La curvatura de la córnea

28 febrero 2008

La poesía es el consuelo

El Ebro circuló a nuestra derecha hasta que las choperas se fundieron con la noche y perdimos su rastro. La densidad del tráfico era tan densa que desconecté el regulador de velocidad y el control de los kilómetros por hora regresó a mis pies. Le pregunté si quería cambiar de música. No contestó pero le acerqué la bolsa de los discos, sesenta minutos de rumba catalana era suficiente peaje y además, ocupado en pisar el acelerador, no podía marcar el compás sobre la alfombrilla.
Pasó de uno en uno toda la discografía de Violadores del Verso, lo hizo con un gesto de interés que percibí sincero. No se detuvo en ninguno o se paro el todos ellos, no estoy seguro. «Si quieres pongo la radio» le dije. No contestó pero extrajo los aires rumberos al reproductor de compactos y pinchó una grabación de Sonolópez con los grandes éxitos de Massive Attack « ¿Por qué te gusta tanto el hip-hop? » me preguntó.
Le hablé de las rimas, de la frescura, de los flows más imaginativos, del ritmo, de los cortes, de la simbiosis con la música clásica y el son, le hablé del hardcore en los textos, en la actitud, en los pensamientos, de la simbología, de los graffiti, del break dance pero sobre todo le hable del orgullo de los grandes raperos cuando se califican antes poetas que músicos. Tanto es así que esta mañana, cuando he abierto las páginas de la antología “Poesía para bacterias” editada por
Cuerdos de atar, me he encontrado con un prólogo titulado “La poesía es el consuelo” firmado por los mismísimos Violadores del Verso y del que me gustaría extraer algunas ideas.
La primera de ellas es definir rap como la expresión musical de un movimiento más amplio (graffiti, break) llamado hip-hop y al que algunos pioneros asignaban el significado de rhythm and poetry. En ese ámbito el grupo aragonés se reconoce dentro de la etiqueta que la crítica musical les suele colgar : “nuevos poetas urbanos”, aceptan el bautizo siempre y cuando, desde la orilla de la poesía oficial, institucional o tradicional no se le quite ni un gramo de fuerza al contenido explicito de los textos, porque ese es uno de los bastiones característicos de este movimiento cultural, la aparente crudeza de las palabras, la incorporación de tacos, de expresiones callejeras y de barrio al mismo nivel de las más finas metáforas.
El grupo zaragozano encuentra en la necesidad de expresarse un nexo de unión entre poetas y raperos. Afirman que convertir esa pulsión en algo original significa circular por los caminos de la memoria, de la fantasía y del sentido común. Una ruta que comienza en las experiencias, se adereza con aliños literarios y se dota de credibilidad, todo ello con la postrera intención de “convertir algo que todos sabemos y conocemos en algo más o menos brillante”
Violadores del Verso habla de la poesía como el consuelo para estos tiempos de urgencias y sobre estimulación. La poesía como reconciliación con el lenguaje, un mar que nos invita a nadar en el mundo de las ideas pero en el que las formas ocupan un lugar muy importante, así regresamos a la idea inicial del rap como territorio donde el ritmo y la poesía se dan la mano: La dualidad del flow en la palabra y los loops en la música.

25 febrero 2008

Tras un buen sueño

Sagrario Manrique lo ha vuelto a hacer: Ha entrado en la zona de comentarios y para ilustrar su opinión ha dejado un poema, y con este ya van dos. El primero de ellos se puede leer en la entrada titulada “Para el Jackson” Con segundo he decidido alardear de una tarde de domingo sin leer la prensa, sin limpiar la casa, sin ordenar los discos, sin ver la tele. Un domingo para degustar el magnífico risoto con verduras que cocina Migue, un poco de sexo tras el café, la final de la Copa de la Premier League y un video con las palabras de Sagrario Manrique:

24 febrero 2008

IV Encuentro “El señor de los anillos”

Por cuarto año consecutivo nos hemos reunido en torno a la trilogía de Peter Jackson “El señor de los anillos” Doce horas plagadas de aventura para emocionarnos con la épica, para reir con la camaradería, para llorar junto a los héroes caídos, para echar alguna cabezadita, para mantener el espíritu Hobbiton con respecto a la buena mesa y con los manjares que ya forman parte de la tradición: Ensalada de la huerta de La Comarca, tortilla de patatas del Poney Pisador, alitas de pollo al ajillo de Rivendel, albóndigas agridulces mithril y helados de Caradhras. Todos los platos fueron acompañados por los vinos de la ribera del Brandyvino.

