Entrepieles
De lirio en lirio
Me quedé colgado de la última frase del primer párrafo. Dos escarabajos de cristal negro. La frase me
era familiar pero no conseguía situarla hasta que mi acompañante me sopló al
oído. Era el comienzo de 'Platero y yo' Ya
Saben. Pequeño, peludo, suave y tan blando por fuera que se diría todo del
algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son
duros que dos escarabajos de cristal.
El texto de 'Entrepieles' que ha escrito Adolfo Ayuso tiene
un aroma costumbrista teñido por un lirismo que nace de una mirada ingeniosa y
particular, que le permite radiografiar comportamientos sociales para dejar al
descubierto defectos personales y
retratar el comportamiento humano. Su manera de contar las cosas tiene la
chispa que salta cuando la pausa entre dos frases basta para pasar de la
reflexión de calado a la catarsis del humor, que a veces es fina ironía y otras
Brochazo Gordo y tentetieso. Estas diferentes tonalidades en la narración se
armonizan en una dramaturgia sobre las vueltas que da el devenir de la vida y esos
dardos que te dejan noqueado en el asiento, algunas veces por la risa, pero
otras hay que tener cuidado. Las flechas que parecen dirigidas a otros
espectadores, es muy posible que hagan diana en tu manera de mirar el mundo y
la condición humana, esa que nos iguala mucho más de lo que pensamos.
Nos encontramos ante un ejercicio de libertad literaria para
tratar temas especialmente sensibles como la anorexia y la obesidad, y lo hace
desde el punto de vista de un creador al que se le ve la pátina de una humanidad
imprescindible para construir tres personajes soberbios que te cogen de la
solapa, te arrastran a lo largo de la peripecia, y terminan por romperte el
corazón con un final de triple salto mortal.
La dirección de Paco Paricio ordena con pulcritud el
tránsito de los personajes en el espacio, dibuja la coreografía de la intimidad
entre títeres y actor con la naturalidad de movimientos bien delimitados, que
subrayan las diferentes personalidades de todos los personajes, y muestran las
estaciones emocionales que trascurren desde la ternura al desparrame.
El enérgico trabajo actoral de Josean Mateos es imprescindible
para levantar una representación con la solvencia de quien se enfrenta a dos espacios
completamente diferentes, y exprimir las relaciones que se establecen en
diferentes planos entre el actor y los dos títeres
La interpretación en el primero de esos planos nos mostró las
conexiones emocionales que establece Justo con Fina y Celia. Justo es un coach
de medio pelo con soluciones poco habituales para los pacientes que acuden a
terapia, en este caso dos mujeres muy distintas que muestran con total
sinceridad todas sus preocupaciones y secretos mediante diálogos con buen
ritmo, y capacidad para mostrar la personalidad de cada una de ellas, y al
mismo tiempo cartógrafor el comportamiento social ante los diferentes.
El segundo espacio se sitúa en el proscenio. El personaje Justo
se escapa del territorio de los títeres para enfrentarse al público, y a veces
para encontrarse con el actor Josean. El trabajo de interpretación es mucho más
directo en este espacio, incluso me atrevo a decir que es un momento
cabaretero, pero en lugar de cantarnos en que parte del alma le pica la pulga maligna,
el personaje reparte tarjetas para que vayamos a sus sesiones de terapia, hasta
que en algún momento es el actor quien que confiesa que las tarjetas pertenecen
a su productora de teatro. Una manera simbólica de reivindicar el carácter terapéutico
del rito del teatro para mejorar nuestras vidas y las de los profesionales de
las artes escénicas. Pero la gran mayoría de los monólogos los sentí como una
señal de aviso sobre la importancia de gestionar los vaivenes emocionales y así
- entre reflexiones sobre el devenir de la vida como una noria que gira y gira sin
asegurarnos si nos encontramos en el punto más álgido o en la fosa más profunda
- invitarnos a repensar como recorremos
ese camino que une alegría y tristeza, éxito y fracaso, mieles y miseria. Y
vuelta a empezar.
Los personajes y el actor transitan por todas estas
variables narrativas jugando con fronteras más o menos nítidas desde la
sincronía y el equilibrio entre titiritero y títeres, hasta al desdoblamiento
actor y personaje. Sin embargo, hay un momento en el que toda esta arquitectura
narrativa se viene abajo con una sola frase que ilumina la escena con una duda
fundamental. ¿Quién mueve de verdad los hilos de la peripecia? ¿El latido?
orgánico de un humano o la personalidad irrefrenable del títere? Es entonces
cuando la unidad bicéfala alrededor de una mesa se transforma en la hibridación
donde se funden los cuerpos.
El final se precipita por el barranco de lo inesperado, y
consigue poner en pie a todo el patio de butacas en un aplauso unánime. Una
rotunda ovación para la elegía de aquel Platero del inicio de la función. Lo que hay que hacer
ojos como escarabajos negros, que ahora guarda silencio donde una bella mariposa
de tres colores revolotea, igual que un alma, de lirio en lirio...
'Entrepieles'
Producción: Arteria Producciones. Texto: Adolfo Ayuso.
Dirección: Paco Paricio. Interpretación: Josean Mateos. Títeres: Helena Millán.
Viernes 22 de noviembre de 2024. Teatro Arbolé
Etiquetas: Adolfo Ayuso, Arteria Producciones, critica teatro, Helena Millán, Josean Mateos, Paco Paricio, Teatro Arbolé