"Cambio de planes" en El Pequeño Teatro de los Libros
El pasado viernes cogí una Bizi Municipal en la parada 36, la que esta al lado de casa. Pedaleé por la ribera dando cara al cierzo que perdía rasmia con la llegada de la noche. A mitad de camino de ir a ningún sitio cambié de planes y regresé sobre mis huellas. Dejé la Bizi Municipal en la parada 36, la que esta al lado de casa, y entré en la librería El Pequeño Teatro de los Libros dónde Luís Borrás presentaba su primer libro titulado “Cambio de planes”. La odisea ciclista sólo fue una excusa, el gustazo de hacer realidad eso que Juan Luís Saldaña dice de mis idas y venidas a bordo de las dos ruedas municipales como preámbulo a estas crónicas curvas de la córnea.
Un nutrido grupo de espectadores andaban alborotados junto a la gran mesa redonda que hace las veces de escenario para las presentaciones literarias y otros saraos. El proyector lanzó la imagen de Juan Luís Saldaña sobre la pared. El periodista, que llevaba entre las manos un libro de tapas negras, lanzó un mensaje de disculpa. Una inesperada nevada lo había dejado al otro lado del Monrepós. Era imposible llegar a la librería pero estaba dispuesto, vía mensaje SMS con imagen de video, a ejercer de presentador. Entonces apareció un tipo en la pantalla se acercó a Saldaña y le recordó que el libro que llevaba en las manos no era el de Luís Borrás. El cambiazo de ejemplares no fue nada ejemplar y Juan Luís Saldaña, con “Cambio de planes” entre las manos, encajó de maravilla el patinazo y se vino tan arriba que, como ocurría en La Rosa Púrpura del Cairo de Woody Allen, abandonó la proyección y se presentó el carne mortal sobre el estrado. Los aplausos de los presentes fueron abundantes y generalizados y yo, al estilo Mia Farrow, me enamoré del aparecido.
Juan Luís Saldaña desgranó un discurso anárquico de exposición vertiginosa. Mezcló experiencias personales, reflexiones literarias sobre el libro y esa manera navajera de saltar sobre todos los charcos para reírse y alcanzar certero el centro de la diana. Su afilada expresión verbal trasladó a los presentes hasta los terrenos del pícaro que cocina frases de vinagre diluidas en azúcar, siempre al borde del filo de ser brillante y provocador. Ahí se siente a gusto y demuestra el brillo veloz de un ingenio cimentado en avalancha de palabras.
Saldaña recordó una entrevista radiofónica con Fofito de protagonista y cuanto le impresionó que el payaso se vistiera de payaso para hablar por las ondas. El acto heroico de ser personaje veinticuatro horas al día. Una de las ventaja de ser escritor, afirmó, es la posibilidad que te da la literatura para mudar de tu propio yo y convertirte en un asesino, un gallego o en el tipo más despreciable. La magia de ir más allá de la realidad y escapar de este mundo.
Confesó su debilidad por un relato que destiló su querencia hacia la figura paterna, y esa línea invisible que delimita las relaciones paterno-filiales: El odio inmenso en la juventud y el amor equilibrado por la madurez.
Subrayó que Luís Borrás estaba muy lejos de ser un tipo agresivo aunque sus personajes maten, una situación para preguntarse hasta dónde llega la ficción en “Cambio de planes”, un libro muy de acorde a la librería El Pequeño Teatro de los Libros que ha conseguido transformar una nave de venta de automóviles en un lugar mágico. Una librería “cojonuda”.
Saldaña recordó su paso laboral por el Barrio de Las Fuentes y como en la sucursal de un banco surgía la ficción como la extensión natural de un barrio de verdad, un territorio en el que la literatura paseaba por las calles, canales de vida y realidad en primera persona, como los relatos de “Cambio de planes”, literatura evocadora que recorría con sabiduría el espacio dieléctrico que separaba la realidad de la leyenda, ese lugar dónde la imaginación se adueñaba de las historias.
Un libro de relatos con muchos muertos, porque el binomio muerte - fantasía siempre era, afirmó, un valor seguro en literatura. Fue entonces cuando el autor de “Hasta agotar existencias” nos contó como se equivocó ante la tentación de matar a uno de los protagonistas de uno de sus relatos. La salvación del personaje calmó su conciencia pero causó la defunción del texto que duerme el sueño de los justos en el fondo de un cajón. Esta experiencia demostraría que en cuestiones narrativas, la imaginación debe prevalecer hasta sus últimas consecuencias.
Saldaña afirmó, como corolario final, que la mejor virtud de “Cambio de planes” era su honestidad y señaló a Luís Borras la necesidad de abandonar un poquito ese estilo tan suyo que te coge de la mano y te lleva desde el principio hasta el final del relato, y le invitó a comprometerse con otros caminos narrativos de mayor riesgo.
