La curvatura de la córnea

11 diciembre 2024

Don Ramón María del Valle-Inclán

 



Dos cráneos para un intérprete

Xavier Albertí cuenta en el programa de mano como hace veinticinco años le impactó la lectura de una biografía titulada ‘Don Ramón María del Valle-Inclán’ que Ramón Gómez de la Serna escribió en 1944, y como decidió que ahora era el momento de transformar la experiencia de lector en un espectáculo teatral.

Susana Arnas Mur nos recuerda que el arte del retrato y la biografía de Ramón Gómez de la Serna no siguen las reglas canónicas porque el texto tiene mucho que ver con la propia autobiografía del autor como medio para redactar la biografía del retratado. Ese desdoblarse de Gómez de la Serna con el biografiado conlleva una cierta confusión a la hora de utilizar términos como retrato, biografía o semblanza. En cualquier caso la organización del texto siempre es la misma: destacar un detalle sencillo, cotidiano y banal para, como afirma el catedrático de literatura Jesús Rubio Jiménez, que a lo largo del desarrollo de la obra se pasé de la anécdota vivida o contada hasta lo sustancial del personaje.

La dramaturgia de Xavier Albertí se apunta al desarrollo de esa manera de escribir. Lo hace agudizando el espíritu teatral del texto original, al que Rubio Jiménez tilda de “cocodrilesco’ por la depuración con la que capta la realidad, y como incorpora el interés de lectores gracias a un discurso construido mediante pequeños relatos que nos llevan de un barco por las rías gallegas, a un paseo por un Madrid de cafés, tranvía; de la golfería de Alfonso XIII y el general Primo de Rivera al odio hacia Echegaray, hasta ponernos en los lomos de un saurópodo tropical.

Estas pequeñas narraciones de marcado aire costumbrista terminan por derivar hacia un análisis de conclusiones tan nutritivas que dotan a la función de teatro de ese agradable regusto de la reflexión acompañada de entretenimiento, en sintonía con aquello que aseguraba Vallé-Inclán: la mejor manera de representar lavida española es situar al héroe frente a un espejo cóncavo y obtener la imagen degradada del esperpento como decantación de la realidad. Y desde ese trampolín elevar el pensamiento hasta convenir que literatura de Homero se amarra a la vida de los dioses, mientras Shakespeare hace malabares con los sentimientos humanos, y Cervantes nos invita a volar por los cielos de la imaginación.

Esta traslación de Xavier Albertí es un finísimo ejercicio dramático que añade nuevas capas narrativas para potenciar el mensaje de grandes dosis de entretenimiento casan perfectamente con un ejercicio intelectual. Todo empieza con al monólogo ‘El orador’, un audiovisual que Gómez de la Serna grabó en 1928, del que podemos extraer tres importantes mensajes simbólicos. El monóculo sin cristal nos avisa de que todo lo que está por venir corresponde a la mirada particular del autor. El canto del gallo y sus variantes remite al mundo de la audición y la importancia de los diferentes usos que se le puede dar a la palabra para crear tensiones y contrastes. La mano enguantada nos recuerda la importancia del gesto a la hora de transmitir un mensaje.

El piano de Mario Molina es un elemento esencial para convertir la corriente de palabras en una especie de recitado que se acelera la acción hasta detenerse  en el giro de humor y vuelta a empezar con deliciosos subrayados en formas de sontas para las emociones, el himno de Riego aporta cronología histórica hasta que llega el chotis y el cuplé para que la función se muestre con el picante de un cabaret y lo chulapo de la verbena.

Pablo Casablanc se pone al frente de toda esta complejidad para dar una clase magistral de interpretación, y mostrar como la sencillez es el mejor camino para conectar con el público. Su trabajo es un alarde técnico. Utiliza las partes de texto para que su voz cambie el ritmo de los acontecimientos, la temperatura de la representación y cuando menos te lo esperas se transforma en el cantante más elegante de un cabaret donde pica la tarántula dañina. Su gestualidad economiza movimientos para distinguir cada personaje que pasa por su cuerpo con una marca mínima y esencial. Utiliza los malabares para situar el primer plano el simbolismo de un monóculo y un guante, y sin embargo algo tan terrenal como una coreografía la pespuntea con esa elegancia que deja de un lado filigranas y postureos. La interpretación tiene el tono justo para aunar todas las fronteras por las que pasa la peripecia hasta construir una cadena con eslabones que  fluyen desde los subrayados de la banda sonora hasta una iluminación en blanco y negro. Esos son los efectos formales que abren y cierran cada compartimento narrativo que favorecen la enorme presencia de Casablanc , y su capacidad para concentrar todo el arte escénico de Vallé-Inclán y toda la viveza narrativa de Gómez de la Serna. Como escribió Esteban Villarrocha en sus redes sociales: Dos cráneos privilegiados para un intérprete inconmensurable.

