La curvatura de la córnea

31 agosto 2024

Sobras completas: ¡Hazmerreir!





Antropología para odiseas cotidianas

Si un viajero dorado vino del futuro para clausurar los Juegos Olímpicos de Paris, y recordarnos las esencias del olimpismo, los dos androides que protagonizan 'Hazmerreir' vienen de la frontera de ese mismo futuro gracias a un software IA de última generación diseñado para salvaguardar el entretenimiento. El plan consiste en llevar el monólogo cómico más allá de un tipo frente al micrófono que se dirige directamente al público para generar una comunicación interactiva que conecte, escenario y auditorio. El objetivo se cumple gracias a un salto esencial hacia el género dramático, y que la acción recaiga en los personajes en lugar de hacerlo en la narración. El dramaturgo José Luís Esteban lo resume en dos ideas que lo representan como actor y escritor. «Que las palabras estén vivas y se pueda jugar con ellas»

El juego comienza en el título. 'Hazmerreir' parece la orden Tajante para que los cómicos empiecen a divertirnos, sin embargo los androides fusionan los dos verbos para alejarse de esa acepción. Ellos en realidad se comportan como el antropólogo que estudia las relaciones sociales de los humanos, elige la evolución de las mejores individualidades y hace un resumen de sus vidas tirando de la ironía proporcionada por el diccionario de la RAE. «Hazmerreir. Persona que por su aspecto o conducta es objeto de diversión o burla de otros.» Y así lo androides convierten nuestras odiseas cotidianas de ir al cine, al gimnasio o hacer el amor en una voltereta cómica que siempre esconde una moraleja.

El piano de Naiel Ibarrola ilustra imágenes y sus contornos hasta empujar las peripecias con melodías que a veces reclaman más variedad. ¡ habituales travesuras en la prosodia de Esteban piden transiciones con ese puntito de engrase que se adquiere con los bolos que están por venir.

 

'Sobras completas: ¡Hazmerreir!'

Calificación: 3 estrellas

Texto e intérprete: José Luís Esteban. Música original en directo, gráfica e ilustraciones: Naiel Ibarrola. Atrezzo: José Ibarrola. Distribución: Pilar Royo.

Jueves 29 de agosto. Centro Joaquín Roncal.

Antropología para odiseas cotidianas (heraldo.es)


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19 agosto 2024

La mirada de la crítica en la primera colaboración de Margarita Xirgu y Federico García Lorca


 

Margarita Xirgu terminó la gira veraniega que cada año realizaba por el norte de España y regresó a Madrid en el otoño de 1926 para gestionar la siguiente temporada del Teatro Fontalba.

La actriz se alojaba en el Ritz y allí se encontró con Lydia Cabrera, una compañera de profesión con la que había trabajado en Cuba en el año 1923 y mantenía una buena amistad. A lo largo de la conversación, Cabrera felicitó a su amiga por el próximo estreno de la obra de Federico García Lorca que, titulada “Mariana Pineda”, había llegado a sus manos a través del escritor Eduardo Marquina. La Xirgu mostró su asombro, primero porque Marquina no le había entregado ningún material y segundo porque desconocía al autor del que su amiga hablaba maravillas.

Cuando La Xirgu y Cabrera se encontraron en el hall del Ritz, la producción dramática de Lorca se reducía a un estreno en 1920 de su obra “El maleficio de la mariposa” que cosechó un estrepitoso fracaso en su estreno en el Teatro Eslava de Madrid. Sin embargo, el entusiasmo que mostró Cabrera con la amistad de Lorca, levantó la curiosidad de La Xirgu hasta el punto de enviar a su amiga en busca del autor que vivía en la Residencia de Estudiantes y, media hora más tarde, los tres estaban tomando el aperitivo. La personalidad y la simpatía de Federico cautivaron a Margarita que se quedó con un manuscrito de la obra y le prometió que la estrenaría si el texto le gustaba.

Lorca volvió a Granada para preparar la publicación de la revista Gallo mientras crecía la incertidumbre con respecto a “Mariana Pineda”. El tiempo pasaba y tanto Marquina como La Xirgú guardaban un desesperante silencio sobre su obra. Lorca escribió una primera carta a Marquina en la que le confesaba el disgusto de sus padres por lo nada práctico de sus actuaciones literarias, le pedía consejo sobre lo pertinente de escribir a La Xirgu y le solicitaba opinión sobre su calidad de “poeta dramático” Lorca era un novato en las tareas de escritor dramático y para él era importante recabar la opinión de Marquina que, apoyado por la compañía de Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero, había alcanzado un éxito notable implantando un nuevo teatro poético que, desde 1908 hasta el estreno de “La ermita, la fuente y el río” en el Teatro Fontalba de Madrid el 10 de febrero 1927, había dado voz para despertar la imaginación del púbico hacia una realidad cerrada, falsa y dormida.