23 febrero 2008

Ricardo Joven

El display de la Olympus no dejaba lugar a dudas, me había quedado sin pilas. Estuve a punto de abandonar la exposición del Centro de Historia de Zaragoza, no quería contaminar la primera visión sobre la radiografía que Luís Auserón hacía sobre los propietarios artísticos de la ciudad, quería que todo pasase de mis impulsos al giga de la tarjeta gráfica sin avisos previos, sin el tiempo de procesar los datos, quería que todo fuese igual de inmediato que en la calle, esos segundos en los que la intuición te lleva al stencil o al grafiti. Fue entonces cuando lo vi, cuando me disponía a abandonar y el pie derecho buscaba las escaleras de salida. Era él, Ricardo Joven con su esplendorosa cabellera y la barba regia, propia del jefe de una gran tribu, la tribu universal de actores y titiriteros.
Lo había olvidado, o tal vez no, Ricardo Joven participaba en la presentación del último libro de poemas de Ángel Petisme mientras en el huevo de la ciudad – no se asusten, el huevo de ZGZ Ciudad nada tiene que ver con la bolsa escrotal - Gaspar Llamazares pedía poco menos que disculpas porque su yo virtual en Second Life había prendido fuego a una foto de la familia real, tan rotunda contra programación dejó el aforo poético en una inmensa minoría dispersa entre la nutrida primera fila, la poblada zona de atrás y Ana Manzana con su pelo corto amarillo en la zona central (creo que es hora de confesar que me encontraba allí para esquivar el mal de ojo que la poetisa había lanzado desde su bitácora hacía todos aquellos que no asistieran a esta presentación) Daniel Gascón y Felix Romeo entraron a la limón y no estuvieron hasta el final, me temo que reclamados por alguna otra presentación con pinchos de tortilla, ternasco y cariñena.
Ricardo Joven ocupó el extremo izquierdo de la mesa, hojeó el libro de Petisme, bebió un par de sorbos de agua y esperó paciente hasta que los poetas Jesús Jiménez Domínguez (su Fundido en Negro me tiene perplejo) y Nacho Escuín terminaron sus alocuciones, bien construidas pero dubitativas en la expresión oral porque, y se de lo que hablo, en el extremo izquierdo de la mesa estaba Ricardo Joven esperando su turno para recitar los versos de Ángel Petisme, para deslumbrarnos con su forma de decir, para regalarnos la contundencia de su verbo, para fascinarnos con la presencia de su voz, y se de lo que hablo.
En el año 2006 participé por primera vez en las lecturas del Don Juan Tenorio organizadas por los responsables del Teatro de la Estación, una actividad popular que une en torno a la obra de Zorrilla a actores, periodistas, políticos, cantantes y ciudadanos. Empecé a leer sin nervios y hasta conseguí cierta entonación y un empaque en mi voz durante los primeros versos que me sorprendió gratamente, me gustaba el papel de Don Luís Mejía y todo parecía ir sobre ruedas hasta que, ¡pobre de mí! Don Juan Tenorio me dio la réplica. Aquella poderosa voz pertenecía, ¡válgame Dios!, al talento de Ricardo Joven. Me acojoné ante el embate, las piernas comenzaron a temblar, un profuso sudor frío recorrió la columna vertebral y empapó la camisa mientras las cuerdas vocales se quedaban secas. Pese a todo logré no tartamudear y a fuerza de pundonor pude mantener la dignidad en el diálogo. Volví a respirar cuando mi personaje pronunció la última palabra, cerré los ojos y disfruté del buen hacer ante el micrófono de Ricardo Joven. Eso mismo he hecho esta tarde, disfrutar del talento de un gran actor capaz de moldear la voz para acercarse a los versos y darles vida más allá del negro sobre blanco.
__________________________
Fotografía extraída de Ireth

21 febrero 2008

Para el Jackson

La entrada anterior esta dedicada a Michael Jackson y en la zona de comentarios se ha producido un evento importante para esta bitácora: Sagrario Manrique nos ha regalado el remix de uno de sus poemas, pero lo mejor será que ceda la palabra a la autora de “Liscelania”:

Voy a retocar un poema, cosa que no debe hacerse por si pareciese un plagio, pero ya que es mío...

