La curvatura de la córnea

21 febrero 2025

Por voluntad propia

 



Disección de dos personajes

La anterior producción de Perigallo Teatro contaba las diferentes maneras de hacer un espectáculo, y como los oficios involucrados en la producción teatral establecen una relación moral con la sociedad para tomar una decisión crucial: vender mercancía barata, o alimentar las almas con la belleza de la poesía.

‘Por voluntad propia’ abandona el terreno de los seres humanos, y sitúa el conflicto sobre el escenario para mostrar la metamorfosis de los seres que lo habitan. La dramaturgia aplica un itinerario histórico al concepto personaje. Desde el uso clásico de la máscara como la frontera que lo separa completamente del actor, hasta la modernidad de polinizar el cuerpo de los intérpretes como el medio para conectar las inquietudes de los autores con los sentimientos del público.

La dirección de Luís Felpeto cartografía ese viaje con un excelente pulso narrativo que pone en valor la filigrana del texto y la energía del trabajo actoral. Elementos que moldean palabras y acciones con la precisión y el cariño del artesano.

La tosquedad mecánica del planteamiento se engrasa en la aceleración de un discurso complejo y dosis puntuales de humor, hasta que el nudo de la peripecia se apoya en el uso de la escenografía. Es un momento clave. La filosofía alrededor del hecho teatral se diluye en un devaneo entre lo concreto del decorado y unos personajes que se perciben cada vez más reales, mientras se deslizan por la tragedia de quienes no saben escuchar, hasta que la polarización del odio los inhabilita para debatir sobre la posibilidad de transitar por una aparente tranquilidad cotidiana. El desenlace final abre una puerta a la esperanza y apela al espectador con una pregunta esencial. ¿Te acomodas a la realidad de un personaje al que otros escriben su papel o actúas por voluntad propia?

 

‘Por voluntad propia’

Calificación: 4 estrellas

Compañía: Perigallo Teatro. Interpretación y autoría: Javier Manzanera y Celia Nada. Dirección: Luís Felpeto. Iluminación: Pedro A. Bermejo. Efectos Iluminación: Francisco Martínez. Escenografía: Juan de Arellano / Pepe Hernández / Eduardo Manzanera. Música original y Espacio Sonoro: Daniel García Centeno. Vestuario: María Cortés /Maruxiña Cao. Atrezo: Monzo/Dora Blanco / Anna Pereira. Diseño gráfico: Sira González. Técnico en gira: Francisco Martínez Producción.

Miércoles 19 de febrero de 2025. Teatro de la Esquinas.

‘Por voluntad propia’: disección de dos personajes



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17 febrero 2025

La noche se está muriendo

 



Un encuentro imposible entre Federico y Margarita

  Margarita Xirgu después de realizar una gira por el norte de España regresó a Madrid en el otoño de 1926 donde se encontró con Lydia Cabrera, una compañera de profesión con la que mantenía una buena amistad.

  A lo largo de la conversación, Cabrera felicitó a su amiga por el próximo estreno de ‘Mariana Pineda’ de Federico García Lorca. Un obra que había llegado a sus manos a través del escritor Eduardo Marquina. La Xirgu mostró su asombro, primero porque Marquina no le había entregado ningún material y segundo porque desconocía al autor del que su amiga hablaba maravillas. El desconocimiento de la actriz era normal porque en 1926 la única obra que Lorca había estrenado era ‘El maleficio de la mariposa’ que cosechó un estrepitoso fracaso en el Teatro Eslava de Madrid. Sin embargo el entusiasmo de su amiga por la figura de Lorca le picó la curiosidad y quiso conocerlo. Media hora más tarde las dos actrices y el autor tomaban el aperitivo. Federico cautivó a Margarita con su simpatía y personalidad. Empezaba una larga amistad que combinaría relación personal y crecimiento artístico.

      ‘Mariana Pineda’ se estrenó en 1927 durante la dictadura de Primo de Rivera y desde entonces hasta 1936 los papeles más memorables escritos por Lorca fueron reservados para Margarita Xirgu. Esta colaboración tejió una profunda admiración entre ambos gracias a largas temporadas teatrales, viajes y el reconocimiento del público. Fue entonces cuando Lorca escribió sobre su amiga: “es un caso extraordinario de talento; talento que se impone a la ñoñería actual de nuestro teatro en batallas constantes de inquietudes interpretativas […] Cada tarde, en la penumbra fría del escenario, me sorprende el arte genial de Margarita con un nuevo matiz, conseguido la noche anterior en el silencio estudioso de sus insomnios.”

