La curvatura de la córnea

14 abril 2024

Noche de Reyes

 


¡Viva el teatro!

La teatralidad de 'Noche de Reyes' brota desde el disfraz y la palabra para que la peripecia sea un enredo entre la apariencia y la realidad. Shakespeare escribe una comedia con dos tramas que se cruzan: La intensidad dramática de un noble enamorado que es rechazado por la dama. La burla grotesca que sufre un criado con ínfula suficiente para soñar con un amor de alcurnia inalcanzable.

La dramaturgia de Castrillo-Ferrer respeta estos elementos pero modifica radicalmente su dosis mediante una adaptación muy intervencionista que añade textos, canciones y escenas, elimina las partes más dramáticas, y trastoca el desarrollo de algunos personajes. Si Shakespeare comienza su obra con la música que alimenta un lecho de violetas y el espíritu del amor. Castrillo-Ferrer nos invita a una fiesta de aromas balcánicos para, además de construir una escenografía con tres listones, dos cortinas y cuatro taburetes, rendir un delicioso homenaje al teatro y sus gentes.

El resultado incrementa la comicidad de una farsa que salta de la cadencia de recitar versos a una ranchera desafinada, de juegos de palabras que construyen chistes al beso que sella un matrimonio, o ¡Paren las máquinas! La oratoria de un bufón al servicio de una sinopsis visual por si el respetable se ha perdido en la espiral de equívocos.

La puesta en escena saca partido de unas interpretaciones eficaces para alejarse de la veracidad y abonar un humor que construye arquetipos meneando el ritmo del despiporre gestual. El trabajo actoral de desdoblamiento en diferentes personajes nos permite entrever como la mecánica interna de la actuación engrasa la ironía generada entre los laberintos de la identidad y la necesidad de amar, hasta cerrar el círculo y conectar con el inicio de la función con un apasionado ¡Viva el teatro!

 

'Noche de Reyes'

Calificación: 4 estrellas

Producción: Nasú Teatro y El Gato Negro. Autor: William Shakespeare. Dirección y dramaturgia: Alberto Castrillo-Ferrer. Intérpretes: Irene Alquézar, David Ardid, Blanca Carvajal, Gema Ruiz, Alfonso Pablo y Luis Rabanaque. Espacio Sonoro: David Angulo. Iluminación: Bucho Cariñena. Vestuario: Marie-Laure Benard. Coreografías: Cristina Guadaño

Jueves 11 de abril de 2024. Teatro del Mercado.






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05 abril 2024

Una ballena en el Barrio de Las Fuentes (Primera Parte

 



 Javier Guzmán pasaba los veranos de su niñez en casa de sus abuelos donde solo había una película de video. En aquellas jornadas estivales vio una y otra vez 'Moby Dick' de John Houston mientras pasaban los años y el sueño de viajar a la Patagonia Argentina para ver ballenas. Mientras tanto ha dedicado buena parte de su tiempo al esfuerzo de abrir un espacio dedicado a la enseñanza, ensayo y creación de espectáculos teatrales.

 'La Ballena' está en una zona del Barrio de Las Fuentes de cuando las calles eran huertas, acequias y las casas de dos pisos de las calles pintor Zuloaga y Santiago Rusiñol dibujaban dos líneas rectas y paralelas, mientras la calle Figueras se cimbreaba en un pequeño arco. Si la miras desde la perspectiva de Google Maps es fácil imaginarse el perfil de una ballena.

 Un pequeño cartel iluminado me avisa que he llegado. Frente a la puerta de barras metálicas y cristales traslúcidos no me puedo imaginar lo acogedor del ambiente que me espera. El espacio es diáfano con paredes en tonos oscuros y agradables. Una tenue iluminación adivina el perchero junto a un sofá negro con muchas vivencias. Al otro lado una pequeña barra para hacer café o infusiones. Sobre el grifo del fregadero una bayeta roja como la que tengo en casa. Un paso más adelante domina una luz cenital concentrada en dos grandes mesas y un buen número de sillas alrededor. Al fondo todo está negro. El escenario está a pie de suelo y tres gradas a la espera de espectadores que casi siempre son los alumnos lo observan. La clase diseñada en círculos comenzó sobre las tablas.

