y tan bíblica se libra de la devastadora exhibición del Todopoderoso.
La película no resuelve si nuestro joven y valeroso arqueólogo se ha convencido de la existencia de Dios después de presenciar su espectacular puesta en escena. Fue entonces cuando recordé a Enrique Tierno Galván: “El ateo es un creyente al revés, de aquí que estén dispuestos a creer si se produce el milagro. Si el milagro es un hecho, la existencia de Dios es un hecho. Aparece otra vez el ateo como un creyente que espera el milagro para creer”
Y mientras yo andaba por esos andurriales doméstico-filosóficos-post-película-de-aventuras, mis sobrinos sacaron las fichas del Scrabbel y me dieron una paliza histórica.

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09 enero 2009

Mi tío Jesús

Fotografía de Manuel Augusto Fialho Cortêz

Los sábados por la mañana de cuando iba al colegio me apostaba en el cruce de la carretera con el camino de entrada al Pozo Santa Bárbara. La espera me gustaba porque tenía garantizado que, aprovechando la parada para recogerme, mi padre me dejaría el puesto de conductor. Al volante del Ebro Rojo recorría el kilómetro que separaba la carretera de la serrería.
La serrería de las Minas y Ferrocarriles de Utrillas ocupaba gran parte de la explanada entre las tolvas de carbón y el castillete que, con su enorme rueda, permitía subir y bajar mineros y mineral del Pozo Santa Bárbara. Los troncos de madera llegaban en grandes trailers, se cortaban a diferentes alturas, se ganaban el nombre de costeros y mi padre los transportaba en el camión hasta las bocas de las minas para que los mineros los acarreaban al interior y construyeran los cuadros que conformaban las galerías, y sustentaban el peso de la tierra sobre sus cabezas. En todo este proceso, entre el serrado de la madera y la carga, mediaba una tarea muy importante de la que se encargaba mi tío Jesús.
Mi tío Jesús tenía la responsabilidad de medir el diámetro de los costeros para agruparlos dependiendo del grosor de cada uno de ellos. En mi retina infantil se quedó grabada una habilidad que mi tío desarrolló después de tantas horas de trabajo. Lo recuerdo lanzando golpes de mirada antes de cantar los centímetros del diámetro de cada uno de los costeros con una seguridad apabullante y una exquisita precisión que a mi me parecía magia.
El baile de números terminaba al poco de nuestra llegada porque antes de cargar el camión tocaba dar avío al almuerzo, a la cháchara y a los recuerdos de cuando mi tío y su cuñado trabajaban las tierras de la vega del Jiloca antes de emigrar en busca de mejores condiciones de vida al calor del lignito turolense. Ahora vuelven a estar juntos, de nuevo es sábado por la mañana y me gusta pensar que mi padre lo esta esperando más allá, mucho más allá que tras las vallas nevadas del cementerio de Torrero. Descansen en paz

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08 enero 2009

Ahora la poesía, de Dolan Mor

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Texto extraído del blog de Antón Castro:

Este poema, aún inédito, es del poeta cubano, afincado en Zaragoza desde 1999, Dolan Mor y pertenece a Libro bipolar, que está a punto de aparecer. Dolan Mor acaba de ganar el Premio Internacional Barcarola de Poesía con La novia de Wittgenstein, que aparecerá publicado en la colección Los libros del tiempo de Siruela. Dolan Mor, el hombre que siempre lleva visera de marino en tierra, atraviesa un magnífico momento de creación: poeta más próximo a Pessoa que a Borges o Lezama, ha creado magníficos monólogos dramáticos con personajes inventados y máscaras.

