La curvatura de la córnea

03 noviembre 2025

True West. Ocho meses de camino

 


True West. Ocho meses de camino

El 25 de abril fui a ver el estreno de ‘True West’ en el Teatro del Mercado. Iba con un elevado grado de curiosidad porque hacía menos de un mes que había tenido la suerte de asistir a uno de los primeros ensayos en El Enjambre. En este espacio creativo todavía estaban instalándose y el ensayo se hizo en una sala con el aspecto desordenado de las mudanzas que hacía las veces de escenario- Añ fondo una mesa con un ordenador para implementar la banda sonora. Tras la mesa María Andrade hablaba con Estela Algaba, su ayudante en la dirección.

Me senté muy al fondo para no molestar, tenía una visión periférica, lejos de la frontalidad habitual de las butacas de una sala, pero poco a poco conforme la escena tomaba músculo me fui moviendo hasta estar prácticamente encima del espacio por donde se movían los personajes. Esa atracción que me obligaba a desplazarme desde el espacio de la realidad hasta el lugar donde se construye la ficción fue el magnetismo del trabajo de actores y directora.

En el primero de los pases María Andrade deja hacer a los actores. David Diestre, Fran Martínez y Andrés Pacheco se adaptaban a un espacio que nada tiene que ver con un escenario. Ellos proponían un perfil de cada personaje. La forma de moverse, las reacciones en las réplicas, los silencios, las miradas y las intenciones. La directora al principio les dejaba hacer y el primer pasó se hizo sin interrupciones. Al finalizar María conversa a los actores sobre como entienden ellos todo el subtexto de la escena. Se llega a un acuerdo y se repite. Es evidente que la escena ha cambiado, ahora todos van en la misma dirección. A partir de ese momento María interviene un poco más, matiza, puntualiza, recuerda a los actores la intención del personaje. A veces corta el ensayo para dar una indicación muy concreta. La transformación de la escena es evidente. Las acciones y las actitudes han pasado de un somero esbozo de acercamiento general a definirse con claridad su musculatura teatral. La experiencia fue fascinante para mis ojos de espectador, comprobar cómo funciona la alquimia entre la dirección y los actores para construir la magia del teatro. Y con esa enorme expectativa me senté en la butaca el día del estreno.

Durante los días previos había leído la obra ‘True West’ de Sam Shepard. Tenía claro que la intención del autor era concentrar en el interior de una casa las tensiones y frustraciones que se produce en ese largo camino para alcanzar el mito del sueño americano. Pero como los mitos son invenciones humanas, los dos hermanos que protagonizan el texto solo pueden darse de cabezazos con la tozuda realidad, que además viene marcada por um determinado ambiente familiar que, aunque permanece semi oculto a lo largo de la representación, se muestra como la espoleta final que explica, si eso es posible, el comportamiento de los dos hermanos.

Ahí radica el interés actual de la obra, en ese grado de distancia entre la realidad y los sueños, y como toda una generación en este país se está dando cuenta de que los cantos de sirena de prosperidad que componen el mito fundacional de nuestro Estado de bienestar se están tambaleando. Un sueño roto que Berna González Herbour describe así: “Solíamos creer que la sanidad pública era un gran factor de cohesión y, la educación, un potente ascensor social en el que bastaba apretar el botón: el nivel 1 te llevaba a la escuela; el 2, al instituto o la FP; el 3 te dejaba directo en la universidad y, el 4, en el infinito y más allá, allá donde te pusiera tu valía. Ambos pilares —sanidad y educación— sostenían el Estado de derecho y un sueño de igualdad que funcionó durante décadas en España.”

La energía de la obra comenzó muy arriba y quizás por eso el enfrentamiento entre los dos hermanos resultaba demasiado evidente, demasiado grande, demasiada tensión que rompía los pequeños hilos de familiaridad que la obra conserva, ese toque que apela al espectador y le permite acercarse con cariño a los dos hermanos, y al mismo tiempo estar temeroso porque ese equilibrio corre peligro azuzado por agentes externos. Esa fue la metamorfosis que no se produjo y la que hizo tambalear la representación. Los actores se habían situado con tanta energía en cada una de sus fronteras que no no había terreno para nada más. Se hablaban pero no es escuchaban. Se miraban pero no se veían. Se tocaban pero no se sentían.