 El primer Círculo fue el del recibimiento. Javier saludó a todos los alumnos de manera individual. En su mirada franca adivinó las ganas de conectar con cada uno de nosotros. Desde la amabilidad recuerda la importancia de aprenderse el texto de memoria. No hay que buscar excusas por falta de tiempo, exceso de trabajo o cualquier otra consideración. Saber el texto de memoria es imprescindible para avanzar con eficacia en los ensayos.

El segundo Círculo tuvo dos fases. En la primera se trabajó la idea de grupo mediante la técnica del aplausos. Se trata de hacer un círculo para palmotear ligeramente sobre la espalda de quien tenemos delante. La mano cóncava realiza una percusión que afianza la unión en el grupo de actores. La segunda fase rompe la figura geométrica para aumentar la confianza entre las parejas que están preparando la misma escena.. El primer momento es estático y hay que usar la mirada para vaciarse en los ojos del otro. La dinámica llega después cuando cada miembro de la pareja se alterna para dejarse llevar por el otro. Una mano frente a los ojos para seguirla allá donde vaya. No hay dudas. Uno marca el camino y el otro lo sigue. Un poco más tarde se añaden las palabras del texto a memorizar para sincronizar los movimientos que desconocemos con las palabras memorizadas.

 El tercer círculo es el del análisis. Alrededor de las dos mesas se sientan alumnos y profesor para que cada pareja diseccione los textos que van a representar. La conversación trascurre bajo una premisa esencial: Interpretar significa ser verosímil para vivir de manera creíble circunstancias imaginarias.

 Javier está en alerta permanente y pone mucha atención en cada uno de los alumnos que toma la palabra. Es una avalancha de preguntas, puntualizaciones, y vuelta a preguntar. Deja el espacio suficiente para que cada alumno piense su respuesta que a veces son breves y concisas, pero también se construyen discursos sólidos y argumentados. Una escucha atenta y activa le permite subrayar las líneas más interesantes de las opiniones que vierten los alumnos, al mismo tiempo que es riguroso con la dirección por la que quiere llevar la escena.

En un par de ocasiones se produce un pequeño rifirrafe de opiniones contrarias. Javier no tiene problemas en ceder ante los gustos y preferencias de los actores, al fin y al cabo, son ellos los que tienen la responsabilidad de entender al personaje, y dejarles elegir el terreno en el que se va a mover su interpretación es una buena manera de construir la escena. Insiste en la importancia de la veracidad. Cada intérprete tiene que descubrir en cada momento cuáles son los sentimientos del personaje. No hay que adelantarse ni un ápice a todo lo que está por llegar. En el escenario es imprescindible reproducir los sentimientos de la misma forma que funcionan en la vida real. Actuar como si no conociéramos el futuro es clave para que el personaje tenga la musculatura de la verdad.

Javier utiliza este diálogo para crea un marco general en el que aterrizar la teoría necesaria para enfrentarse a los personajes a través de una máxima, dos preguntas y una afirmación: Las cosas se entienden cuando eres capaz de explicarlas. ¿Cuál es tu objetivo? ¿Cuáles son tus acciones? Pasamos de las acotaciones.

Javier quiere una respuesta concreta que explique el objetivo del personaje. Conocer lo que quiere el personaje es clave para sitúa la interpretación en un lugar real que se pueda tocar. Cuando el personaje tiene claro, el objetivo lo puede conectar con un estatus personal por el que el actor haya pasado. Alguna experiencia vital que le permita abrazar al personaje y bruñir con realidad vivida la ficción de la representación.

 Una alumna levanta la mano y expresa una duda. ¿Cuál es la diferencia entre objetivo y motivación? Javier cambia el tono de voz, abandona el ritmo picado del interrogatorio y se pasa a modo explicación para congratularse de lo acertado de la pregunta y contestar. El objetivo es algo concreto. La motivación es el por qué quiero conseguir ese objetivo. Tiene que ser personal y vincular directamente al intérprete con el personaje. Tiene razones intangibles o psicológicas relacionadas con las cosas que se pueden hacer para ser uno mismo y comunicarlo a los espectadores mediante el vestuario, la forma de moverse y de estar sobre el escenario. Javier hace hincapié en la importancia de tener presentes los conceptos de objetivo y motivación para que el actor tenga la posibilidad de apoyarse en sus propias palabras y vivencias como puentes que le abrirán un camino franco hacia el personaje.

