Rabia
El centro de un hecho escénico
Peter Brook en su libro 'El espacio
vacío' de 1969 afirma que cualquier palabra dicha sobre un escenario tiene
valor en relación a las tensiones que crea y que, más allá de su valor
literario en forma de novela, conferencia, historia o poema, lo relevante es
alcanzar los valores propios de la escena.
La periodista Raquel Vidales nos recuerda
que "la narración es perfectamente legítima en un teatro con vocación omnívora
que admite cualquier nutriente que lo enriquezca y actualice". La única
prevención hay que situarla en el objetivo de alcanzar el suficiente grado de
intensidad sobre el escenario.
'Rabia' se agarra al espíritu de Brook para
escapar a la ortodoxia de lo previsible que nos llevaría a convertir la
narración de la novela en un monólogo que situaría al personaje principal en el
centro de la historia para contarnos su experiencia en primera persona. Sin embargo, la adaptación de Claudio
Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo apuesta por
una narración oral en tercera persona que nos sitúa en un nuevo territorio. La
frontera entre la fuente tradicional del lenguaje teatral donde los acontecimientos
toman vida en el escenario para describir la peripecia; y un territorio donde
la peripecia se construya a partir de la enunciación de un narrador en tercer
persona que hace un gran esfuerzo para vincularse al hecho escénico mediante
tres pilares fundamentales: Escenografía, dirección y espacio sonoro.
Una gran escalera diseñada por Emilio
Valenzuela ocupa la parte central del escenario. Es una escenografía con apariencia
de rotunda mole gris, que se transformará en diferentes texturas mediante la
combinación de los elementos constructivos que la constituyen, y un juego de
luces y sombras diseñado por Juan Gómez Cornejo.
Esta estructura cumple dos funciones:
Contenedor de historias y reloj que marca el devenir temporal de la peripecia.
Tolcachir le confesaba a la periodista Cecilia Hopkins que los cambios de vista
para engrandecer o empequeñecer el espacio no dejan de ser "estímulos que
despierten la imaginación del que observa". Las modificaciones del espacio
escenográfico son invitaciones para que el espectador complete la parte de la
acción visual que se le niega. No se trata por tanto de la tradicional relación
de actor emisor- público-receptor. El reto en este caso es que un semillero de escenografías
imaginadas pueble cada una de las cabezas de los espectadores.
Tolcachir comparte el trabajo de
dirección con Lautaro Perotti y entre ambos han diseñado un trabajo gestual que
comenzó con la apropiación espacial del escenario incluso ante de comenzar la
función. Aún no había terminado la locución de megafonía para pedirnos que
olvidáramos por un momento nuestros teléfonos móviles cuando el actor ya estaba
ahí, captando la atención del público. Y funciona. Desde ese momento es imposible
quitarle los ojos de encima. Las cartas están boca arriba desde el principio.
El actor que pasea por el proscenio en realidad es un narrador. Rodea la
escalera. Sube y baja. El relato se mueve entre diferentes formas y distinta
intensidad. Merodea el espacio y sus interiores. Se asoma. Se detiene y mira al
patio de butacas para confirmar que sigues con él. Paradas. Silencios. ONU
sonido que a veces es el chasquido de sus botas sobre un peldaño y otras su
respiración. Son momentos claves porque la narración oral se detiene pero el
teatro continúa en la escenografía y en el cuerpo del actor. ¿Es posible que la
voz de un narrador tenga cuerpo de actor? Se relaja para beber agua y sonarse
Los Mocos. Esas acciones estarían fuera de lugar en un actor al uso escondido
tras la piel de un personaje porque nos expulsarían de la peripecia. Aquí
ocurre todo lo contrario. Aumenta el magnetismo y se confirma que la cuerda
entre el escenario y el público está todavía más tensa.
El elemento más importante con el que se
construya la historia es la expresión oral. Algo que parece evidente si nos
encontramos ante un narrador y sin embargo, como afirma el productor de música
clásica Mäkelä Pedersen "la orquesta está acostumbrada a tocar para el público
y es diferente hacerlo para el micrófono" Algo parecido le ocurre a un actor.
Una cosa es proyectar la voz y otra muy diferente que los sonidos, además de
transportar el mensaje, se conviertan en un signifícate mediante el aliño técnico
de un espacio sonoro diseñado por Sandra Vicenta y así — al mismo tiempo que
las cuerdas vocales de Tolcachir controlan el flujo verbal, ajustan el tono y
se dejan mecer por las pausas — la electricidad ecualiza los sonidos para simular
los espacios por los que transita el personaje. Esos fueron los momentos en los
que narrador, personaje y acción estuvieron más juntos pero entonces... ¿qué
ocurre con el espectador que está viendo el artificio del sonido y de la
narración? Tolcachir se lo contó a la periodista Cecilia Hopkins. Las texturas
de los diferentes sonidos son muy importantes porque el personaje de la
historia no puede ver, por eso escucha y el espectador, además de escuchar,
tiene que imaginar lo que sucede para completar todos los huecos que precise para
confeccionar una peripecia personalizada.
La función terminó con la ovación cerrada
de un público entregado que en buena parte se puso de pie, y sin embargo hay un
dilema pertinente que merece respuesta. ¿'Rabia', como escribe Raquel Vidales,
confirma que el relato de los hechos se come al personaje de la novela de
¿Bizzio?; o por el contrario ¿'Rabia'crea esa tensión dramática que Peter Brook
exige a cualquier estilo literario para
aproximarlo al hecho escénico de un personaje contando una historia?
Hace unos días lance esa pregunta a dos
espectadores de la función. La narradora oral y el actor han declinado
amablemente meterse en ese berenjenal, así que toca mojarme en soledad. No
recuerdo cuando olvidé aquello de la tercera persona y el narrador, pero lo
cierto es que muy pronto tuve la sensación de que 'Rabia' trastocaba esa
relación mediante un trabajo técnico y actoral que situaba al personaje en
escena en el centro de un hecho escénico.
'Rabia'
Producción: Producciones Teatrales
Contemporáneas, Pentación, Timbre 4, Morris Gilbert-Mejor Teatro.A partir de la
novela de Sergio Bizzio. Adaptación: Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María
García de Oteyza, Mónica Acevedo. Dirección: Lautaro Perotti y Claudio
Tolcachir. Interpretación: Claudio Tolcachir. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Espacio
sonoro: Sandra Vicente. Vídeo escena y escenografía: Emilio Valenzuela. Ayudantes
de dirección: Mónica Acevedo y María García de Oteyza. Mariano Pagani, Teatro
Picadero y Hause & Richman
Sábado 4 de mayo de 2024. Teatro de las
Esquinas
Etiquetas: Claudio Tolcachir, critica teatro, Lautaro Perotti, María García de Oteyza, Mónica Acevedo, Pentación, Producciones Teatrales Contemporáneas, Sandra Vicente, Sergio Bizzio, Teatro de las esquinas, Timbre 4
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