Luís Borrás tomó la palabra y agradeció la asistencia a sus amigos, el apoyo del editor, el aliento de los blogueros, la compañía de los fotógrafos y casi de todo a su esposa, a las horas quitadas al sueño y hasta a los que allí estábamos y de nada le conocíamos. Confesó que tras una charla con Saldaña se dedicó a contar la cantidad de muerte que aparecía en el libro y concluyó que no era para tanto porque, además de presentarla de diferentes maneras, la muerte es el cambio de plan más radical.
El autor siguió la línea que trazó Saldaña en la presentación y confesó que uno de los relatos surgió gracias a un libro de fotografías de Catalá Roca en el que mostraba la Barcelona de los años cincuenta y sus habitantes. El territorio que transitó su padre, y si la vida no le había proporcionado una relación muy fluida con su él, tal vez aquellas imágenes serían el sendero para mejorar la comunicación.
Luís Borrás se mostró contento con los seis relatos cortos que contiene el libro. Textos condensados hasta conseguir una historia que se pueda contar en menos de un minuto, un reto estilístico determinado por el carácter bloguero de esas narraciones que nacieron, como el resto, con la intención de conmover, de provocar algún tipo de sentimiento en el lector más allá del propio disfrute de la lectura. Por eso a Luís Borrás le gusta recorrer los territorios fronterizos por dónde caminan las heridas del odio y las dichas del amor. El camino de los sueños trazados en el aire y que siempre cambian. Los pliegues tristes de la vida porque la felicidad, tan fácil de mostrar, es mucho menos narrativa. Todo escrito en primera persona por una cuestión tan práctica como la facilidad para contar las cosas desde la propia visión del autor, sin que por ello la autobiografía sea la madre del cordero y, como subrayaron un par de lectores presentes en el acto, con pinceladas de un humor fino e inteligente.
Juan Luís Saldaña tomó de nuevo la palabra y nos enseñó uno de los trucos que usan los periodistas para, sin leer las páginas de un libro, salir con éxito de una entrevista a un autor en gira promocional.
La clave esta en la primera pregunta que siempre será ¿Cómo surgió este libro? En la respuesta a esta cuestión hay que encontrar el asunto de la siguiente pregunta y seguir con esa mecánica hasta completar el tiempo establecido entre los cortes publicitarios. Saldaña afirmó que el sistema funciona aunque siempre se corre el riesgo de topar con un autor resabiado que contesté algo parecido a: Este libro surgió después de verme varias veces con tu madre. Entonces el periodista de magazín, esa profesión de riesgo, esta perdido.
Un nutrido grupo de espectadores andaban alborotados junto a la gran mesa redonda que hace las veces de escenario para las presentaciones literarias y otros saraos. El proyector lanzó la imagen de Juan Luís Saldaña sobre la pared. El periodista, que llevaba entre las manos un libro de tapas negras, lanzó un mensaje de disculpa. Una inesperada nevada lo había dejado al otro lado del Monrepós. Era imposible llegar a la librería pero estaba dispuesto, vía mensaje SMS con imagen de video, a ejercer de presentador. Entonces apareció un tipo en la pantalla se acercó a Saldaña y le recordó que el libro que llevaba en las manos no era el de Luís Borrás. El cambiazo de ejemplares no fue nada ejemplar y Juan Luís Saldaña, con “Cambio de planes” entre las manos, encajó de maravilla el patinazo y se vino tan arriba que, como ocurría en La Rosa Púrpura del Cairo de Woody Allen, abandonó la proyección y se presentó el carne mortal sobre el estrado. Los aplausos de los presentes fueron abundantes y generalizados y yo, al estilo Mia Farrow, me enamoré del aparecido.
Juan Luís Saldaña desgranó un discurso anárquico de exposición vertiginosa. Mezcló experiencias personales, reflexiones literarias sobre el libro y esa manera navajera de saltar sobre todos los charcos para reírse y alcanzar certero el centro de la diana. Su afilada expresión verbal trasladó a los presentes hasta los terrenos del pícaro que cocina frases de vinagre diluidas en azúcar, siempre al borde del filo de ser brillante y provocador. Ahí se siente a gusto y demuestra el brillo veloz de un ingenio cimentado en avalancha de palabras.
Saldaña recordó una entrevista radiofónica con Fofito de protagonista y cuanto le impresionó que el payaso se vistiera de payaso para hablar por las ondas. El acto heroico de ser personaje veinticuatro horas al día. Una de las ventaja de ser escritor, afirmó, es la posibilidad que te da la literatura para mudar de tu propio yo y convertirte en un asesino, un gallego o en el tipo más despreciable. La magia de ir más allá de la realidad y escapar de este mundo.
Confesó su debilidad por un relato que destiló su querencia hacia la figura paterna, y esa línea invisible que delimita las relaciones paterno-filiales: El odio inmenso en la juventud y el amor equilibrado por la madurez.
