¿Qué hacemos con Ubú?
Ubú Rey: Poder, gula
y postmodernidad
Alfred Jarry estrenó Ubú Rey el 10 de diciembre de 1896 como
respuesta al teatro realista caracterizado por su capacidad de representar
personaje y preocupaciones con aspiraciones contemporáneas. César Oliva
recuerda que el texto de Jarry quería destruir las normas imperantes con un
teatro de marionetas en el que la caricatura y la farsa de los personajes recaiga
sobre el lenguaje y las poses, y la risa destructiva y grotesca se aleje de la
comedia y el vodevil tradicional hasta llevarlo a terrenos tan absurdos como
irracionales.
Lola Bermúdez afirma que la obra, más allá de la crítica al
poder, pone el foco en la imbecilidad de quien lo ejerce hasta generar la risa negra
que provoca el desconcierto ante tanta tragedia y estupidez. Un drama con aires
de comedia que aspira a desactivar toda la majadería que se esconde detrás de Ubú
Rey, una máscara que deforma la realidad para que nos fijemos sin miedo en la
figura del tirano tonto, cobarde, avaricioso y criminal.
La compañía argentina Tres Tigres Teatro define a su Ubú como "un muñeco gigante". En este terreno de las formas, el especialista en títeres Adolfo Ayuso me recuerda que hay una sutil frontera entre la máscara y la marioneta, si la primera oculta el rostro, la segunda permite al titiritero introducirse dentro de ella, sin embargo ante la imagen de del muñeco gigante que viene de Argentina, cualquier zaragozano de cuna o padrón lo relaciona inmediatamente con los tradicionales cabuzudos que, en palabras de Maryse Badiou, transforman la anatomía humana, modifican las proporciones corporales y ponen en riesgo el equilibrio, esa desproporción situada sobre el escenario permite alejarlo de la dimensión habitual de estos personajes como centro de la fiesta popular.
El comienzo de la función resolvió de inmediato estas
pequeñas disquisiciones teóricas con un reparto equitativo de formas y papeles.
Madre Ubú es una máscara. El militar traidor, el rey derrocado y su hijo son cabezudos.
Ubú Rey es un compendio entre ambos universos.
Fernández Goncalvez y María Nelia Ferrez han hecho una interesante adaptación libre de este clásico con un comienzo titubeante en la presentación de los personajes que se sostiene gracias a la deliciosa ambientación musical utilizada como elemento narrativo para aromas de romance, juguetona en las risas, tenebrosa en la tragedia hasta alcanzar un puntito pop naif para subrayar los dos mensajes principales sobre los que se construye la obra: Gula y postmodernidad.
La gula es una metáfora transversal para que la panza del
protagonista sea la medida que muestre el poder desmedido, la crueldad y el egoísmo.
Las sonrisas iniciales ante la glotonería mutan cuando el drama hace acto de
presencia y la aventura se adentra en los comportamientos despóticos de quien
solo piensa en su propio beneficio.
La apuesta postmodernista de la función conecta con el presente, un tiempo histórico marcado por el individualismo y la sociedad de consumo y así, aunque se cumple con el objetivo original de mostrar el lado más oscuro del poder, la espiral de violencia que lo mantiene a flote y la miseria moral de quien lo ejerce, el epilogo de la función sitúa el centro del debate en una carga de profundidad que deja Ubú Rey oculto, y sitúa el foco sobre los espectadores para preguntarles, ¿Cómo utilizamos nuestras habilidades sociales? ¿Qué pasa con y ese despotismo de baja intensidad que aflora en cuanto nos descuidamos?
Las escenas más brillantes se producen cuando por el escenario transitan multitudes, unas veces en triada de aristócratas, finanzas y justicia, otras una perfecta formación militar, o la mirada temerosa y precavida de unos campesinos que, como nosotros, quizás deberían plantearse que quizás sea cierto que a rey muerto, rey puesto y venga de nuevo la rueda de un poder desmedido que engulle manjares, instituciones y súbditos pero, ¿qué hacemos ante esa figura tan poderosa como vulgar? ¿Imitamos sus despropósitos? ¿Construimos muros de contención para que tanta inquina no penetre en nuestros comportamientos? Esos son los dilemas morales, las preguntas esenciales que Tres Tigres Teatro deja flotando en el aire y que cumplen con esa máxima que dice que la función cultural, social y política del teatro, lejos de proporcionar respuestas, es generar buenas preguntas.
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¿Qué hacemos con Ubú?
Teatro Arbolé 23 de septiembre de 2022
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