Emotional collage theater
La fuerza emotiva de una disección teatral
El título de la función ‘Emotional collage theater’ y el
diseño del cartel es una sugerencia inmediata
que nos lleva a una creación donde diferentes elementos forman una
representación teatral que juega con la yuxtaposición de texturas, formas y
colores hasta crear una obra original. Sin embargo mi sensación fue la de
presenciar un ejemplo práctico de lo que el cocinero Ferrán Adriá definió como
deconstrucción: una técnica que descompone los sabores para integrarlos en
nuevas texturas que respetan la esencia de los ingredientes y su armonía.
La primera ruptura es la modificación del espacio para que
la acción teatral y la percepción del público ocupen el mismo lugar. Las sillas
de los espectadores se disponen sobre el escenario para formar la figura
ovalada de un Circo Romano. Los actores irrumpen en la arena de su interior,
pero también saltan por encima de las gradas y ocupan un nuevo espacio en el
perímetro exterior. De esta manera el aparente desorden inicial se sustituye
por una nueva escenografía en equilibrio.
En la arena del circo se habla de los aspectos creativos de
la profesión, desde la frase cotidiana que merece teatralidad hasta las teorías
filosóficas de la representación o las paradojas que acechan al actor, hasta
que la teoría se detiene para que brote la belleza de los textos literarios.
El movimiento de los actores, que a veces es estático, se me
antoja la triangulación del billar que combina golpes a tres bandas con el
impacto de una réplica que a veces expulsa al interlocutor de la partida, hasta
que la dramaturgia abandona los límites impuestos por la ficción y su teoría, olvida
los desvaríos metateatrales y ocupa el perímetro para que los actores recuperen
la piel del ciudadano que hasta entonces había permanecido sepultada por el
vestuario de otro personaje. Es el momento de la carrera de las quejas a paso
ligero de mundo profesional lleno de malajes que contamina la vida del actor.
El sufrimiento ha dejado de ser papel, monólogo o rima. Ahora los males son de
carne y hueso. Del estrecho faranduleo de la vanidad a la nómina menguante que
no da para aguantar el despotismo mediocre del director de escena, y por favor
que nadie huela tanta infelicidad.
Las carreras de las quejas comenzaron en el perímetro exterior
pero terminaron en un círculo interior que nos habla de la dificultad con la
que se enfrentan los actores para separar, y al mismo tiempo unir, los territorios
de la ficción y la realidad. Quien sabe si la culpa, la culpa, la grandísima
culpa es el método que santifica el rito de poner los sentimientos personales
al servicio de unos personajes con los que disfrutan al mismo tiempo que se vacían.
La cercanía con los actores es óptima para chequear su
respiración, los ligeros temblores en la voz y la luminosa seguridad del
movimiento firme y la frase bien dicha para sostener una estructura narrativa
compuesta por saltos aparentemente sin orden ni concierto, y de los que puedes
extraer diferentes deleites. Desde dejarte llevar por el soniquete rítmico de la
excelente prosodia de los actores en el acto lúdico de mecerse en los significados
poéticos, mientras los abandonas en el laberinto de una compleja reflexión de
autoconocimiento. Pero eso sería desaprovechar el talento en la escritura y la representación.
El reto fetén es zambullirse en la catarata de conceptos teóricos, y acompañar
a los actores en la gozosa desesperación que abarca la amplitud de un trabajo
que les lleva del lenguaje coloquial a las disertaciones que festejan las
aceras de la filosofía. Esa cosa tan extraña de que los protocolos y
procedimientos para levantar una buena actuación también sirven para manejarte
por la vida, y como la construcción del personaje, ese salto que va de la
inseguridad del oscuro al brillante proscenio de la luz cenital, te puede
ayudar a profundizar en las contradicciones y la complejidad de la vida real.
‘Emotional collage theatre’ disecciona las entrañas del
mundo teatral para mostrar las vísceras del lugar donde nacen las historias que
se representan. Nos enfrentamos a la aventura del hacha que corta cabezas desorientadas, la
picadora de egos trasnochados y las benditas palabras para que la poesía tenga
ritmo y acción. Un tratado que quiere explicar, y quien sabe si justificar,
todos y cada uno de los sufrimientos y placeres que van y vienen del escenario
al aplauso en el patio de butacas, del miedo en el camerino a la soledad del
hotel. O en palabras de Edurne Portela “La ficción como territorio para
explorar la incertidumbre, sumergirnos en la densidad de la historia y
comprender el comportamiento humano.”
'Emotional collage theatre'
Nova Compañía / Teatro del Temple. Dramaturgia: Irene Herrero,
Carlos Martín y Alfonso Plou a partir de textos de Mamet, Rambert, Liddell y
otros. Intérpretes: Fany Gijón, Laura Lúa, Nuria Pichardo, Jorge Rado y Evelia
Sancho
Lunes 27 de mayo de 2024. Teatro de las Esquinas.
Etiquetas: Alfonso Plou, Carlos Martín, Evelia Sancho, Fany Gijón, Irene Herrero, Jorge Rado, Laura Lúa, Nova Compañía, Nuria Pichardo, Teatro de las esquinas, Teatro del Temple