     El destino de los amigos cambió en el año 1936. Mientras Margarita Xirgu realizaba su cuarta gira americana de la que nunca regresó a España, García Lorca es asesinado un mes después del alzamiento militar contra la segunda república.

    ‘La noche se está muriendo’ de El Crisol Teatro nos traslada hasta al 8 de marzo de 1945. ‘La casa de Bernarda Alba’ de Lorca se estrena en el Teatro Avenida de Buenos Aires en un momento decisivo para la comunidad de exiliados españoles. Los reaccionarios habían ganado la guerra civil, en las postrimerías de la segunda guerra mundial se adivinaba una nueva geopolítica internacional encabezada por unos EE.UU. que empezaban a mirar al régimen franquista como un posible aliado, de modo que el regreso inmediato a la patria era cada vez un sueño más inalcanzable.

     La dramaturgia de Martín Otiz, que comparte  dirección con Jorgelina Herrero Pons, alcanza un gran peso emociona gracias al perfecto entendimiento entre Mario Petrosino y Lorena Szekely. Sus trabajos transcienden más allá de la imagen mítica y popular que Lorca ha adquirido con el paso del tiempo, para compenetrarse a la perfección que sin con una Margarita Xirgu que pese a todo su bagaje en el mundo del teatro es una gran desconocida en España. La dirección los guía con precisión por todos los estados por los que pasa la obra en los que nos regalan situaciones donde demuestran domino en los diálogos, capacidad camaleónica de transformación corporal que les permite cabalgar con fluidez entre las líneas que separan la realidad escénica de la peripecia escrita por Ortiz y los textos de Lorca. Un vaivén hipnótico que atrapa al espectador de principio a fin.

     Martín Ortiz ha confesado en los medios de comunicación que el reto al que aspira con esta obra es conseguir una representación en la que prime una naturalidad que bajo mi punto de vista transita por tres estados diferentes: La exaltación de la amistad, jugar al teatro y, como le confesó el autor a Antón Castro en el Heraldo de Aragón, “tomar posición frente al neofascismo que avanza contando esta historia protagonizada por dos víctimas del fascismo: uno asesinado y la otra exiliada hasta su muerte.”

     La historia comienza con una premisa que funciona desde el primer momento porque la sencillez narrativa consigue  que lo mágico se presente como algo cotidiano y así, la presencia de Federico muerto pero vivito y coleando en el camerino de La Xirgu es una lanzadera perfecta para conseguir que la sorpresa y la alegría se sublimen en una exaltación de amistad entre dos amigos que se reencuentran después de nueve años. El primer gran acierto de la obra es conseguir que esos primeros momentos dibujen con nitidez a unos personajes en perfecta somtonía, dos personalidades juguetonas que se interesan por el chismorreo que perfuma la vida literaria e intelectual, para utilizar la chispa de la ironía y el buen humor a la hora de hacer unas risas con la figura mayestática de Borges, o el tono en el que canta la Argentinita hasta poner un puntito de sal cuando Lorca busca el sobresalto de su amiga y saca a colación el nombre de su competidora la actriz Lola Membrive. Son momentos deliciosos en los que dos mitos de la escena se muestran tan cercanos que contagian el gozo de su alegría, al mismo tiempo que desvelan esos aires de quien se sabe y disfruta de la fama artística y su repercusión pública.

     La segunda etapa de la función se adentra en territorio metatatral para demostrar como el teatro en realidad se sustenta gracias a la capacidad de los actores para jugar con sus voces y su cuerpo hasta conseguir transformarlos en el alma y el vestuario de sus personajes. La incorporación de algunos textos de Lorca nos regalan unos momentos deliciosos en los que vemos como el dramaturgo se mete en el papel de actor y al mismo tiempo hace pequeña aportaciones de dirección para que los gestos y las intenciones que propone su amiga definan mucho mejor los personajes que han nacido de su pluma. Entonces se produce un momento mágico cuando Lorca despliega un abanico y empieza a interpretar un monólogo de ‘Doña Rosita la soltera’ que se le escapa de la memoria, y entonces La Xirgú toma el relevo para convertir las palabras en emoción. En este espacio también hay sitio para quejas y humoradas  que van y viene entre el dramaturgo preocupado por como algunas actrices chillonas mancillan sus textos, mientras su amiga le recuerda que esos textos ya no son suyos, que ahora pertenecen a todos aquellos que sueñan con subirlos a un escenario. El repaso por algunos pasajes de obra de Lorca es brillante, y nos permite comprobar como su espectro creativo va mucho más allá del éxito popular de las tragedias  de aridez y muerte, hasta alcanzar momentos surrealistas como el diálogo de muertos entre un niño y un gato.

