La curvatura de la córnea

05 julio 2024

Enigma Shakespeare

 




Shakespeare´s Greatest Hits Remix

Peter Brook considera que el factor vital más importante en la vida de Shakespeare fue que el Teatro era su sala de reuniones. Una comunidad en la que el dramaturgo investigaba la manera de reescribir o añadir nuevas escenas sobre la marcha hasta dar con un nuevo éxito que les permitiera pagar los salarios. Teatro del Poniente se suma a ese vértigo para contarnos la historia de la compañía residente en el Globe Theatre cuando su autor deja de escribir porque está moñeco, y deciden representar un Shakespeare´s Greatest Hits Remix.

La dramaturgia de Antonio Velasco utiliza el sofrito del humor para que la comicidad integre los diferentes lenguajes teatrales que utiliza. Su intención es maridar las estructuras dramáticas de finales del siglo XVI con ingredientes que aporten el sabor cotidiano de la vida actual. La peripecia se justifica con una prolongada introducción que deja paso a un espectáculo donde el picante lo ponen las máscaras de una teatralidad que abandona la senda de la verosimilitud en la tragedia, hasta conseguir un guiso con el descacharrante sabor del gesto exagerado, pipirranas verbales y metáforas en forma de banda sonora: rumba tecno y canallita para las lágrimas de amor y dame veneno que quiero morir. El pop melifluo de una Boy Band que suspira por los personajes que la pluma de Shakespeare dejó fiambres. Uñas de gel para ritmos urbanos que reclaman poder con ambición desmedida.

El elenco domina el flow del verso clásico que salta al chascarrillo chistoso, dibuja caricaturas grotescas, y saca a flote un texto que a veces emboza la acción dramática con demasiadas explicaciones. Pero también tiene la frescura de conectar pasado y presente con mensajes tan atemporales como ni una mujer menos por culpa de los celos, y más mujeres trabajando en el teatro.

 

‘Enigma Shakespeare’

Calificación: 3 estrellas

Compañía: Teatro de Poniente. Autor y dirección: Antonio Velasco. Reparto: Helena Lanza, Raúl Escudero y Antonio Velasco. Ayudante de dirección: Natham I. Bamio. Escenografía y máscaras: Adelina Vicente, Diego Polo y Nicomedes Pérez. Producción: Iratxe Jiménez.

Miércoles 3 de julio de 2024. Teatro de las Esquinas.

'Shakespeare's Greatest Hits Remix' (heraldo.es)


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30 junio 2024

Soñando Dulcinea

 


El Quijote como nunca te lo han contado

Nuria Galache Sánchez, autora, actriz y directora de 'Soñando Dulcinea', recuerda que la pluma de Cervantes nos regaló un personaje que forma parte irrenunciable a nuestro imaginario sobre el amor. A partir de esa recomendación buceé en un análisis de la profesora Mariapia Lamberti que parte de una premisa: Dulcinea no es una creación de Cervantes. Su creación y desarrollo tan solo pertenece a Don Quijote porque solo vive en su mente y en su corazón, y de allí se proyecta hacia afuera.

La función 'Soñando Dulcinea' se alimenta de esta aparente contradicción y a o largo de su desarrollo encontramos interesantes pinceladas que ponen de relieve las diferencias entre una Dulcinea transcendente, y una Dulcinea de carne y hueso que en realidad se llama Aldonza Lorenzo.

La representación comienza con la energía de una Dulcinea que nos reta a pensar en ese camino que va del amor a la obsesión, y como una persona amada sin su consentimiento puede sentirse tan acosada que llega a definirse como víctima. Es una manera muy valiente de darle la vuelta al calcetín que siempre nos habla de Dulcinea como la sublimación del amor y que en realidad, como afirma el profesor Manuel Canga, es una cuestión práctica de Don Quijote que, como cualquier Caballero Andante que se precie, necesita de una dulce señora para hincar la rodillas ante ella y ofrecerle todos los trofeos obtenidos en batallas y duelos sin par.

