La curvatura de la córnea

30 diciembre 2011

Cena de Fin de Año (Morcillas Time)


Un par de minutos en el microondas a máxima potencia es suficiente para dejar las morcillas a mi gusto. En otro tiempo hubiera ido a casa de algún amigo con una botella de vino del Carrefour. Me lo dijo un negro que tocaba el djembe. Usted consigue un sonido especial porque tiene los dedos gordos. Lo dijo sin malicia, sin esa mala baba nacional que algunos confunden con el humor. Mi madre cortaba las morcillas en rodajas y las freía. El negro me enseñó los ritmos básicos de la música africana mientras los que todavía eran mis amigos hablaban de putas y política utilizando los mismos adjetivos y las mismas frases hechas. Sus dedos, me decía el negro, son gordos como morcillas, y se reía. Yo nunca me reía cuando mis amigos hablaban de putas. A mi las putas me producen un respeto reverencial. Las miro boquiabierto sin llegar a comprender el magnetismo de su piel. Esta tarde le he regalado un par de morcillas al negro y se ha enfadado. El negro sabía que las morcillas estaban hechas con sangre de cerdo y él, el negro, es musulmán. Le he dicho que solo quería mostrarle mi afecto, y que las morcillas eran el eslabón para hacer una broma entre su comentario jocoso y mi agradecimiento. Me gusta mirar a las putas. Que te fijes en mis dedos, le he dicho al negro, es lo más bonito que me ha pasado desde hace mucho tiempo. No me gusta que las putas se acerquen a mí, la proximidad las humaniza hasta límites insoportables. Hoy, por primera vez desde que comenzamos a ensayar juntos, nuestros djembes han sonado al unísono. El negro no ha aceptado mi invitación para cenar.

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28 diciembre 2011

“El restaurante favorito de Nina Hagen” de Sergio del Molino

Sergio del Molino nació en el Foro en 1979. Desconozco cuando llegó a Zaragoza y al periódico el Heraldo de Aragón. Sin embargo no he olvidado los comienzos de su columna dominical “La ciudad pixelada”, un espacio dónde se dedicaba a glosar la fauna bloguera de Zeta. Les confesaré que cada semana husmeaba aquellas líneas en busca de alguna referencia a esta bitácora.

Sergio del Molino se graduó en el oficio de escritor publicado con el libro de relatos “Malas influencias” (Tropo Ediciones), un volumen de supervivientes, de literatura impregnada por las frustraciones de la realidad y de historias construidas sobre la delgada línea que separa lo correcto de las malas influencias. Su segundo libro, “Soldados en el jardín de la paz” (Prames), navega entre el ensayo, el reportaje y la investigación periodística sobre los sentimientos de los que, lejos de la patria, intentan mantener su identidad en el extranjero.

“El restaurante favorito de Nina Hagen” (Anorak Ediciones 2011) es su tercer libro y se mantiene en el ámbito del periodismo. Las piezas que lo conforman, aunque tienen su origen en el blog personal del autor y en las páginas del Heraldo de Aragón, han sufrido una importante labor de reescritura. El autor confesó durante la presentación del libro que la propuesta de publicar estos artículos vino de la mano del editor. Una idea que le sirvió para recopilar, editar y asimilar todo lo aprendido tras cinco años de juntar letras. También subrayó algunos de los pilares sobre los que desea construir su obra literaria: Escribir de manera compulsiva, evitar toda solemnidad y acercar la literatura hacía terrenos desaliñados y hogareños, una estrategia para ahondar en la relación entre lector y escritor.

Sergio del Molino vino al barrio de Las Fuentes para celebrar el día de las Librerías 2011. Junto a la mesa redonda de El Pequeño Teatro de los Libros leyó un par de fragmentos de “El restaurante favorito de Nina Hagen”. Cuando terminó me atreví a preguntarle cuales eran los motivos para utilizar un título tan punk. El autor, supongo que bien adiestrado por el editor, me contestó que la respuesta se hallaba entre las páginas del libro. Así que, para colmar mi curiosidad, me compré un ejemplar y lo leí.