     El último estado por el que pasan Lorca y La Xirgu es su toma de posición frente al fascismo, el dictador Franco y el consejo que el asesinado le da a su amiga para que no vuelva a una España aplastada por la dictadura. Su incursión en el desarrollo de la obra me dejó con dos dudas.

      La primera tiene que ver con el tono del texto cuando empiezan a primar los pasajes donde toma relevancia el discurso histórico y la reflexión política, es inevitable atisbar que la voz del poeta está muy influencia por la autoría de Martín Ortiz. El resultado final funciona perfectamente si la intención es conseguir que el mensaje llegue claro y nítido a los espectadores, sin embargo esa opción se aleja de la naturalidad que se había creado en el escenario hasta rozar un tono didáctico. La segunda duda es sobre la idoneidad del momento en que se introduje ese mensaje porque, el recurso de subrayar este asunto prácticamente desde el inicio de la función, para dejarlo apartado hasta una frase en la parte final de la obra en la que Lorca vuelve a incidir en el consejo que le ha traído hasta el camerino de su amiga: no regreses a España. Esa distancia temporal entre el discurso político del inicio y el consejo final reduce el impacto dramático, que seguramente sería mucho mayor dejando toda la reflexión política en la parte postrera de la representación. De esta forma se crearían dos arcos dramáticos muy potentes. El primero consistiría en pasar con nitidez  por tres fases perfectamente marcadas por la alegría inicial, al juego intermedio y al drama final. Pero además se conectaría la ficción con la realidad y así, si en el comienzo de la función atrona un “Silencio” que Bernarda exige a gritos como la señal de identidad para la dictadura que va a gobernar su casa, pero que también sirve como el símbolo de una España cuyo futuro se puede identificar en las palabras que Leonardo de ‘Bodas de sangre’ pronuncia en el tramo final, y que también se pueden leer como el aviso literario para que La Xirgú se olvide de regresar a una patria en la que solo caben los vencedores de la guerra “La noche se está muriendo en el filo de la piedra” y el poema sigue como consejo para que busque un rincón donde siempre la quieran, sin importa la gente, ni el veneno que les echó: A Federico por maricón, y a Margarita por roja.

  ‘La noche se está muriendo’

Producción: El Crisol Teatro. Autor y Dirección de actores: Martín Ortiz.. Intérpretes: Lorena Szekely y Mario Petrosini. Dirección, Escenografía y Vestuario: Jorgelina Herrero Pons. Diseño de Iluminación: Eduardo Safigueroa. Diseño de Sonido: Hernán Fernández. Diseño Gráfico: Alicia Galvele. Asistencia de Dirección: Keila Reynoso.

 30 de enero de 2025. Teatro de la Estación


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16 febrero 2025

Godspell

 







Parábolas para un musical

‘Godspel’ es una historia inherente a los que han sido educados en una cultura cristiana en la que todo se inicia con el evangelio que San Mateo escribió en el año 80 después la nueva era, cuando el Imperio Romano destruyó el templo de Jerusalén. Un momento histórico que necesitaba un mensaje directo para alertar a los judíos que todo estaba por hacer en la tarea de expandir la nueva moral. El estilo narrativo del Aposto tomó los discursos con los que Jesús se acercaba a la realidad para trenzarlos con el uso de parábolas en modo transmisión oral de cuentos y relatos, hasta enunciar una enseñanza moral.

El libreto hace un ejercicio similar. La realidad contemporánea de crisis humanitaria, conflictos bélicos y odio se transforma mediante la peripecia en una serpentina de música, baile y emoción para contar la odisea de un mártir que rompe la cuarta pared, apela al patio de butacas y subraya como la tolerancia y las redes de apoyo construyen un mundo mejor para todos.

La dirección de Emilio Aragón armoniza gestualidad, palabras y canciones con la precisión de un pentagrama al compás de un repertorio que hilvana estilos tan diversos como el flow de rimas con cajón y Lola Flores, baile de bastón y claqué, rocanrol y melodías estiradas en perfecta comunión con una apabullante variedad de elementos narrativos como sombras chinas, títeres de cachiporra, coreografías vibrantes y una pátina de humor para suavizar los dramas.