Aldonza Lorenzo es la cara real de la moneda de estos amoríos. Un recuerdo lejano en la memoria de Alonso Quijano y muy presente en la de su escudero Sancho que, como nos recuerda Lambert, es capaz de dar una descripción detallada de su robustez y fuerza hombruna tan alejadas de la tradicional idealización de la figura de la mujer. La dualidad Dulcinea-Aldonza se convierte en un momento clave en la obra de Cervantes cuando Don Quijote replica a su escudero que a él le basta pintar en su imaginación la belleza de su dama y así, de una manera mucho más práctica que amorosa, conforma una transfiguración completa, consciente y voluntaria para dejar claro que Aldonza no es Dulcinea. Veamos como 'Soñando Dulcinea' se alimenta de la separación de ambos personajes alcanzando algunos momentos muy interesantes dentro de la representación.

Partimos de una máxima: La figura de Dulcinea es tan solo una ficción en la cabeza de Don Quijote, que por los azares de la novela escrita por Cervantes se relaciona con los demás personajes a través de las descripciones del Caballero de la Triste Figura y así, mientras Quijote alude a un personaje creado en su imaginación que en la realidad de la novela no existes, el resto de los personajes con los que el Cabalero Andante se encuentra lo toman como una figura real. Una deliciosa pirueta argumental que en la función tan solo aparece como una breve pincelada para, despachada con se excesiva celeridad, abandonar la interesante posibilidad dramática de profundizar en las relaciones de quienes por orden de Don Quijote van hasta el Toboso a rendir pleitesía a Dulcinea.

El otro momento interesante está protagonizado por Aldonza Lorenzo cuando, para atender el pertinente dilema sobre las quejas de Dulcinea sobre el sufrimiento que le produce un amor no deseado, la labradora apela el caso de la pastora Marcela que, por pertenecer a los personajes reales de la novela de Cervantes como la propia Aldonza, es una figura ideal para reivindicar un discurso que, escrito hace cuatro siglos, es un alegato que nos apela directamente para poner en relieve la libertad de amar o de no hacerlo, con independencia de lo que piensen o de que se enamoren los demás.

Otro momento interesante de la función es la apelación que Aldonza Lorenzo hace a Marcela. El dilema es muy pertinente porque si las quejas de Dulcinea sobre la forma en la que tiene que sufrir el amor de su amado provienen de una ficción en la cabeza de Quijote, en el caso de un personaje tan real como la pastora Marcela. Una figura que muy recientemente ha sido objeto de estudio a través de una función en el recién inaugurado Teatro Cervantes de Madrid donde, como nos recuerda Rocío García, la actriz Celia Freijeiro, la directora Leticia Dolera y la dramaturga María Folguera recuperan un discurso en favor de la libertad de amar, o de no hacerlo, un alegato escrito hace cuatro siglos que nos apela directamente.

'Soñando Dulcinea' deja pasar la oportunidad de recoger todo ese impulso emotivo de gran potencial teatral que significa el vendaval de inteligencia argumentativa de Marcela, y como pone en su sitio las cuitas sobre bellezas y amores. Es cierto que sobre el escenario brilla la prosodia de la actriz, pero también falta aliento dramatúrgico para, además de apelar al público de la sala, convertir el alegato de Marcela en el bálsamo de Fierabras para aliviar los pesares de una Aldonza Lorenzo tan alejada de los ideales de los hombres como cautiva de la figura de Dulcinea.

El desarrollo dramático de la función, más allá de los caminos alternativos a los que podría subirse, muestra una mirada femenina sobre lo acontecimientos narrados por Cervantes, y quizás por eso, la representación profundiza en la disputa que tienen Sancho y Quijote a la sobre la percepción que cada uno de ellos tienen del personaje conformado por el binomio Aldonza-Dulcinea. Pero lo hace mediante una escena que se apunta a simplificar el complejo cambio de perspectiva al que se ven sometidos quien monta en burro y quien lo hace sobre un rocín.