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06 enero 2009

La carta de Lucas


Fotografía de Raúl Alexandre


Lucas siempre iba al colegio de la mano de su madre aunque todos los días se soltaba y corría acera adelante como a quien le llevan los diablos. La carrera de todas las mañanas de diario era una performance por el puro placer de escuchar la retahíla del ten-cuidado-no-te-vayas-a-caer-ni-se-te-ocurra-cruzar-la-calle. Pero aquel día, el guión de lo cotidiano sufrió una variación. El niño venció el magnetismo que le producían las pirámides erigidas con piezas de naranjas y de manzanas. La energía cinética de sus piernas lo llevó un poco más allá de la rutina y sus zancadas dejaron atrás el escaparate de la frutería de la Loli. La glándula materna de los peligros, un antiquísimo mecanismo de defensa que poseen las madres para preservar la continuidad de la especie, proyectó el sentido de la vista hacia el más allá y Laura vislumbró el futuro inmediato.
Una furgoneta blanca con abolladuras sin fin circulaba por la calle trasversal a toda velocidad y cargada de la prensa gratuita dispuesta a desparramarse por los puestos del mercado, las barras de los bares y los carritos de la compra de los últimos prejubilados por la deslocalización de la industria automovilística. Lucas corría tan desbocado que ni siquiera atendió la presencia en rojo del semáforo del paso de peatones.
Las habilidades madre-aeronáuticas se activaron con el frenazo. Laura voló sobre alcorques embarrados, contendores de nueva generación y la fauna paralizada de peatones curiosos. Atrapó a su vástago justo antes de que el niño terminara desorejado, descoyuntado y escuajeringado. La victoria del instinto sobre el atropello desató una tormenta del tipo este-niño-no-para-de-darme-disgustos-y-de-todo-esto-no-se-entera-el-puñetero-de-tu-padre.
Lucas achicó el cuerpo y regresó a la posición fetal, una postura que acompañó por gemidos embusteros de temor y respeto a la autoridad. La pantomima evitó la lluvia de cachetes y dejó espacio a un rápido movimiento de manos con el que tanteó los bolsillos laterales de la mochila. La carta para los Reyes Magos tembló entre sus dedos antes de introducirla en el buzón de Correos.
***
Luís recogió a su hijo en el colegio como hacía todos los miércoles por la tarde que no se televisaba la Champion League. Llegó con la puntualidad del reloj de pulsera Stratosferic Time y la eficacia del Global Localitation Children, un GPS de última generación que le permitía situar a su hijo en el mapa con un margen de error de un par de metros, gracias a las ondas emitidas por un llavero que el niño siempre llevaba prendido en los pantalones, una precaución tecnológica para evitar desorientaciones involuntarias, secuestros expres y pirulas escolares.
Lucas subió al coche de un salto. La aceleración de cero a cien en ni-te-enteras segundos levantó un sin fin de resguardos, facturas y albaranes que pulularon por los aires hasta que sepultaron al niño con su merienda de bollería y sobredosis de grasas saturadas. Las tardes paterno-filiales transcurrían en un número indeterminado de vueltas al Tercer Cinturón. Lucas hacía sus deberes en las pausas de los semáforos en rojo mientras su padre zapeaba compulsivamente el dial de la radio, le gritaba al teléfono y tomaba notas apresuradas sobre los honorarios de yesaires, lampistas y señoritas asiáticas de compañía.
Pero aquella mañana de diciembre fue diferente. Luís tomó uno de los nuevos desvíos hacía la felicidad de lucecitas navideñas, doce horas ininterrumpidas de villancicos y ofertas de compre tres juguetes a pilas y pague sólo dos.
— Hoy haremos algo especial.
— ¡Vamos a ver la peli del perro Bolt!
— He dicho algo especial. Nada de ir al cine a comer palomitas y tragar con las chorradas que nos cuelan los americanos.
— Entonces… ¡Vamos a la bolera!
