Una comedia amable de amor y esperanza
Roberto Pérez Toledo escribió ‘Manual básico de lengua de
signos para romper corazones’ porque quería dar un paso adelante, que unos
personajes creados para un corto publicitario ocuparan el espacio teatral, y
continuar una historia que nos habla del encuentro entre dos muchachos y un
flechazo de amor.
Aunque la disposición en el escenario nos invita a pensar en
una comedia de sofá, muy pronto queda en evidencia que estamos ante una comedia
romántica. La peripecia nos cuenta una relación homosexual con la dosis justa
de almíbar, dos comportamientos muy diferentes, las tensiones propias entre el
amor y el desamor, la preocupación por la opinión del entorno familiar, y la
interesante variante de los problemas de comunicación entre un sordo y un escuchante
que desconoce la lengua de signos.
Los actores Carlos Soroa y Enrique Cervantes muestran con
claridad el planteamiento en una relación amorosa y sus diferentes grados de
intensidad emocional, desde los primeros besos hasta las primeras desavenencias
y derivan en las tragedias que romperán el tablero del amor. Pero el gran
acierto del texto es el uso de la ironía para mostrar como el personaje de
Cervantes es capaz de construir un discurso muy potente y directo con las
palabras habladas, mientras que el personaje sordo de Soroa es mucho más
huidizo a la hora de mostrar sus sentimientos. Esa es la discrepancia que tensiona
la relación y sin embargo, las diferencias se disuelven cuando los dos utilizan
los mensajes del teléfono móvil para comunicarse con un lenguaje más pudoroso,
irónico y lateral que permite un terreno de distensión y sonrisa.
Una vez establecido el marco principal de la comedia la
trama avanza gracias a dos personajes nuevos. Juan Torres interpreta al típico
escudero especializado en desengrasar situaciones mediante el humor, que en
este caso tiene dos vertientes. Los diálogos se caracterizan por la ausencia
del ritmo y la consistencia de las que se nutren las buenas réplicas. Sin
embargo la comicidad gestual le funciona mucho mejor. El trabajo actoral de
Enma Vallejo es el más complicado porque su personaje aparece cuando la
peripecia ya cabalga a velocidad de crucero y se enfrenta a dos retos
narrativos muy importantes. El primero es la dificultad de dotar de valor
dramático a cuestiones que no ocurren en escena y que el público necesita saber.
El segundo es componer una relación paralela a la secuencia principal. Ella que
también es sorda tiene que tejer una relación de amistad con el escudero
gracioso. La responsabilidad es tan grande que se echa en falta una energía más
rompedora para elevar el tono de la comedia. Sin embargo, estoy seguro que ese
trabajo interpretativo está directamente relacionado con que la actriz ha sido
la última incorporación a un proyecto que ya estaba muy rodado.
La función se sigue perfectamente porque está sobretitulada para
que todos los espectadores puedan seguir las conversaciones. Los oyentes
entienden el lenguaje de signos y los sordos las palabras habladas. Sin embargo,
gracias a una sinceridad que se agradece, el productor Toño Monzón confesaba en
eldiario.es que se han visto obligados a realizar un planteamiento Low Cost porque
la escenografía diseñada para el estreno en el Teatro María Guerrero, precisaba
de una complejidad en el montaje que ellos no pueden asumir. En realidad la
escenografía original también era un recurso que ayudaba a comprender el
mensaje de la función. El decorado simbolizaba el laberinto en el que se
encuentran los amantes homosexuales, sus dudas sobre dar a conocer su condición
sexual o no hacerlo. Un maremágnum de indecisiones que se visualizaban gracias
a un montón de puertas de armarios para que los personajes se escondan, se
pierdan y vuelvan a encontrase una y otra vez.
Es fácil imaginar como la dinámica de la comedia entraba en
una dimensión diferente con un diseño escenográfico que potenciaba los mensajes
que transmite la función. La lucha de identidad, incomunicación y discapacidad contra
unas barreras con las que se dan de bruces, pero también como hay que estar
atento a ese momento en el que la amabilidad o el amor te abre la puerta para
que ocupes su vida. Al fin y al cabo todos sabemos que una comedia romántica siempre
termina con un brochazo final de optimismo, buen humor y esperanza.
‘Manual básico de lengua de signos para romper corazones’
Producción: Patty Brava y Factory Producciones. Autor:
Roberto Pérez Toledo. Dirección y video: Edgar Córcoles. Reparto: Carlos Soroa,
Enrique Cervantes, Emma Vallejo, Jonás Torres. Diseño Iluminación y
Escenografía: José Antonio Royo. Música: Alejandro Ventura.
Lunes 23 de septiembre. Sala Polivalente Palacio de
Congresos de Huesca.
Etiquetas: Carlos Soroa, critica teatro, Edgar Córcoles, el pollo urbano, Enma Vallejo, Enrique Cervantes, Factory Producciones, Jonás Torres, Palacio de congresos Huesca, Patty Brava, Roberto Pérez Toledo