Julio Rodríguez Luís nos suministra unas indicaciones de uso para comprender el cambio de perspectiva que sufren Sancho y Quijote en relación a Dulcinea. La versión de La Befana Teatro simplifica la historia cuando se centra por completo en una escena que tiene lugar durante la tercera salida de nuestro Caballero Andante, justo cuando la mirada del escudero y el caballero se invierte con respecto a todo lo que ha ocurrido anteriormente con Dulcinea y así, Sancho se aparta por completo de la descripción de la campesina que había expresado en el pasado y se dedica a loar todos los estereotipos sobre el retrato ideal de Dulcinea. Sin embargo Don Quijote, que ya ha olvidado por completo la existencia de Aldonza Lorenzo, tan solo quiere disfrutar de la belleza de su dama que en esta ocasión tan bien describe Sancho, pero ante los ojos del Quijano solo aparece el perfil hosco de la labradora. Y así la parodia princesa-labradora da un vuelco que Don Quijote asigna a la malignidad de magos que nublan su mente para impedirle disfrutar de la belleza de su señora.

Nuria Galache Sánchez tiene sobrada presencia escénica y una afinada prosodia para llevar hacia adelante una función en la que prima una manera fresca de interpretar, romper la cuarta pared para fijar la atención y ocupar el espacio. Esas herramientas son suficientes para que olvidemos la ligereza en la construcción de los personajes, y la sensación de atropellar la peripecia para cumplir con el lema que encabeza el cartel de la función: El Quijote como nunca te lo han contado.

'Soñando Dulcinea'

COMPAÑÍA: La Befana Teatro. DIRECCIÓN E INTERPRETACIÓN: Nuria Galache. AUTORÍA: Nur Sánchez. MÚSICA: Beatriz Serrano. ESCENOGRAFÍA: Alejandro Contreras. VESTUARIO: La Befana Producciones. AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Sonia Montecino.

Jueves 27 de junio de 2024. Teatro de las Esquinas.


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Pequeñas Tragedias

 




Un chupito de pecados capitales

El neurocientífico Jack Lewis afirma que un chupito de pecados capitales es saludable, lo perjudicial es un consumo excesivo. Cuando Pushkin escribió 'Pequeñas tragedias' a mediados del siglo XIX quería mostrar el dilema moral al que se enfrentan unos arquetipos establecidos en la cultura occidental, personajes que sucumben a la lujuria, envidia y avaricia con esa voluntad de poder que Nietzsche definió como un elemento de autoafirmación para luchar por ser el mejor.

La dramaturgia y dirección de Pere Fullana mantiene la rápida presentación de los personajes, y tiene la clarividencia de diluir la filosofía para deleitarnos con la actualización de esas pasiones humanas. Estas decisiones de estilo aliñan el sustrato trágico con unas gotitas de humor, y que la sonrisa nos ayude a reflexionar sobre la repercusión social que acarrean los comportamientos que definen a los villanos. Los cambios aparecen en elementos de atrezo y afinando el texto original para que la comedia irrumpa con la brocha gorda de la pedorreta, un reproductor de mp3 para los celos de Salieri, o transformar la lascivia por los conventos de Don Juan en un espacio para mayor Gloria de la criogenización.

La precisión del trabajo actoral se asemeja a un mecanismo de relojería que recorre la distancia entre la parodia y la naturalidad. La frescura mozartiana de Marina Nicolau dibuja pucheritos a la caricatura de una viuda mientras el picante cinematográfico de Gilda canta 'Amado mío'. Rodó Gener tiene la enjundia del transformista birlibirloque que transita de la finura de una dama, al ímpetu desbocado del rompecorazones y la codicia roñosa de un aprovechategui con puro. Carles Molinet cultiva la comedia de acento italiano y un aburrido en bañador hasta que se marca dos monumentales soliloquios dramáticos.

 

'Pequeñas Tragedias'

Calificación: 4 estrellas

Compañía: Iguana Teatre. A partir de textos de textos de Aleksandr Pushkin. Dramaturgia y dirección: Pere Fullana. Intérpretes: Rodo Gener, Carles Molinet y Marina Nicolau. Escenografía: Jordi Banal.