— Nada de bolera. Esas son las típicas americanadas que la tele os mete por los ojos. He dicho algo especial. Una cosa que sólo se puede hacer en estas fechas.
Lucas se sentó en una de las mesas coloreadas mientras su padre recogía provisiones en forma de un par de raciones patatas fritas y dos vasos con medio litro de la chispa de la vida. Tras unos segundos de silencio con intención de pausa dramática, Luís sacó del maletín de los negocios una colección de folletos publicitarios en la que estaban representadas todas las Grandes Superficies que sitiaban Zaragoza. Un completo muestrario de cachivaches electrónicos, juegos recreativos con instrucciones en DVD y moñacos de los más inusitados pelajes.
— No tengas prisa en elegir. Mira los catálogos con cuidado, al final de cada uno de ellos encontrarás una página en blanco en la que podrás escribir tu carta a los Reyes Magos. Habitualmente sólo se escribe una carta por niño, pero si quieres, puedes escribir una carta por catálogo y sobre todo, no olvides colocar el número de los códigos de los juguetes que hayas elegido, de esa manera facilitamos el trabajo a los pajes de Sus Majestades.
Lucas elevó la mirada y allí dejó a la salsa ketchup ahogando las patatas fritas.
— No hace falta papa. Anoche escribí la carta a los Reyes Magos y esta mañana la he echado al buzón de Correos.
— ¡Este es mi chico! Un muchacho previsor, así me gusta. Esta muy bien que te adelantes a los acontecimientos. Muy bien. Entonces lo tienes más fácil. Busca en los catálogos todo lo que has pedido, lo copias en las hojas en blanco sin olvidar el número del código y se lo enviamos a los Reyes Magos por fax, así llegará antes y nos aseguramos un buen suministro, sin retrasos ni confusiones.
— A mi me parece que con la carta de esta mañana es suficiente.
— Muy bien hijo mío. Si ya has escrito la carta pues nada. Muy bien, pero dime, ¿qué has pedido?
— Eso es secreto papa.
— Venga Lucas, dime que has pedido. Me hace ilusión saberlo
— La carta ya esta enviada y los Reyes seguro que me traen todo lo que les he pedido. Para eso me he portado bien durante todo el año, para que no haya excusas. Seguro que me hacen caso. Además es secreto.
—¿Secreto? Vaya secreto, seguro que tu madre si que lo sabe.
— No, mama tampoco sabe nada.
***
Luís devolvió a su hijo al seno materno un cuarto de hora antes del límite asignado.
— Mira Laura, he traído al niño antes para que hablemos. ¿Puedo pasar?
— No, no puedes. Tú y yo tenemos muy pocas cosas que hablar.
— ¿Sabías que Lucas ha enviado una carta a los Reyes Magos?
— No, no tenía ni idea. Aunque… esta mañana ha estado haciendo el gaire junto al buzón de Correos que esta al lado de la frutería de la Loli. Menudo disgusto me he llevado, una furgoneta ha estado a punto de…
— ¿El gaire? Terminaras hablando como tu padre. Pues entérate que tu hijo ha escrito a los Reyes Magos una carta secreta.
— ¿Y…?
— Pues que si tu hijo continúa con la boca cerrada, ya me dirás como vamos a saber cuales son los juguetes que espera.
***
Luís se sorprendió al entrar al salón de la que fuera casa familiar. La decoración era la misma, casi nada había cambiado. La única novedad era una televisión plana de cuarenta y dos pulgadas. Le gustó observar su propia sonrisa en la fotografía color sepia del día de su boda. Se sentó en el que fue su sillón durante muchos años y a punto estuvo de subir los pies a la mesa rectangular con crustáceos incrustados que compraron en Benidorm durante la luna de miel.
Era la primera vez que sometían a su hijo a un tercer grado. El interrogatorio no funcionó porque los papas no acertaron a repartirse los papeles de poli bueno y poli malo. Aquellos dos adultos estaban demasiado asustados para apretar las clavijas de un niño disfrutando hasta el deleitarse de un silencio que tanto azoraba a sus progenitores. Pero… cuando todo parecía perdido.
— ¡Vamos a reventar ese buzón!