Subrayó que Luís Borrás estaba muy lejos de ser un tipo agresivo aunque sus personajes maten, una situación para preguntarse hasta dónde llega la ficción en “Cambio de planes”, un libro muy de acorde a la librería El Pequeño Teatro de los Libros que ha conseguido transformar una nave de venta de automóviles en un lugar mágico. Una librería “cojonuda”.
Saldaña recordó su paso laboral por el Barrio de Las Fuentes y como en la sucursal de un banco surgía la ficción como la extensión natural de un barrio de verdad, un territorio en el que la literatura paseaba por las calles, canales de vida y realidad en primera persona, como los relatos de “Cambio de planes”, literatura evocadora que recorría con sabiduría el espacio dieléctrico que separaba la realidad de la leyenda, ese lugar dónde la imaginación se adueñaba de las historias.
Un libro de relatos con muchos muertos, porque el binomio muerte - fantasía siempre era, afirmó, un valor seguro en literatura. Fue entonces cuando el autor de “Hasta agotar existencias” nos contó como se equivocó ante la tentación de matar a uno de los protagonistas de uno de sus relatos. La salvación del personaje calmó su conciencia pero causó la defunción del texto que duerme el sueño de los justos en el fondo de un cajón. Esta experiencia demostraría que en cuestiones narrativas, la imaginación debe prevalecer hasta sus últimas consecuencias.
Saldaña afirmó, como corolario final, que la mejor virtud de “Cambio de planes” era su honestidad y señaló a Luís Borras la necesidad de abandonar un poquito ese estilo tan suyo que te coge de la mano y te lleva desde el principio hasta el final del relato, y le invitó a comprometerse con otros caminos narrativos de mayor riesgo.
Luís Borrás tomó la palabra y agradeció la asistencia a sus amigos, el apoyo del editor, el aliento de los blogueros, la compañía de los fotógrafos y casi de todo a su esposa, a las horas quitadas al sueño y hasta a los que allí estábamos y de nada le conocíamos. Confesó que tras una charla con Saldaña se dedicó a contar la cantidad de muerte que aparecía en el libro y concluyó que no era para tanto porque, además de presentarla de diferentes maneras, la muerte es el cambio de plan más radical.
El autor siguió la línea que trazó Saldaña en la presentación y confesó que uno de los relatos surgió gracias a un libro de fotografías de Catalá Roca en el que mostraba la Barcelona de los años cincuenta y sus habitantes. El territorio que transitó su padre, y si la vida no le había proporcionado una relación muy fluida con su él, tal vez aquellas imágenes serían el sendero para mejorar la comunicación.
Luís Borrás se mostró contento con los seis relatos cortos que contiene el libro. Textos condensados hasta conseguir una historia que se pueda contar en menos de un minuto, un reto estilístico determinado por el carácter bloguero de esas narraciones que nacieron, como el resto, con la intención de conmover, de provocar algún tipo de sentimiento en el lector más allá del propio disfrute de la lectura. Por eso a Luís Borrás le gusta recorrer los territorios fronterizos por dónde caminan las heridas del odio y las dichas del amor. El camino de los sueños trazados en el aire y que siempre cambian. Los pliegues tristes de la vida porque la felicidad, tan fácil de mostrar, es mucho menos narrativa. Todo escrito en primera persona por una cuestión tan práctica como la facilidad para contar las cosas desde la propia visión del autor, sin que por ello la autobiografía sea la madre del cordero y, como subrayaron un par de lectores presentes en el acto, con pinceladas de un humor fino e inteligente.
Juan Luís Saldaña tomó de nuevo la palabra y nos enseñó uno de los trucos que usan los periodistas para, sin leer las páginas de un libro, salir con éxito de una entrevista a un autor en gira promocional.
La clave esta en la primera pregunta que siempre será ¿Cómo surgió este libro? En la respuesta a esta cuestión hay que encontrar el asunto de la siguiente pregunta y seguir con esa mecánica hasta completar el tiempo establecido entre los cortes publicitarios. Saldaña afirmó que el sistema funciona aunque siempre se corre el riesgo de topar con un autor resabiado que contesté algo parecido a: Este libro surgió después de verme varias veces con tu madre. Entonces el periodista de magazín, esa profesión de riesgo, esta perdido.
Etiquetas: cambio de planes, el pequeño teatro de los libros, Luís Borrás, presentaciones, reseña evento
4 Comments:
Muchas gracias, Javier.
Un cordial abrazo.
Vaya descripción más certera. Bravo, bravo y bravo !!!!!
Hola Luís y bienvenido a eta bitácora.
En el ambiente había tanta energía... tienes mucha suerte.
Salu2 y un abrazo.
Hola Sifro y bienvenido a esta bitácora.
Tres veces gracias y lo certero fue la presentación.
;-)
Salu2 y un abrazo.
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