 Javier recuerda que las acciones del personaje es todo lo que está pasando por encima del texto y que ocurre en función de su comportamiento. Entonces lanza un consejo. Si se hace una lectura atenta del texto, te detienes en los datos y contextualizas cualquier tipo de afirmación, es más fácil enriquecer la fotografía de los personajes y sus acciones. Y en este punto aprovecha para regresar a la idea de la inmediatez, y la importancia de separar el material que se está representando en el escenario del resto de la peripecia. La interpretación será mucho más creíble si la acción y los sentimientos no están condicionados por lo que va a suceder a lo largo de la obra. Acontecimientos que personaje y espectador desconocen.

 Una de las alumnas está leyendo su texto hasta que Javier la detiene porque su lectura está condicionada por las acotaciones que aparecen en el texto y lanza un mensaje rotundo: Vamos a pasar de las acotaciones. Las acotaciones no dejan de ser una prefiguración para una determinada puesta en escena que tuvo el autor en la cabeza. Con esta premisa, Javier subraya la importancia que teñir el texto con la humanidad que le aporta cada actor, y detenerse en todas y cada una de las frases para entender la profundidad de su significado argumental y emocional. Hay que huir de decir algo por solo decirlo y entender que el actor tiene que encontrar el modo más personal de sentir cada una de las palabras, más allá de cómo puntualice una acotación la forma de decir una frase. De esta manera se consigue que todas las frases tengan el sentido dramático hacia el que se dirige la interpretación. En este sentido es muy interesante buscar constantemente el conflicto entre los personajes.

 La clase de repente llegó a su fin. Las dos horas se habían pasado volando y no teníamos tiempo a probar por primera vez algunas de las escenas sobre el escenario. Me quedé con las ganas de ver el trabajo de Javier y sus alumnos sobre las tablas del escenario, y yo me lo tomo como una señal para que vuelva a colarme como oyente en otra de sus clases y volver a contarte todo lo que aprendí..

Los alumnos se despiden mientras se conjuran para memorizar el texto. Javier me sonríe mientras me regala un apretón de manos firme y franco. Camino de vuelta una casa. Recuerdo el mapa de Google que he consultado esta mañana y me imagino ascendiendo por el cuello de una Ballena en el Barrio de Las Fuentes.

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31 marzo 2024

La movida. El musical de los 80´s





Una movida con poca onda

La Movida es la dimensión cantidubi para resumir el salto político y cultural de una generación que pasó de la dictadura televisada en blanco y negro a los colorines chachi piruli de la modernidad. ONU movimiento que nació en cuatro garitos madrileños para extenderse por los cascos viejos y las fiestas patronales de todas las ciudades y villorrios del país. Aquel desparrame de energía al loro y descaro punk para flipar se ha convertido cuarenta años después en territorio para nostálgicos de la juventud perdida, o artefacto arqueológico de referencias musicales.

Escapa 'La movida, el musical de los 80's' de lo que la ortodoxia etiquetaría como La Movida para reunir un repertorio imbatible de canciones que fardaron en esa década. Desde Luz Casal a José Luís Perales o Sergio Dalma y, aunque los hits de Miguel Bosé y Tino Casal salen bastante mal parados, lo cierto es que la mayoría de los temas están interpretados con solvencia por solistas y duetos. Los números grupales son los momentos dabuten de la función y pueden presumir de coreografías para fardar y arreglos musicales que te dan las buenas noches bienvenidos, te invitan a saltar y voy a pasármelo bien.

La puesta en escena tiene un evidente potencial teatral que se diluye por dos cuestiones esenciales. El carrusel de éxitos no oculta el punto débil de un libreto que, lejos de fusionar la peripecia con la banda sonora, solo parece interesado en forzar situaciones en las que meter con calzador las canciones del repertorio. Las interpretaciones pierden empaque en cuanto el pentagrama se da el piro, y todo el peso de la acción recae en la prosodia de unas palabras que están muy lejos de conectar con la dinámica musical, y solo generan una brecha que impide el grado de emoción necesario para asaltar el patio de butacas.