El arreglo vocal de apertura es un vendaval de teatralidad. Una exhibición incontestable del elevado nivel artístico del elenco, al que se suma la energía generada por una banda de músicos en directo que eleva el brillo de las interpretaciones individuales en un trabajo de equipo que entrega cuerpo y alma al fascinante éxito colectivo. Ese es el mensaje final.

 

‘Godspell’

Calificación: 4 estrellas

Producción: Estudio Caribe y Teatro del Soho. Idea original: John-Michael Tebelak. Música y nuevas letras: Stephen Schwartz. Dirección y dirección musical: Emilio Aragón. Reparto: Adrián Salzedo, Alberto Ladrón de Guevara, Andro Crespo, Érika Bleda, Iván Amigo, Juls Sosa, Lucía Ambrosini, Noemí Gallego, Nuria Sánchez, Raúl Toro. Coreografía: Carmelo Segura. Escenografía: Sebastià Brosa. Vestuario: Gabriela Salaverri. Iluminación: Juanjo Llorens. Sonido: Jordi Ballbé y Albert Ballbé. Adjunto a la dirección, dirección de casting y dirección residente: Víctor Ullate. Coordinación musical: Juan Carlos Cuello. Dirección de voces y coro: Ricardo Padilla. Traducción del libreto: Roser Batalla. Dirección musical / piano: Carlos Arriezu y Juan Luis Bago. Guitarra 1ª: José Luis Arrazola. Guitarra 2ª: Saúl Horcajo. Bajo Eléctrico: Salvador López. Batería: Valentín Iturat

Jueves 13 de febrero de 2025 Teatro Principal

'Godspell': Parábolas para un musical


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13 febrero 2025

El laberinto



La humanidad en el laberinto 

Paco Ortega se inspira en la experiencia personal de quedarse encerrado en un teatro para escribir una obra con aromas a Chejov. El dramaturgo ruso publicó en 1887 ‘El canto del cisne’. La obra nos cuenta la historia de Vasili Vasilievich Svetlovidov, un actor que se despierta en el escenario vacío de un teatro del que no puede salir, y  en el que conversará con un apuntador tan veterano como él sobre su vida escénica y personal. Ortega cambia esa relación del teatro dentro del teatro para hacer una exégesis sobre las relación que se establece los dos elementos claves para que exista el arte escénico y así, la espectadora que reemplaza al apuntador de Chejov le permite hacer una pirueta mucho más interesante que atender a la memoria del Svetlovidov, porque Ortega sube a la espectadora al escenario, cambia su condición en el contrato implícito entre patio de butacas y escenario, y esa ocupación del espacio reservado para los actores rompe la frontera que separa ficción y realidad.

La escenografía deja a la vista del público  las tripas que permanecen ocultas durante una representación. Esa completa desnudez me recuerda la acotación con la que Chejov comienza su obra, cuando describe el espacio vacío de un teatro de provincia de segundo orden pero, en lugar de trastos viejos y las puertas de los vestuarios toscamente construidas y desprovistas de pintura, en esta ocasión se nos muestra un catálogo de utilería bien ordenada que, lista para su uso, vuelve a poner en tela de juicio la delgada línea que separa el espacio de la ficción y de la realidad y sin embargo, ‘El laberinto’ huye de esa premisa y aspira a que las condiciones óptimas del experimento escénico le permitan cambiar la vida al espectador y al actor. Esa es la sustancia nutritiva de la obra: Observar la relación que se establece entre la carga emocional que cada espectador arrastra hasta la butaca, y como esa historia personal alcanza una nueva dimensión si conecta con los acontecimientos representados en el escenario.

La dramaturgia de Ortega de una paso más en ese sentido cuando es la espectadora quien alimenta la peripecia mediante una imaginación desbordante para revelar una voz narrativa con capacidad de construir relatos a partir del simbolismo de los sueños. Un material que se trasplanta al escenario para que el actor ejerza de acelerador de los acontecimientos hasta llegar a la catarsis final, y provocar ese cambio esencial que todo espectador busca en una obra  de teatro. Un final en todo lo alto donde espectadora y actor ya no son los mismos que al principio de la representación, y sin embargo Ortega ha decidido introducir una coda para retomar la querencia de Chejov por sacar los acontecimientos fuera del escenario y así, el actor tiene una última oportunidad de buscar su propia catarsis más allá de las paredes del teatro. Pero esa querencia hacia Chejov es solo un señuelo. Lo cierto es que la función se aleja del pesimismo que destila Svetlovidov en ‘Un canto del cisne’ cuando comprende que su relación con el público no va más allá de un aplauso que tras pagar en taquilla, nunca cruza la línea de la intimidad. Ortega sin embargo se apiada de su actor y abre una puerta a la esperanza para que pueda salir de un universo que transcurre al capricho de lo que dicta un autor, o los sueños de una espectadora.

