La curvatura de la córnea

23 febrero 2011

Anuncio_Luis Ferruz en Tardes de Blog


Luis Ferruz

catedrático de finanzas
será el próximo invitado a la
XX edición de Tardes de Blog.

Charlaremos sobre economía, los motivos de la crisis y los cauces para solucionarla.


Jueves 3 de marzo a las 19:30 horas.

El Pequeño Teatro de los Libros
C/Silvestre Pérez 21
Las Fuentes
Zaragoza

Autobuses: 22, 24, 30, 44, Ci1 y Ci2
Parada Bizi: 36

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15 febrero 2011

De la luz a la sombra


Yo que creí que la luz era mía
precipitado en la sombra me veo.
(Miguel Hernández)




El Mediterráneo lila de una palmera multicolor. Surtidor de colores frente a los vientos de amarillo limón. La vida a toda vela se va entre los fotogramas de un dale que dale flores, flores rojas, flores negras, flores de un almendro y la calavera invernal de un amigo que muere.
Tiempos de guerra agitan la vida que da la vida y da la muerte. Manos alzadas sobre calaveras, huesos y un caballito de cartón. Un bebé entre los brazos de una monja bebe leche de guerra mientras el General Francisco Franco, con bigotito de cine, alienta a los soldados de azada, trinchera y cuatro líneas de amor.
En la cueva oscura se derrama sangre y arena que eclipsa la luz technicolor, que empaña la tierra fría, que remueve piedras negras, que despedaza raíces oscuras, que sopla vidrios opacos, que golpea al niño del martillo, carne de cementerio y el diluvio que nunca llega.
Senderos sobre el fondo blanco blanquísimo de un sueño de libertad. Mis ojos y mis manos y la vida como un baile de corazones y espuma, algodones y azucenas. Aun tengo la vida, la mirada y el relicario de si me matan muero. Hombre rojo bajo la luna y tres cebollas de escarcha, cebollas de hambre, tristes cebollas.
Me diluyo en el vientre preñado de tu cuerpo, campo fértil donde se forja el sol naciente y tu boca, sepultura bajo las estrellas, me trae sueños de muelles rojos y gaviotas que regresan a mis barrotes de tierra para no volver al mar. Cuando uno esta muerto todo se difumina, hasta la esencia del idioma.

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10 febrero 2011

Francisco Ferrer Lerín en la Fnac de Zaragoza

Me senté en el Forum de la Fnac de Zaragoza preocupado por la situación futbolística sentimental del central de la selección española. Piqué vive un noviazgo twitero con la cantante Shakira. El glamour cañí del torero y la tonadillera transplantado al siglo XXI corría serio peligro porque esta noche se enfrentaba la gloria mundialista de La Roja contra el combinado de Colombia. ¿La intensidad de Piqué en el juego sería la habitual, o se vería mermada porque su chica es natural de Barranquilla, la puerta de oro del caribe colombiano?
En esas andaba mi pensamiento momentos antes del comienzo de la presentación de”Familias como la mía” una novela de Francisco Ferrer Lerín. La cita literaria tenía, además del reclamo del autor al que descubrí hace poco tiempo (Una revelación que puedes leer
aquí), la presencia de Túa Blesa, Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Zaragoza, y Antón Castro, escritor y periodista. Una terna de primera división que se reveló ante mis ojos como alineación futbolística. La culpa, sin lugar a dudas, fue de la camisa y la corbata del señor Blesa. El rojo de aquellas prendas era el símbolo de la Selección Nacional de Fútbol y los tres escritores la reencarnación de Iniesta, Xavi y Busquets.