'La movida, el musical de los 80's'

Calificación: 2 estrellas

Producción: Theatre Properties. Dirección y libreto: Silvia Villaú. Reparto: Silvia Villaú, Javi Mota, Giampaolo Picucci, Sergio Guerrero, Rosana Vieira, Mario Barrrero, Amaya Bendowski, Aitana Cazalla y Daniel Aragón. Dirección Vocal: Carlos J. Benito. Arreglos Musicales: José Enrique De la Vega. Coreografía: José Félix Romero. Diseño Sonido: Adolfo Mesón. Escenografía: Tomás Padilla y Silvia Villaú.

Viernes 29 de Marzo de 2024. Teatro Principal.




 Una movida con poca onda (heraldo.es)

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27 marzo 2024

El Castillo de Lindabridis



Una aventura tan moderna como de otros tiempos

El humanista italiano Flavio Biondo del siglo XV dividió la historia en tres edades: antigua, media y moderna. Lo hizo desde una superioridad intelectual y cultural que se permitía definir a la Edad Media como la época de tránsito entre las edades gloriosas de las civilizaciones occidentales, entre Grecia y Roma y la época moderna de entonces.

Las novelas de caballería son el producto de esa transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Entre finales del siglo XV y principios del XVI se escriben obras de aventuras fantásticas en los que caballeros luchan contra poderosos enemigos.

Calderón de la Barca le dio un buen empujón al teatro en el siglo XVII. Renovó, amplió y embelleció la fórmula teatral de Lope de Vega para incorporar los espectaculares efectos del barroco en el teatro cortesano de amoríos, conflictos de poder y estilo refinado. Es un momento clave para el oficio de escenógrafo que Cosimo Lotti aprovechó para ayudar a Calderón y que las representaciones en las salas palaciegas recogieran efectos de magia que simulaban tormentas, vuelos o metamorfosis.

Estos nuevos lenguajes narrativos no se podían llevar a cabo en las corralas de la época donde todavía lo esencial era la palabra. Hubo que esperar hasta el siglo XVII para incorporar una espectacularidad que se hizo patente en el teatro del siglo XVIII hasta tal punto, que la importancia del escenógrafo se enfrentaba a la del autor.

Ana Zamora hace gala del dominio de ambas profesiones para construir una versión de ‘El castillo de Lindabridis’ que brinda con todas las influencias que se han citado para, como reza el programa de mano, transformar el encuentro con los espectadores del siglo XXI en una fiesta cortesana de época de Felipe IV.

La escenografía de Cecilia Modano y David Faraca, y el vestuario de Deborah Macias son las piezas de un mecano para moldear paisajes que a veces parecen históricos, pero en cuanto te descuidas se transforman en imaginarios. El trajín que se produce en el escenario está plagado de detalles y pequeños gestos, movimientos asesorados por Fabio Mangolini, para que todo el trabajo de objetos de David Faraca forme parte de una coreografía con dos planos. Mientras uno tiene carácter utilitario, en el otro es donde se desarrolla la interpretación diseñada por Javier García Ávila y ambos se coordinan perfectamente. Asistimos a una metamorfosis material donde el trasiego de instrumentos musicales, cascos de caballeros, espadas para duelos, faldones con escudos nobiliarios y una cofia de encaje tiene una función eminentemente práctica para situar cada elemento en su sitio, y al mismo tiempo la peripecia se desarrolla en el plano narrativo. Intérpretes y músicos transitan transitan de uno a otro a a las mil maravillas y en perfecta sincronía. El lenguaje corporal, el ritmo endiablado del verso, y unas miradas que rompen la cuarta pared apelan al espectador para que no pierda ripio de todo lo que acontece.

María Alejandra Saturno explica que los arreglos y la dirección musical tienen la relevancia que Calderón les otorga en el texto. Acotaciones como «cantan todos» o «suenan cajas y clarines», funcionan como ventanas abiertas de par en par para que entren la inspiración de canciones nuevas y un estudio historiográfico de altos vuelos para bucear en las músicas originales del siglo XVII hasta conseguir una banda sonora que, al servicio del acontecimiento teatral, aumenta la receptividad del espectador mediante la interpretación sobria y elegante de unas melodías que brotan de materiales tan nobles como maderas, cuerdas y cuero.