Viernes 28 de junio de 2024. Teatro de las Esquinas.


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27 junio 2024

Las Bingueras de Eurípides

 

La tragedia del cachondeo

Si Las Bacantes de Eurípides están entusiasmadas con los excesos de placeras, danzas y orgias a mayor gloria de Dionisio dios griego del vino, la diversión y el teatro. La Dionisia en 'Las bingueras de Eurípides' organiza unos encuentros donde el juego de los dos patitos y la niña bonita es lo de menos. Las comadres buscan en los cartones, los números y los garbanzos la excusa para entretenerse mientras cuentan sus penas al compás, se alegran con un chupito de anisete, y a la primera ocasión que se tercia riman con desparpajo moño con coño

Mientras González Linares recuerda que la tragedia de la Grecia Antigua utiliza las contradicciones entre los antagonistas para poner en evidencia el choque entre lo humano y lo divino. Las Niñas de Cádiz se la juegan mezclando peripecia clásica con la guasa popular de chirigota y carnaval para darle al público un tantarantán de cachondeo y diversión.

El texto de Ana López Segovia se contagia de la juerga de la comparsa para expandir el verso a lo largo y ancho de la representación. La hondura trágica de los acontecimientos se diluye en rimas de alivio que van de la burla gamberra a la lírica de litrona hasta detenerse gustosas en el descacharrante Romance del Tornado. La guasa que se gasta es de brochas gorda con alguna finura como que el malo de la película, un hombretón de músculos tan cuadriculados como su cerebro se llame El Suasenager, y decida asaltar el cuartito donde se divierten las mujeres después de regalarnos el ritmo de 'Smooth Criminal' donde el Rey del Pop nos cuenta como un mafioso irrumpe en el apartamento de una chica con la intención de acabar con ella. Si en la canción de Michael Jackson no sabemos a ciencia cierta cómo termina la agresión, la tragedia de Eurípides no deja lugar a dudas, y ese es el gran reto que supera la función. Detener el vendaval del cachondeo para que la tragedia respire por el drama de una escena flamenca, y provocar uno de esos deliciosos momentos de incertidumbre cuando no sabes muy bien si todavía estamos en modo risa, o es hora de reflexionar.

El elenco hace un trabajo fresco en los grandes trazos, y sin embargo también hay finura en la concepción individual para que luzcan los matices de los arquetipos que constituyen cada personaje. El clásico dúo de poli bueno por palmas de alegrías y la caricatura sin piedad para el-poli malo. La viuda despechá que olvida sus males y esta noche se sale con todas mis motomamis, con todas mis gyales. La dificultad de combinar la hondura del amor de una madre que pierde el hijo en la dramática poesía del mar y divorciarse de un bala ridículo y pintón que solo quiere juergas de amigotes, cartas y toros. La joven inocente con alma de empollona que se quedó preñada a los quince años y desde entonces sufre el aburrimiento de la malfollá. Y por encima de todos ellos La Dionisia, una seductora que trastoca el orden establecido por la ley para que las mujeres sientan el hálito de la libertad para expresarse sin contemplaciones ni remilgos. Y aquí radica la gran diferencia con la obra original de Eurípides.

Para González Linares la tragedia griega es una invitación a pensar sobre el choque entre lo humano y lo divino. Una ocasión para interrogarnos sobre si hay justicia cuando los dioses tienen comportamientos tan coléricos como los humanos. De ahí solo hay un paso para reflexionar sobre cuánto de vengativo debería tener la justicia. Pero la comedia de Las Niñas de Cádiz no da tregua ni en el oscuro final, porque es ahí donde se pone el frenesí en las relaciones marcadas por estereotipos que todavía permanecen: una masculinidad tóxica atemorizada, y las armas de disuasión femenina que se apuntan a la filosofía de Dolores Castellón Vargas La Terremoto. Mientras tú te vas a la pelota y a las corridas. Yo me quedo tan tranquila, me voy a la alameda, y lo paso entretenida. Que mira, que toma. Que me dijiste. Que me contaron. Que tú querías y ay ay ay.