Con ese estado de las cosas, la surrealista irrupción final de la madre no podía cumplir con el objetivo de darles una nueva oportunidad porque, al fin y al cabo, la actitud de la madre no parece la más adecuada para la crianza de los zagales. Esa ruptura del mito familiar como el refugio que nunca falla, a la postre es la tabla de salvación que Shepard deja suspendida para que el espectador decida cuál es el futuro de esos dos personajes. Y en este caso eso no funcionaba.

Cinco meses después del estreno la obra volvió a los escenarios en el Centro Cívico Teodoro Sánchez Punter. Y allí me planté con la curiosidad de saber cómo había evolucionado. Todo cambió desde el primer momento. Fran Martínez y David Diestre habían alcanzado un exquisito equilibrio. Los actores tenían el imán que focalizaba mi atención, y el en ellos veía el texto encarnado. La dosificación del duelo se materializaba con subidas de tensión y bajadas de cariño que atrapaban la atención, y las ganas de saber cómo continuaban la historia. La elegancia de Andrés Pachuca parecía equilibrar la situación, sin embargo de una manera muy fina generaba el chisporroteo definitivo entre los dos hermanos. Pero sin lugar a dudas el papel más difícil es la irrupción que Nines Cárceles tiene que hacer al final de la obra, con esa madre que completa el significado. En esta ocasión sus compañeros le dejaron una mejor definición de la situación. Cuando llegó el oscuro final en la sala se mantuvo esa emoción de los grandes momentos teatrales hasta que el público rompió en una intensa ovación.

Mientras regresaba a casa pensé en esa máxima de que el teatro se hace función a función hasta que nunca deja de hacerse

 

True West’

Producción: El Enjambre Lab. Autor: Sam Shepard. Dirección: María Aladrén. Elenco: David Diestre, Fran Martínez, Andrés Pacheco Agudelo y Nines Cárceles. Dirección Técnica, escenografía y sonido: Louis Wells. Luces: Pedro Javier Mora. Vestuario: Nines Cárceles.

 


Etiquetas: , , , , , ,

29 abril 2025

True West

 



Una transformación en pausa

El mito del sueño americano ha cambiado desde la libertad individual de los pioneros donde primaba la igualdad, hasta la justicia social del New Deal que superó la Gran Depresión de los años 30, para terminar en una deriva aspiracional centrada en el consumo de bienes materiales. Shepard concentró todas estas tensiones en el interior de una casa cuando un vaquero crepuscular llegó a la Casa Blanca en los años ochenta, para salvarnos de la decadencia provocada por el bienestar social y así, True West convirtió la disputa entre dos hermanos en un debate colectivo entre el sueño mítico y la tozuda realidad. Un tema tan de ahora mismo como la consigna del nuevo sueño americano. Levantar muros y azuzar odios para regresar a la prosperidad de antaño.

El texto apela al espectador contemporáneo mediante una conflictiva relación entre hermanos. Una palmaria realidad que nos golpea hasta que se disuelve en un circunloquio absurdo por el que transitan las discusiones familiares más bizarras, desde los asuntos serios hasta las minucias de la vida.

Este objetivo se aprecia con nitidez en las tres primeras escenas en las que Fran Martínez y David Diestre debaten como contrincantes al canto de los grillos, conversan como hermanos con la luz del día, y camelan cada uno con su estilo a un eficaz Andrés Pacheco como generador del conflicto definitivo.

La metamorfosis a la que se someten los personajes altera su composición por un freno de mano invisible, que afecta a los dos hermanos cuando se quedan solos en escena. Se hablan pero no se escuchan, se miran pero no se ven, se tocan pero no se sienten. La transformación de ambos se produce en burbujas aisladas que alejan la emoción del patio de butacas. El trabajo actoral es indudable y los desajustes desaparecerán con el rodaje de la función.

