Soñando Dulcinea
El Quijote como nunca te lo han contado
Nuria Galache Sánchez, autora, actriz y directora de 'Soñando
Dulcinea', recuerda que la pluma de Cervantes nos regaló un personaje que forma
parte irrenunciable a nuestro imaginario sobre el amor. A partir de esa
recomendación buceé en un análisis de la profesora Mariapia Lamberti que parte
de una premisa: Dulcinea no es una creación de Cervantes. Su creación y
desarrollo tan solo pertenece a Don Quijote porque solo vive en su mente y en
su corazón, y de allí se proyecta hacia afuera.
La función 'Soñando Dulcinea' se alimenta de esta aparente
contradicción y a o largo de su desarrollo encontramos interesantes pinceladas
que ponen de relieve las diferencias entre una Dulcinea transcendente, y una
Dulcinea de carne y hueso que en realidad se llama Aldonza Lorenzo.
La representación comienza con la energía de una Dulcinea que
nos reta a pensar en ese camino que va del amor a la obsesión, y como una
persona amada sin su consentimiento puede sentirse tan acosada que llega a
definirse como víctima. Es una manera muy valiente de darle la vuelta al calcetín
que siempre nos habla de Dulcinea como la sublimación del amor y que en
realidad, como afirma el profesor Manuel Canga, es una cuestión práctica de Don
Quijote que, como cualquier Caballero Andante que se precie, necesita de una dulce
señora para hincar la rodillas ante ella y ofrecerle todos los trofeos
obtenidos en batallas y duelos sin par.
Aldonza Lorenzo es la cara real de la moneda de estos amoríos.
Un recuerdo lejano en la memoria de Alonso Quijano y muy presente en la de su
escudero Sancho que, como nos recuerda Lambert, es capaz de dar una descripción
detallada de su robustez y fuerza hombruna tan alejadas de la tradicional
idealización de la figura de la mujer. La dualidad Dulcinea-Aldonza se convierte en un momento clave en la obra de
Cervantes cuando Don Quijote replica a su escudero que a él le basta pintar en
su imaginación la belleza de su dama y así, de una manera mucho más práctica
que amorosa, conforma una transfiguración completa, consciente y voluntaria
para dejar claro que Aldonza no es Dulcinea. Veamos como 'Soñando Dulcinea' se
alimenta de la separación de ambos personajes alcanzando algunos momentos muy
interesantes dentro de la representación.
Partimos de una máxima: La figura de Dulcinea es tan solo
una ficción en la cabeza de Don Quijote, que por los azares de la novela
escrita por Cervantes se relaciona con los demás personajes a través de las
descripciones del Caballero de la Triste Figura y así, mientras Quijote alude a
un personaje creado en su imaginación que en la realidad de la novela no
existes, el resto de los personajes con los que el Cabalero Andante se
encuentra lo toman como una figura real. Una deliciosa pirueta argumental que
en la función tan solo aparece como una breve pincelada para, despachada con se
excesiva celeridad, abandonar la interesante posibilidad dramática de profundizar
en las relaciones de quienes por orden de Don Quijote van hasta el Toboso a
rendir pleitesía a Dulcinea.
El otro momento interesante está protagonizado por Aldonza
Lorenzo cuando, para atender el pertinente dilema sobre las quejas de Dulcinea
sobre el sufrimiento que le produce un
amor no deseado, la labradora apela el caso de la pastora Marcela que, por pertenecer
a los personajes reales de la novela de Cervantes como la propia Aldonza, es
una figura ideal para reivindicar un discurso que, escrito hace cuatro siglos,
es un alegato que nos apela directamente para poner en relieve la libertad de
amar o de no hacerlo, con independencia de lo que piensen o de que se enamoren
los demás.
