La curvatura de la córnea

27 octubre 2012

El Príncipe que cruzó allende los mares arribó en el Pequeño Teatro de los Libros




Ayer llovió tanto en Zaragoza que un velero bergantín navegó por las calles del barrio de Las Fuentes. Las velas ilustradas del Nalvay flameaban bajo la atenta mirada de Pepe Serrano, un capitán barbado de ojillos chispeantes y alma de grumete.
El Nalvay transportaba en su bodega la primera edición de “El Príncipe que cruzó allende los mares” escrito por Roberto Malo y Francisco Javier Mateos e ilustrado por David Guirao. Una carga tan importante provocaba inquietud en nuestro capitán que, atenazado por la responsabilidad pero contento con el encargo, trenzó olas y letras hasta tejer una maroma de palabras que amarró al puerto del barrio.
Ciro y Carolina, estibadores de El Pequeño Teatro de los Libros, esperaban su llegada en los muelles de la librería. Ellos trasegaron los libros hasta las estanterías y a la hora convenida, a la hora de la verdad cuando las aguas regresaron al río y los lectores llenaron la librería, Ciro y Carolina extendieron la alfombra roja de la amabilidad hasta los escalones que dan acceso al Círculo Mágico, un lugar reservado para forjadores de sueños como Pepe Serrano, David Guirao, Roberto Malo y Francisco Javier Mateos.
Pepe Serrano fue el primero en tomar la palabra. Palabra de malabarista en el centro de la pista. Encantador de historias encantado de contarnos la peripecia de cuando El Pequeño Teatro de los Libros estuvo a puntito de ser una peluquería canina o el lugar donde los mimos ensayan el silencio. Pero el destino se impuso porque tan difícil es imaginarse a Ciro peinando chihuahuas como a Carolina estar un momento callada. Así, por el arte de las pasiones los dos abrieron una librería para que autores y lectores se sintieran protagonistas de una obra de teatro. Pepe Serrano proclamó con fanfarrias su profunda admiración por los escritores y el ilustrador. Aunque parezca una paradoja la admiración de nuestro capitán para con los escritores, es una admiración iconográfica. Serrano tiene fotos de Roberto y Francisco Javier por toda la casa. Fotos en el salón con  marcos dorados, portarretratos sobre el piano de cola en la sala de música, un póster de dos metros por dos en la pared del dormitorio, fotos no frost en el congelador y hasta una Hot Picture en el retrete que algunos finolis llaman baño. Para el ilustrador se guarda el misterio de disfraz. Serrano sigue los pasos de Guirao veinticuatro horas al día, para tan azarosa tarea se disfraza de espía salido del TBO, ya saben: Gafas con nariz y bigote, un periódico con dos agujeros, sombreo y gabardina a lo Bogart y una libretita roja para apuntarlo todo. Así nos enteramos de cuando el ilustrador afila sus lápices, lo bien que rellena de color y que a mitad de la tarde, después de la merienda, llega ese momento traumático donde la goma de borrar es la protagonista. Y claro, el capitán también habló de su barco, de cómo el Nalvay nació en una historia dónde una niña llevaba un tupperware  a casa de su abuelita, y allí un escritor, aturullado por las musas confundía leñadores con marineros, lobos con tiburones y editoriales con navieros. Y el capitán hubiera continuado con la charla pero, una interrupción con aplausos, dejó la palabra en los lápices de ilustrador. Guirao agradeció la libertad de la editorial y el entusiasmo de los escritores por sus ilustraciones, aunque Francisco Javier se enfadó un poco porque van diciendo por ahí que le han dibujado fuerte, y ya sabemos todos que cuando a uno le dicen que está fuerte, casi siempre quieren decir que estamos gruesos, orondos o incluso gorditos. Girao ha imaginado Príncipes Azules, Marrones y Naranjas, guiños para adultos de sota, caballo y rey; y unos bichos que a veces son retorcidos y otras descomunales. Agradeció a Pedro Arilla que le dejase usar una tipografía muy especial que se llama Valentina, y aunque ya no quiso hablar más poco hubiera importado porque el torbellino Malo & Mateos, de tanto estar callados, rebufaron como un resorte y montaron el tenderete titiritero de las máscaras de cartón, un rayo en el paro por culpa del cambio climático y la representación surrealista de este Príncipe que vaya usted a saber por qué cruzó los mares… si lo quieres saber el libro tendrás que leer.
 