 

‘True West’

Calificación: 3 estrellas

Producción: El Enjambre Lab. Autor: Sam Shepard. Dirección: María Aladrén. Elenco: David Diestre, Fran Martínez, Andrés Pacheco Agudelo y Nines Cárceles. Dirección Técnica, escenografía y sonido: Louis Wells. Luces: Pedro Javier Mora. Vestuario: Nines Cárceles.

Viernes 25 de abril. Teatro del Mercado.

'True west': una transformación en pausa


Etiquetas: , , , , , , , , ,

18 abril 2023

El peor día de mi vida


 

El peor día de mi vida o vaya usted a saber

El pasado 17 de abril se estrenó en el Teatro Bicho la función 'El peor día de mi vida' en la que participaron los usuarios del área de salud mental del Espacio Visiones de la Fundación Rey Ardid. Uno de los objetivos de esta Fundación es promover la inclusión social mediante la participación a través del arte. En ese sentido me atrevo a señalar que la interpretación a través del teatro tiene la virtud de aprovecharse de las esencias que visten al oficio de actor: Situarse delante del público y estar presente sobre el escenario en un aquí y ahora sin intermediarios, visibilidad sin trampa ni cartón, está persona que ven ustedes soy yo y me voy a transformar en el personaje que necesita la historia que les vamos a contar.

La función homenajea el tipo de humor que la película 'Clerks' (1994) puso de moda, y en el que primaba el arte del diálogo con situaciones siempre sorprendentes en medio de un decorado muy sencillo por el que Transitaban dudas, chascarrillos y unos personajes muy peculiares. 'El peor día de mi vida' recoge esa esencia para destilar anécdotas que nacen de un trabajo previo de improvisación sobre situaciones que nacen de la realidad, y a las que se les añade el puntito justo de sal para convertirlas en un hilarante momento escénico que se soporta en un espacio prácticamente vacío y con escasos elementos de atrezo para centrar la atención en lo más importante: Disfrutar del trabajo de unos actores dispuestos a construir una comedia hilarante.

El sentido del humor que destila la función se consigue gracias una dramaturgia que combina un tiempo corto y trepidante con una historia más pausada a partir de un carrusel de escenas que nacen de dos técnicas narrativas: El sketch como pieza teatral mínima en la que la comicidad se sustenta en el diálogo. El gag donde el chiste tiene el impulso fundamental de la gestualidad. Aparentemente nos encontramos ante una avalancha de minúsculas piezas dramáticas que saltan sin orden ni concierto de una situación a otra para provocar una risa inmediata provocada por la sorpresa, el malentendido o el golpe de efecto que va del humor blanco hasta el mayor de los absurdos. Pero conforme avanza una función que nos arrolla, se van introduciendo peripecias que trenzaran de una historia de desarrollo más lento hasta que abrochará el final de la función con una comicidad nutritiva, para invitarnos a reflexionar sobre el fracaso y el delicado equilibrio en el que se sustentan algunas relaciones humanas, al mismo tiempo que abre una enorme puerta a la esperanza de un océano lleno de personas tan diferentes que sería muy difícil no encontrar a alguien que esté en la misma vibración de onda que tú.

Esta combinación de una narrativa a dos velocidades también se reproduce en el trabajo actoral. Mientras Fran Martínez permanece durante toda la función en el escenario como receptor de un montón de acciones que le estallan delante de sus narices, el catalizador que centraliza el ritmo, a veces con un pequeño acelerón, pero también dejando el espacio y el tiempo necesario para que sus compañeros del Espacio Visiones articulen sus personajes con eficacia narrativa. Unos actores amateur que agitan la comedia con intervenciones encadenadas y sin descanso hasta la culminación final, cuando el patio de butacas irrumpió en una ovación atronadora como colofón a las risas y Carcajadas con las que se recibieron cada uno de los giros de la trama. Fue en medio de ese merecido jolgorio cuando pensé que el trabajo realizado entre bastidores por Eva Caballero y Adela Chávez bien se merece otra comedia, una en la que se cuente el trasiego que el espectador nunca ve, ese jaleo que se puede intuir y que consigue hacer fluir la presencia de tantos actores en danza para levantar una comedia tan guapa como "El peor día de mi vida".