“El restaurante favorito de Nina Hagen” comienza con un prólogo que nadie debería saltarse. Una nutritiva reflexión sobre la evolución del periodismo en España y la transición de las rancias redacciones de nicotina y “lingotazos a media tarde para darle chispa a los textos” hasta las actuales, tan asépticas y llenas de “veinteañeros donde se habla en lenguaje tecnocrático” Un grito para reclamar periódicos con más “sustancia narrativa”.

Los artículos de este libro contienen la esencia del estilo de escritura Made in Sergio del Molino y que se resume en tomar un acontecimiento - algunas veces cotidiano (“Ojos verdes”) y otras no tanto (“Las historias de Hopper”) – y exponerlo bajo tres premisas: La primera es la dualidad en el lenguaje, que en la misma página puede ser coloquial (“follar, polla, teta, mamada, corrida”) o con una vocación más elevada (“Están narrados sin elipsis ni acelerones, pero tampoco con el detallismo taxonómico y aburrido del porno”) La segunda es su capacidad para trufar los textos de datos, situaciones y acontecimientos de sabrosura cultural (“Administrativamente desnudo, económicamente insolvente, como un vagabundo de Brecht”). La tercera es un humor al acecho (“y me he acordado de la casa de Bernardette en Lourdes, el lugar más espantoso del mundo después del autoservicio para autobuses de Esteras de Medinaceli”), que algunas veces deriva en comentarios ácidos (“He cometido el error de comprar la revista más moderna de los modernos, y no tengo humor para desestructurarme ni para valorar discursos narrativos no lineales”)

Sergio del Molino combina esos tres elementos en diferentes proporciones y construye artículos que nos llevan al Mediterráneo y a diversas capitales europeas o norteamericanas, pero también a taxis, oscuras líneas de metro y museos. Notas de viaje que terminan por mostrarnos aspectos familiares de las fotos de su abuelo, o una abuela intrigante y cainita. Sergio del Molino es un vendaval de palabras que te empapan. Pero no se confundan. Sus palabras nada tienen que ver con la palabrería de mercadillo o las engoladas actitudes culturales que muestran un falso cielo enladrillado que solo ellos parecen capaces de desenladrillar. Las palabras de este libro tienen sabor a barra de bar, a ese amigo soñado que, sin sonajeros ni falsas modestias, te cuenta como ve las cosas que pasan a la vuelta de la esquina o en la RDA. Tan sólo tienes que dejarte llevar por un mundo jalonado de libros, películas y la teoría de la literatura de pijama (“Quizá lo más doloroso y lo más recomendable sea asumir lo que dice Rafael Reig en Literatura para caníbales: la literatura no es más que un señor en pijama que escribe en una casa para que le lea otro señor en pijama en otra casa. Nada más, ni nada menos. Lo demás es coctelería y tramoya”) Porque la meta literatura es otra de las líneas que explora el autor preocupado por el devenir del oficio de contar historias: “Jamás escribiré nada que valga la pena si no/…/ encaro mi propia historia sin pudor. No sé si me atreveré algún día”

Y, mientras espero en pijama a que en el siguiente libro el autor se decida a dar ese salto por encima del pudor, me quedo con estas historias que, atendiendo a los deseos de su autor, están alejadas de la solemnidad y nacen con vocación hogareña. Unos artículos con el peso ideal, la adjetivación justa y necesaria, exentos de retórica y muy alejados del touch pretencioso al que tan fácil es estrellarse desde la tribuna de la opinión.

“El restaurante favorito de Nina Hagen”, como afirma Sergio del Molino, es el testimonio de una pasión juvenil, íntima y absolutamente intransferible de ser un cronista.


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25 diciembre 2011

Así se hizo la Felicitación Navideña_2011

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23 diciembre 2011

Felicitación Navideña_2011

La Curvatura de la Córnea les felicita las Fiestas Navideñas en compañía del Trio Family y su interpretación del villancico "Noche de Paz"

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21 diciembre 2011

Juan Luís Saldaña en Tardes de Blog

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19 diciembre 2011

Anuncio: Juan Luís Saldaña en Tardes de Blog

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16 diciembre 2011

Teatro Indigesto y Luna de Arena peresentan: desnudos

El Teatro del Mercado de Zaragoza acoge este fin de semana “Desnudos”, una producción a cargo de las compañías Luna de Arena y Teatro Indigesto.