La dirección se desliza desde una leve naturalidad hacia una declamatorio con aire romántico que tiñe toda la peripecia de una nostalgia intima, muy ligada a un texto con intenciones líricas, y las suficientes pinceladas dramáticas para que los acontecimientos del pasado tengan impacto en el presente.

El inicio de la función tiene el poder de una teatralidad que te atrapa hasta que se produjo un giro inesperado para introducir un nuevo factor narrativo. La tenue iluminación cambió en un segundo para avisarnos de un cambio drástico. Ahora toda la atención recae sobre un primer plano protagonizado por la aparente lectura de un cuento y el espectáculo decae gracias a la entrada en escena de una narración oral qu dura demasiado tiempo, y somete a la historia a una deriva que va mucho más allá del uso que Chejov hacía de la acción indirecta, cuando  los eventos destinados a tener una gran carga dramática ocurrían fuera de escena. En este caso la narración, un elemento tan legítimo como cualquier otro, adolece del suficiente grado de intensidad dramática para aguantar con solvencia la presencia en el escenario porque, como afirma Claudio Tolcachis, cuando la voz es el material esencial y único es imprescindible acudir a algún elemento que transforme al narrador oral en actor de teatro, algo que vaya mucho más allá de proyectar la voz con diferentes intenciones. Un aliño técnico o artístico para que el espacio sonoro sea un nuevo significante de carácter escénico, al estilo de la contundente  banda sonora de Nicolás Aguarod y su determinación por ilustrar la tensión propia de la tragedia.

Afortunadamente la representación se eleva de nuevo cuando la narración oral abandona la escena y todo vuelve a tener el sentido dramático del inicio, para dejar en evidencia que la carga dramática de los acontecimientos narrados tienen mucha más incidencia emocional si se dilucidan en los territorios propios del teatro y la acción principal, aunque esté fuera de la escena toma vida dentro de ella, gracias a la credibilidad de un trabajo actoral que crece en la sobriedad, mantiene buen ritmo en la dicción, y hace apelaciones indirectas al público  hasta alcanzar un equilibrio entre dos mundos diferentes. Alfonso Desentre transita por una variedad de territorios con una coreografía gestual que nunca traspasa la frontera de lo exagerado, mientras Isabel Rodríguez hace gala de una contención corporal absoluta en la que resaltala dulzura de su expresión y una mirada que a la postre, con modificaciones mínimas y precisas, consigue dibujar el arco dramático de un personaje que libera sus miedos y de ese modo, la función cumple con ese objetivo que Paco Ortega cita en el programa de mano utilizando las palabras de Arthur Miller: “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se encuentra a sí misma.”

 

‘El laberinto’

Producción: Teatro del Espejo. Texto, dirección y espacio escénico: Paco Ortega. Actores: Isabel Rodríguez y Alfonso Desente. Diseño de Iluminación: José Antonio Royme. Composición musical: Nicolás Aguarod.

Viernes 17 de enero de 2025. Teatro del Mercado.

  

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11 febrero 2025

Punk de Caos: Me abro en canal en la Meka

 


La Meka Kollective defiende la reutilización de espacios vacíos para usos culturales. El viernes 7 de febrero organizaron un encuentro en la antigua fábrica de chocolates Zorraquino de la calle Lourdes de Zaragoza. El evento contaba con un hall con porras y chocolate (que no se diga!) y dos salas. En la primera mandaba el ritmo de la percusión con muelles como preámbulo a un DJ set and performance. La 2 se había acondicionado para una exposición colectiva con diversos artistas entre los que se encontraba Punk de Caos, y sentía curiosidad por comprobar si su trabajo como ilustradora en las páginas del fanzine ‘Malasangre’ tenía la consistencia para soportar la soledad con respecto a los textos de Álex Martínez o Saúl Mateo.

Cuando traspasé la puerta de La Fábrica de Chocolate no pude evitar un salto temporal al año 2013 cuando visité aquel lugar en dos ocasiones. En la primera de ellas el espacio se había transformado en el ‘Infierno’, una función teatral en la que las voz de Santiago Meléndez me introdujo el miedo en el estómago. Unos meses más tarde Miguel Ángel Ortiz Albero se había encerrado en el sótano para poner a prueba la soledad del creador mediante el apartamiento voluntario, frente a la exposición obligada. Se trataba de excluirse del mundo para escucharlo. El poeta recibía visitas para que escuchar historias relacionadas con la Fábrica, y mientras las escribía se proyectaban en el piso superior en tiempo real. Ahora le podría contar la experiencia de mi visita a la obra de Punk de Caos.