____

'El peor día de mi vida'

Organiza: Teatro Bicho y Fundación Rey Ardid. Colabora: Ayuntamiento de Zaragoza. Dramaturgia y dirección: Fran Martínez. Actores: Usuarios del Espacio Visiones, Eva Caballero, Adela Chávez y Fran Martínez.

 

17 de abril de 2023. Teatro Bicho.

Etiquetas: , , , , , , ,

05 diciembre 2022

Ratas y canguros: Divertimento para mamíferos

 


Teatro Bicho ha trasladado su sede a la calle Ricardo el Arco en la margen izquierda y así, un antiguo video club se ha convertido en uno de los últimos reductos del teatro alternativo de la ciudad. El nuevo espacio se inauguró el 18 de noviembre con la función de Teatro PezKao titulada «Ratas y Canguros».

Aunque las ratas y los canguros pertenecen a la familia de los mamíferos, no es lo mismo pensar en un maldito roedor que en la simpatía de un marsupial, al menos desde nuestra latitud norte, vaya usted a saber lo que pensaran Los australianos.

La sobriedad en la escenografía invita a que la dramaturgia se extienda más allá de espacio escénico, como si el hecho teatral huyera de su responsabilidad dramática, troceara la realidad mediante escenas sueltas que, sin relacionarse directamente con el público, lo apelan sin miramientos con una dialéctica que enfatiza argumentos, conversación y discusiones, hasta deslizarse por el delicioso mundo del absurdo. Un apetitoso terreno que se deja querer por los desequilibrios cotidianos, como si todo lo que ocurre en el escenario fuera un experimento creativo de la vida, dos personajes que mutan con la única intención de encontrar un humor esencial que, entre peripecias particulares y una sutil diversión, provoque en el patio de butacas un acto de reflexión antes que una carcajada sonora.

Fran Martínez y Nashaat Conde nos regalan una interpretación en la que domina el control del tiempo, el silencio y la lentitud. Las escenas se llena de miradas y pequeños gestos para conectar un realismo desganado con las inquietudes de los personajes, pero cuando menos te lo esperas las palabras llegan en avalancha, desembocan en un desequilibrio que rompe las situaciones creadas, y nos obligan a mirar el mundo con un prisma muy particular, una lente de aumento que nos avisa del peligro de caminar permanentemente por la cuerda floja, de compartir la vida con otros mamíferos y sin embargo ¿qué otra cosa podemos hacer las ratas y los canguros más que unir nuestras fuerzas contra el apocalipsis zombi que cada día asola nuestras vidas?

 

 


Etiquetas: , , , , ,

22 mayo 2022

Padre




 Querido padre

‘Padre’ es una fábula que cierra y sintetiza una trilogía. Si ‘Nudo’ reflexionaba sobre la reacción cuando la violencia se planta delante de las narices, y ‘Manipulados’ invitaba a huir de la cárcel de nuestras vidas, en esta ocasión recorremos la distancia entre los sueños de la infancia y la realidad de un detective de narcóticos que suministra la dosis necesaria para que la sociedad pueda vivir en paz. Se trata de organizar una vida mermada por los conflictos de una gestión deficiente en la comunicación con el padre, con el algoritmo reproductor de música, y con los problemas sin resolver de las relaciones sociales y amorosas.

El discurso es una combinación de diálogos: Epistolares que reclaman al padre, del personaje consigo mismo preocupado por hacer visible su mundo, además de la búsqueda de la complicidad del público para asumir el riesgo de incorporar elementos dramáticos generados por la improvisación. Esta compleja estructura narrativa intenta dibujar una vida que se escabulle, no profundiza en los conflictos por los que transita el protagonista y deja escapar momentos de tensión sin conseguir una intriga interesante, la sombra de un villano al que querer o el perfil de un ángel al que odiar. De esta manera, aunque la palabra domina sobre la acción, se renuncia al monólogo interior como el elemento para conocer las confidencias que nos permitan entender al protagonista hasta que de repente, el final se precipita sobre la escena modificando el esquema de representación pero sin generar un golpe de efecto emocional.