Túa Blesa tomó la batuta de Xavi y se repartió juego. Mostró su chispeante capacidad para el regate corto: El que afea conductas a escritores de contraportadas, poetas de la experiencia excesivamente cotidiana y críticos que confunden la metáfora con la sinécdoque. Pero también mostró el juego elegante de pases largos, profundos y verticales. La expresión certera del científico que busca ejemplos sobre los que sustentar que la literatura tiene dos aspectos importantes que vienen determinados por la importancia de lo que se debe escribir, frente a la ligereza de lo que sólo nace para ser leído. Lerín pertenecería a esa raza de escritores que escriben sobre lo esencial, a contra corriente y enfrentado a los cánones que tal vez ayudan a llegar a la fama pero que adelgazan la literatura. Un escritor que utiliza sus fabulaciones autobiográficas para mostrarnos “la miseria moral” de los años por los que circula la novela.
Antón Castro, incansable en el verbo, robó todos los balones al estilo Busquets. Discurso de incesable oleaje que viene pero nunca se va porque vuelve y, cuando parece que se va a alejar, regresa de nuevo. Ráfagas de pensamiento que se suceden durante todo el tiempo que dura el juego y si hay prórroga mucho mejor. Castro siempre estuvó en contacto con el balón, buscó en su inabarcable memoria todos los puntos de contacto con el texto y procesó la información en tiempo real. Con intención artística soltó el balón y abrió espacios para que los oyentes recogiéramos sus sensaciones que tuvieron la jovialidad y la energía de quien disfruta del juego. Por eso resaltó la felicidad, la luz y el sexo que contiene el libro.
Lerín, hasta entonces muy silencioso, se vistió de Iniesta. El hombre lento que desaparece mientras el resto del equipo soba el cuero y lo lleva de un lado para otro del campo. Hasta que la pelota llegó a sus pies, controló con la zurda y tocó con la diestra para hacer una croqueta. Salió en velocidad y rectificó la mirada que los presentadores habían vertido sobre el libro. Lo hizo con elegante finura y la majestuosa tranquilidad de quien te hace dudar sobre la naturaleza de su discurso. ¿Ironía o sinceridad cuando afirmó que en su libro ni están ni las miserias detectadas por Blesa, ni la felicidad que encontró Castro? ¿Hay mejor reclamo para el lector que subrayar esa contradicción?
Lerín contó el tortuoso camino que ha precedido a la publicación de este libro y de todo lo que tuvo que rectificar para que viese la luz. Afeó a la editorial la maquetación final del texto porque ha eliminado los espacios en blanco que el autor diseñó con intención de crear una tensión narrativa muy parecida a la que busca cuando escribe poesía.
Francisco Ferrer confesó que la escritura para él es un acto de extrema sencillez, un ejercicio casi mecánico, esa facilidad a la hora de enfrentarse con la tarea del escritor fue uno de los motivos que lo alejó de sus compañeros de generación, tan preocupados por un destino glorioso en las letras españolas. Sin embargo, también confesó que, tras hacer caso a un consejo estilístico que le hizo su mujer, incluyó en el libro algunos pasajes dónde la carga sexual era la parte sustancial del texto, fragmentos que escribió embutido en unos tejanos de mercadillo que a duras penas contenían la erección producida por sus propias palabras. La incomodidad se extendió más allá de la zona de la bragueta, derivó en dolor lumbar y terminó por provocar la impotencia del autor.
La valentía de Lerín y su entrega por la causa literaria me impresionó. Entonces recordé de nuevo a Piqué, ¿sería el central de la selección tan valiente con su profesión como había sido Lerín con la suya? De tapadillo saqué una radio portátil que siempre llevo conmigo y conecté mis orejas a sus auriculares. El locutor estaba enfurecido. Cuatro minutos de la primera parte. Pablo Armero penetraba con velocidad en dirección al área española. Piqué fue a cubrir el hueco en carrera diagonal hasta que cortó la carrera del delantero colombiano con una potente entrada de tackling que no dejaba dudas sobre su entrega.
Es gratificante pensar como en este país todavía quedan futbolistas y escritores que tienen el pundonor de cumplir con su oficio.