La dirección de Ana Zamora tiene empaque de sobra para integrar todos los elementos narrativos del mundo medieval y la comedia cortesana y destilar una atractiva experiencia visual, sonora e interpretativa. Su primer paso fue realizar una adaptación necesitaba pelearse con un autor que «no se deja cortar», y que sin embargo necesitaba una buena sesión de lavar y marcar hasta suavizar el impacto de un lenguaje grandilocuente y plagado de vericuetos al que no está acostumbrado el espectador contemporáneo. Se trataba de concentrar toda la potencia de la obra en la acción principal, distribuir el espacio, dosificar la acción, y menear el canasto de la escenografía para que brillen bailes, luchas, y ese tejemaneje de un ir y venir para volar entre nubles, acariciar las olas del mar, y detener el alboroto que deja paso a la prosodia perfecta de las palabra y el ritmo hipnótico de la rima, unas veces en pausado soliloquio y otras en el vértigo de un diálogo picadito.

‘El castillo de Lindabridis’ es una gustosa aventura contemporánea protagonizada por el amor que se la juega en el combate, el arrojo enamorado de mujer travestida y la inteligencia estratégica y sentimental de una princesa que quiere tomar el poder.

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‘El castillo de Lindabridis’ es un espectáculo coproducido por Nao d´amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Versión y dirección: Ana Zamora. Intérpretes: Miguel Ángel Amor, Mikel Arostegui, Alfonso Barreno, Alba Fresno, Inés González, Paula Iwasaki, Alejandro Pau y Isabel Zamora. Asesor de verso: Vicente Fuentes / Fuentes de la Voz. Arreglos y dirección musical: Miguel Ángel López / María Alejandra Saturno. Vestuario: Deborah Macías (AAPEE). Escenografía: David Faraco / Cecilia Molano. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Coreografía: Javier García Ávila. Trabajo de objetos: David Faraco. Asesor de movimiento: Fabio Mangolini. Asesor de danza barroca: Jaime Puente. Asesor de armas: José Luis Massó (AAPEE). Ayte. de dirección: Álvaro Nogales. Ayte. de escenografía: Almudena Bautista. Ayte. de vestuario: Victoria Carro. Realización de escenografía: Purple Servicios Creativos. Realización de vestuario: Maribel Rodríguez y Ángeles Marín. Realización de utilería: Miguel Ángel Infante y Paco Cuero. Pintura escenográfica: Nuria Obispo. Prensa: Josi Cortés. Técnico maquinista: Juan Manuel Román. Dirección técnica: Fernando Herranz. Producción ejecutiva: Germán H. Solís

Teatro de la Estación. Marzo de 2024


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25 marzo 2024

Restos de un naufragio

 


Un mar de palabras

Manuel Vicent publicó el pasado 9 de marzo que solo le gusta escribir a partir de lo que le ha sucedido o presenciado, y sobre gente que ha conocido, pero sin duda lo más inquietante es lo que tenemos sumergido en la memoria. El protagonista de 'Restos de un naufragio' pasa por ese trance cuando la muerte de su padre le deja una carpeta repleta de artículos de Vicent, y la maquinaria de buscar entre los recuerdos que tenemos esparcidos, desaparecidos o rotos se pone en ON para ordenarlos y contar una historia que aúna la luz de la reflexión con el chispazo emocional que pone la piel de gallina.

Sobre el fondo negro del escenario se proyecta una imagen del protagonista para contextualizar las palabras del escritor y las de su padre, hasta iluminar las zonas de sombras por las que transitaron las relaciones entre padre e hijo. Entonces la acción pasa al proscenio para que el aliento y los latidos del actor se enfrenten el contenido de cada artículo. Este planteamiento aparentemente discursivo y con una escasa musculatura teatral consigue transformarse en un delicado ejercicio dramático por tres motivos fundamentales.

Los textos de Vicent tienen el aroma de un guiso casero que cuenta una peripecia en la Conchinchina mientras fluye la poética de lo cotidiano. La sencillez formal de la dramaturgia de Jesús Arbués anuda la ficción con una evocación literaria de la vida real del autor y así, el actor recorre un arco dramático desde la niñez que juega con un caballo de cartón hasta la certera puñalada de la muerte. La interpretación de Javier García tiene el peso de quien se zambulle en un océano de imágenes, cabalga frases como si fueran endecasílabos que suspiran en la punta de sus labios mientras su mirada, en el borde brillante de una lágrima, atraviesa el patio de butacas.