Las siete láminas estaban situadas en una pared de blanco borrado donde los desconchones aún no eran plaga. Desde la distancia pude ver las primeras característica de su obra. Todos los personajes están marcados por unas narices alargadas que alcanzan un espacio donde un cartel de Elvis parece el punto de fuga hacia el rock and roll. La presencia apabullante de líneas rectas para conformar espacios que subrayan una geometría de fronteras limpias, diáfanas y contundentes. Unas veces - como en la ‘Meada fúnebre’ -  entre la solidez de un blanco y el negro para que la oscuridad del mundo deje tirado a un hombre en  espacio nítido donde se pierde la dignidad.

Esas líneas también se usan en ‘La lagrimica’ como los límites entre dos universos, uno con el suelo el negro y otro de cuadrados blancos y casi infinitos hasta perderse en una puerta entreabierta. El centro de la imagen es la barra de un bar, que sin embargo no separa, o al menos esa esperanza me asalta cuando leo la cartela que cartela nos habla de una taberna como el refugio de historias y noches interminables. ¿Y si la tristeza fuese  otra de las características que recorren la obra de Punk de Caos? Miro la expresión de las caras de cliente y camarero en ese refugio y si, ahí hay un halo de tristeza.

La tristeza en otras ocasiones se traduce en pequeños detalles para resumir o sintetizan ambientes cutres, como en ese meadero fuera de servicio en ‘Pacto de caballeros’ donde la soledad de quienes miran la misma pared pero no se ven. Una soledad que me vuelvo a encontrar en ‘Baja, co!’ porque pese a ver a tres tipos que parecen congeniar mediante una amistad velada por el aviso de la cartela cuando nos habla de una imagen que tan solo es el eco de una espera eterna en un portal que respira silencio.

Ya no tengo dudas.

Punk de Caos observa la realidad social con un pesimismo condensado en dos imágenes. La primera es de protesta por la remodelación de ‘El Túnel’, un espacio cultural situado en el Barrio Oliver que las autoridades municipales quieren convertir en una factoría artística para jóvenes, mientras Alex Martínez denunciaba en un texto que las instituciones “quieren acabar con los que consideran una plaga malasangres que solo saben dar por culo, hacer mala música y leer zines”

Su cruzamos las variables de los social y lo artístico la obra más interesante y compleja es ‘Avd. del averno, 666’ La cartela me sorprendió porque la autora define la imagen como un espacio donde se disuelven las fronteras, y sin embargo yo solo veía la acentuación de esas fronteras. La primera delimita el esqueleto del edificio coronado por un esqueleto. Me inquietan las escaleras que solo llevan a la muerte o a un muro, como si esas sean las únicas salidas posibles en una universo donde la autoridad rastrea las calles don dos perros, mientras una mujer vive con su tendedero vacío, dos pelean sobre un charco de sangre negra, o duermen al raso sobre un colchón blanco y una manta negra, y de nuevo la soledad, la soledad junto a una botella de alguien que mira fuera de plano. En lo más alto un demonio negro de alas blancas que parecen hechas con tela de araña, esa que nos tiene prisioneros a toda la sociedad y que se resume en la cartela: El desmoronamiento en cada esquina.

Y quien sabe, tal vez Punk de Caos tal nos brinda una solución ante tanto despropósito y desolación en la portada preliminar de un disco del grupo ‘Pena Kapital’ que se titula ‘Amnesia’ Pero antes de que la amnesia se apodere de tu memoria y voluntad date un garbeo por el mundo gráfico de Punk de Caos para bucear en carteles, portadas, ilustraciones y fanzines.

@retazosdepodredumbre

punkdecaos@gmail.com

 

@lameka.Kollective




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10 febrero 2025

Pájaros en la cabeza


 

Una función magistral

La ovación cerrada del patio de butacas me hizo ver ‘Pájaros en la cabeza’ como una historia alimentada de otras historias. De un texto de Esteban Villarocha para dos zagalas ‘Perdidas en el teatro’. De una película de Almodóvar en la que Agrado memoriza las frases de ‘Un tranvía llamado deseo’ en el camerino de Huma Rojo, mientras la diva está en el escenario. Del bastón lorquiano con el que Bernarda le recuerda a Poncia que solo le paga para ser la criada de la casa. La dramaturgia de Rafael Campos se suma a esa corriente de narraciones, y en una sola escena expone su poética teatral, muestra la esencia del conflicto dramático mediante dos personajes maravillosos, con los que juega a pasar de un lado a otro de esa frontera que se llama proscenio, y acompañado por Lorca, Valle y Calderón cubrir los avatares de la vida con la pátina dorada del teatro.