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07 febrero 2011

"Cambio de planes" en El Pequeño Teatro de los Libros

El pasado viernes cogí una Bizi Municipal en la parada 36, la que esta al lado de casa. Pedaleé por la ribera dando cara al cierzo que perdía rasmia con la llegada de la noche. A mitad de camino de ir a ningún sitio cambié de planes y regresé sobre mis huellas. Dejé la Bizi Municipal en la parada 36, la que esta al lado de casa, y entré en la librería El Pequeño Teatro de los Libros dónde Luís Borrás presentaba su primer libro titulado “Cambio de planes”. La odisea ciclista sólo fue una excusa, el gustazo de hacer realidad eso que Juan Luís Saldaña dice de mis idas y venidas a bordo de las dos ruedas municipales como preámbulo a estas crónicas curvas de la córnea.
Un nutrido grupo de espectadores andaban alborotados junto a la gran mesa redonda que hace las veces de escenario para las presentaciones literarias y otros saraos. El proyector lanzó la imagen de Juan Luís Saldaña sobre la pared. El periodista, que llevaba entre las manos un libro de tapas negras, lanzó un mensaje de disculpa. Una inesperada nevada lo había dejado al otro lado del Monrepós. Era imposible llegar a la librería pero estaba dispuesto, vía mensaje SMS con imagen de video, a ejercer de presentador. Entonces apareció un tipo en la pantalla se acercó a Saldaña y le recordó que el libro que llevaba en las manos no era el de Luís Borrás. El cambiazo de ejemplares no fue nada ejemplar y Juan Luís Saldaña, con “Cambio de planes” entre las manos, encajó de maravilla el patinazo y se vino tan arriba que, como ocurría en La Rosa Púrpura del Cairo de Woody Allen, abandonó la proyección y se presentó el carne mortal sobre el estrado. Los aplausos de los presentes fueron abundantes y generalizados y yo, al estilo Mia Farrow, me enamoré del aparecido.
Juan Luís Saldaña desgranó un discurso anárquico de exposición vertiginosa. Mezcló experiencias personales, reflexiones literarias sobre el libro y esa manera navajera de saltar sobre todos los charcos para reírse y alcanzar certero el centro de la diana. Su afilada expresión verbal trasladó a los presentes hasta los terrenos del pícaro que cocina frases de vinagre diluidas en azúcar, siempre al borde del filo de ser brillante y provocador. Ahí se siente a gusto y demuestra el brillo veloz de un ingenio cimentado en avalancha de palabras.
Saldaña recordó una entrevista radiofónica con Fofito de protagonista y cuanto le impresionó que el payaso se vistiera de payaso para hablar por las ondas. El acto heroico de ser personaje veinticuatro horas al día. Una de las ventaja de ser escritor, afirmó, es la posibilidad que te da la literatura para mudar de tu propio yo y convertirte en un asesino, un gallego o en el tipo más despreciable. La magia de ir más allá de la realidad y escapar de este mundo.
Confesó su debilidad por un relato que destiló su querencia hacia la figura paterna, y esa línea invisible que delimita las relaciones paterno-filiales: El odio inmenso en la juventud y el amor equilibrado por la madurez.
Subrayó que Luís Borrás estaba muy lejos de ser un tipo agresivo aunque sus personajes maten, una situación para preguntarse hasta dónde llega la ficción en “Cambio de planes”, un libro muy de acorde a la librería El Pequeño Teatro de los Libros que ha conseguido transformar una nave de venta de automóviles en un lugar mágico. Una librería “cojonuda”.
Saldaña recordó su paso laboral por el Barrio de Las Fuentes y como en la sucursal de un banco surgía la ficción como la extensión natural de un barrio de verdad, un territorio en el que la literatura paseaba por las calles, canales de vida y realidad en primera persona, como los relatos de “Cambio de planes”, literatura evocadora que recorría con sabiduría el espacio dieléctrico que separaba la realidad de la leyenda, ese lugar dónde la imaginación se adueñaba de las historias.
Un libro de relatos con muchos muertos, porque el binomio muerte - fantasía siempre era, afirmó, un valor seguro en literatura. Fue entonces cuando el autor de “Hasta agotar existencias” nos contó como se equivocó ante la tentación de matar a uno de los protagonistas de uno de sus relatos. La salvación del personaje calmó su conciencia pero causó la defunción del texto que duerme el sueño de los justos en el fondo de un cajón. Esta experiencia demostraría que en cuestiones narrativas, la imaginación debe prevalecer hasta sus últimas consecuencias.
Saldaña afirmó, como corolario final, que la mejor virtud de “Cambio de planes” era su honestidad y señaló a Luís Borras la necesidad de abandonar un poquito ese estilo tan suyo que te coge de la mano y te lleva desde el principio hasta el final del relato, y le invitó a comprometerse con otros caminos narrativos de mayor riesgo.
Luís Borrás tomó la palabra y agradeció la asistencia a sus amigos, el apoyo del editor, el aliento de los blogueros, la compañía de los fotógrafos y casi de todo a su esposa, a las horas quitadas al sueño y hasta a los que allí estábamos y de nada le conocíamos. Confesó que tras una charla con Saldaña se dedicó a contar la cantidad de muerte que aparecía en el libro y concluyó que no era para tanto porque, además de presentarla de diferentes maneras, la muerte es el cambio de plan más radical.
El autor siguió la línea que trazó Saldaña en la presentación y confesó que uno de los relatos surgió gracias a un libro de fotografías de Catalá Roca en el que mostraba la Barcelona de los años cincuenta y sus habitantes. El territorio que transitó su padre, y si la vida no le había proporcionado una relación muy fluida con su él, tal vez aquellas imágenes serían el sendero para mejorar la comunicación.
Luís Borrás se mostró contento con los seis relatos cortos que contiene el libro. Textos condensados hasta conseguir una historia que se pueda contar en menos de un minuto, un reto estilístico determinado por el carácter bloguero de esas narraciones que nacieron, como el resto, con la intención de conmover, de provocar algún tipo de sentimiento en el lector más allá del propio disfrute de la lectura. Por eso a Luís Borrás le gusta recorrer los territorios fronterizos por dónde caminan las heridas del odio y las dichas del amor. El camino de los sueños trazados en el aire y que siempre cambian. Los pliegues tristes de la vida porque la felicidad, tan fácil de mostrar, es mucho menos narrativa. Todo escrito en primera persona por una cuestión tan práctica como la facilidad para contar las cosas desde la propia visión del autor, sin que por ello la autobiografía sea la madre del cordero y, como subrayaron un par de lectores presentes en el acto, con pinceladas de un humor fino e inteligente.
Juan Luís Saldaña tomó de nuevo la palabra y nos enseñó uno de los trucos que usan los periodistas para, sin leer las páginas de un libro, salir con éxito de una entrevista a un autor en gira promocional.
La clave esta en la primera pregunta que siempre será ¿Cómo surgió este libro? En la respuesta a esta cuestión hay que encontrar el asunto de la siguiente pregunta y seguir con esa mecánica hasta completar el tiempo establecido entre los cortes publicitarios. Saldaña afirmó que el sistema funciona aunque siempre se corre el riesgo de topar con un autor resabiado que contesté algo parecido a: Este libro surgió después de verme varias veces con tu madre. Entonces el periodista de magazín, esa profesión de riesgo, esta perdido.

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04 febrero 2011

David Mayor en Tardes de Blog

Primera Parte

Segunda Parte

Tercera Parte

Cuarta Parte

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