‘Don Ramón María del Valle-Inclán’

Producción: Teatro Español y Bravo Teatro. Un espectáculo de Xavier Albertí. Intérpretes: Pedro Casablanc y Mario Molina (piano).  Diseño de iluminación: Juan Gómez-Cornejo (AAI). Ayudante de dirección: Jorge Gonzalo. Coordinador general: Jacinto Bravo. Producción ejecutiva: Salvador Aznar

Viernes 9 de noviembre de 2024. Teatro de las Esquinas.


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07 diciembre 2024

La Colección

 






La colección eres tú

‘La Colección’ es un vendaval de reflexiones que precisa la escucha activa del espectador y así, mientras la peripecia más teatral se disfraza de señuelo dramático, el texto de Mayorga se sumerge en un universo filosófico de densidad variable, para mostrar como la incomprensible pero esperanzadora fuerza del amor (y de la muerte), es compatible con dos métodos dialécticos diametralmente opuestos a la hora observar y explicar el mundo.

Las hechuras humanas del personaje de José Sacristán ante los avatares de la vida, le lleva a resolver los problemas con el esfuerzo crítico que decanta inquietudes y deseos en ideas claras y precisas para mejorar el punto de partida original. Sin embargo el personaje de Ana Marzoa entiende la vida como un ring donde las aspiraciones materiales se pueden comprar, revender o subastar hasta lograr una victoria de la que también surgen nuevos conceptos y lecturas que superan el deseo inicial. Mientras él aspira a contar historias al abrigo de una caverna, ella subraya la importancia del número de noqueados sobre la lona.

Aunque la dramaturgia de Mayorga nuestra ese conflicto en el seno de un matrimonio mayor sin hijos, su apuesta es una exegesis sobre cómo nos define la relación que establecemos con objetos y personas que nos rodean. Y lo hace utilizando el personaje encarnado por Zaira Montes como un cordón de soldadura que explica la representación del mundo mediante tres segmentos: explosión poética del pensamiento, percepción sensible del mundo físico, y la realidad anclada en una niña que cada noche reclama la ficción de un cuento.

El impecable trabajo actoral se construye en el primer plano de un festín de palabras sobre coreografía vocal propiciada por el acertado uso del micrófono, y el enorme peso escénico de una gestualidad sobria y precisa.

 

‘La Colección’

Calificación: 4 estrellas

Producción: La Zona y Teatro de la Abadía. Autoría y dirección: Juan Mayorga. Reparto: José Sacristán, Ana Marzoa, Ignacio Jiménez y Zaira Montes. Escenografía: Alessio Meloni. Iluminación: Juan Gómez Cornejo.

Jueves 5 de diciembre de 2024. Teatro Principal.

'La colección' con José Sacristán: "La colección eres tú"

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03 diciembre 2024

Entrepieles


 

De lirio en lirio

Me quedé colgado de la última frase del primer párrafo. Dos escarabajos de cristal negro. La frase me era familiar pero no conseguía situarla hasta que mi acompañante me sopló al oído. Era el comienzo de 'Platero y yo' Ya Saben. Pequeño, peludo, suave y tan blando por fuera que se diría todo del algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros que dos escarabajos de cristal.