“Desnudos” fue escrita por Joan Casas en 1990. Tras obtener el premio Ignasi Iglesies fue editada por el Institut del Teatre en 1992 y estrenada en Barcelona al año siguiente por el Centre Dramatic de la Generalitat. Ha sido traducida a diversas lenguas y, en 1995, el director Kiril Serebrenikov dirigió una versión para un telefilm que ha sido visionado en diversos canales de televisión europeos y americanos.

“Desnudos”, según su autor, es una historia sobre la verdad y la mentira, o el amor y el desamor. Un juego de sentimientos opuestos que tienen como objetivo emocionar a los espectadores. El director de la obra, Félix Martín, subraya que “Desnudos” presenta momentos y pasajes muy fáciles de reconocer por el espectador y que facilitan la integración del mismo en el desarrollo de la trama. J. J. Sánchez, uno de los actores, sugiere la importancia de este trabajo para la compañía Teatro Indigesto, por el cambio de registro que supone pasar del clown o la improvisación, a un trabajo que reclama emociones y busca conmover al público.

Una primera aproximación a “Desnudos” puede llevarnos a pensar en un esquema tradicional de presentación, nudo y desenlace. Eso seria un error. La gran virtud de esta obra radica en que las tres escenas que la componen conforman tres nudos diferentes. Y por ahí, por el nudo, puede venir la primera posibilidad de despistarse.

El título original de la obra en catalán es “Nus”, un término que contiene dos significados a la vez: Nudo y desnudo. En su traducción al castellano como “Desnudo” se pierde parte de la esencia original porque, aunque se trate tanto el desnudo psicológico como el físico, la fuerza y la originalidad de la historia radican en la presentación de tres nudos, tres historias diferentes que, a su vez, mantienen ciertos nexos de unión, hilvanes de una misma y única dramaturgia con algunos objetos y situaciones que ayudan a crear una sensación de historia circular. Tres nudos con precedentes y desenlaces que a veces conocemos, otras imaginamos e incluso, algunos de ellos, los vemos pasar ante nuestras retinas.

El tiempo, en esta arquitectura argumental, conforma tres planos diferentes y adquiere una importancia capital. Es el tiempo, “seis años y poco más”, quien ha modelado la vida de los personajes de una manera inexorable, y determina en cada uno de ellos, el grado de erosión del amor, un fenómeno bien conocido por cualquiera que haya pasado por el trance del enamoramiento.

Y ahora sí. La importancia de los desnudos físicos en “Desnudos” es vital. Cada uno de los desnudos califica el tipo de nudo que une a los personajes. ¿Alguna vez has pensado que la forma de desnudarte ante tu pareja, y viceversa, determina el estado en el que se encuentra esa relación? Hay quienes están dispuestos a desnudarse desde su propia libertad pero, cuando menos te lo esperas, la libertad se esfuma y entonces a la vista solo queda la desnudez de un grave problema.

“Desnudos” puede ser representada hasta por seis actores, dos por cada una de las escenas. Los componentes de Teatro Indigesto han optado porque sea una sola pareja quien nos cuente la historia, una pareja que cambiará en cada pase: Alberto Salvador y Laura Tejero y la otra, la que estrenó en el día de ayer, J. J. Sánchez y Encarni Corrales.

La opción de que cada pase este a cargo de una pareja de actores es una decisión valiente que conlleva riesgos creativos y de construcción de los personajes. Porque los actores, sus cuerpos, vestuarios y voces se añaden a los hilvanes, de los que ya te hablé por ahí arriba, como elementos integradores que persiguen una unidad dramática entre las tres escenas representadas. Sin embargo, los actores tienen que buscar los matices que marquen la diferencia en la percepción del espectador con respecto a los tres nudos-desnudos. En esa búsqueda radicará el éxito de la función. El actor tiene que sobrevolar con su creatividad sobre los elementos unificadores, elevarse por encima de ellos - de su funcionalidad dramática - y conseguir conmover al público En la función de ayer este contacto, al menos con quien esto escribe, se produjo durante toda la representación. Tan sólo un breve instante, el más violento, no me llegó con la intensidad que la situación requería (incluso se escucharon algunas risitas entre el resto del público como signo evidente de desconexión) Pero también hubo momentos deliciosos cuando los límites del teatro saltan por los aires, la vida se instala en el patio de butacas y la realidad, a modo de inventario, se presenta entre las más intimas experiencias en torno al nudo del amor.

