Don Ramón María del Valle-Inclán
Dos cráneos para un intérprete
Xavier Albertí cuenta en el programa de mano como hace
veinticinco años le impactó la lectura de una biografía titulada ‘Don Ramón
María del Valle-Inclán’ que Ramón Gómez de la Serna escribió en 1944, y como
decidió que ahora era el momento de transformar la experiencia de lector en un
espectáculo teatral.
Susana Arnas Mur nos recuerda que el arte del retrato y la
biografía de Ramón Gómez de la Serna no siguen las reglas canónicas porque el
texto tiene mucho que ver con la propia autobiografía del autor como medio para
redactar la biografía del retratado. Ese desdoblarse de Gómez de la Serna con
el biografiado conlleva una cierta confusión a la hora de utilizar términos
como retrato, biografía o semblanza. En cualquier caso la organización del
texto siempre es la misma: destacar un detalle sencillo, cotidiano y banal
para, como afirma el catedrático de literatura Jesús Rubio Jiménez, que a lo
largo del desarrollo de la obra se pasé de la anécdota vivida o contada hasta
lo sustancial del personaje.
La dramaturgia de Xavier Albertí se apunta al desarrollo de
esa manera de escribir. Lo hace agudizando el espíritu teatral del texto
original, al que Rubio Jiménez tilda de “cocodrilesco’ por la depuración con la
que capta la realidad, y como incorpora el interés de lectores gracias a un
discurso construido mediante pequeños relatos que nos llevan de un barco por
las rías gallegas, a un paseo por un Madrid de cafés, tranvía; de la golfería
de Alfonso XIII y el general Primo de Rivera al odio hacia Echegaray, hasta
ponernos en los lomos de un saurópodo tropical.
Estas pequeñas narraciones de marcado aire costumbrista terminan
por derivar hacia un análisis de conclusiones tan nutritivas que dotan a la
función de teatro de ese agradable regusto de la reflexión acompañada de
entretenimiento, en sintonía con aquello que aseguraba Vallé-Inclán: la mejor
manera de representar lavida española es situar al héroe frente a un espejo
cóncavo y obtener la imagen degradada del esperpento como decantación de la
realidad. Y desde ese trampolín elevar el pensamiento hasta convenir que
literatura de Homero se amarra a la vida de los dioses, mientras Shakespeare
hace malabares con los sentimientos humanos, y Cervantes nos invita a volar por
los cielos de la imaginación.
Esta traslación de Xavier Albertí es un finísimo ejercicio dramático
que añade nuevas capas narrativas para potenciar el mensaje de grandes dosis de
entretenimiento casan perfectamente con un ejercicio intelectual. Todo empieza
con al monólogo ‘El orador’, un audiovisual que Gómez de la Serna grabó en 1928,
del que podemos extraer tres importantes mensajes simbólicos. El monóculo sin
cristal nos avisa de que todo lo que está por venir corresponde a la mirada
particular del autor. El canto del gallo y sus variantes remite al mundo de la
audición y la importancia de los diferentes usos que se le puede dar a la
palabra para crear tensiones y contrastes. La mano enguantada nos recuerda la
importancia del gesto a la hora de transmitir un mensaje.
El piano de Mario Molina es un elemento esencial para
convertir la corriente de palabras en una especie de recitado que se acelera la
acción hasta detenerse en el giro de
humor y vuelta a empezar con deliciosos subrayados en formas de sontas para las
emociones, el himno de Riego aporta cronología histórica hasta que llega el
chotis y el cuplé para que la función se muestre con el picante de un cabaret y
lo chulapo de la verbena.
Pablo Casablanc se pone al frente de toda esta complejidad
para dar una clase magistral de interpretación, y mostrar como la sencillez es
el mejor camino para conectar con el público. Su trabajo es un alarde técnico. Utiliza
las partes de texto para que su voz cambie el ritmo de los acontecimientos, la
temperatura de la representación y cuando menos te lo esperas se transforma en el
cantante más elegante de un cabaret donde pica la tarántula dañina. Su gestualidad
economiza movimientos para distinguir cada personaje que pasa por su cuerpo con
una marca mínima y esencial. Utiliza los malabares para situar el primer plano
el simbolismo de un monóculo y un guante, y sin embargo algo tan terrenal como
una coreografía la pespuntea con esa elegancia que deja de un lado filigranas y
postureos. La interpretación tiene el tono justo para aunar todas las fronteras
por las que pasa la peripecia hasta construir una cadena con eslabones que fluyen desde los subrayados de la banda sonora
hasta una iluminación en blanco y negro. Esos son los efectos formales que
abren y cierran cada compartimento narrativo que favorecen la enorme presencia
de Casablanc , y su capacidad para concentrar todo el arte escénico de
Vallé-Inclán y toda la viveza narrativa de Gómez de la Serna. Como escribió
Esteban Villarrocha en sus redes sociales: Dos cráneos privilegiados para un
intérprete inconmensurable.
‘Don Ramón María del Valle-Inclán’
Producción: Teatro Español y Bravo Teatro. Un espectáculo de
Xavier Albertí. Intérpretes: Pedro Casablanc y Mario Molina (piano). Diseño de iluminación: Juan Gómez-Cornejo
(AAI). Ayudante de dirección: Jorge Gonzalo. Coordinador general: Jacinto Bravo.
Producción ejecutiva: Salvador Aznar
Viernes 9 de noviembre de 2024. Teatro de las Esquinas.
Etiquetas: Bravo Teatro, critica teatro, el pollo urbano, Pablo Casablanc, Teatro de las esquinas, Teatro Español, Xavier Agustí
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