PARA EL JACKSON

PORQUE SER NEGRO
NO ME GUSTA DEMASIADO,
CON ESCÁNDALO Y SIN AVISO
BELLADONARÉ TUS OJOS
DE LETRAS
LETRAS
Y RITMOS PAQUETEROS.

Y SIN MAS PROPÓSITO
CAERÁS MUERTO,
BLANCO,
COMO MUEREN LOS POEMAS
CUANDO ESTÁN ESCRITOS.

Sagrario Manrique.

20 febrero 2008

Boggie and Black or White

Hola Michael.
¿Qué nos ha pasado? ¿Qué ha pasado desde aquella noche? La noche que pasé esperando el tren bajo las estrellas, la noche que disfruté en directo del Moonwalker de tus pies ¿Qué nos ha pasado?
Que ha pasado con las tardes de los veranos de cuando aún no éramos ni modernos, ni había movida y me las ingeniaba para llevar a mis novias al patio del colegio, las dejaba a la sombra del edificio del sindicato vertical, saltaba la valla hasta el bar La Chuleta - que después fue el puticlub la Naranja Mecánica,- compraba una Coca-Cola para compartir, introducía un duro con la cara de Franco - Franco que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel, - el duro rodaba por las tripas de la sinfonola, dejaba abierta la puerta del garito y allí, a la sombra del edificio del sindicato vertical, en el patio del colegio con nombre de ministro del movimiento, allí embelesaba a mis novias con la fusión de mi cuerpo jotero y los ritmos de Blame it on the boggie.

¿Qué nos ha pasado Jacko? He olvidado los pasos del boggie, hace demasiado tiempo que no muevo el palmito con la pasión de aquellos días de verano, grillos y sol. Hecho de menos al Javi de entonces, y tú Jacko… ¿recuerdas como eras?
Dicen que has vuelto a los estudios de grabación y aunque, ni tú ni yo somos los mismos, todavía guardo en lo más valioso de mi alma las emociones que me regalaste. Gracias por hacerme bailar, Michael.

17 febrero 2008

Cine Club Los Peliculeros: Chicken Run


La primera reunión del Cine Club Los Películeros ha tenido lugar en torno a una historia de gallinas que se enfrentan a su destino con valentía. Chicken Run es un trabajo artesanal en medio de la era digital. Una historia moldeada con plastilina que transcurre en una granja de Yorkshire dónde nuestras protagonistas ven peligrar sus vidas. Tras múltiples intentos de fuga, que siempre acaban en la celda de castigo, la esperanza llega desde el cielo en forma de gallo volador, un acontecimiento que se les dará los ánimos y la inteligencia suficiente para trabajar en equipo y conseguir lo que hasta entonces parecía imposible.
Paula Herrero eligió como su escena favorita cuando el peligro que amenaza a las gallinas, personificado en una maquinaria infernal, se convierte en una ruina. La escena más interesante para Javier Feria fue aquella en las que nuestras protagonistas hacen todo un despliegue para abandonar su lugar de reclusión. Miguela Feria opinó que el giro fundamental de la historia se produce cuando los dos protagonistas se encuentran sobre el tejado del gallinero 17, desde allí se pueden vislumbrar todos los sueños de futuro y el amor, como era inevitable, surge entre los dos héroes. Mi escena favorita es el momento musical de la película, una sesión de baile que sirve de remedio para olvidar lo gris de la existencia y, a la vez, como preludio para cambiarlo.