Lucas se acomodó en su puesto habitual, sobre la silla anclada en el asiento de atrás. Laura dudó un segundo pero terminó por sentarse en el sitio del copiloto.
— El plan es muy fácil. Lanzamos el coche a toda velocidad, chocamos contra el buzón, el impacto lo arrancará de cuajo y dejará a la vista la saca donde se depositan las cartas. La abrimos, buscamos la carta Lucas y la leemos.
— ¡Luís por Dios! ¡Eso es una locura!
— No te preocupes. De los desperfectos se hará cargo la compañía de seguros.
— No me parece muy razonable… — Laura notó una punzada en el estomago, el mismo impulso eléctrico de cuando cualquier escapada se convertía en una aventura. — ¡Pero que demonios, hagámoslo!
Luís condujo con rapidez por las calles del barrio de Las Fuentes hasta que avistó en objetivo, entonces frenó.
— Ajustaros los cinturones de seguridad, el golpe será seco y peligroso.
Repitió la frase con lentitud, un tiempo prudencial para que Lucas se arrepintiera de su silencio, pero el espejo retrovisor le devolvió la sonrisa satisfecha de su vástago y el brillo en los ojos de quien se lo esta pasando cañón.
No había vuelta atrás. El motor ronroneó sus más de tres mil revoluciones, las ruedas chirriaron ante la exigencia de la aceleración y el GPS bramó consignas de peligro ante la inminencia del choque. En la antesala a la zona de no retorno ocurrió lo inesperado. Una furgoneta de la Compañía de Correos estacionó junto al buzón. El funcionario bajó del vehículo, abrió la portezuela, extrajo la saca, la depositó en el maletero y salió pitando. Luís pisó el freno con el alma y dio un certero volantazo que los devolvió a la calzada. Había evitado el topetazo pero la subida de adrenalina afloró el instinto primario del cazador, un impulso que le ayudó a decidir con rapidez y determinación.
No quiso levantar sospechas, así que optó por una persecución discreta. El asalto a la furgoneta se produciría por sorpresa. En el primer semáforo en rojo se situaría al lado de la ventanilla del conductor para amenazarlo, Laura abriría la puerta del maletero, cogería la saca del correo y escaparían a la carrera hasta las afueras de la ciudad dónde leerían la carta de su hijo y quemarían las restantes. La hoguera era el precio inevitable para borrar las huellas.
Pero el plan se retrasaba calle a calle, el funcionario de Servicio Postal se reveló como un experto conductor, un urbanita resabiado que esquivaba sin problemas todos los semáforos hasta que llegó a la Sede Central de Correos. Un imponente edificio metalizado que se tragó la furgoneta con el conductor y la saca con la carta de Lucas.
***
Lorenzo Lara, prestigioso funcionario con más de treinta años de servicio, escuchó con atención las explicaciones que Luís y Laura amontonaron sobre su mesa. Un relato inconexo y acelerado aliñado con atropellos mañaneros, furgonetas postales en fuga y captura, hogueras de extrarradio y una carta, la carta que Lucas escribió a los Reyes Magos y depósito en el buzón de correos que esta al lado de la frutería de la Loli.
— Miren. Ustedes me parecen unas bellas personas. No es fácil venir hasta aquí y pedir lo que ustedes me están solicitando. Es un gesto que les honra como padres. Pero la verdad es que no puedo hacer nada. Durante estos días solo separamos las cartas dirigidas a los Reyes Magos del resto del correo ordinario. Atendiendo a lo que me cuentan, la carta de su hijo ha sido gestionada por nuestro rápido y efectivo sistema de clasificación y ahora se encuentra depositada en una enorme montaña que guardamos en el sótano.
»El Servicio Postal de Correos se ha comprometido a responder a todos los niños que envíen sus cartas a los Reyes Magos. Una tarea que este departamento ha programado para cuando terminen las fiestas navideñas. El operativo se pondrá en marcha después del seis de enero, hasta entonces no puedo hacer nada por encontrar la carta de su hijo, en estos momentos de tanto trabajo no puedo utilizar a mis empleados en buscar una sola carta. De verdad que lo siento. Ustedes sabrán disculparme, pero faltan cinco minutos para las ocho y tenemos que cerrar.