'Las Bingueras de Eurípides'

Producción: Las Niñas de Cádiz. Autora: Ana López Segovia. Director: José Troncoso. Reparto: Alejandra López, Teresa Quinteros Mer Lozano, Rocío Segovia, Ana López Segovia, José Carlos Fernández y Fernando Cueto.

Miércoles 26 de junio Teatro de las Esquinas.

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20 junio 2024

De estreno en La Ballena

 


Una ballena en Las Fuentes. Primera Parte

Una ballena en Las Fuentes. Segunda Parte

De estreno en La Ballena

Tenía ganas de volver. Después de mis dos primeras visitas tenía ganas de ver el resultado final  del proceso creativo al que Javier Guzmán invita a sus alumnos, y ayer fui al estreno del grupo al que ya había visto trabajar en la lectura de texto y en los ensayos de sala.

Las claves del proceso de aprendizaje las dio Javier en su breve introducción al espectáculo. El artista de las artes escénicas siempre tiene que estar con un puntito de insatisfacción con respecto a su trabajo, ese es el impulso necesario para comprobar si un pasito más es posible. Pero lo más importante para el alumno es llegar a ser consciente del viaje que ha realizado en busca de su personaje, un itinerario sin previsiones y abierto a la magia de perderse que, inevitablemente, tiene un punto de inflexión cuando todo el proceso se detiene para mostrar al público el resultado del trabajo.

El estreno es un momento muy interesante porque confluyen dos expectativas. La del espectador que quiere ver un proceso finalizado, con independencia del punto en el que se encuentra el actor, en esa cumbre del estreno lo más importante es conseguir que el público alcance el clima de emoción que ha venido a buscar. En el caso de alumnos en formación es habitual que sea relación con el patio de butacas tenga diferentes grados porque cada actor está en un punto diferente del itinerario que le lleva hacia el personaje, eso el público lo sabe y por eso el objetivo cambia. Lo único importante es que los cómicos han detenido el carromato para mostrarnos hasta donde han llegado en su camino y ese ejercicio de desnudarse tiene un enorme valor.

La primera sorpresa de la tarde fue la inversión del espacio. El público ocupaba unas sillas sobre el escenario mientras los actores estaban diseminados por el graderío. Este cambio de posición aumentaba la sensación de asamblea y ponía el acento en la palabra de la pareja de actores que representaba cada escena, mientras el resto de sus compañeros se unían al foro de espectadores que escuchan. La transformación de ciudadano a interprete venía determinada por delicados cambios de iluminación que nos llevaban de unos personajes a otros.

Personajes que buscan voz y gesto. Personajes escondidos que surgen tras una frase que a veces permanecen y otras se van. El empaque de personajes tan seguros de sí mismos que son capaces de incorporar al discurso el insignificante adelanto de una réplica. Personajes definidos por el fraseo y un brillo en los ojos  que te atrapan y ya no te sueltan. Alumnos con la valentía de abrir la ventana y dejar que el aire del teatro refresque nuestra mirada.


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19 junio 2024

Rabia

 


El centro de un hecho escénico

Peter Brook en su libro 'El espacio vacío' de 1969 afirma que cualquier palabra dicha sobre un escenario tiene valor en relación a las tensiones que crea y que, más allá de su valor literario en forma de novela, conferencia, historia o poema, lo relevante es alcanzar los valores propios de la escena.

La periodista Raquel Vidales nos recuerda que "la narración es perfectamente legítima en un teatro con vocación omnívora que admite cualquier nutriente que lo enriquezca y actualice". La única prevención hay que situarla en el objetivo de alcanzar el suficiente grado de intensidad sobre el escenario.

