La curvatura de la córnea

03 diciembre 2024

Entrepieles


 

De lirio en lirio

Me quedé colgado de la última frase del primer párrafo. Dos escarabajos de cristal negro. La frase me era familiar pero no conseguía situarla hasta que mi acompañante me sopló al oído. Era el comienzo de 'Platero y yo' Ya Saben. Pequeño, peludo, suave y tan blando por fuera que se diría todo del algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros que dos escarabajos de cristal.

El texto de 'Entrepieles' que ha escrito Adolfo Ayuso tiene un aroma costumbrista teñido por un lirismo que nace de una mirada ingeniosa y particular, que le permite radiografiar comportamientos sociales para dejar al descubierto defectos personales y retratar el comportamiento humano. Su manera de contar las cosas tiene la chispa que salta cuando la pausa entre dos frases basta para pasar de la reflexión de calado a la catarsis del humor, que a veces es fina ironía y otras Brochazo Gordo y tentetieso. Estas diferentes tonalidades en la narración se armonizan en una dramaturgia sobre las vueltas que da el devenir de la vida y esos dardos que te dejan noqueado en el asiento, algunas veces por la risa, pero otras hay que tener cuidado. Las flechas que parecen dirigidas a otros espectadores, es muy posible que hagan diana en tu manera de mirar el mundo y la condición humana, esa que nos iguala mucho más de lo que pensamos.

Nos encontramos ante un ejercicio de libertad literaria para tratar temas especialmente sensibles como la anorexia y la obesidad, y lo hace desde el punto de vista de un creador al que se le ve la pátina de una humanidad imprescindible para construir tres personajes soberbios que te cogen de la solapa, te arrastran a lo largo de la peripecia, y terminan por romperte el corazón con un final de triple salto mortal.

La dirección de Paco Paricio ordena con pulcritud el tránsito de los personajes en el espacio, dibuja la coreografía de la intimidad entre títeres y actor con la naturalidad de movimientos bien delimitados, que subrayan las diferentes personalidades de todos los personajes, y muestran las estaciones emocionales que trascurren desde la ternura al desparrame.

El enérgico trabajo actoral de Josean Mateos es imprescindible para levantar una representación con la solvencia de quien se enfrenta a dos espacios completamente diferentes, y exprimir las relaciones que se establecen en diferentes planos entre el actor y los dos títeres

La interpretación en el primero de esos planos nos mostró las conexiones emocionales que establece Justo con Fina y Celia. Justo es un coach de medio pelo con soluciones poco habituales para los pacientes que acuden a terapia, en este caso dos mujeres muy distintas que muestran con total sinceridad todas sus preocupaciones y secretos mediante diálogos con buen ritmo, y capacidad para mostrar la personalidad de cada una de ellas, y al mismo tiempo cartógrafor el comportamiento social ante los diferentes.

El segundo espacio se sitúa en el proscenio. El personaje Justo se escapa del territorio de los títeres para enfrentarse al público, y a veces para encontrarse con el actor Josean. El trabajo de interpretación es mucho más directo en este espacio, incluso me atrevo a decir que es un momento cabaretero, pero en lugar de cantarnos en que parte del alma le pica la pulga maligna, el personaje reparte tarjetas para que vayamos a sus sesiones de terapia, hasta que en algún momento es el actor quien que confiesa que las tarjetas pertenecen a su productora de teatro. Una manera simbólica de reivindicar el carácter terapéutico del rito del teatro para mejorar nuestras vidas y las de los profesionales de las artes escénicas. Pero la gran mayoría de los monólogos los sentí como una señal de aviso sobre la importancia de gestionar los vaivenes emocionales y así - entre reflexiones sobre el devenir de la vida como una noria que gira y gira sin asegurarnos si nos encontramos en el punto más álgido o en la fosa más profunda - invitarnos a repensar como recorremos ese camino que une alegría y tristeza, éxito y fracaso, mieles y miseria. Y vuelta a empezar.

Los personajes y el actor transitan por todas estas variables narrativas jugando con fronteras más o menos nítidas desde la sincronía y el equilibrio entre titiritero y títeres, hasta al desdoblamiento actor y personaje. Sin embargo, hay un momento en el que toda esta arquitectura narrativa se viene abajo con una sola frase que ilumina la escena con una duda fundamental. ¿Quién mueve de verdad los hilos de la peripecia? ¿El latido? orgánico de un humano o la personalidad irrefrenable del títere? Es entonces cuando la unidad bicéfala alrededor de una mesa se transforma en la hibridación donde se funden los cuerpos.

El final se precipita por el barranco de lo inesperado, y consigue poner en pie a todo el patio de butacas en un aplauso unánime. Una rotunda ovación para la elegía de aquel Platero del inicio de la función. Lo que hay que hacer ojos como escarabajos negros, que ahora guarda silencio donde una bella mariposa de tres colores revolotea, igual que un alma, de lirio en lirio...

