La curvatura de la córnea

06 diciembre 2010

Javier Pérez Andújar y la salvación por los libros

Javier Pérez Andújar vino hasta el Forum de la FNAC de Zaragoza para hablarnos de su último libro “Todo lo que se llevó el diablo” Estuvo acompañado por Francisco Ferrer Lerín y Joaquín Berges.
La presentación se planteó como una conversación, un formato flexible que permitió hablar de la novela, de anteriores trabajos del autor y de cualquier cosa. Por momentos pensé en un partido de tenis. Berges ejerció de Federer con intervenciones certeras, elegantes y demostrando variedad en el juego. Al otro lado de la pista Lerín era McEnroe, brillante en las réplicas, siempre dispuesto a romper el ritmo del encuentro con una bolea irónica o un giro de muñeca capaz de modificar la trayectoria de la conversación hacía anécdotas tan interesantes como sabrosas. El autor puso el pundonor de Nadal, subió a la red para cortar el juego cada vez que lo consideró oportuno, marcó el tiempo de la contienda con sus intervenciones y contestó con sinceridad todas las bolas que le llegaron.
Berges señaló que “Todo lo que se llevó el diablo” es un ensayo sobre las misiones pedagógicas que, durante los primeros años treinta, intentaron llevar la cultura al medio rural dónde el analfabetismo era norma.
El autor apuntó que la función de las misiones pedagógicas era mostrar a los ciudadanos la riqueza cultural que les pertenecía. Por eso llevaban réplicas de los cuadros del Museo del Prado, para que las gentes sintieran esas obras de arte como propias. También había una finalidad claramente política: Deshacer la idea de un República urbana y llevar a los pueblos una visión diferente de la vida, la cultura y la política, y así contrarrestar la voz de la Iglesia y los Alcaldes
Pérez Andújar explicó que la pedagogía se hacía mediante la proyección de películas, representaciones de teatro de fantoche con títeres fabricados en cada uno de los pueblos, el gramófono y las bibliotecas escolares dónde se podía encontrar diccionarios, atlas y novelas de Dickens, Galdos, H.G. Wells; y también libros de política.
Berges volvió a su enumeración y afirmó que “Todo lo que se llevó el diablo” es una novela picaresca que enlaza con el Lazarillo. Lerín estuvo de acuerdo y añadió que además es una novela de trayecto similar al Quijote, a Delibes y Cela. Una novela ibérica dónde la crueldad vuela sobre la historia, una violencia que se practica con los animales. En es contexto alabó la capacidad de expresión del Pérez Andjújar por la utilización de una lengua castellana que se está perdiendo. El autor apostilló que la novela estaba escrita con el idioma de su casa y del pueblo en el que se crió. Lerín también destacó el uso de la ironía antes de contar la rocambolesca manera de conocer al autor.
Lerín iba hacía los estudios de Barcelona TV, que al parecer estaban en un descampado perdido de la mano de Dios. El caso es que se cayó en un socavón hasta que a las dos horas aparecieron dos cabezas en su auxilio, una de ellas era la de Pérez Andújar que se emocionó y le plantó dos besos porque Lerín se parecía mucho a su tío Antonio.
Berges citó a los personajes aprovechando el viaje pedagógico y picaresco que hace un lobero a lo largo de la novela. Citó, entre otros, un pistolero, un etnógrafo que busca romances y cuentos, los actores de La Barraca y el lañador, un artesano ambulante que arregla los enseres de la cocina con barro o porcelana. También apuntó que la novela es un catálogo de literatura popular, de kiosco. Y esa fue, apostilló el autor, otra de las intenciones de las misiones pedagógicas: Llevar los clásicos hasta la categoría de lo popular para formar parte del entretenimiento. Berges afirmó que el western cabalga mimetizado en esta novela que el autor calificó de neorrealista en el sentido berlanguiano de cura, maestro y alcalde. La referencia de una infancia cuando en las películas salían actores de la talla de José Sazatornil.
Lerín, en ese mundo de las influencias abogó por rescatar la frase gloriosa que todo escritor mediocre atesora para juntarlas todas convenientemente y ponerlas en un lugar preeminente de la literatura, todo con dos finalidades que él confeso practicar: Plagio Sin Fronteras y robar sin camuflajes
También se habló de un dibujante en camioneta. De los detallados informes que los maestros de las misiones pedagógicas redactaban y que fueron alimento para el autor. Del campo a traviesa. Del escepticismo de la condición humana cuando se critica que el mundo no se cambia desde la cultura, que antes hay que cambiar las condiciones sociales y económicas. De las diferencia entre el barrio de Las Delicias de Zaragoza y Sant Adriá del Besós dónde se crió Pérez Andújar. El poeta David Mayor preguntó por la diferencia entre escribir desde una perspectiva personal o hacerlo desde lo comunitario. Victor Juan, director del Gran Museo Pedagógico de Huesca, resaltó las ambiciones educativas que mantienen en la actualidad una generación que vio truncado su futuro por una guerra. Y de muchas otras cosas, que eso tiene de bueno asistir a una conversación entre gentes que además de conocimientos, tiene el buen gusto de contarlo con las nobles maneras de la conversación.
El resumen final estuvo en las palabras de Javier Pérez Andújar: “Todo lo que se llevó el diablo” es una novela que va de salvarse por los libros.




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