La función, con pizcas de humor negro, elimina los quitamiedos que hacen aflorar nuestro lado bueno y, como en una canción de First Aid Kit, señala el melancólico camino hacia una maldad absoluta que comenzó en una carta que decía: «Querido padre»

 

Ficha técnica de ‘Padre’

Calificación: 2 estrellas

Teatro PezKao presenta una obra escrita, dirigida, producida, e interpretada por Fran Martínez. Ayudante de dirección: Evelia Sancho. Diseño de luces: Alfonso Miranda, Ricardo Ibañez y Paco Bruna.

Teatro del Mercado 20 de mayo de 2022.

Etiquetas: , , , , , ,

25 septiembre 2021

Cuando el camino siempre te lleva a tu padre


 

“Padre” es la tercera obra que Fran Martínez presenta en solitario bajo el paraguas de Teatro PezKao para conformar una trilogía junto a “Nudo” y Manipulados”.

“Nudo” era un catálogo de estímulos y reacciones. Una encrucijada entre la contención o perder los estribos, entre el comportamiento apropiado y como enfrentarte al conflicto. En realidad daba igual cual era tu reflexión porque hay un momento en la vida en el que la violencia se planta delante de tus narices y te guste o no terminaras por reaccionar y no, no sabes cómo lo vas a hacer.

“Manipulados” nos mostraba que todos nosotros habitamos en una cárcel de vidas manipuladas de la solo seremos capaces de escapar cuando consigamos ser nosotros mismos y romper el cordón umbilical que nos une al mundo.

“Padre” recoge el relevo de estas obras y las sintetiza en el protagonista de una nueva historia que sobrevive gracias al salario que obtiene con el suministro y la utilización legal tanto de la violencia como de la manipulación porque, andando la vida, una cosa son nuestros sueños de vendedor de electrodomésticos en la tienda del barrio y otra el proceloso camino de la vida que te lleva a ser un funcionario público con capacidad legal para suministrar las dosis adecuadas de violencia para que todos los demás podamos dormir en paz.

El inicio de la trama responde al esquema clásico y nuestro personaje atiende a ese consejo que le dan a los que sufren de una adicción: Toma un bolígrafo y escribe tus pensamientos. Y nuestro personaje, en camino de corregir su adicción o no, hace caso del consejo y abre camino a una confesión, si es real o inventada es lo de menos, lo sustancial es que nuestro personaje entabla una relación escrita con su padre de manera que el formato de comunicación epistolar conforma su pensamiento y la verbalización del mismo sin embargo lo sustancial, querido e improbable lector, es que esa comunicación se entabla con el padre, una figura masculina a la que más pronto que tarde casi todos los hijos terminamos por reeditar, edulcorar o perdonar, así que ya lo sabes, si vas a ver esta función es posible que te preguntes cuanto tiempo falta para convertirte en tu padre porque, esa traslación a la figura paterna no deja de ser una mirada al futuro que anuncia ese ejercicio tan sano y saludable de transformar una determinada trayectoria vital en un carrusel de luz y color detrás del que esconder todas esas cosas que nos empeñamos en olvidar, recrear o inventar. Por eso nuestro personaje tiene la prevención de narrar su punto de vista de cómo es su vida, porque ese documento escrito dejará constancia de cómo fue él sin importar si lo narrado es real o inventado.

¿Recuerdan que les dije que nuestro protagonista se gana la vida con la violencia y la manipulación? Esas serían condiciones suficientes para convertirlo en uno de esos villanos que tanto nos gustan, oscuros, odiosos y carne de cañón a manos de nuestro héroe favorito. Sin embargo nuestro personaje es capaz de sortear esos clichés y, por el arte de la improvisación, se convierte un alguien afable, simpático, capaz de sacarte un sonrisa y, esa es la gran dificultad de la función, como Fran Martínez cambia del registro epistolar de salmodia al contacto directo con el público y la comedia. Ese salto es una gran virtud de la función, pero también es un territorio que necesita crecer porque, y ahora les voy a contar un secreto, una de las maneras de trabajar de Fran Martínez es entregar al público el material de la representación cuando él sabe que todavía es un material maleable con capacidad de alcazar otras cotas, es el contacto con el público el que le dicta si debe ahondar en una dirección o buscar un camino alternativo, no me pregunten como lo hace, al parecer algunos actores saben descifrar la respiración, la risa y el silencio del público y, tal vez por eso, me atrevo a contarles por dónde me gustaría que la función creciese.