 

'Entrepieles'

Producción: Arteria Producciones. Texto: Adolfo Ayuso. Dirección: Paco Paricio. Interpretación: Josean Mateos. Títeres: Helena Millán.

Viernes 22 de noviembre de 2024. Teatro Arbolé


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17 abril 2023

La pizarra perdida de Einstein (Rueda de Prensa)


 Esta mañana se ha presentado en rueda de prensa la función ‘La pizarra perdida de Einstein’ de la compañía Los títeres de la tía Helena. Detrás de un atril situado en el hall del Teatro Principal se han reunido tres elementos fundamentales para provocar la reacción química de la representación teatral. José María Turmo, gerente del Patronato de Artes Escénicas de Zaragoza, representaba a las instituciones. Helena Millán, constructora de marionetas, daba presencia a la industria y Adolfo Ayuso, como autor del texto, era la voz artística del evento. No se me alboroten los radicales de las definiciones, porque claro que estos tres elementos no son absolutos y entre ellos se conectan hilos para que la mezcla sea híbrida y osmótica.

Turmo ha subrayado el carácter local de una producción con propiedades para llegar a otros ámbitos, y a la que le viene de fábula un espacio como el Teatro del Mercado como un excelente escaparate en el que conmemorar los 100 años de la visita de Einstein a Zaragoza.

Helena Millán en una breve intervención ha repasado la larga e imprescindible lista del equipo artístico y profesional que ha hecho posible el espectáculo. Dirección de David Moreau, la titiritera y actriz Marta Cortel y la escenografía Ignacio Fortún. Pero mientras Millán hablaba era imposible quitarle la vista a la marioneta que sostenía entre sus manos, y que parecía pedir la iluminación de Guillermo Millán para destacar el vestuario de Arantxa Ezquerro.

Adolfo Ayuso, autor del texto y un investigador imprescindible sobre el teatro de figuras, realizó un discurso que recoge la esencia mecánica, filosófica y artística de la función.

Lo primero fue el agradecimiento por el el impulso institucional que aúna ámbitos culturas y científicos de la Universidad de Zaragoza a través de su vicerrectorado de Política Científica dirigido por Carmina Puyod, el impulso del Ministerio de Ciencia e Innovación, la colaboración del Ayuntamiento con la programación en sus espacios.

Desde el punto de visa artístico, el autor de la obra reivindicó un texto que no está enfocada en concreto a un público infantil, y aquí me atrevo a abrir un paréntesis para recordar que ya va siendo horas de que nos quitemos la venda que nos impide ver el teatro de títeres como una parte de las artes escénicas que no necesariamente está dirigida en exclusiva para los niños. Ayuso confesó que la obra tiene dos espíritus, un documental y otro lírico. El Teatro Documental atiende a los datos de la visita del científico a la ciudad de Zaragoza, un trampolín que le sirve para hacer un recorrido histórico desde la Alemania alterada por el nazismo hasta el dolor de Einstein por los campos de exterminio y el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki; pero también hay un momento para reivindicar la ciencia como ese largo camino en el que cada paso es necesario para dar el siguiente ¿Se imaginan un encuentro entre el Newton del siglo XVII que explicaba la fuerza de la gravedad con la caída de una manzana y un Einstein del siglo XX afirmando que la gravedad es un efecto de la curvatura del espacio-tiempo?. Pero seguramente lo más importante es que todos estos desarrollos dramatúrgicos que pueden tener una apariencia compleja se recogen con la intención de crear un teatro lírico y fantástico con capacidad para generar debate dentro del ámbito social representado por los espectadores.

Adolfo Ayuso, que hasta entonces se había dejado mecer por las musas, tuvo el acierto de volver al mundo palpable de las cuentas de resultados para recordar al público en general y a las autoridades políticas en particular que, además de todas las aspiraciones culturales y artística propias de una función de teatro fetén, ellos quieren repetir en el ámbito crematístico lo que ya hicieron con su anterior montaje. Los Títeres de la tía Helena recibieron 18.000 € de las instituciones para levantar su anterior producción titulada ‘Cajal, el rey de los nervios’, un espectáculo que tuvo la capacidad de obtener 42.000 € en forma de impuestos para revertirlos a las arcas públicas.

Así que ya lo saben, no se lo piensen dos veces. Este fin de semana en el Teatro del Mercado ‘La pizarra perdida de Einstein’ Una obra de teatro de títeres para ir en grupo: Que las zagalas cojan de las solapas a sus novios, los soldados de reemplazo que lleven a los oficiales, los progenitores que acarreen con sus herederos y los hijos del vecino, que los padrinos lleven a sus ahijados y que los abuelos de las residencias se lleven a su pareja de guiñote, a la parienta y algún nieto despistado. Ya lo saben, les esperan con los brazos y las mentes abiertas en el Teatro del Mercado desde el viernes 21 hasta el domingo 23. Vayan y luego me lo cuentan.



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