El fantasma de la Ópera
Arte y Técnica al servicio del espectáculo
Han pasado casi cuarenta años desde que se estrenó 'El
fantasma de la ópera' y la historia en torno a la genialidad musical de un
hombre marginado por su deformidad que se enamora de una excelente soprano a la
que somete y aleja de quienes la quieren para conseguir su amor. El texto no ha
variado pero la dirección de la nueva producción subraya el conflicto interior
de un hombre que no acepta su imagen, al tiempo que la soprano se debate en dos
planos. Ofrece resistencia para ser raptada, y su debate interior, lejos de plantearse
cuestiones amorosas, se centra en si vale la pena pagar el precio que le piden
para llegar a ser la mejor interprete lírica de la historia. De esta manera la
peripecia, más allá del amor tóxico entre dos personas, pretende acercarse al
mundo de los artistas que se someten a exigencias tortuosas para alcanzar el
nivel de excelencia que se precisa hasta alcanzar el mayor de los triunfos. La
reflexión estaría en comprender que la meta quizás sea tener una vida tan terrenal
en la que el amor se c compatible con elevar la belleza del arte y alimentarse
del aplauso del público. Un combinación que al parecer es más difícil de lograr
que tan solo enunciarla.
La función se sitúa en la categoría de teatro lírico, si los
musicales más modernos atienden a la secuencia de diálogo, canción y aplauso, en
este caso la narración se somete sin concesiones a la partitura. Es una
decisión fundamental porque muchos de los finales en alto de algunos de los
temas en lugar de cerrarse en ovación, continúan el implacable el tempo musical
y la acción, en lugar de detenerse, continúa con un un interludio instrumental, una nueva canción
o freses dialogadas que ofrecen una impronta operística, y que tal vez hubieran estado
mejor resultas con un diálogo que no estuviera cantado. Varios pasajes pasajes
metateatrales componen interesantes pinceladas de ópera bufa, un espectacular
homenaje al carnaval que rompe la cuarta pared, y momentos para jugar con la
interpretación naturalista y la siempre jocosa sobreactuación.
"Siente la música" es el eslogan que se destaca en los
carteles de la función que decoran la ciudad, y en ese empeño se centra el
excelente trabajo técnico para ensamblar la parte instrumental de una orquesta compacta
con las excepcionales intervenciones vocales de los actores. La mezcla forma un
muro de sonido compacto y energético en el que se aprecia la consistencia del
volumen aparentemente muy alto, y sin embargo no llega a molestar en ningún
momento.
La escenografía es un mecano espectacular y funcional que
sorprende por su capacidad mutante gracias a la combinación de una estructura
móvil de grandes dimensiones que gira en el centro del escenario para cambiar constantemente
el punto de vista del espectador que, acompañado por el despliegue de una
escenografía más tradicional pero tan atractiva como eficaz, consigue una
puesta en escena muy potente para introducir al público en el ambiente gótico
de terror, aumentar la dinámica de las acciones con un resultado sobresaliente
en el secuestro en góndola, y tener la sensación de recorrer todos los recovecos
de la Ópera de París, desde las catacumbas a lo más alto desde donde cuelgan
Las Tramoyas.
'El fantasma de la Ópera'
Autores Andrew Lloyd Webber (música), Charles Hart y Richard
Stilgoe (libreto y letras) Dirección y escenografía Federico Bellone Dirección
musical Julio Awad Coreografía Gillian Bruce Vestuario y caracterización Chiara
Donato Iluminación, Valerio Tiberi, Sonido, Roc Mateu, Intérpretes, Gerónimo Rauch,
Talía del Val, Guido Balzaretti, Marta Pineda, Francisco Ortiz, Enrique R. del
Portal, Omar Calicchio, Silvia Luchetti, Laura Martín
Teatro Albéniz de Madrid. Febrero de 2024.
Etiquetas: Andrew Lloyd Webber, Charles Hart, critica teatro, Federico Bellone, Gerónimo Rauch, Julio Awad, Richard Stilgoe, Talía del Val, Teatro Albeniz, teatro lírico
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