Creo que la salmodia dramática que asocia el verbo del personaje con el silabeo propio de quien va leyendo lo que escribe es un buen recurso para iniciar la función pero, perseverar en ese recurso nos aleja del personaje, y evita su crecimiento emocional, por eso a mí me faltó que cuando nuestro personaje abandona la silla, la mesa y el papel donde escribe, su registro vocal y el silabeo se transforme en un potente soliloquio interno, que las palabras fluyan en lugar de repiquetear, que el corazón tome las riendas y que la intensidad dramática determinada por la maldad se diluya de a poquitos hasta que el personaje salte al vacío, al abismo, a la gran brecha que todos y cada uno de nosotros conocemos, esa que separa el malo malasombra del buenísimo bien. Porque esa es la gran lección moral de esta fábula: La maldad nunca es absoluta y, si rascas un poco, detrás de cada malo, malísimo hay una persona deseando escribir una carta que comience diciendo: Querido Padre.

Etiquetas: , , , , ,

01 abril 2018

Un Dios salvaje o la diferencia entre una tarta y un pastel




Que la compañía Microteatro en casa represente “Un Dios salvaje” en el Teatro Principal puede parecer un contrasentido, y sin embargo no lo es. Microteatro en casa lo que busca en sus espectáculo es cambiar la relación espacial que hay entre el público y los actores, no se trata tanto de tirar la cuarta pared, como de diluirla, y ese objetivo se puede lograr en el salón de una casa pero también en un teatro convencional. La primera novedad fue que el público accedimos a la sala por la puerta de actores y recorrimos las tripas del teatro hasta llegar al escenario donde nos esperaban noventa butacas que rodeaban la escena y allí, bajo la lámpara del salón, los cuatro demiurgos dispuestos en círculo para cocinar su moral y la nuestra.
El texto de Yasmina Reza, que hace diez años pude ver con la dirección de Tamzin Townsendverlo y la interpretación de Aitana Sánchez-Gijón, Pere Ponce, Maribel Verdú y Antonio Molero, ya es un clásico dentro del teatro contemporáneo con esa vocación de espejo que invita a preguntarnos sobre nuestros comportamiento y como pueden variar en función del estallido de un determinado conflicto y al final, el conflicto es lo de menos, lo importante son nuestras reacciones reflejadas en las interpretaciones de los actores, ese delicado momento en el que la risa se paraliza porque te ves representado en la máscara social de alguno de los protagonistas y ves, incrédulo, como en cualquier momento se puede desencadenar la agresividad que vierte sal en la herida. ¿Qué somos cuando pervertimos los códigos morales por los que nos regimos? ¿Somos capaces de defender nuestros posicionamientos sin arremeter contra los posicionamientos de los demás?
Pero en realidad, mi interés por asistir a la función se centraba en los actores, quería comprobar como las energías de sus interpretaciones eran capaces de compensar la rueda que hace girar la trama, la eficacia en el equilibrio para que el viaje de los personajes no se vaya al traste, porque esa es la clave de la función, que los cuatro personajes tienen que modificar actitud y valores manteniendo la fluidez de la obra, tienen que tirar todo por la borda pero manteniendo el equilibrio y sin que nada se desborde, que todo fluya en el terreno de la credibilidad, cualquier pequeño desliz en esas transiciones emocionales puede dañar a la función de manera irreversible.
Los cuatro actores, Fran Martínez, Javier Guzmán, Pilar Aguilera e Irene Alquezar hacen un trabajo brillante y equilibrado con ese ballet imperceptible que los hace girar sobre la rueda de la vida, pero me parece que es Irene Alquezar la que tiene un puntito mayor de responsabilidad. Al fin y al cabo es su personaje el que tiene que dar un salto mayor, al menos en lo aparente, en lo corporal, es lo superficial si me lo permiten decirlo así, es ella la que tiene que merodear por un terreno donde la tentación por la parodia es enorme, y esa es una frontera peligrosísima en este caso, una línea que no se debe traspasar porque entonces el viaje de los personajes y del público se quedaría en anécdota, en chascarrillo, pasar esa línea sería quitar transcendencia a un tipo de teatro que también es una escuela de vida, que nos ayuda a comprendernos a nosotros y a entender ese mundo que está ahí fuera, donde las candilejas dejan paso a las farolas.
El Dios salvaje que nos presenta la compañía Microteatro en casa es un mecanismo de precisión que gira alrededor de los conflictos que la vida nos pone encima de una mesa salvaje aunque esté decorada con tulipanes, esos conflictos que tú y yo intentamos digerir como lo hacemos con esa porción que tanto nos gusta de la tarta de manzana y pera de nuestra abuela y que, sin embargo, terminamos por vomitar sin saber muy bien como ha sucedido.