Para terminar les confesaré una cosa: Siento una gran curiosidad por ver como la otra pareja del elenco se enfrenta al reto de los tres nudos de “Desnudos” Y tú, lector de esta bitácora, ¿te lo vas a perder?

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Teatro del Mercado (Zaragoza)

VIERNES 16 A LAS 18:30 H Y 21:30 H
SÁBADO 17 A LAS 18:30 H Y 21:30 H
DOMINGO 18 A LAS 18:30

Si quieres bonificaciones solo tienes que imprimir este tarjetón:



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12 diciembre 2011

Palabras envenenadas, una novela de Maite Carranza

Maite Carranza nació en Barcelona en 1958, se licenció en antropología, fue profesora de Lengua y Literatura en un Instituto y comenzó a escribir literatura juvenil. Desde 1992 da cursos de guión en al Universidad Autónoma de Barcelona y en la escuela Taller de Guionistas, y claro, escribe guiones, además de alguna incursión en la literatura para adultos. El pasado 18 de noviembre el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2011 por el libro escrito en catalán "Paraules emmetzinades”

“Palabras envenenadas”, traducido al castellano por no encuentro quien, fue el libro elegido para inaugurar el Club de Literatura Infantil y Juvenil. Una propuesta de ocio creada y coordinada por Nerea Marco (El cultural de Nerea) Isika (La casa de los libros perdidos) y Beleth (Book Eater). Una reunión de lectores que se celebrará todos los meses en la librería El Pequeño Teatro de los Libros.

La acción de “Palabras envenenadas” transcurre en veinticuatro horas. Un día trepidante para adentrarnos en los territorios de la novela negra y la intriga. El libro comienza con la voz de la protagonista en primera persona. Una frase poco comprometedora en apariencia que, sin embargo, nos pesará como una losa a lo largo de toda la historia “El día de mi decimonoveno cumpleaños fue como cualquier otro”. Maite Carranza preserva para el resto de los personajes la distancia de la tercera persona. Pero esa técnica es solo un pórtico para situarlos en primer plano, en forma de monólogos interiores o conversaciones entre ellos, y así emplazar al lector muy cerquita de la respiración del resto de los integrantes de la trama “Pero me equivoqué, como en tantas cosas. Cuando todo parecía claro y diáfano” Esa es otra de las virtudes del libro, todo parece diáfano hasta que deja de serlo. La autora ha tejido una red de sospechas que nos muestra de a poquitos que, casi todos los personajes tienen suficientes motivos para ser el culpable. Esa estrategia hizo crecer mi inquietud y me llevó a buscar, página tras página, la pista que me llevara en la dirección correcta.

La novela está construida en tres capítulos que sirven de referencia para la presentación, el nudo y el desenlace. En este recorrido temporal el ritmo del texto se va acomodando a cada una de las estaciones, de manera que la cadencia sosegada del inicio va ganando pulsaciones hasta que en las páginas finales todo se desarrolla a un ritmo alocado, con el corazón a punto de salirse del pecho.

Aunque el tema principal del texto gira en torno a las relaciones familiares y la dominación de lo masculino sobre lo femenino, a lo largo de la novela se suscitan múltiples visiones sobre temas que afectan, tanto a la infancia y la juventud y al modo de enfrentarse al los cambios que la vida les depara (“descubrir de una año para otro que no era una niña”), como a una reflexión general de la sociedad que estamos construyendo y su reflejo mediático (“Y los medios de comunicación, con su amarillismo, hicieron mucho daño al caso”).

La lectura ha sido trepidante, he devorado las páginas con una sensación que casi había olvidado. La radiografía de los personajes me pareció perfecta, los cambios de enfoque de la historia incrementaban la tensión, la cadencia me atrapaba cada vez más pero, sin embargo, en algunos pasajes he sentido como la pedagogía brotaba entre las líneas y se adueñaba de la literatura. Y sin desvelar ni un ápice la trama de la novela: El final no me ha gustado. Pero de esto, y de mucho más -¿Por qué la biografía de la autora en la solapa del libro nos informa de número de hijos que tiene?- hablaremos a finales de diciembre, cuando se vuelva a reunir el Club de Lectura. ¿Te lo vas a perder?

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10 diciembre 2011

Manual del perfecto vanguardista, en el Pequeño Teatro de los Libros


La niebla cayó sobre el Barrio de Las Fuentes mientras en la librería El Pequeño Teatro de los Libros, un perfecto idiota impartió, con casco militar, tutú y una camisa del mismo color que la mía, una docta conferencia sobre el “Manual del Perfecto Vanguardista”
Cualquiera puedes saber, incluso sin consultar la wikipedia, que el término vanguardista alude al que está en vanguardia de algo, en la primera línea de la batalla, da igual si es cultural, sexual o medio pensionista. Sin embargo, el perfecto vanguardista, como recordó el conferenciante, tiene que serlo por situarse a la cabeza de la vanguardia alemana. Los bávaros son el camino, la verdad y la vida y además, según afirmó el tipo del tutú al que ya le había visto los calzoncillos en un par de ocasiones, por algo habían ganado dos guerras mundiales. Seguramente por estar a la vanguardia.
La charla continuó con el relato de la formación académica del conferenciante. Se deleitó en enumerar el largo camino por las aulas de afamados “Laboratorien” que lo dejaron en la tesitura de no comerse una mierda como actor normal o convertirse en actor de vanguardia, buscar su propio discurso y seguir comiéndose una mierda. Como sugiere el título del espectáculo, optó por la segunda posibilidad y comenzó a escribir poemas, poemas de vanguardia. Utilizó un método que tuvo la amabilidad de compartir con todos nosotros y que más o menos se resume como sigue: Primero se busca un título triste. Después se le añaden metáforas a cascoporro. Luego se sigue con las metáforas, pero ahora centradas en las reflexiones sobre la vida. El poema se concluye con algo de andar por casa y que todo el mundo entienda. A modo de ejemplo, el conferenciante utilizó este práctico manual y deleitó al respetable con algunas de las más bellas composiciones poéticas que yo he escuchado en bodas, bautizos y comuniones.
La expresión corporal también puede formar parte de la vanguardia, como así demostró el conferenciante con una corografía para una vanguardista versión de la canción “El Polichinela” que anduvo a medio camino entre el cuplé de Olga Ramos y la copla de Concha Piquer, dos afamadas vanguardistas que nunca han sido suficientemente valoradas. El ballet fue muy aplaudido por el público.
El meollo de la conferencia llegó con un encuentro endoplástico en la tercera fase, lo que los profanos en terminología vanguardista llamamos: Hablar con los espíritus. El conferenciante se transformó ante nuestros ojos en Lola Flores y ella, La Faraona, anunció la presencia de André Breton. Que menos para un acto de vanguardia, pensaran los más avispados lectores. Sin embargo algo falló en la transición endoplástica de la carne porque el que apareció fue Salvador Dalí, Dalí Vida, Dalí Arte, Divino Dalí. La prosopopeya de su discurso terminó con una performance de Sara Montiel y la versión alcachofano-catalana del hit vanguardista “La violetera”
El tiempo endoplasmático se rompió sin avisar y el conferenciante regresó al centro del escenario un poco despistado y conmocionado por la experiencia extra sensorial. Fue un momento de tensión porque, cuando la corbata se le cayó la suelo, afirmó: “En la vanguardia es importante cabrearse”, aunque él, doy fe, se cabreó mas bien poco.
El acto tuvo un genuino final de vanguardia alemana. Si el resto de las vanguardias se inauguran con un decálogo, la vanguardia alemana termina con él. Me gustaría detallar los conceptos que se trataron en estos diez puntos pero, agradecido y emocionado como una Lina Morgan cualquiera, me quedé congelado cuando el oráculo de la vanguardia dictó mensajes que venían de más allá de la Zona Euro.
El final anunciado no fue el final porque el conferenciante guardaba un último golpe de efecto. El stripteas requetefinal fue de casco, zapatos y tutú: El mortal desvistió al personaje de su máscara roja y el actor abandonó la escena. Ya no había disfraces, ni atrezzo, ni dramaturgia. Ese es un salto que solo está al alcance de los valientes, actores que, ante nuestra sorpresa, se desnudan y nos muestran la delgada línea que separa al bufón del hombre. Fue un breve espejismo, apenas unos segundos hasta que el conferenciante regresó bajo los focos, dio marcha atrás y se fue por donde había venido.
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Si quieres puedes encontrar al conferenciante de " Manual del Perfecto Vanguardista":
Telf: 606 87 83 43
Mail: jordigomez@gmail.com
http://basadoenunapersonareal.tumblr.com/