'Rabia' se agarra al espíritu de Brook para escapar a la ortodoxia de lo previsible que nos llevaría a convertir la narración de la novela en un monólogo que situaría al personaje principal en el centro de la historia para contarnos su experiencia en primera persona. Pecado embargo, la adaptación de Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo apuesta por una narración oral en tercera persona que nos sitúa en un nuevo territorio. La frontera entre la fuente tradicional del lenguaje teatral donde los acontecimientos toman vida en el escenario para describir la peripecia; y un territorio donde la peripecia se construya a partir de la enunciación de un narrador en tercer persona que hace un gran esfuerzo para vincularse al hecho escénico mediante tres pilares fundamentales: Escenografía, dirección y espacio sonoro.

Una gran escalera diseñada por Emilio Valenzuela ocupa la parte central del escenario. Es una escenografía con apariencia de rotunda mole gris, que se transformará en diferentes texturas mediante la combinación de los elementos constructivos que la constituyen, y un juego de luces y sombras diseñado por Juan Gómez Cornejo.

Esta estructura cumple dos funciones: Contenedor de historias y reloj que marca el devenir temporal de la peripecia. Tolcachir le confesaba a la periodista Cecilia Hopkins que los cambios de vista para engrandecer o empequeñecer el espacio no dejan de ser "estímulos que despierten la imaginación del que observa". Las modificaciones del espacio escenográfico son invitaciones para que el espectador complete la parte de la acción visual que se le niega. No se trata por tanto de la tradicional relación de actor emisor- público-receptor. El reto en este caso es que un semillero de escenografías imaginadas pueble cada una de las cabezas de los espectadores.

Tolcachir comparte el trabajo de dirección con Lautaro Perotti y entre ambos han diseñado un trabajo gestual que comenzó con la apropiación espacial del escenario incluso ante de comenzar la función. Aún no había terminado la locución de megafonía para pedirnos que olvidáramos por un momento nuestros teléfonos móviles cuando el actor ya estaba ahí, captando la atención del público. Y funciona. Desde ese momento es imposible quitarle los ojos de encima. Las cartas están boca arriba desde el principio. El actor que pasea por el proscenio en realidad es un narrador. Rodea la escalera. Sube y baja. El relato se mueve entre diferentes formas y distinta intensidad. Merodea el espacio y sus interiores. Se asoma. Se detiene y mira al patio de butacas para confirmar que sigues con él. Paradas. Silencios. ONU sonido que a veces es el chasquido de sus botas sobre un peldaño y otras su respiración. Son momentos claves porque la narración oral se detiene pero el teatro continúa en la escenografía y en el cuerpo del actor. ¿Es posible que la voz de un narrador tenga cuerpo de actor? Se relaja para beber agua y sonarse Los Mocos. Esas acciones estarían fuera de lugar en un actor al uso escondido tras la piel de un personaje porque nos expulsarían de la peripecia. Aquí ocurre todo lo contrario. Aumenta el magnetismo y se confirma que la cuerda entre el escenario y el público está todavía más tensa.

El elemento más importante con el que se construya la historia es la expresión oral. Algo que parece evidente si nos encontramos ante un narrador y sin embargo, como afirma el productor de música clásica Mäkelä Pedersen "la orquesta está acostumbrada a tocar para el público y es diferente hacerlo para el micrófono" Algo parecido le ocurre a un actor. Una cosa es proyectar la voz y otra muy diferente que los sonidos, además de transportar el mensaje, se conviertan en un signifícate mediante el aliño técnico de un espacio sonoro diseñado por Sandra Vicenta y así — al mismo tiempo que las cuerdas vocales de Tolcachir controlan el flujo verbal, ajustan el tono y se dejan mecer por las pausas — la electricidad ecualiza los sonidos para simular los espacios por los que transita el personaje. Esos fueron los momentos en los que narrador, personaje y acción estuvieron más juntos pero entonces... ¿qué ocurre con el espectador que está viendo el artificio del sonido y de la narración? Tolcachir se lo contó a la periodista Cecilia Hopkins. Las texturas de los diferentes sonidos son muy importantes porque el personaje de la historia no puede ver, por eso escucha y el espectador, además de escuchar, tiene que imaginar lo que sucede para completar todos los huecos que precise para confeccionar una peripecia personalizada.