Etiquetas: , , , , , , , , ,

20 mayo 2017

Manipulados y el cordón umbilical





Manipulados es el último montaje de Teatro Pezkao, una compañía zaragozana cuyos objetivos artísticos pasan por un teatro de corte social y de creación propia con intención de activar al espectador que casi siempre es interpelado y con el que suele buscar algún tipo de conexión. En Manipulados eso vuelve a ocurrir cuando el sacerdote al cargo del ritual no tiene reparos en manipular, manosear, sobarlo todo para alterar la verdad, que de eso trata el teatro ¿no? De decirnos desde las tablas que la vida es sueño y que sí, que todos soñamos que estamos en estas prisiones, y pese a todas las cadenas que han apretado nuestro cuerpo, en otros estados más lisonjeros nos vimos. Y esa es la clave de la función: Las cadenas.
Una cadena amarrada al cuello es la más evidente de las manipulaciones porque limita nuestros movimientos y pone en duda nuestra dignidad. Pero la evidencia se puede disfrazar, como se disfrazan los malos actores que engolan el texto para alejarse de la verdad, esa verdad acotada a tu espacio, no salgas de él, es peligroso porque ahí afuera esta la luz que te vigila y te abre el camino hasta que se apaga. A oscuras puedes ser tú, o casi tú, o lo más parecido a ti. Por lo tanto la cadena no es el problema, hay muchos mecanismos para que la manipulación nos llegue al corazón, ahí donde el amor anida, anuda y ata. Manipula tu cuerpo Danone, el teléfono Jazztel y el vendedor de mierdas como “convierte la crisis en una oportunidad”.
Fran Martínez se sube a las tablas para invitarnos a un viaje de reencarnaciones, un ciclo de nacimientos, muertes y renacimientos que muestra un universo gestionado al antojo del actor, que a veces se muestra cercano y otras vuela al mundo del simbolismo que agita manos, mueve pies y disfraza cuerpos. Esos excelentes giros en el registro actoral son los que mantienen alerta al espectador que no se puede fiar del sacerdote que a veces es actor y que nos manipula.
Manipulados, todos manipulados. Es primordial reconocerlo, ser conscientes de nuestra situación, el sacerdote del ritual te lo recuerda: Lo primero fue la palabra que permite expresar el sueño, ¿recuerdas que la vida es sueño y todos sueñan lo que son?,  lo importante es reconocerte en el sueño, ser parte de él para interiorizar el ritual que el sacerdote está ejecutando en el escenario, su misión es lograr que el sacrifico sea interno, tan suyo como del espectador: El objetivo es comprender que todos nosotros somos parte integrante de la manipulación, esa revelación es la esencia del Karma que se producirá cuando el espectador asuma que cada acción del sacerdote tiene su consecuencia, merece una retribución y determina las reencarnaciones que se van sucediendo en la representación hasta comprender que todos nosotros: El sacerdote que dirigir el ritual, los espectadores que somos un panteón politeísta o el técnico que sueña con ser Lenny Kravitz, todos y cada uno de nosotros habitamos en la cárcel de unas vidas manipuladas y para liberarnos tenemos que comprender el absoluto: La manipulación se romperá cuando empecemos a ser nosotros mismos, bueno; casi todo lo que te gustaría ser de ti mismo… si eres capaz de arrancar el cordón umbilical que nos une al mundo:




Etiquetas: , , , , , ,

08 mayo 2017

Fran Martínez en la peluquería


Etiquetas: , , , , ,

29 noviembre 2012

Nudo, de Teatro Pezkao, en la Vía Láctea.