Lorenzo Lara se levantó de su sillón y con un gesto amable les invitó a salir del despacho. Luís y Laura sufrían la derrota con resignación y esquivaron los ojos del funcionario cuando le pidieron disculpas por la perdida de tiempo y las molestias ocasionadas.
— ¡Ya lo tengo! — gritó Lucas.
Los tres adultos se volvieron a mirarlo entre la sorpresa de los padres y la incredulidad del funcionario
— ¡Ya lo tengo! — Repitió — La solución es muy fácil. Según nos ha contado este señor, en los sótanos guardan todas las cartas para los Reyes Magos, pues bien… ¡solo tenemos que buscar en ese montón hasta encontrar mi carta!
— ¡Pero niño! — Intervino Don Lorenzo — Cuando he usado la expresión “una enorme montaña”, no era en sentido figurado. Hemos recibido decenas de miles de cartas. Sería como buscar una aguja en un pajar.
— A usted tal vez le parezca extraño — dijo Laura — pero yo estoy con Lucas. Tengo el presentimiento de que podríamos encontrar esa carta.
— ¡Esto es el acabóse! — Sentenció Don Lorenzo. — Ustedes me disculparan pero este asunto empieza a no ser razonable.
— ¿A ti que te parece, papa?
Luís se deleitó antes de contestar. Hacía mucho que Laura no le llamaba papa.
— Sería mucho más fácil que Lucas dijese que ha escrito en esa carta.
El silencio esperó una respuesta.
— No me acuerdo, papa.
— Muy bien hijo. Eso no es ningún problema. Escribes una carta nueva y aquí paz y mañana gloria…
— De eso nada. — Intervino Laura. — Yo quiero saber que dice esa carta. Se lo pido desde el corazón de una madre Don Lorenzo. Déjenos buscar en la montaña de cartas. Sólo esta noche. Si fracasamos no le molestaremos más y mañana, cuando lleguen los funcionarios, nos marcharemos. Sólo una noche Don Lorenzo, se lo pido por lo que más quiera.
***
Las primeras horas de búsqueda fueron rigurosas y sistemáticas. Los tres rastreadores recogían un montoncito de cartas, las miraban una por una y las dejaban en lo que terminó siendo una nueva montañita. Aquella rectitud en el trabajo duró hasta que Luís hizo cumbre en lo alto de la montaña desde dónde lanzaba cartas cogidas al azar. Laura, desde abajo, comprobaba las pocas que atrapaba al vuelo, el resto se posaban en los rincones y bajo las mesas. Lucas, mientras tanto, jugaba al esbariza culo a bordo de un enorme paquete postal que, a modo de trineo, descendía por la ladera de cartas.
La nieve licuó sus formas cuando la media noche sonó en las campanas de la ciudad y el mar se arboló en olas de cartas por las que Luís surfeó con la habilidad de antaño. Laura buceó en las profundidades coralinas de sellos con estampas venidas de todos los océanos de la Tierra. Lucas construyó castillos de arena con los sobres mates del papel reciclado hasta que cayó vencido por tanto trajín y se quedó dormido.
Luís y Laura arroparon a su hijo con un par de contra reembolsos y ellos se cobijaron al calorcito de algunos certificados. El silencio se adueñó de las sombras y los tres protagonistas de esta historia se sumieron en un profundo y reparador sueño.
El primer sol de la mañana inundó de tozuda realidad las dependencias de correos. La luz los despertó. Todavía somnolientos se alejaron de la montaña de cartas pero, justo antes de cruzar la puerta de salida, Lucas divisó su letra de hormiguilla en un sobre distraído del montón, se adelantó los pasos suficientes para madurar, cogió la carta y se la entregó a su madre. Laura comprobó orgullosa que la dirección del remite era la correcta y pasó el sobre a Luís que, sin pensarlo, lo lanzó al aire.
La carta alcanzó gran altura y descendió planeando en círculos concéntricos hasta aterrizar en el milagroso lugar dónde todos los sueños se hacen realidad.