'Restos de un naufragio'

Calificación: 4 estrellas

Producción: Producciones Viridiana. Citas y artículos: Manuel Vicent. Dramaturgia, dirección y escenografía: Jesús Arbués. Intérprete: Javier García.

21 de marzo de 2024. Teatro del Mercado.

'Restos de un naufragio': Un mar de palabras (heraldo.es)


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18 marzo 2024

El fantasma de la Ópera

 


Arte y Técnica al servicio del espectáculo

Han pasado casi cuarenta años desde que se estrenó 'El fantasma de la ópera' y la historia en torno a la genialidad musical de un hombre marginado por su deformidad que se enamora de una excelente soprano a la que somete y aleja de quienes la quieren para conseguir su amor. El texto no ha variado pero la dirección de la nueva producción subraya el conflicto interior de un hombre que no acepta su imagen, al tiempo que la soprano se debate en dos planos. Ofrece resistencia para ser raptada, y su debate interior, lejos de plantearse cuestiones amorosas, se centra en si vale la pena pagar el precio que le piden para llegar a ser la mejor interprete lírica de la historia. De esta manera la peripecia, más allá del amor tóxico entre dos personas, pretende acercarse al mundo de los artistas que se someten a exigencias tortuosas para alcanzar el nivel de excelencia que se precisa hasta alcanzar el mayor de los triunfos. La reflexión estaría en comprender que la meta quizás sea tener una vida tan terrenal en la que el amor se c compatible con elevar la belleza del arte y alimentarse del aplauso del público. Un combinación que al parecer es más difícil de lograr que tan solo enunciarla.

La función se sitúa en la categoría de teatro lírico, si los musicales más modernos atienden a la secuencia de diálogo, canción y aplauso, en este caso la narración se somete sin concesiones a la partitura. Es una decisión fundamental porque muchos de los finales en alto de algunos de los temas en lugar de cerrarse en ovación, continúan el implacable el tempo musical y la acción, en lugar de detenerse, continúa con un un interludio instrumental, una nueva canción o freses dialogadas que ofrecen una impronta operística, y que tal vez hubieran estado mejor resultas con un diálogo que no estuviera cantado. Varios pasajes pasajes metateatrales componen interesantes pinceladas de ópera bufa, un espectacular homenaje al carnaval que rompe la cuarta pared, y momentos para jugar con la interpretación naturalista y la siempre jocosa sobreactuación.

"Siente la música" es el eslogan que se destaca en los carteles de la función que decoran la ciudad, y en ese empeño se centra el excelente trabajo técnico para ensamblar la parte instrumental de una orquesta compacta con las excepcionales intervenciones vocales de los actores. La mezcla forma un muro de sonido compacto y energético en el que se aprecia la consistencia del volumen aparentemente muy alto, y sin embargo no llega a molestar en ningún momento.

La escenografía es un mecano espectacular y funcional que sorprende por su capacidad mutante gracias a la combinación de una estructura móvil de grandes dimensiones que gira en el centro del escenario para cambiar constantemente el punto de vista del espectador que, acompañado por el despliegue de una escenografía más tradicional pero tan atractiva como eficaz, consigue una puesta en escena muy potente para introducir al público en el ambiente gótico de terror, aumentar la dinámica de las acciones con un resultado sobresaliente en el secuestro en góndola, y tener la sensación de recorrer todos los recovecos de la Ópera de París, desde las catacumbas a lo más alto desde donde cuelgan Las Tramoyas.

'El fantasma de la Ópera'

Autores Andrew Lloyd Webber (música), Charles Hart y Richard Stilgoe (libreto y letras) Dirección y escenografía Federico Bellone Dirección musical Julio Awad Coreografía Gillian Bruce Vestuario y caracterización Chiara Donato Iluminación, Valerio Tiberi, Sonido, Roc Mateu, Intérpretes, Gerónimo Rauch, Talía del Val, Guido Balzaretti, Marta Pineda, Francisco Ortiz, Enrique R. del Portal, Omar Calicchio, Silvia Luchetti, Laura Martín

Teatro Albéniz de Madrid. Febrero de 2024.