La función terminó con la ovación cerrada de un público entregado que en buena parte se puso de pie, y sin embargo hay un dilema pertinente que merece respuesta. ¿'Rabia', como escribe Raquel Vidales, confirma que el relato de los hechos se come al personaje de la novela de ¿Bizzio?; o por el contrario ¿'Rabia'crea esa tensión dramática que Peter Brook exige a cualquier estilo literario para aproximarlo al hecho escénico de un personaje contando una historia?

Hace unos días lance esa pregunta a dos espectadores de la función. La narradora oral y el actor han declinado amablemente meterse en ese berenjenal, así que toca mojarme en soledad. No recuerdo cuando olvidé aquello de la tercera persona y el narrador, pero lo cierto es que muy pronto tuve la sensación de que 'Rabia' trastocaba esa relación mediante un trabajo técnico y actoral que situaba al personaje en escena en el centro de un hecho escénico.

 

'Rabia'

Producción: Producciones Teatrales Contemporáneas, Pentación, Timbre 4, Morris Gilbert-Mejor Teatro.A partir de la novela de Sergio Bizzio. Adaptación: Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza, Mónica Acevedo. Dirección: Lautaro Perotti y Claudio Tolcachir. Interpretación: Claudio Tolcachir. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Espacio sonoro: Sandra Vicente. Vídeo escena y escenografía: Emilio Valenzuela. Ayudantes de dirección: Mónica Acevedo y María García de Oteyza. Mariano Pagani, Teatro Picadero y Hause & Richman

Sábado 4 de mayo de 2024. Teatro de las Esquinas


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15 junio 2024

El Padre


 


La angustia de olvidar quien eres

La actriz Carmen Elías escribió un libro cuando le diagnosticaron alzhéimer. ’Cuando ya no sea yo’ era una espera activa mientras la enfermedad y el miedo ante la irreparable pérdida de la identidad se iban apoderando de ella. Como dijo Sylvia Plath, «lo que quiero recuperar es lo que era» En ‘El Padre’ llegamos tarde para recuperar quien era el protagonista, porque ya ha recorrido un buen trecho de la travesía hacia las tinieblas, y todas las referencias a su personalidad están trucadas. Unas por la conmoción de una hija atrapada en la encrucijada de como tomar las riendas de la vida de la persona que ha sido figura de amor y autoridad. Pero las de mayor impacto provienen de situar al espectador en medio del laberinto donde las conexiones cerebrales se pierden para provocar cortocircuitos y desbarajustes.

El texto de Florián Zeller tiene el talento de diseccionar las conductas habituales ante la demencia. Muestra la prevalencia femenina en los cuidados. Reflexiona sobre el trato condescendiente y la repetición en la sorpresa de los que se enfrentan al enfermo desmemoriado. Repite frases en bucle que alteran la percepción de la realidad, y utiliza la risa como válvula de escape para que la incomodidad ante las confusiones carezca de importancia, hasta que el tono de comedia se precipita hacia un final sin esperanza.

La sobriedad escénica marca saltos temporales aliñados por un diseño de luces y sonido que alteran la percepción de la realidad, mientras el peso de la peripecia recae en un delicado trabajo actoral de contención en gestos y palabras, y dejar en primer plano la naturalidad de un Josep María Pou que juega con el humor, hiere con crueldad inocente, y nos lleva desde la ironía del viejo cascarrabias hasta la angustia de quien está definitivamente perdido.

‘El Padre’

Calificación: 4 estrellas

Producción: Teatre Romea. Autor: Florián Zeller. Dirección: Josep María Mestres. Reparto: José María Pou, Cecilia Solaguren, Elvira Cuadrupani, Jorge Kent, Alberto Iglesias, Lara Grube. Técnicos de luces: Jaime Quinteros y Jordà Porcel.Técnico de sonido: Dani Seoane.

Jueves 13 de junio de 2024. Teatro Principal





'El padre', con Josep Maria Pou: La angustia de olvidar quién eres (heraldo.es)

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