Las palabras desterradas de la jaula de la memoria son un símbolo poético para representar el tema de la amistad en un espacio vacío. Una invitación para olvidar el ritual que organiza los diálogos en torno a un decorado y así, toda la responsabilidad recae en el talento de unas interpretaciones que Campos dirige con delicadeza, mediante una coreografía de tira y afloja alimenta pleitos y cariños de toda una vida compartida. Un camino ribeteado de humor, y con algunas pistas que culminan en un giro final para poner del revés una realidad que se va por donde ha venido.

Los matices del texto abonan el duelo entre dos actrices que afinan la prosodia para cambiar de registro en un suspiro, y moldear con naturalidad movimientos, gestos y miradas hasta convertir sus cuerpos en el salvoconducto de unas emociones, que a veces solo necesitan la sabiduría de un silencio. El trabajo actoral de Carmen Marín y Marisa Nolla es magistral.

 

‘Pájaros en la cabeza’

Calificación: 4 estrellas

Compañía: Le Plató de teatro. Autor y Director: Rafael Campos. Reparto: Carmen Marín y Marisa Nolla. Producción ejecutiva: Esteban Villarrocha. Música: Jaime López. Ayudante de dirección: Ana Isabel Aguilé. Vestuario: Jesús Sesma. Técnico de luces: Roberto Gregorio Moreno.

Sábado 8 de febrero de 2025. Teatro del Mercado.


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08 febrero 2025

Sex o no sex para principiantes


 

Una comedia para despejar dudas

Shakespeare escribió para Hamlet, uno de los monólogos más famosos de la historia del teatro a partir de una frase que todos hemos repetido alguna vez. "Ser o no ser esa es la cuestión" quiere resolver una duda que parte de una certeza. El príncipe de Dinamarca sabe que el suicidio le llevará hasta el ámbito de los muertos sin embargo, la preocupación del personaje es saber si encontrará algo más allá de la muerte, o la nada más absoluta. Si tras la muerte se mantiene el "ser" o irremediablemente será un "no ser".

'Sex o no sex para principiantes' nos sitúa ante un dilema similar. Que el sexo está ahí es una certeza porque es un terreno abonado a la tentación de contar experiencias bien sabrosas que muchas veces no lo son tanto, por no hablar de esas historias que son pura ficción. ¡ sabe de lo que habló. Pero todas las dudas surgen cuando entramos en la geografía del sexo con el cartelito de principiante. Un vez aterrizados en esa cartografía lo habitual es perderse por el camino, acumular equivocaciones y alejarse de esa meta mítica de conseguir un orgasmo de faralaes con castillo de fuegos artificiales.

El inicio de la función es toda una declaración de principios. Meli León irrumpen la sala sobre ruedas con una descarga de energía que rebosa más allá del escenario, enciende la vitalidad del patio de butacas y se mete al púbico en el bolsillo. es un preámbulo que ya nos avisa de la importancia que va a tener el trabajo físico para la representación de una dramaturgia que utiliza diferentes elementos narrativos que se pueden resumir en tres grandes apartados.

La utilización de sucedidos, juegos de palabras y algunos chistes que bucean en ese territorio donde se subraya la comicidad del monologuista que busca el girito ingenioso para provocar la risa. Este recurso nos deja algunos momentos brillantes, pero también roza el peligro de caer en un ejercicio reiteración. La teatralidad vuelve a ganar enteros gracias a la incorporación titiritera. Unos delirantes Adán y Eva descubren la tabla de gimnasia que ha marcado la historia sexual de la humanidad. Finalmente el grueso de la obra se centra en una representación donde la palabra y la acción conviven en el cuerpo de una terapeuta, o vaya usted a saber, que empieza por recordarnos a la Eva bíblica con hoja de parra y la manzana, hasta convertirse en la televisiva Eva Nasarre de los años ochenta. Un salto temporal que propicia una explicación práctica con un solo objetivo: dar herramientas a las chicas del siglo XXI para extraer la máxima productividad sexual cuando les toque bregar con una pareja de baile con careto de susto y conocimientos de principiante.