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19 octubre 2012

La Hora Tonta de Agustín Martín



Foto de Fernando Soguero


Agustín me esperaba en la puerta de un bareto junto a la emisora zaragozana de la Cadena Ser. En la mano izquierda un cigarro y en la derecha una Ambar, así es imposible chocar los cinco, compañero. La cita era porque Agustín estrenaba nueva temporada en el programa local Hoy por Hoy Zaragoza y me había invitado para presenciar el arranque. El primer cambio era el título. El Hoy por Hoy Agustín, y su habitual humormix de lo acontecido durante la semana en el programa que dirige David Marqueta, ahora se llama La Hora Tonta, un título que sigue la estela de los grandes informativos de la cadena como Hora 14 y Hora 25. El programa sufrirá algunas pequeñas variaciones pero se mantendrá la invitación de Agustín para entrar en su universo radiofónico que limita con el humor y la mirada de Marqueta.
Agustín Martín y David Marqueta son pareja radiofónica, y que yo recuerde, los escucho desde hace cuatro años. En las ondas se les nota empastados, cabalgan las mismas ondas, transmiten ese genio al que solo se puede accede desde la radio, se les nota agustito y ambos consiguen una marca especial, un sonido diferente, un aroma que solo se puede trenzar con los hilos de la amistad.
Así que me senté en el estudio para disfrutar de algo que ya creía conocer. La primera novedad fue la sonrisa en la pecera de Alberto Gómez, el tercero en discordia en esta historia, el técnico multitarea, que lo he visto con estos ojos, lo mismo te mete unas ráfagas, que busca un video en la red, habla con los invitados y amasa los sonidos que necesitan los guiones de Agustín. La segunda novedad fue la disposición de Agustín y Marqueta, siempre los imaginé uno frente al otro, sin embargo se sientan hombro con hombro, llevan tantos años juntos que no necesitan mirarse para que, cuando salta la señal, toda la gestualidad de sus cuerpos se haga radio.
Agustín Martín tiene la genética de humorista y una visión diferente del mundo: El oído, la mirada y el cerebro siempre en alerta, al acecho de una idea para moldearla y provocar la risa. Agustín ejecuta ese proceso de manera innata, no se molesten en probar, esa es una virtud imposible de aprender, viene de fábrica. Agustín es uno de esos druidas que atesoran la fórmula para transformar lo ordinario en extraordinario y la palabra en humor. Pero, tal vez porque todo esto ya lo sabía, ayer me sorprendió la mirada de David Marqueta: Una pareja de baile ideal, conoce el ritmo de Agustín a la percepción. Unas veces se ajusta a los latidos de su compañero. Otras, cuando la intuición y la experiencia se lo piden, lo aporrea, le laza un guante, un requiebro, un flirteo que enriquece y suma y sigue. Disfruta y se le nota. Por momentos permanece expectante hasta que rompe en carcajada y, en más de una ocasión, comprobé como su mirada delataba la más profunda admiración por su compañero en antena. Era una mirada infinita, sus ojos, más allá de los micrófonos, tenían la chispa del que espera con ilusión el siguiente chascarrillo, la sorpresa del chiste, el giro de la historia. La mirada de Marqueta guardaba la admiración del compañero y la satisfacción del amigo.
No lo olviden. Todos los viernes, a eso de las 13:45 en el Hoy por Hoy Zaragoza que dirige David Marqueta en la Cadena Ser, encontraran un ratejo de humor con La Hora Tonta de Agustín Martín

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