El 24 de agosto tuve la ocasión de asistir a un pequeño adelanto de «Nudo» Fue en la inauguración de la Sala El Extintor: La compañía el Teatro Pezkao se sumó a la construcción de ese nuevo espacio con una parte de la obra que ayer pude ver entera en La Vía Láctea.
Nudo es una historia de violencia y como estos días estoy saltando entre las páginas de “Sobre la violencia” un libro de Hannh Arendt, he pensado en transcribir algunas ideas que considero interesantes.
Es difícil hablar sobre las causas, la naturaleza y teorizar sobre la agresividad del comportamiento humano cuando, cualquier grado de violencia nos lleva de inmediato al mundo animal, al salvaje que llevamos dentro. Tal vez el comportamiento violento sea una reacción más natural de lo que estaríamos dispuestos a reconocer. Se dice que la agresividad es un impulso instintivo que aparece independientemente de la provocación. Sin embargo, la falta de provocación lleva a una frustración del instinto, a una agresividad reprimida que, según algunos psicólogos, conduce a una acumulación de energía, cuya eventual explosión será mucho más peligrosa.
Olvidemos las teorías sociales y regresemos al teatro aunque no les quiero hablar de escenografías minimalistas y espacios diáfanos pero opresivos. Hoy quiero hablar de Fran Martínez y su apuesta valiente para con un teatro comprometido. Él ha sido el encargado de la dirección, la dramaturgia y la interpretación de este monólogo, así que Nudo es Fran Martínez. Un demiurgo que ayer paró el tiempo y creó un mundo nuevo sobre el escenario, un lugar a un palmo de altura de dónde nos solemos mover los mortales. La construcción del personaje fue inmediata, sin dudas y, en unos pocos segundos se llevó a todo el público hasta su universo, un lugar dónde un martillo puede cambiar tu vida.
La esencia de Nudo esta, además de un texto que respira credibilidad,  en el trabajo actoral de Fran Martinez que dominó el tiempo y el espacio hasta construir una montaña rusa de emociones para caminar por la delgada línea que separa el lado oscuro de los miedos y las miserias. A continuación, con un salto mínimo, da oxígeno al espectador con el alivio de la sonrisa, a veces nerviosa, a veces tierna pero siempre cómplice. La cercanía de las sillas de la sala al escenario permitió que me acercara a sus ojos. Fueron sus ojos los que cogieron de la mano y me dejaron al ladito de la verdad, junto al corazón. Allí permanecí mientras aquel muchacho me contaba la historia de su vida. Una vida que es la de cada uno de nosotros. La vida que nace tras reconocer el primer acto violento al calor del hogar. En los recreos dónde gordos, gafitas y mariquitas se escondían de la tribu. Bajo la estúpida autoridad de quien se siente superior porque así lo ha querido el sistema productivo, o esa sensación… ¿Recuerdas el primer golpe? ¿Aquel puñetazo cuartelario en el pecho? ¿El día que te pusieron un saco sobre la cabeza y te patearon hasta la humillación? Yo anoche lo recordé. Pero cuando comenzaba el desasosiego vino el teatro a salvarme porque sobre las tablas no encontré a un personaje: A mi lado, sentado en una silla, desnudo frente al perchero, de espaldas a la vida,  me encontré con las palabras de un hombre. Mis palabras.
Nudo es un catalogo de estímulos y reacciones. Una encrucijada entre la contención o perder los estribos, entre el comportamiento apropiado y la reacción ante el conflicto. Da igual cual sea tu actitud, hay un momento en la vida en el que llega la violencia, se planta delante de tus narices y te guste o no terminaras por reaccionar. Es entonces cuando puede aparecer NUDO.

Etiquetas: , , , ,