16 febrero 2008

Senegal

13 febrero 2008

El vestido azul

Ilustración de Rabodiga



Luisa Miñana me envió un correo en el que me pedía una colaboración para El Cronista en la Red, el mensaje llegó como un maná. Andaba esos días atribulado con un relato que intentaba superar la prueba propuesta por el poeta Ángel Gracia en uno de sus talleres, un ejercicio relacionado con los recuerdos. Pero las musas, siempre viene bien tener a mano a quien culpar de las deficiencias propias, impulsaron el texto hacia otros territorios que poco o nada tenían que ver con el camino señalado. El resultado fue un par de folios acelerados, enrevesados y periquitecleados para sortear con mala nota el embate.
Fue la invitación de Luisa Miñana la que me animó, así que retomé el texto y durante un par de semanas desbrocé sus arcenes más oscuros, oxigené las esquinitas por donde se colaban adjetivos molestos y ahuyenté con la guija a las expresiones resabiadas que se habían instalado entre párrafos. Cuando lo di por terminado me encontré con un problema: La editora me aconsejaba que buscara una ilustración. Inicié las pesquisas cargado de dudas, desorientado y cierta zozobra de secano, la travesía recién había comenzado cuando un comentario en La Mirada de la Córnea llevó hasta mi casa a la ilustradora perfecta. Rabodiga me agradecía que hubiera publicado uno de sus stencil con el título de “do you feel Rabodiga?” tras el primer contacto visioné con atención su obra y no tuve dudas, le envié el texto y ella tuvo el gesto de regalarme la magnífica ilustración que encabeza esta entrada.


Te invito a viajar hasta “El vestido azul” un relato publicado en el número 16 de El Cronista de la Red.

04 febrero 2008

Muerte de Antoñito El Camborio, un poema de Federico García Lorca

Por insalvables problemas técnicos no actualizaré la bitácora durante las dos próximas semanas. Con la intención de paliar esa eventualidad os dejo con Federico García Lorca y Violadores del Verso:

02 febrero 2008

A media novela

Me he levantado con unas ganas terribles de ensalzar una novela. Es extraño. No he leído ni lo suficiente, ni lo imprescindible, por no hablar de mi escasa formación académica sin embargo, ya he opinado en esta bitácora sobre algunos libros, casi siempre en tono de alabanza, la crítica no me motiva. Pero hoy es distinto. Me apetece bucear en la mejor de las novelas que han pasado por mis manos y escribir un par de folios sobre su estructura, el desarrollo de los personajes, el ambiente en el que se mueven, los adjetivos, la longitud de las frases. STOP. Una novela es mucho más que todo ese utillaje.
El podium de mis lecturas decisivas, favoritas y gratificantes lo ocupan tres grandes libros: “Cien años de soledad” y “El amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez y “La tía Julia y el escribidor” de Mario Vagas Llosa. Dudo. Quince minutos de titubeos, de submarinismo emocional entre las estanterías para decidir que no voy a hablar de las lecturas del pasado: Voy a ensalzar la novela que aún estoy leyendo.
La importancia que las lecturas dejan en nuestras vidas esta directamente relacionado con la edad del lector, se tiene que dar una confluencia entre la historia, su forma y contenido, con el bagaje cultural, o la falta del mismo, del receptor del mensaje, su situación personal y, si me apuran, la calidad de sus coitos. Por eso no hay novelas mejores que otras, porque la opinión de cada lector tiene mucho que ver con lo temporal, con la mochila de vivencias que cada uno aporta al hecho mágico de caminar por los párrafos una narración.
En esta bitácora ya he contado como descubrí el brillante discurso de Luís Landero y cuanto me gustó “Hoy Júpiter”, su última novela. Por ese camino llegué a “Juegos de la edad tardía”, un sendero que esta adquiriendo una importancia muy relevante porque lo estoy recorriendo en el momento justo. La primera edición de “Juegos de la edad tardía” es de 1989, ese dato parece decir que he llegado a su lectura con 19 años de retraso, pero a mi me parece lo contrario, creo que ha sido una bendición encontrarme con esta historia cuando mis cuarenta y dos años coinciden con los cuarenta y dos años de Gregorio Olías, el motor narrativo de la novela.
¿Quién no ha soñado otra vida? Mi respuesta desde luego es positiva, un sueño que me lleva a hablar sólo por la calle embebido en largas disquisiciones académicas sobre los más variados temas, abducido por entrevistas imaginarias con los más importantes comunicadores, no sólo del ámbito hispano, también con los grandes popes norteamericanos de los Late Night, en los que mi inglés macarrónico es sólo un vago recuerdo. Conversaciones imaginarias con novelistas de postín, poetas suicidas y los más variopintos personajes de la farándula, desde músicos bohemios hasta titiriteros millonarios con chalecito en la sierra. En ese mundo paralelo, o no tanto, me sumerjo con tanta facilidad que es muy difícil distinguir entre la verdad o la mentira, tal vez porque construir una mentira sea uno de los ejercicios más difíciles y más gratificantes para sustituir tanta obviedad, previsión y monotonía en mi vida, algo parecido le sucede a Gregorio Olías en “Juegos de la edad tardía”, esa empatía entre personaje y quien estas líneas escribe ha formando una sólida unión sustentada en la portentosa capacidad fabuladora de Luís Landero, una magnífica manera de diseccionar cada unos de los personajes con esa técnica tan literaria que consiste en dejarlos actuar, dejarlos hablar; que las descripciones sólo sean la textura de los ambientes. Uno de los secretos de este gran autor es la prodigiosa utilización del lenguaje en función de las necesidades de la historia, unas veces para ralentizar la narración, desde la cámara lenta hasta el borde del precipicio de una foto fija durante esos segundos en los que sabes que estas a punto de caer, es el tiempo de las tentaciones hasta que ya no puedes resistir y caes. Entonces todo se precipita, de nuevo el lenguaje, esta vez a ritmo de vals, barroco pero ligero, abundante pero fluido, una avalancha de sensaciones inunda las páginas del libro, una aceleración rítmica que traspasa el papel para instalarse en el corazón, las pulsaciones aumentan, la lectura se apresura en busca del final que llega de improvisto, pero no es el final, es sólo el descanso necesario para una nueva digresión, para una nueva invención, para plantear, de nuevo, otra vida. Pero esa es sólo mi intuición de por dónde va a transitar la historia tras leer doscientas páginas, todavía me encuentro a media a novela de asegurar que “Juegos de la edad tardía” es una obra maestra.
________________________________
Imagen: Cronopio (monigote dibujado por Luis Landero para la ilustrar la cubierta de la 1º edición en colección Maxi de Tusquets Editores de “Juegos de la edad tardía”)

