El Castillo de Lindabridis
Una aventura tan moderna como de otros
tiempos
El humanista italiano Flavio Biondo del
siglo XV dividió la historia en tres edades: antigua, media y moderna. Lo hizo
desde una superioridad intelectual y cultural que se permitía definir a la Edad
Media como la época de tránsito entre las edades gloriosas de las civilizaciones
occidentales, entre Grecia y Roma y la época moderna de entonces.
Las novelas de caballería son el producto
de esa transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Entre finales del
siglo XV y principios del XVI se escriben obras de aventuras fantásticas en los
que caballeros luchan contra poderosos enemigos.
Calderón de la Barca le dio un buen
empujón al teatro en el siglo XVII. Renovó, amplió y embelleció la fórmula
teatral de Lope de Vega para incorporar los espectaculares efectos del barroco
en el teatro cortesano de amoríos, conflictos de poder y estilo refinado. Es un
momento clave para el oficio de escenógrafo que Cosimo Lotti aprovechó para
ayudar a Calderón y que las representaciones en las salas palaciegas recogieran
efectos de magia que simulaban tormentas, vuelos o metamorfosis.
Estos nuevos lenguajes narrativos no se
podían llevar a cabo en las corralas de la época donde todavía lo esencial era
la palabra. Hubo que esperar hasta el siglo XVII para incorporar una
espectacularidad que se hizo patente en el teatro del siglo XVIII hasta tal
punto, que la importancia del escenógrafo se enfrentaba a la del autor.
Ana Zamora hace gala del dominio de ambas
profesiones para construir una versión de ‘El castillo de Lindabridis’ que brinda
con todas las influencias que se han citado para, como reza el programa de
mano, transformar el encuentro con los espectadores del siglo XXI en una fiesta
cortesana de época de Felipe IV.
La escenografía de Cecilia Modano y David
Faraca, y el vestuario de Deborah Macias son las piezas de un mecano para moldear
paisajes que a veces parecen históricos, pero en cuanto te descuidas se
transforman en imaginarios. El trajín que se produce en el escenario está
plagado de detalles y pequeños gestos, movimientos asesorados por Fabio
Mangolini, para que todo el trabajo de objetos de David Faraca forme parte de
una coreografía con dos planos. Mientras uno tiene carácter utilitario, en el
otro es donde se desarrolla la interpretación diseñada por Javier García Ávila y
ambos se coordinan perfectamente. Asistimos a una metamorfosis material donde el
trasiego de instrumentos musicales, cascos de caballeros, espadas para duelos, faldones
con escudos nobiliarios y una cofia de encaje tiene una función eminentemente
práctica para situar cada elemento en su sitio, y al mismo tiempo la peripecia
se desarrolla en el plano narrativo. Intérpretes y músicos transitan transitan
de uno a otro a a las mil maravillas y en perfecta sincronía. El lenguaje
corporal, el ritmo endiablado del verso, y unas miradas que rompen la cuarta
pared apelan al espectador para que no pierda ripio de todo lo que acontece.
María Alejandra Saturno explica que los
arreglos y la dirección musical tienen la relevancia que Calderón les otorga en
el texto. Acotaciones como «cantan todos» o «suenan cajas y clarines», funcionan como ventanas abiertas de par en par para que entren la
inspiración de canciones nuevas y un estudio historiográfico de altos vuelos para bucear en las músicas originales
del siglo XVII hasta conseguir una banda sonora que, al servicio del
acontecimiento teatral, aumenta la receptividad del espectador mediante la
interpretación sobria y elegante de unas melodías que brotan de materiales tan
nobles como maderas, cuerdas y cuero.
La dirección de Ana Zamora tiene empaque
de sobra para integrar todos los elementos narrativos del mundo medieval y la
comedia cortesana y destilar una atractiva experiencia visual, sonora e
interpretativa. Su primer paso fue realizar una adaptación necesitaba pelearse
con un autor que «no se deja cortar», y que
sin embargo necesitaba una buena sesión de lavar y marcar hasta suavizar
el impacto de un lenguaje grandilocuente y plagado de vericuetos al que no está
acostumbrado el espectador contemporáneo. Se trataba de concentrar toda la potencia
de la obra en la acción principal, distribuir el espacio, dosificar la acción,
y menear el canasto de la escenografía para que brillen bailes, luchas, y ese
tejemaneje de un ir y venir para volar entre nubles, acariciar las olas del
mar, y detener el alboroto que deja paso a la prosodia perfecta de las palabra
y el ritmo hipnótico de la rima, unas veces en pausado soliloquio y otras en el
vértigo de un diálogo picadito.
‘El castillo de Lindabridis’ es una
gustosa aventura contemporánea protagonizada por el amor que se la juega en el
combate, el arrojo enamorado de mujer travestida y la inteligencia estratégica
y sentimental de una princesa que quiere tomar el poder.
______
‘El castillo de
Lindabridis’ es un espectáculo coproducido por Nao d´amores y la Compañía
Nacional de Teatro Clásico. Versión y dirección: Ana Zamora. Intérpretes: Miguel
Ángel Amor, Mikel Arostegui, Alfonso Barreno, Alba Fresno, Inés González, Paula
Iwasaki, Alejandro Pau y Isabel Zamora. Asesor de verso: Vicente Fuentes /
Fuentes de la Voz. Arreglos y dirección musical: Miguel Ángel López / María
Alejandra Saturno. Vestuario: Deborah Macías (AAPEE). Escenografía: David
Faraco / Cecilia Molano. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Coreografía: Javier
García Ávila. Trabajo de objetos: David Faraco. Asesor de movimiento: Fabio
Mangolini. Asesor de danza barroca: Jaime Puente. Asesor de armas: José Luis
Massó (AAPEE). Ayte. de dirección: Álvaro Nogales. Ayte. de escenografía: Almudena
Bautista. Ayte. de vestuario: Victoria Carro. Realización de escenografía: Purple
Servicios Creativos. Realización de vestuario: Maribel Rodríguez y Ángeles
Marín. Realización de utilería: Miguel Ángel Infante y Paco Cuero. Pintura
escenográfica: Nuria Obispo. Prensa: Josi Cortés. Técnico maquinista: Juan
Manuel Román. Dirección técnica: Fernando Herranz. Producción ejecutiva: Germán
H. Solís
Teatro de la
Estación. Marzo de 2024
Etiquetas: Ana Zamora, Compañía Nacional de Teatro Clásico, critica teatro, Nao d´amores, Teatro de la Estación
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home