La dirección de Jaime Ocaña suelta el carrete ante una actriz que nos regala una presencia y un trabajo tan poderoso como determinante y, aunque es verdad que la tensión de la comedia se mantiene en el escenario, en algunos momentos la puesta en escena muestra un problema de ritmo. No se trata tanto de hacer las cosas más o menos deprisa, sino de conseguir dos objetivos.

El primero es encontrar el flujo adecuado para que las frases cómicas no detengan la acción, porque el recurso de buscar la risa cómplice del espectador y detenerse es una elemento importante de la comicidad, pero utilizarlo en exceso reduce ritmo y teatralidad a la comedia. El segundo tiene que ver con la manera de enlazar las pausas que a veces se generan entre cuadros, pequeños espacios temporales en lo que deja de fluir tanto la acción como la palabra y provoca un paréntesis. Afortunadamente la comedia siempre regresa al escenario después de estos pequeños detalles, que una vez engrasados con más actuaciones llevarán la representación a otro nivel con un equilibrio mucho más depurado entre los elementos que componen la comedia y su ejecución en escena.

Meli León se enfrenta a esta complejidad narrativa con la verdad de la pasión. La intensidad de su trabajo marca definitivamente el desarrollo de la peripecia, su manejo sobresaliente de la teatralidad física llena el escenario de gestualidad, coreografías y elementos gimnásticos que siempre suman, sorprenden y le dan más flow a una prosodia cómica entre la metralleta de chistes del stand up y un café teatro que revela las virtudes escénicas de una actriz que utiliza la mirada femenina para subrayar "anacronismos del pasado"

La función se cierra con la imagen simbólica de los juguetes sexuales tomando la situación y el foco. Tal vez sea un aviso para principiantes y después de estas primeras lecciones básicas de sexo para principiantes, lo suyo sería una segunda parte para contar la historia de como los materiales sintéticos, vibradores y otras herramientas de ensueño han pasado a ser los protagonistas de una nueva era: El sexo tupperware.

 

'Sex o no sex para principiantes'

Dirección: Jaime Ocaña. Intérprete: Meli León.

Viernes 7 de febrero de 2025. Teatro Bicho.


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03 febrero 2025

Garbancito...con el buey sobre el tejado

 



Palabras para un audiovisual

La distancia entre el cuento popular y el literario es un salto mortal que lleva lo verbal a la letra impresa para mantener la naturalidad con la que se relatan sucesos maravillosos, crueles o disparatados.

Caleidoscopio Teatro va un poco más allá de ese reto y consigue trasladar la esencia de un cuento popular a su estimulante universo audiovisual. La historia se inicia con un preámbulo y las palabras de Roberto Barra no dejan lugar a dudas: las singularidades que nos caracterizan son elementos esenciales para conseguir personas únicas, que a veces tienen orejas tan grandes como la belleza de una mariposa. Es una premisa para facilitar la sintonía con el valor y la confianza que se gasta el diminuto Garbancito cuando, sin tener en cuenta los peligros que le acechan por su tamaño, se pasea tan pancho por calles y campos mientras sortea pisotones, tormentas y las tripas pedorras de un buey.

La dirección artística de Azucena Gimeno armoniza todos los elementos escénicos de la representación, desde la narración oral de Lorena García que alterna palabras, silencios y mímica para captar al espectador con los antecedentes de lo que va a suceder. Una puesta en escena donde la acción dramática se alimenta de las hojas abiertas de un libro donde el negro sobre blanco de la imprenta se ha sustituido por una catapulta que lanza personajes al escenario para que los manipuladores generen una ilusión callada y colorista que da vida a títeres, hinchables y siluetas. Las múltiples variantes del cuento oral se condensan en una versión narrada que se transforma en lenguaje cinematográfico. Una cadena de secuencias que combina planos generales, medios y cortos con una magnífica selección musical diseñada para ilustrar la peripecia, subrayar estados de ánimo y marcar el ritmo de la historia.

 

‘Garbancito… con el buey sobre el tejado’

Calificación: 4 estrellas

Producción: Caleidoscopio Teatro. Autor y selección sonora: Roberto Barra. Dirección: Azucena Gimeno. Manipuladores: Azucena Gimeno, Vicente Martínez, Roberto Barra. Asistente en escena: Emilio Gazo. Escenografía y objetos: Taller Caleidoscopio y Funambuli Producciones

Viernes 31 de enero de 2025. Teatro del Mercado.


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