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Paris


París a media
s

El programa de mano de ‘Paris’ nos habla de una pareja. Uno y Dos tienen comportamientos tan humanos como los de Dos y Uno, ambos pasan por situaciones sencillas que se complican por los inesperados caminos de la vida, de los sueños o de la imaginación hasta convertirse en una minúscula epopeya con el tono de una comedia de humor patético.

 El aroma existencialista de la función me llevó hasta el Kierkegaard que afirma que cada sujeto define el momento de lo que quiere ser a partir de un horizonte de anhelos y expectativas que les impulsa a moverse y, aunque a veces parezcan quietos, estáticos o paralizados, el impulso de vivir siempre los deja en un camino que  siempre parece el mismo. Sin embargo una apelación tan directa a lo patético nos sitúa ante la mezcla de lo cómico y lo trágico para llegar a un humor reflexivo que nos devuelve a Kierkegaard y su concepción del humor como el mecanismo que revoca el sufrimiento por medio de la broma.

 ‘Paris’ se sostiene sobre un texto que es una invitación a reflexionar a partir de un humor con la función de contrapunto crítico. El método que usa es un laberinto de imágenes y palabras enfrentados a vueltas y revueltas, frases que sirven de espejo, contradicciones que terminan por ser coherentes aunque todo esté del revés hasta que el resultado, más allá de algunos picos que consiguen la sonrisa del chiste, es una peripecia que recorre temas profundos y complejos que revolotean alrededor de nuestra existencia: Muerte, suicidio, recuerdos, el viaje por venir, la catarsis del cambio mucho más cercana del sueño que de la realidad, la percepción que se tiene de uno mismo o la importancia (siempre relativa) de ser un comunista pata negra.

La exposición de los contenidos tiene se percibe con la virtud de unos deliciosos circunloquios que, entre recovecos inesperados, terminan desvelándose  como una  apelación persona mientras  la fuerza del discurso gira y gira para que las mismas palabras digan lo que digan, o lo que tengan que decir según la apreciación de quien las escucha, o del momento vital en el que se encuentra el espectador. Un ejercicio para deleitarse por las cosas que se están diciendo, y al mismo tiempo aburrirse por como se dicen.

La sencillez de la escenografía y los deliciosos compases musicales que separan las escenas son el preámbulo estético que te predispone a una adhesión emocional al espectáculo. Esta primera impresión funcionó durante el inicio de la función, cuando los recursos retóricos en el uso del lenguaje todavía tenían la pátina de la novedad. Pero mientras avanzaba la peripecia aumentaba la distancia entre la fluidez que merecían las palabras y su retórica, entre el lenguaje y la situación. Las  confusiones y malentendidos perdían vuelo por unas interpretaciones con un peso escénico menguante hasta alcanzar los terrenos de la monotonía y la desconexión con los personajes. Campos se situó en un registro plano excepto en algunos cambios de ánimo en los que estuvo forzado y sin credibilidad. Ortega fue todo lo contrario, y a base de subrayar todas y cada una de las palabras solo consiguió un soniquete que diluía la fuerza expresiva de las frases.

El reto que nos presenta la función es mayúsculo: Alcanzar el juego de contrarios al que nos invita el programa de mano, o vaya usted a saber, que a lo mejor Uno y Dos son en realidad Uno o quizás Dos. Lograr un grado de complicidad que conecte los personajes y el patio de butacas. Dar la voltereta entre la dualidad y el individuo con la ligereza y el compromiso de unas actuaciones mucho más densas y precisas. Todas estas cumbres me llevan a las palabras de Javier Vallejo cuando, en una circunstancia similar a la que se produce en este espectáculo, se pregunta por el resultado que se produciría si la concreción de un buen texto se mediante un director de escena y dos actores que no estuvieran implicados al mismo tiempo en las tareas de escritura, dramaturgia, dirección y actuación. Hacer todo a la vez implica la dificultad de estar en diferentes lugares al mismo tiempo, mantener todas las perspectivas, y perder la oportunidad de trabajar codo con codo con un equipo de iguales. 

 ‘Paris’

Producción: Teatro del Espejo y Le Plató de Teatro. Autor: Rafael Campos. Dramaturgia, dirección, interpretación y espacio escénico: Paco Ortega y Rafael Campos. Banda sonora: Paco Aguarod.

Martes 5 de marzo de 2024. Teatro del Mercado


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