El texto de 'Entrepieles' que ha escrito Adolfo Ayuso tiene un aroma costumbrista teñido por un lirismo que nace de una mirada ingeniosa y particular, que le permite radiografiar comportamientos sociales para dejar al descubierto defectos personales y retratar el comportamiento humano. Su manera de contar las cosas tiene la chispa que salta cuando la pausa entre dos frases basta para pasar de la reflexión de calado a la catarsis del humor, que a veces es fina ironía y otras Brochazo Gordo y tentetieso. Estas diferentes tonalidades en la narración se armonizan en una dramaturgia sobre las vueltas que da el devenir de la vida y esos dardos que te dejan noqueado en el asiento, algunas veces por la risa, pero otras hay que tener cuidado. Las flechas que parecen dirigidas a otros espectadores, es muy posible que hagan diana en tu manera de mirar el mundo y la condición humana, esa que nos iguala mucho más de lo que pensamos.

Nos encontramos ante un ejercicio de libertad literaria para tratar temas especialmente sensibles como la anorexia y la obesidad, y lo hace desde el punto de vista de un creador al que se le ve la pátina de una humanidad imprescindible para construir tres personajes soberbios que te cogen de la solapa, te arrastran a lo largo de la peripecia, y terminan por romperte el corazón con un final de triple salto mortal.

La dirección de Paco Paricio ordena con pulcritud el tránsito de los personajes en el espacio, dibuja la coreografía de la intimidad entre títeres y actor con la naturalidad de movimientos bien delimitados, que subrayan las diferentes personalidades de todos los personajes, y muestran las estaciones emocionales que trascurren desde la ternura al desparrame.

El enérgico trabajo actoral de Josean Mateos es imprescindible para levantar una representación con la solvencia de quien se enfrenta a dos espacios completamente diferentes, y exprimir las relaciones que se establecen en diferentes planos entre el actor y los dos títeres

La interpretación en el primero de esos planos nos mostró las conexiones emocionales que establece Justo con Fina y Celia. Justo es un coach de medio pelo con soluciones poco habituales para los pacientes que acuden a terapia, en este caso dos mujeres muy distintas que muestran con total sinceridad todas sus preocupaciones y secretos mediante diálogos con buen ritmo, y capacidad para mostrar la personalidad de cada una de ellas, y al mismo tiempo cartógrafor el comportamiento social ante los diferentes.

El segundo espacio se sitúa en el proscenio. El personaje Justo se escapa del territorio de los títeres para enfrentarse al público, y a veces para encontrarse con el actor Josean. El trabajo de interpretación es mucho más directo en este espacio, incluso me atrevo a decir que es un momento cabaretero, pero en lugar de cantarnos en que parte del alma le pica la pulga maligna, el personaje reparte tarjetas para que vayamos a sus sesiones de terapia, hasta que en algún momento es el actor quien que confiesa que las tarjetas pertenecen a su productora de teatro. Una manera simbólica de reivindicar el carácter terapéutico del rito del teatro para mejorar nuestras vidas y las de los profesionales de las artes escénicas. Pero la gran mayoría de los monólogos los sentí como una señal de aviso sobre la importancia de gestionar los vaivenes emocionales y así - entre reflexiones sobre el devenir de la vida como una noria que gira y gira sin asegurarnos si nos encontramos en el punto más álgido o en la fosa más profunda - invitarnos a repensar como recorremos ese camino que une alegría y tristeza, éxito y fracaso, mieles y miseria. Y vuelta a empezar.

Los personajes y el actor transitan por todas estas variables narrativas jugando con fronteras más o menos nítidas desde la sincronía y el equilibrio entre titiritero y títeres, hasta al desdoblamiento actor y personaje. Sin embargo, hay un momento en el que toda esta arquitectura narrativa se viene abajo con una sola frase que ilumina la escena con una duda fundamental. ¿Quién mueve de verdad los hilos de la peripecia? ¿El latido? orgánico de un humano o la personalidad irrefrenable del títere? Es entonces cuando la unidad bicéfala alrededor de una mesa se transforma en la hibridación donde se funden los cuerpos.

El final se precipita por el barranco de lo inesperado, y consigue poner en pie a todo el patio de butacas en un aplauso unánime. Una rotunda ovación para la elegía de aquel Platero del inicio de la función. Lo que hay que hacer ojos como escarabajos negros, que ahora guarda silencio donde una bella mariposa de tres colores revolotea, igual que un alma, de lirio en lirio...

 

'Entrepieles'

Producción: Arteria Producciones. Texto: Adolfo Ayuso. Dirección: Paco Paricio. Interpretación: Josean Mateos. Títeres: Helena Millán.

