La curvatura de la córnea

10 junio 2024

Deambulatorio en La Tasca de Sandro


 

Deambulatorio en La Tasca de Sandro

En La Tasca de Sandro de la Plaza Diego Velázquez hay una mesa para los poetas de Torrero. Dicen por ahí que algunos poetas aprovechan los rayitos de sol que se cuelan en las mañanas de invierno. Cañas y pinchos de tortilla para escribir versos.

 Miguel Ángel Ortiz Albero se sienta en esa mesa después de sus paseos por le barrio. Su descanso no es para escribir, si acaso anota en una libretita todas las ideas que el Paseo le ha regalado. El poeta necesita la quietud de su casa para escribir hasta que los textos piden acción. Entonces se cita con David y la mesa de los poetas de Torrero se convierte en la oficina de Pregunta Ediciones, pero el protagonismo de las cañas, los pinchos de tortilla y los rayitos de sol siguen intactos y marcan el camino, esta vez sedentario, para diseñar un libro que se ha pensado andando, se ha escrito sentado y se ha editado con el mimo de unas fotos en las que Marta L. Lázaro baja del pedestal a los más ilustres de la ciudad.

Cualquier zaragozano sabe que cuando digo ciudad me estoy refiriendo a Zaragoza y que Torrero, esa estación mental por la que paseo Ortiz Albero es otra cosa muy diferente que nada tiene que ver ni con límites geográficos ni códigos postales. Torrero es cualquier territorio por el que pasea el poeta y que va más allá de la topografía. Torrero es ese lugar poético emparentado con la memoria del hijo que camina junto al padre, y del moderno de los años ochenta que patea con sus colegas todos los garitos de la ciudad en busca del vino más barato que no se pueden pagar.

Pero que no te confundas. Este discurso de Ortíz Albero que puede parecer, y tal vez lo sea, una alabanza al costumbrismo que habla de la música de los gitanos y el baile de una cabra, que a mí me lleva a los días de crio cuando viajaba de Utrillas al Barrio de Las Fuentes para ver en los cines de estreno Las Guerras de las Galaxias. Los recuerdos del poeta disminuyen su tamaño para convertirse en una prosa poética fragmentaria que, tuneada por las referencias a otros autores que también han paseado por Torrero y al compás de un estudio teórico sobre los Artes del Caminar, se convierte en un producto cultural con un peso específico que se escapa a la liviana inmediatez de estos tiempos.

Y aunque Ortiz Albero escribe que "En esta recolección intento olvidarme de mí mismo", lo cierto es que su biografía personal y social ha estado presente en esta deliciosa presentación de 'Deambulatorio' en La Tasca de Sandro

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