01 febrero 2008

Buenas noches

El invierno ha vuelto a darse el piro, será porque el hombre del tiempo no consulta el calendario laboral del cierzo. Dos y once minutos. El turno terminó a la diez de la noche. En “El Puerto” me esperaban los paisanos, no piensen en embarcaciones, ni en romanos surcando el Ebro, eso lo dejamos para la Expo. “El Puerto” es un restaurante del Paseo La Mina (mina, una palabra que nos unía a todos los comensales). Leí la carta presuroso, como siempre, tan presuroso que sólo memorizé las primeras líneas, por eso pedí “Chanquetes con huevos fritos” Un mitómano de mi tamaño no pide es plato cuando ha llorado por la muerte de Chanquete (y para entender esta particularidad mental es obligatorio ser natural de este país llamado España y que la fecha de nacimiento este situada en la década de los sesenta del siglo pasado ¡Dios mío!)
La elección fue un acierto y desde entonces, desde que me comí los chanquetes con huevos fritos la noche fue una delicia: Pablo que quiere hacer un curso de clown ¡y yo con él! la clases de salsa, merengue y yoquesé de Wilmar, las copas a siete euros hasta que el IPC de un par de calles las puso a diez euros y el frío, el frío de la calle Roger de Tur, un frío de primavera porque Prince, que antes fue the artist before call Prince, y un poco antes se llamó Victor, vaya, que mi adorado Prince puso todo el genio del funky en mis orejas para llevarme hasta el barrio sano y salvo mientras el gremio del taxi se perdía los habituales seis euros del ala, nada que objetar a esos conductores que tantas veces me han dejado, y me dejarán, en el portal de casa, y a los que siempre, con independencia de la emisora sintonizada en sus radios, les deseo un buen servicio.
Conecto el ordenador por puro instinto y para aplacar el sabor amargo que me invade porque hace unos días que no escribo en este blog, y no tengo nada previsto a corto plazo, tan corto como mi…, y me agobio, y me pongo un chupito de, un chupito de…, un chupito de DYC y a tomar por culo el glamour. Lo siento pero soy incapaz de hacer brotar la leyenda que me gustaría brindar a los bizarros lectores de estas líneas. Menos mal que ha venido Carita Boronska: