La curvatura de la córnea

24 noviembre 2025

Las amargas lágrimas de Petra Von Kant

 


Una pirueta Fassbinder

Rakel Camacho realiza un impecable ejercicio de estilo. Su propuesta es una pirueta Fassbinder para alejarse de la dramaturgia clásica que utiliza la verosimilitud como conector entre la ilusión del teatro y la realidad imitada. La dirección satura todos los lenguajes narrativos para diferenciar la representación en el escenario del patio de butacas, y conseguir que se sustituya la naturalidad por una estructura artificial que desnuda el engaño de la ficción.

La puesta en escena combina la ornamentación barroca de la escenografía con profusión de objetos y el quita y pon de vestuarios y pelucas. El espacio sonoro subraya lo irreal mediante efectos de sonido, canciones que separan las escenas, y a modo de introducción nos cuenta de manera simbólica que todas las mujeres en escena orbitan como maniquíes manipulables alrededor de la vida de la protagonista, hasta que el texto toma el relevo para desentrañar las características de esas relaciones. Cariño interesado de la madre, hipocresía social de la amiga, delirio amoroso con la juventud, y poder despótico con la criada. Arquetipos para dejar constancia que el sujeto amado o bajo tu poder casi nunca es lo que tú quieres que sea, mientras la poca habilidad para la aventurarse en territorios sentimentales y sociales es el mejor salvoconducto para despeñarte entre lágrimas y soledad.

El trabajo actoral es la guinda imprescindible para que todo encaje. La potente presencia física combina una gestualidad excesiva con ese puntito de interpretación impostada que exige el melodrama, y que deja al espectador como al entomólogo que analiza a unas criaturas situadas más allá de la verdad, y sin embargo el resultado final es una narración donde la peripecia muestra la vitalidad dramática de los conflictos interiores de los personajes.

‘Las amargas lágrimas de Petra Von Kant’

Calificación: 4 estrellas

Producción: Pentación Espectáculos. Autor: Rainer Werner Fassbinder. Versión y dirección: Rakel Camacho. Reparto: Ana Torrent, Rebeca Matellán, Maribel Vitar, Julia Monje y María Luisa San José. Escenografía: Luis Crespo. Espacio sonoro: Pablo Peña y Darío del Moral.

Jueves 20 de noviembre de 2025. Teatro Principal.





Crítica de la obra de teatro 'Las amargas lágrimas de Petra Von Kant’ en Zaragoza: Una pirueta Fassbinder


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16 noviembre 2025

Bestias

 


La violencia llama a la puerta

El concepto de violencia tiene la etiqueta de una tarea imprescindible, la que necesitan los hombres para cumplir con su destino. Es la manera de conectar directamente con las exigencias que emanan históricamente de las deidades hasta constituir una existencia trágica. De esta manera las confrontaciones violentas se convierten en victorias y liderazgo.

Esta concepción de la violencia como un instrumento estratégico que condiciona todo lo que rodea necesita del consenso social, y cada una de las razones para romper ese consenso tiene consecuencias, una de ellas es ingresar en la cárcel. A partir de ese momento se establece una situación donde es imposible la reconciliación entre quienes han estado en prisión y quienes todavía no han llegado a ella.

Carla Novi se preguntó por estas cuestiones, y las tiene en cuenta a lo largo de la representación, porque la finalizar le gusta saber cómo afectan al público. Lo hace mediante un pequeño coloquio en el que conversa con los espectadores con el objetivo de abrir un debate. ¿Un delincuente tiene derecho a una segunda oportunidad? ¿Hay que utilizar recursos económicos para reinsertar a un asesino a la sociedad? ¿Nuestra sociedad se define con respecto a que decisión tomamos entre recuperar a las bestias o dejarlas olvidadas en un encierro infinito? Para contestar a estas preguntas la dramaturgia de ‘Bestias’ se construye sobre dos espacios de representación.

El primero se viste de teatro documento para enmarcar la historia con un lenguaje verbal donde la ficción en forma de documental consigue un sustrato histórico y objetivo que da verosimilitud a toda la representación. La video proyección está inspirada en la Special Unit creada en la Escocia de los años 70. Un programa que pretendía rehabilitar a los presos violentos mediante el aprendizaje de diferentes disciplinas artísticas.

El segundo es el terreno material del escenario donde la gestualidad  es la base fundamental que marca el camino de una historia apoyada en el relato y el diálogo. Los personajes se construyen a partir de la expresión corporal y sin embargo, como confesó Carla Novi en el coloquio posterior, ella siempre empieza trabajando con un texto, y es el camino que lleva del relato a su corporeidad quien determina la composición final de los personajes. Por eso la Carla Novi autora del texto le pasó el encargo a la Carla Novi actriz, que a su vez se puso en contacto con la  coreógrafa Enara Tarragó. El trabajo de ensayos fue la clave para encontrar el centro de gravedad de cada personaje, por eso los matices son esenciales. Las diferencias de tono entre el lenguaje narrativo que usan los personajes para las reflexiones y los recuerdos, y como se modifican en el diálogo, pero la mayor apuesta son los momentos en los que la expresión narrativa salta hacia la coreografía, y los personajes entran en un nivel diferente en el que abandonan la peripecia para alcanzar una pulsión artística independiente. Un punto onírico donde se liberan de la prisión. No se trata de diferenciar a cada uno de los personajes mediante el recurso de hacer un nudo en el vestuario de la actriz. Todo es mucho más sutil y excitante. Un ejercicio minimalista en el cuerpo de Carla Novi que se percibe nítido y emocionante, capaz de mantener la tensión en cada nuevo paso, hasta alcanzar la idea desoladora de que todos los protagonistas de la historia están rotos… y entonces me planteo dos dudas que van más allá de la representación y que apelan al mundo real. ¿Redimir a estas personas no será una tarea demasiado grande para hacerlo solamente desde el arte? ¿Una función de teatro será capaz de modificar la mirada de los espectadores para con los presos de verdad? En esas encrucijadas es donde se fragua la emoción, porque la apelación al patio de butacas se aleja del panfleto y se centra en el uso delicadísimo de una ficción que solo expone la historia, sin caer en la trampa de promover una reivindicación concreta.

La larga ovación final estuvo cargada de la electricidad que se genera cuando el aplauso es de piel y corazón. En el aire flotaba la vida de las bestias mientras se expandía la catarsis que demuestra la importancia del teatro como el ágora donde las hechuras de la ficción nos llevan hasta los vericuetos de la reflexión.

El programa de mano de ‘Bestias’ recuerda que este espectáculo nace de la necesidad de la autora de entender de donde surge tanta violencia, y que es lo que hace que unos cuerpos sean violentos y otros no. Y sin embargo la función me dejó pensando que nos encontramos ante valores que no son absolutos. La relación ser humano/violencia es una señal dual indisoluble, y lo único que podemos hacer es aumentar la potencia que nos acerca a la primera, mientras minimizamos la intromisión de la segunda pero…¿qué ocurre si una parte de la sociedad hace exactamente lo contrario? ¿Qué podemos hacer cuando la gestualidad y el verbo son colonizados por actitudes violentas que se amplifican y distribuyen con la rapidez de las nuevas tecnologías y la profundidad social de la televisión generalista?

Carla Novi hace un teatro necesario donde las herramientas de la sensibilidad y la belleza formal nos muestran las facetas de una realidad susceptible de cambio, y quien sabe si percibirla desde la emoción es el primer paso para lograrlo… pero también es posible que dejaremos ganar la batalla a los furibundos que agitan el odio y aumentar en número de bestias.

‘Bestias’

Texto, interpretación y dirección: Carla Novi. Voz en off/videos: Harvey Holtom. Coreógrafa: Enara Tarragó. Música: Aldo Obregón. Diseño de Iluminación: Valeria Vélez. Entrenadora de voz: Javiera Guillén. Diseño de cartel: Susana Sánchez. Agradecimientos especiales: Carlos de Matteis. Asistencia técnica para esta función: María Aladrén y Louis Wells.

Sábado 8 de noviembre de 2025. Teatro Bicho.


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14 noviembre 2025

La Barraca






 

Ovación para un teatro necesario

‘La Barraca’ de Blasco Ibáñez aúna el interés histórico con una vocación de belleza poética dedicada a describir huerta, enseres y sentimientos. La acción transcurre a finales del siglo XIX cuando la burguesía acumuló capital y propiedades para apretar con el arrendamiento al proletariado campesino. Hombres rudos que canalizan la rabia de la explotación mediante un pensamiento reaccionario: mitificar el pasado para enfrentarse al forastero que ocupa un escalón por debajo de su propia pobreza, olvidar al opresor y generar una violencia que se filtra a todo el ámbito social del oprimido. De la escuela a la fuente. De la taberna a la barraca.

La sobriedad de la escenografía es un espacio ideal para que las hechuras literarias de la novela se conviertan en musculosa teatralidad. El texto de Marta Torres alterna con acierto la voz de los personajes entre la eficacia dramática de las partes narradas, y la carnalidad de los diálogos, mientras la puesta en escena de Magüi Mira introduce oasis estéticos donde miedos y odios individuales se convierte en la coreografía de una masa anónima de sombras y aullidos.

El trabajo actoral hace un sobresaliente ejercicio de versatilidad. Contundentes con la crudeza de palabras aferradas a la tierra, pero también con aromas de sensibilidad, fluyen líquidos en los desplazamientos, transitan con elegancia de un personaje a otro, y se mecen en una banda sonora que acentúa las intenciones.

La violencia latente siempre está en escena. La mayoría de las veces mediante el uso de elementos simbólicos, hasta que el esperado topetazo de los carneros estalla en la cólera de un discurso que deja al patio de butacas varado en un silencio abisal. La resolución del drama regresa al territorio de la belleza formal hasta culminar en una prolongada ovación final.

‘La Barraca’

Calificación: 4 estrellas

Producción: Teatro de Malta, Pentación Espectáculos y Olympia Metropolitana. Autor: Blasco Ibañez. Adaptación: Marta Torres. Dirección: Magüi Mira. Productor: Jesús Cimarro. Reparto: Daniel Albadalejo, Antonio Hortelano, Jorge Mayor, Antonio Sansano, Patricia Ross, Claudia Taboada, Elena Alférez y Jaime Riba. Música: Santi Martínez. Coreografía: Marta Gómez. Escenografía: Curt Allen y Leticia Gañán

Miércoles 12 de noviembre de 2025 Teatro Principal.

Crítica de 'La Barraca' en el Principal de Zaragoza: Ovación para un teatro necesario


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06 noviembre 2025

Celestina

 


La Celestina de Juan Bolea o la tragicomedia descafeinada de Calixto y Melibea

 

Acercarse a una obra dramática para realizar un nuevo espectáculo ya es un acto de intervención que arrima el ascua a la sardina del autor, y hay dos formas esenciales de hacerlo: realizar una adaptación o lanzarse a la versión libre.

Josep Lluis Sirera plantea el debate del acercamiento contemporáneo hacía los clásicos en unas coordenadas muy claras. Si el autor se salta la literalidad del texto original, al menos se debería preservar los elementos que le dan relevancia a la obra, y a partir de ahí construir un diálogo entre pasado y presente, de manera que la relectura aporte nuevos códigos, lenguajes y complicidades.

Juan Bolea se acerca a La Celestina mediante la segunda opción, así que desde el punto de vista formal realiza una reescritura activa en la que reorienta y reinterpreta la obra dramática original. Este tipo de acercamiento, en palabras de Jesús Campos García, corre un grave peligro: Diluir en exceso las intenciones de la obra hasta llevarla a lugares muy alejados del original por razones de marketing para que el prestigio del referente sea el reclamo comercial y pelillos a la mar.

Aunque los motivos dan un poco igual, lo cierto es que Bolea moldea la obra original para construir una peripecia que aborda de una manera diferente los grandes temas que construyen el relato: el amor y la avaricia, sin embargo también elimina otros tan importantes como la transición tragicómica de los acontecimientos azuzados por la venganza y una confesión final que sirve de catarsis.

La propuesta amorosa que Rojas presenta en ‘La Celestina’ es la transición entre el amor cortés y un amor digamos que renacentista. El paso de la tradición literaria medieval donde lo que se dice es mucho más importante que lo poco que se hace, a un cortejo marcado por una acción que tiene como objetivo un amor caracterizado por la carnalidad voluptuosa del deseo hasta satisfacer con gozo y alegría los apetitos sexuales, semejante ejercicio suele dejar en segundo plano los requiebros literarios y se centra en las caricias.

 ‘La Celestina’ ejemplifica este cambio de modelo mediante la superposición de dos planos. Resulta cómico que los criados usen los mismos moldes de expresión que sus amos cuando sus situaciones son absolutamente diferentes, mientras los amos nos muestran grandes recursos retóricos y parlanchines sin llegar a tocar piel con piel, los criados son mucho más variados, rápidos y atinados a la hora de unir el calor de sus cuerpos en fuegos sexuales. Bolea cambia en este asunto dos cosas fundamentales.

La dramaturgia mantiene de inicio la relación cortés entre Calixto y Melibea, sin embargo el cambio de esa forma de amar se ejemplifica con una modificación del espacio vital de Melibea, que deja su jardín para vivir en las estancias de Calixto desde donde observa su antiguo lugar de un trabajo tan creativo como la moda. Esa modificación tiene toda la pinta de cambiar el amor cortés por una especie del típico amor romántico dos punto cero tan idealizado como antiguo en época contemporánea. El mensaje de la mujer que lo abandona todo por acompañar a su amor nada tiene que ver con la obra original.

Mientras Rojas deja las muestras visibles de amor voluptuoso en el lado de las criados, Bolea define este contrapunto amoroso con el riesgo de una triple pirueta mortal. El amor voluptuoso se produce entre Sempronio, servidor de Calixto, y la propia Celestina. Para este movimiento necesita rejuvenecer a la hechicera y, de paso, aprovecha esta novedosa relación amorosa para mezclarla con la verdadera conexión entre estos dos personaje, que no es otra que su amor por el dinero y las ganas que tienen ambos de aumentar su patrimonio engañando al Calixto enfermo de amor.

Esta relación entre Celestina y Sempronio terminará de mala manera por la avaricia de la hechicera que quiere engañar al amo y de paso al criado. Ahí entra la venganza del criado que terminará con la vida de Celestina. Bolea respeta ese momento pero obvia que el destino juega a la contra de Sempronio que también terminará muerto. Este paso es esencial para el desarrollo de la obra porque provocará la venganza de la mujer que bebe las carnes del criado y así, a la larga, su muerte será la espoleta que traslada la comedia amorosa a la tragedia que estalla para destruir el amor entre Calixto y Melibea que, si hasta entonces habíamos visto cortés, falta muy poco para que descubramos toda la dimensión de ese nuevo amor, ese es el cambio esencial que necesita la obra que llega en la cumbre final con un monólogo vibrante de Melibea donde, más allá de la muerte, se proclama la victoria del amor lúbrico de gozos, frente al requiebro de versos y sueños.

Toda esta complejidad se queda en el limbo porque, cuando Bolea omite la muerte trágica de Sempronio atasca el motor de la tragedia y no le queda más remedio que justificar la muerte de Calixto en un accidente del que Melibea se entera por teléfono. La respuesta de la amada no va más allá de unos balbuceos para hacer un mutis y la verdad, no estoy seguro si por accidente o suicidio, morir fuera de escena. La decisión de que Calixto y Melibea mueran fuera de la visión de los espectadores le resta a esta historia de amor de la fuerza dramática necesaria para conmover a un patio de butacas, que en lugar de implicarse en los sucesos tan solo pueden ejercer de  espectador de los acontecimientos, una posición que los aparta de la emoción final que requiere la obra.

El texto de Bolea tiene una buena musculatura con algunos momentos donde las frases suenan contundentes, redondas con ecos de expresión que recuerdan el tono de la obra original, y a la vez es eficaz en los asuntos contemporáneos que la escenografía pretende subrayar mediante la proyección de imágenes frías con vocación de situar geográficamente una peripecia que no necesita de brújulas para saber dónde se encuentra la acción, y que a la postre le quita foco a las palabras en lugar de subrayarlas.

La dirección de Bolea deja huérfanos a los actores. La sensación durante toda la obra es la ausencia general de teatralidad porque toda la preocupación del director parece centrarse en que se diga bien el texto, y eso ocurre con solvencia, pero sin embargo falta un trabajo definido para que los actores tengan un criterio al que acogerse para dar sentido a las deambulaciones por el escenario, que las distancias entre sus cuerpos sean las adecuadas para aumentar la intensidad emocional de las réplicas, y tener como objetivo que las reacciones corporales atiendan a lo que el texto expresa. Y es ahí donde se aprecia los diferentes niveles de veteranía del elenco. Mientras la dirección desaprovecha la dulzura de Sara de Leonardis (Melibea) y la imponente presencia de Alberto Santos (Calixto), ellos se agarran al texto sin mucho riesgo, y el director les deja hacer cuando debería encontrar una relación que explotara mucho más esa química que el público ve en base a la palabra, pero que para los personajes son las brasas sobre la que palpita el deseo carnal. Esa es la identidad perdida y que la obra pide a gritos que se materialice.

Los momentos más teatrales se producen cuando la acción recae en la pareja de Celestina y Semrponio. Lorena Soler juega muy bien esa manera particular que tiene de estar en escena y una fuerza en su actitud y su mirada que ya hemos visto en otras producciones. Luis Trébol realiza un excelente ejercicio con esa prosodia que tanto y tan bien ha cultivado en el teatro leído, su manejo de las frases y los cambios de entonación marca de la casa consiguen un buen armazón para un personaje, que quizás pide otro tipo de gestualidad más acorde a su condición.

Juan Bolea escribe en el programa de mano que se acerca a La Celestina para hacer una versión libre que respeta el argumento original pero alterándola mediante la actualización de las referencias morales y sentimentales de los personajes. Sin embargo la sensación que tuve al final de la obra fue que la modificación de gran parte de la trama, más que actualizar la obra de Rojas, tan solo la convierte en la descafeinada tragicomedia de Calixto y Melibea.

 

‘Celestina’

Producción: Oyambre Producciones & Infinity Broadcast Media. Texto y dirección: Juan Bolea. Reparto: Lorena Soler, Alberto Santos, Sara de Leonardis y Luis Trébol. Producción: Alejandro Bolea. Lus y sonido: Alfredo Mompel. Atrezzo: Jacbo Atienza.

Miércoles 15 de octubre de 2025. Teatro del Mercado.


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03 noviembre 2025

True West. Ocho meses de camino

 


True West. Ocho meses de camino

El 25 de abril fui a ver el estreno de ‘True West’ en el Teatro del Mercado. Iba con un elevado grado de curiosidad porque hacía menos de un mes que había tenido la suerte de asistir a uno de los primeros ensayos en El Enjambre. En este espacio creativo todavía estaban instalándose y el ensayo se hizo en una sala con el aspecto desordenado de las mudanzas que hacía las veces de escenario- Añ fondo una mesa con un ordenador para implementar la banda sonora. Tras la mesa María Andrade hablaba con Estela Algaba, su ayudante en la dirección.

Me senté muy al fondo para no molestar, tenía una visión periférica, lejos de la frontalidad habitual de las butacas de una sala, pero poco a poco conforme la escena tomaba músculo me fui moviendo hasta estar prácticamente encima del espacio por donde se movían los personajes. Esa atracción que me obligaba a desplazarme desde el espacio de la realidad hasta el lugar donde se construye la ficción fue el magnetismo del trabajo de actores y directora.

En el primero de los pases María Andrade deja hacer a los actores. David Diestre, Fran Martínez y Andrés Pacheco se adaptaban a un espacio que nada tiene que ver con un escenario. Ellos proponían un perfil de cada personaje. La forma de moverse, las reacciones en las réplicas, los silencios, las miradas y las intenciones. La directora al principio les dejaba hacer y el primer pasó se hizo sin interrupciones. Al finalizar María conversa a los actores sobre como entienden ellos todo el subtexto de la escena. Se llega a un acuerdo y se repite. Es evidente que la escena ha cambiado, ahora todos van en la misma dirección. A partir de ese momento María interviene un poco más, matiza, puntualiza, recuerda a los actores la intención del personaje. A veces corta el ensayo para dar una indicación muy concreta. La transformación de la escena es evidente. Las acciones y las actitudes han pasado de un somero esbozo de acercamiento general a definirse con claridad su musculatura teatral. La experiencia fue fascinante para mis ojos de espectador, comprobar cómo funciona la alquimia entre la dirección y los actores para construir la magia del teatro. Y con esa enorme expectativa me senté en la butaca el día del estreno.

Durante los días previos había leído la obra ‘True West’ de Sam Shepard. Tenía claro que la intención del autor era concentrar en el interior de una casa las tensiones y frustraciones que se produce en ese largo camino para alcanzar el mito del sueño americano. Pero como los mitos son invenciones humanas, los dos hermanos que protagonizan el texto solo pueden darse de cabezazos con la tozuda realidad, que además viene marcada por um determinado ambiente familiar que, aunque permanece semi oculto a lo largo de la representación, se muestra como la espoleta final que explica, si eso es posible, el comportamiento de los dos hermanos.

Ahí radica el interés actual de la obra, en ese grado de distancia entre la realidad y los sueños, y como toda una generación en este país se está dando cuenta de que los cantos de sirena de prosperidad que componen el mito fundacional de nuestro Estado de bienestar se están tambaleando. Un sueño roto que Berna González Herbour describe así: “Solíamos creer que la sanidad pública era un gran factor de cohesión y, la educación, un potente ascensor social en el que bastaba apretar el botón: el nivel 1 te llevaba a la escuela; el 2, al instituto o la FP; el 3 te dejaba directo en la universidad y, el 4, en el infinito y más allá, allá donde te pusiera tu valía. Ambos pilares —sanidad y educación— sostenían el Estado de derecho y un sueño de igualdad que funcionó durante décadas en España.”

La energía de la obra comenzó muy arriba y quizás por eso el enfrentamiento entre los dos hermanos resultaba demasiado evidente, demasiado grande, demasiada tensión que rompía los pequeños hilos de familiaridad que la obra conserva, ese toque que apela al espectador y le permite acercarse con cariño a los dos hermanos, y al mismo tiempo estar temeroso porque ese equilibrio corre peligro azuzado por agentes externos. Esa fue la metamorfosis que no se produjo y la que hizo tambalear la representación. Los actores se habían situado con tanta energía en cada una de sus fronteras que no no había terreno para nada más. Se hablaban pero no es escuchaban. Se miraban pero no se veían. Se tocaban pero no se sentían.

Con ese estado de las cosas, la surrealista irrupción final de la madre no podía cumplir con el objetivo de darles una nueva oportunidad porque, al fin y al cabo, la actitud de la madre no parece la más adecuada para la crianza de los zagales. Esa ruptura del mito familiar como el refugio que nunca falla, a la postre es la tabla de salvación que Shepard deja suspendida para que el espectador decida cuál es el futuro de esos dos personajes. Y en este caso eso no funcionaba.

Cinco meses después del estreno la obra volvió a los escenarios en el Centro Cívico Teodoro Sánchez Punter. Y allí me planté con la curiosidad de saber cómo había evolucionado. Todo cambió desde el primer momento. Fran Martínez y David Diestre habían alcanzado un exquisito equilibrio. Los actores tenían el imán que focalizaba mi atención, y el en ellos veía el texto encarnado. La dosificación del duelo se materializaba con subidas de tensión y bajadas de cariño que atrapaban la atención, y las ganas de saber cómo continuaban la historia. La elegancia de Andrés Pachuca parecía equilibrar la situación, sin embargo de una manera muy fina generaba el chisporroteo definitivo entre los dos hermanos. Pero sin lugar a dudas el papel más difícil es la irrupción que Nines Cárceles tiene que hacer al final de la obra, con esa madre que completa el significado. En esta ocasión sus compañeros le dejaron una mejor definición de la situación. Cuando llegó el oscuro final en la sala se mantuvo esa emoción de los grandes momentos teatrales hasta que el público rompió en una intensa ovación.

Mientras regresaba a casa pensé en esa máxima de que el teatro se hace función a función hasta que nunca deja de hacerse

 

True West’

Producción: El Enjambre Lab. Autor: Sam Shepard. Dirección: María Aladrén. Elenco: David Diestre, Fran Martínez, Andrés Pacheco Agudelo y Nines Cárceles. Dirección Técnica, escenografía y sonido: Louis Wells. Luces: Pedro Javier Mora. Vestuario: Nines Cárceles.

 


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01 noviembre 2025

Don Juan en los infiernos

 




Don Juan seduce en el Principal

‘Don Juan en los infiernos’ es el título de un poema de Baudelaire donde el mito que convierte voluntad en ley y pasiones en destino viaja en una barca camino del cementerio. El cineasta Gonzalo Suárez conectó el simbolismo de ese trayecto final con dos ideas. La vida del conquistador implacable de mujeres enfrentada con la estrecha moralidad de un Felipe II en cuyo imperio no se ponía el sol, pero situando la acción en la órbita de Moliere, y así mover al personaje por el territorio cómico de quien va de chasco en chasco con mucho ruido de palique y poca chicha de copular.

La dramaturgia armoniza estos antecedentes para definir y equilibrar la relación especial entre amo y criado con la chispa de una peripecia a la fuga, momentos de reflexión, y una rueda de personajes para dibujar al pecador con meridiana claridad. Don Juan está  tan íntimamente convencido que vale la pena protagonizar una vida singular, que cuando llega el momento final es capaz de buscar una pirueta ingeniosa para resumir su vida en un chiste.

Las hechuras teatrales se consiguen con elementos formales que enriquecen la narración. El espacio escénico se configura con un baile de bastidores, la sobriedad de unas proyecciones que sin estridencias sugieren localizaciones, y la fuerza hipnótica de la ambientación musical. La dirección conecta comedia y drama porque la agilidad de entradas y salidas deja espacio al peso de unas palabras que van de la burla a la reflexión.

El trabajo actoral es un fabuloso compendio. Muestra musculatura para los duelos verbales que hacen pesas con las frases, alimenta el ritmo que requieren las acciones, y dosifica la gestualidad como el contrapunto entre el hieratismo, la filigrana del bufón enmascarado, y esa ironía que pone en solfa la hipocresía de Don Juan y la nuestra.

 

‘Don Juan en los infiernos’

Calificación: 4 estrellas

Producción: Teatro Che y Moche. Texto: Gonzalo Suárez. Dramaturgia: Joaquín Murillo. Dirección: Marián Pueo. Reparto: Joaquín Murillo, Saúl Blasco y Gemma Cruz. Escenografía: Óscar Sanmartín. Máscaras: Ángel Laín.

Jueves 30 de octubre de 2025. Teatro Principal


Crítica de la obra de teatro 'Don Juan de los infiernos' en Zaragoza: Don Juan seduce en el Principal

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25 octubre 2025

La sombrerería de Quita y Pon

 



Los payasos son así

La sombrerera Susana Loureda defiende que ponerse un sombrero es una cuestión de actitud. Una prenda con el poder inevitable de transformarte y la capacidad de generar un atractivo especial. Esa afirmación de la diseñadora gallega rige para gentes normales como usted y yo, porque para los payasos de Producciones Kinser el efecto se multiplica hasta construir una historia de Quita y Pon. Quitar el malaje a la vida para poner risas, amor y el aroma clásico de esa película en la que un ángel nos recuerda que lo bello es vivir en armonía con las personas que te rodean, incluso de tu propia familia.

El espacio escénico es una deliciosa caja pertrechada con entradas y salidas evidentes y otras que juegan al escondite, para que la elegante sobriedad de la escenografía se combine con una dramaturgia alimentada por diferentes lenguajes narrativos. Una chistera como la de Tip para sacar circunloquios de un humor absurdo que gira y gira. Bajo la gorra de cuadros de Miliki se esconden melodías, adivinanzas estrambóticas que a veces no son lo que parecen, y juegos de palabras para rizar el rizo. El bombín de Charlot añade a la mezcla pinceladas de una comedia física que cambia tropiezos y golpes por coreografías circenses de malabares y una profunda humanidad.

En el escenario dos artistas de la pista con capacidad para sacar lo mejor de cada uno de ellos, armonizar sus habilidades, y ponerlas al servicio del otro para que el brillo individual de sus habilidades se amplifique con el trabajo en pareja. La química de la interpretación fluye en acciones y diálogos. Alejandro García demuestra un conocimiento catedrático en gestualidad, mueca y pantomima, mientras la presencia escénica de Silvia García nos advierte de la enorme versatilidad dramática de cada uno de los poros de su piel.

‘La sombrerería de Quita y Pon’

Calificación: 4 estrellas

Producción: Producciones Kinser. Dramaturgia: Raúl Herrero. Dirección: Joaquín García. Reparto: Alejandro García Sierra y Silvia García Sierra. Espacio escénico: Óscar San Martín. Escenografía: Manolo Pellicer. Vestuario: Lucía Igual. Iluminación: Alfonso Félez. Sonido: Jonathan Carrillo. Mastering: Estudio Kikos. Ayudantía de dirección: Irene Joven.

Jueves 23 de Octubre de 2025. Teatro del Mercado.


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