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04 enero 2009

Escombro "Pueblos Fantasmas"

“Pueblos Fantasmas” es el primer trabajo discográfico de Escombro, una grabación que toma el relevo a la maqueta que grabaron en el 2007, de la que ya hablamos en esta bitácora, y con la que me atreví a hacer un video clip (pelín cutre, es cierto)
Los componentes de Escombro abren el cuadernillo del compacto con unas líneas dignas de reflexión, una potente reivindicación para con el nombre del grupo: “Escombro (sin K)” Toda una declaración de principios que les acerca a la reivindicación sincera, a la postura natural de quien no necesita de artificios mercadotécnicos de dudosa radiKalidad para presentarse con las armas contundentes del rock, un estilo musical que tantos apellidos atesora. Ellos no se decantan por ninguna de las etiquetas posibles, aunque recuerden que “hay quien dice que Escombro es Rock Rural” Yo en ese punto disiento.
La procedencia del grupo no debería abocarles a la inevitable etiqueta de rural. Escombro nació en los pueblos de las Cuencas Mineras de Teruel, pero sus mensajes, canciones y actitudes están muy lejos de lo que los urbanitas añoramos como rural, ese bucólico sueño de regreso a las raíces que muchos anhelan (“Pensaste que la ecología era algo más”). Escombro hace rock y punto, con la misma energía de cualquier grupo de cualquier barrio de cualquier ciudad. Sus letras nos hablan de sus vivencias (“Miserables pasan los días”), de sus sueños (“¡¡Cómo me gustaría volar!!”), del pasado minero de cuando el carbón era la panacea del desarrollo (“La gente acudió y con firmeza la comarca creció”), de la reivindicación de vivir de otra manera ahora que las galerías están abandonadas (“El trabajo acabó: las minas cerraron la comarca murió”), tiempos de cambio, tiempos de cambiar el lignito de las vetas por el escombro del abandono, del orgullo de asentarse en el terruño (“Algunas veces, en medio del campo se puede escuchar la paz como crece”), de los inconvenientes de la vida en un pueblo (Otra noche, otra vez de regreso al pueblo. La putada que es volver de nuevo al agujero”), un baño de realismo, (“Nos empapan de mentiras, nos invaden con sus modas para conquistar nuestras mentes, nuestras vidas”) de cómo las drogas (¿Qué ha pasado con tu vida? ¿Cuándo se empezó a torcer?”), los inmigrantes, la pobreza (“Dijeron que sólo querían dormir, y casi llamamos a la Guardia Civil. Y luego el domingo iremos a rezar por los oprimidos, por la paz mundial”), y la globalización (“Nacimos, somos y nos sentimos de las Cuencas Mineras, pero a día de hoy ya somos universales”) son fuente de inspiración para quienes se gana el jornal en la cabina de un tractor, en los turnos de una fundición o en los altares dónde la voz de un cura suena tan diferente a la jerarquía que lo acoge.
“Pueblos Fantasmas” atesora trece canciones grabadas en “Producciones Sin/Con Pasiones” bajo la batuta de Pedro Oliver, una producción cálida, que deja espacio a las excelentes melodías, preserva interesantes punteos, acertadas líneas del bajo y batería, y algunos matices en la voz que mejoran las versiones iniciales de la maqueta. Un trabajo que compacta y da fuerza a unos temas que Escombro ha machacado en pabellones, porches y cocheras.
“Por nuestros pueblos: Resistencia. Para nuestros pueblos: Vida, dignidad y futuro”

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02 enero 2009

Problemas informáticos

Algunos problemillas informáticos me impiden atender esta bitácora con normalidad.
Espero que se resuelvan pronto y sin perdidas traumáticas e irreparables. Si lo tienen a bien, que cada uno que reze lo que pueda.
Gracias y Saludos Córneos.

01 enero 2009

01/01/09

El uno de enero el despertador sonó a las cinco de la mañana, un gesto cotidiano que me recordó la valla que separa la realidad de cualquiera de mis propósitos para este Año Nuevo. Las serpentinas de la fiesta aún flotaban en el aire húmedo que olía a tabaco, orujo a las finas hierbas y los turrones descompuestos de la vomitona que dejé sobre el parquet, efectos secundarios de la ingesta compulsiva de la ginebra robada en los ultramarinos de los chinos. La radio, anclada en un remix popero de los ochenta, intentaba mantener el espíritu festivo.
Las calles estaban demasiado solitarias, mucho más solitarias que cualquier domingo por la mañana. En el auto radio una canción de Vetusta Morla y junto al río, acostado en la calzada, encontré un muñeco hinchable con barba de cuatro días, patillas gruesas y la risa estúpida de quien se sabe adorado. Estaba desnudo, durito, sin arrugas y con una erección de más de cuarenta centímetros. Al principio lo confundí con un hombre, pero las dimensiones de su miembro me hicieron dudar, nadie de raza blanca tiene esas hechuras, pensé.
El Búho Bus transportaba adolescentes borrachos mientras los servicios mínimos de la industria química comenzábamos el año de la recesión, la crisis económica y el culo prieto. Fue una intuición, senté al muñeco a mi lado, un copiloto cachondo al que enseñé en cinco minutos los secretos de mi oficio. Lo dejé tirado frente a la puerta de la fábrica con mi nombre tatuado en el hombro para que no me confundieran con algún come uvas borracho de fin de año.
Mis compañeros acogieron estupendamente al nuevo currito, lo vistieron con los colores correspondientes a su categoría profesional y le invitaron a tomar el café cochambroso que nos administran a los obreros como purgante de la mala conciencia.
Yo regresé a la calzada, me desnudé y ocupé su lugar. La fila para verme, tocarme y gozar de mis dimensiones ha sido toda una sorpresa para las autoridades municipales que se empeñan en desalojarme: No lo permitas, ven y manifiéstate.

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