Otro momento interesante de la función es la apelación que
Aldonza Lorenzo hace a Marcela. El dilema es muy pertinente porque si las
quejas de Dulcinea sobre la forma en la que tiene que sufrir el amor de su
amado provienen de una ficción en la cabeza de Quijote, en el caso de un
personaje tan real como la pastora Marcela. Una figura que muy recientemente ha
sido objeto de estudio a través de una función en el recién inaugurado Teatro
Cervantes de Madrid donde, como nos recuerda Rocío García, la actriz Celia
Freijeiro, la directora Leticia Dolera y la dramaturga María Folguera recuperan
un discurso en favor de la libertad de amar, o de no hacerlo, un alegato
escrito hace cuatro siglos que nos apela directamente.
'Soñando Dulcinea' deja pasar la oportunidad de recoger todo
ese impulso emotivo de gran potencial teatral que significa el vendaval de
inteligencia argumentativa de Marcela, y como pone en su sitio las cuitas sobre
bellezas y amores. Es cierto que sobre el escenario brilla la prosodia de la actriz,
pero también falta aliento dramatúrgico para, además de apelar al público de la
sala, convertir el alegato de Marcela en el bálsamo de Fierabras para aliviar
los pesares de una Aldonza Lorenzo tan alejada de los ideales de los hombres como
cautiva de la figura de Dulcinea.
El desarrollo dramático de la función, más allá de los
caminos alternativos a los que podría subirse, muestra una mirada femenina
sobre lo acontecimientos narrados por Cervantes, y quizás por eso, la representación profundiza
en la disputa que tienen Sancho y Quijote a la sobre la percepción que cada uno
de ellos tienen del personaje conformado por el binomio Aldonza-Dulcinea. Pero
lo hace mediante una escena que se apunta a simplificar el complejo cambio de
perspectiva al que se ven sometidos quien monta en burro y quien lo hace sobre
un rocín.
Julio Rodríguez Luís nos suministra unas indicaciones de uso
para comprender el cambio de perspectiva que sufren Sancho y Quijote en
relación a Dulcinea. La versión de La Befana Teatro simplifica la historia
cuando se centra por completo en una escena que tiene lugar durante la tercera
salida de nuestro Caballero Andante, justo cuando la mirada del escudero y el
caballero se invierte con respecto a todo lo que ha ocurrido anteriormente con
Dulcinea y así, Sancho se aparta por completo de la descripción de la campesina
que había expresado en el pasado y se dedica a loar todos los estereotipos sobre
el retrato ideal de Dulcinea. Sin embargo Don Quijote, que ya ha olvidado por
completo la existencia de Aldonza Lorenzo, tan solo quiere disfrutar de la
belleza de su dama que en esta ocasión tan bien describe Sancho, pero ante los
ojos del Quijano solo aparece el perfil hosco de la labradora. Y así la parodia
princesa-labradora da un vuelco que Don Quijote asigna a la malignidad de magos
que nublan su mente para impedirle disfrutar de la belleza de su señora.
Nuria Galache Sánchez tiene sobrada presencia escénica y una
afinada prosodia para llevar hacia adelante una función en la que prima una
manera fresca de interpretar, romper la cuarta pared para fijar la atención y ocupar
el espacio. Esas herramientas son suficientes para que olvidemos la ligereza en
la construcción de los personajes, y la sensación de atropellar la peripecia
para cumplir con el lema que encabeza el cartel de la función: El Quijote como
nunca te lo han contado.
'Soñando Dulcinea'
COMPAÑÍA: La Befana Teatro. DIRECCIÓN E INTERPRETACIÓN: Nuria
Galache. AUTORÍA: Nur Sánchez. MÚSICA: Beatriz Serrano. ESCENOGRAFÍA: Alejandro
Contreras. VESTUARIO: La Befana Producciones. AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Sonia
Montecino.
Jueves 27 de junio de 2024. Teatro de las Esquinas.
Etiquetas: critica teatro, el pollo urbano, La Befana Teatro, Nuria Galache Sánz, Teatro de las esquinas
1 Comments:
La obra me gustó mucho, también las diversas definiciones sobre El Amor que leía una voz en off, además de todo lo que tú has dicho ya y a lo que yo no alcanzaría a expresar. Sin embargo sentí que a la actriz le faltó fuerza, energía, modular la voz, parecía que todo el texto era igual, me resultó su interpretación muy monótona, y salí del teatro algo decepcionada. Un saludo, Javier.
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