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09 diciembre 2011

Jamlet (con Jota)

Shakespeare es una de las figuras cumbres de la literatura universal que escribió obras como el de Hamlet, Príncipe de Dinamarca, paradigma de la duda que paraliza la acción. El clown tiene un objetivo claro: Divertir, entretener y hacer reír. La jota aragonesa es una de las manifestaciones del folclore aragonés en forma de cante y baile. Rosa Sáez - que ya tiene experiencia en estos cócteles con obras como “Romeo y Julieta o cuando es que no es que no” y “El sueño de una noche de verano” - tomó estos tres elementos (Hamlet + clown + jota) los agitó bien mezcladitos, los situó en el reino de Aragonia, puso un cachirulo en la cabeza del Rey y, tachan!! Surgió una comedia al servicio del drama titulada “Jamlet (con jota)”.

El Teatro del Mercado de Zaragoza acoge durante el fin de semana este delirante experimento de Titania Producciones que aúna, para mayor gloria del arte de la representación, todo lo bueno de cada uno los componentes que conforman la obra. A saber. Cuando termina la función conoces perfectamente el desarrollo dramático de Hamlet, las risa ha brotado en bastantes ocasiones y, en fin, no es malo para la salud una buena tanta de joticas cantadas con más o menos lustre, pero con mucha chispa. Y ahí esta el gran secreto de este Jamlet (con jota), la chispa y el buen hacer los actores que se pasean por el texto clásico entre adornos de lo cotidiano, y toda una lista de tópicos aragoneses que van desde la Virgen del Pilar, a la trenza de Almudevar, los vinos de Cariñena y muchas, muchísimas más. Siempre he tenido la duda de si, los guiños de marcado acento local, regional o provincial, son igual de bien recibidos por el público de allende los lindes de nuestra tierra.

Jamlet (con Jota) es un ejercicio delirante que permite un acercamiento al teatro clásico desde la frescura del clown y el aditamento, que se me antojó exótico, de la jota. Una curiosa adaptación que tal vez asuste a los puristas pero que, sin lugar a dudas, será una deliciosa experiencia para quienes, despojados de clichés, son capaces de encontrar la risa allá dónde el gran Shakespeare escribió aquello de: To be or not to be, that is the question. (Se lo imaginan a ritmo de jota)

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06 diciembre 2011

Diálogos con el hombre primitivo

Fotografía: Javier Feria Martín

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Sustituto

Nunca conocí a mi abuela. Siempre estuvo muerta y allí lleva toda la vida. Algunas veces, desde que su hija murió, pienso en ella, en la madre de mi madre. Una mujer que hace sopas y reza para tener una vela encendida en el altar. Por eso me levanto, para sustituir a mi madre. Voy a la parroquia del barrio y conecto una lamparita eléctrica. Desconozco cuanto tiempo valdrá mi donativo y, si esa llama a 220 voltios, será suficiente para alumbrar lo que tanto temía mi abuela: La oscuridad eterna del féretro.
Estoy preocupado porque hasta hace muy poco nunca había pensado que desconozco el lugar dónde están enterrados mis abuelos, a los que nunca conocí.

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