Viernes 22 de noviembre de 2024. Teatro Arbolé


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02 diciembre 2024

Poi


 


El pastor de cabras que aprendió a girar

Para Óscar de Almozandia

Había una vez un pastor que se llamaba Poi. Poi era un pastor de cabras mallorquín que gira que te gira en busca de los mejores pastos llegó hasta las Las Gradas del Centro Cívico Valdefierro, justo cuando en Zaragoza caía una de esas nieblas que se posan en la piel para dejarla helada como escarcha. Ante semejante situación las personas que trabajaban en el Centro Cívico cubrieron a cada una de las cabras con una mantita de calorcito y amor.

Poi rastreó la zona con el sonido del cencerro como guía. Algunos ciudadanos zaragozanos se quedaron ojipláticos. Era la primera vez que por aquellas tierras un pastor de cabras daba vueltas y vueltas y más vueltas. Aquel vaivén sin ton ni son les daba un poco de miedo y los más valientes intentaron amarrar aquel movimiento de rotación y traslación mediante una cuerda que rodeaba el cuerpo del pastor, pero en lugar de detenerlo, entre tirones de mil demonios, la cuerda se les escurrió de las manos y entonces el giro se sincronizó en la suavidad de un baile que a los románticos les parecía bachata, y a los clásicos un elegante vals.

Aquella manera de flotar dejó a Poi bajo un árbol donde vio unos frutos tan parecidos a las bellotas que los recolectó dentro de un cubo para cuando el hambre apretara. La curiosidad lo tentó y Poi trepó por las ramas del árbol hasta descubrir un nido donde encontró una bellota como las que había encontrado en el suelo, pero recién nacida y con una diferencia que saltaba a la vista: La pequeña bellota estaba recubierta por una cuerda que rodeaba su cuerpecito. Poi tiró del cabo suelto y entonces ocurrió lo inesperado. Como si de una oruga se tratará, lo que parecía una bellota se transformó en el giro de una peonza que solo quiere volar.

La danza de la peonza alborotó al pastor de tal manera que dedicó el resto del día a cubrir con cuerdas todas las bellotas que tenía dentro del cubo, y tiraba del cabo suelto para ponerlas a girar una tras otras, una y otra vez. Las lanzaba al aire y caían sobre una piedra, en el tejado de un pajar o sobre el lomo de un burro que pastaba aburrido. Entonces Poi tuvo una gran idea.

El pastor sabía que sus cabras no eran especialmente inteligentes pero se armó de paciencia, y entre un balido de amor y otro de mira a ver si espabilas, consiguió que se incorporaran al juego de hacer girar las peonzas. La felicidad fue tan grande que Poi empezó a lanzar berridos y para su asombro, el rebaño de cabras lo acompañó en un coro con armonía de voces. Las cabras con barba y perilla hacían los bajos, las que estaban en edad escolar daban grititos de nerviosismo y sorpresa, mientras las que habían ido a la peluquería con boinas de color rojo hacían filigranas con agudos tan altos, que cuando la canción vocal terminó la niebla había desaparecido y dejó salir al sol.

Aquel calorcito fue un ataque de nostalgia de los veranos de su Mallorca nata, y entonces Poi cayó en la cuenta de que había pasado tanto tiempo con sus cabras que se había olvidado de hablar, y ahora que sentía como el juego giroscópico era lo más importante que le podía pasar, sin embargo era incapaz de unir las palabras para contar aquellas historias de una infancia con abuelo, peonzas y toda una vida por soñar.

Poi decidió solucionarlo y se puso a investigar. En algún lugar había escuchado que un caldero de chapa vuelto del revés se podía convertir en una caja de resonancia para verbalizar los recuerdos y así, mientras el pastor probaba la mejor manera de contar su historia, el rebaño de cabras se dispersó por los alrededores de Valdefierro en busca de otras bellotas para abrazarlas con una cuerda, tirar del cabo suelto, y que el mundo no deje de girar.

Colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que no levante el culo lo tiene cagado.

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Cuento a partir de ‘Poi’ un espectáculo de D´es Tro dirigido e interpretado por Guillem Vízcaino el 30 de noviembre de 2024 en Las Gradas del Centro Cívico de Valdefierro, dentro del ciclo Juega e imagina.



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