La desesperación de Lorca seguía en aumento y escribió a su amigo Melchor Fernández Almagro que también era amigo de La Xirgu y de Marquina, miembro del Ateneo y articulista de fondo y crítica teatral y literaria en el periódico La Época.. En su carta  le insta a ejercer de enlace y Almagro le responde a vuelta de correo para aconsejarle que viaje a Madrid de inmediato mientras él va moviendo los hilos. A los pocos días le vuelve a escribir con buenas noticias: Marquina está impresionado, y Margarita Xirgu decidida a hacer la obra.

Lorca recibe la confirmación oficial el 13 de febrero de 1927 mediante una carta de Cipriano Rivas Cherif. El director de escena en la compañía de La Xirgu es un escritor con una prolífica actividad crítica en diversos periódicos y un creador experimental dedicado a renovar el teatro de vanguardia español mediante una alternativa artística que fuera más allá del negocio del teatro industrial. Cherif y Lorca se conocían desde 1921 cuando el poeta publicó sus primeros poemas en la revista “La pluma” fundada por Cherif y Manuel Azaña. La carta era tranquilizadora, le comunica que la actriz está muy ocupada para comunicarse con él, y le recomendaba escribir inmediatamente tanto a La Xirgu como a Marquina. Le confesaba que siempre había desconfiado del apoyo del autor a su obra, pero precisamente en aquel momento Marquina estaba muy efusivo por el exitoso estreno de su obra “La ermita, la fuente y el río”, y como esa misma noche había tenido una larga conversación con La Xirgu en la que intercambiaron un buen número de elogios hacia él y su obra. Cherif también le advertía que después del éxito de Marrquina, y aunque La Xirgu estaba dispuesta a gastarse todo el dinero que haciera falta para poner la obra a su gusto, lo cierto era que no debería esperar un éxito parecido al de Marquina. A Cherif no le gusta la obra de Marquina y le parece impensable que la obra de Lorca tenga tantos disparates como por lo visto eran necesarios para gustarle al público y a la crítica, que Cherif resume en tres nombres: Canedo de El Sol, Mesa de El Imparcial y Melchor de La Voz. Nosotros vamos a tomar esa dirección para responder a la pregunta: ¿Qué escribieron los críticos aludidos sobre el estreno de “Mariana Pineda” en Madrid?

Enrique Díaz-Canedo licenciado en Derecho nació en Alburquerque en 1879 y se dedicó a explicar Historia del Arte en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Publicó poesía mientras colaboraba en prensa, y después de pasar dos años en Paris se afianzó como crítico teatral en el diario El Sol.

Enrique de Mesa y Rosales nació en Madrid en 1878, estudió abogacía, fue e Secretario del Museo de Arte Moderno y compaginó su vena poética con la pasión por el teatro que le llevó a ejercer la crítica en El Imparcial.

Melchor Fernández Almagro nació en Granada en 1893, estudió Derecho y trabajó en el Cuerpo de Correos al mismo tiempo que ejercía la crítica teatral en la Gaceta del Sur. Se trasladó a Madrid en 1918 y unos años más tarde comenzó a escribir la crítica teatral en La Época hasta que en 1926 dio el salgo a La Voz. Era amigo de Lorca.

Mariana Pineda nació en Granada en 1804, se casó con un liberal con el que compartía ideas y en 1823, cuando ya era viuda y se restableció el absolutismo de Fernando VII, comenzó a bordar la bandera con la que los liberales iban a realizar un levantamiento en Andalucía hasta que las autoridades registraron su casa, encontraron la bandera y con veintisiete años fue condenada a muerte. La obra que García Lorca dedicó a su figura se estrenó en Barcelona el 24 de junio de 1927 y estuvo en cartel hasta el 3 de julio. El 10 de agosto se representó en San Sebastián como el inicio de una gira veraniega por el norte hasta llegar al teatro Fontalba de Madrid el 12 de octubre de 1927. El día del estreno madrileño el diario ABC publicaba una “autocrítica” del propio autor en la que Lorca recordaba al público que se trataba de una función que había escrito cinco años atrás. El protagonismo de Mariana Pineda estaba directamente relacionado con su Granda natal donde su figura todavía estaba muy viva gracias a los romances y narraciones que Lorca escuchó de niño. Lorca afirmaba que la  función, lejos de ser un drama épico, tenía como propósito abandonar el terreno de la historia y presentar una “Mariana lírica, sencilla y popular”. Lorca, lejos de aspirar a una obra vanguardista o un drama romántico, solo pretendía escribir un “drama ingenuo” El texto terminaba agradeciendo la colaboración de Salvador Dalí en la escenografía y Margarita Xirgu en la interpretación.

El autor y la obra

La crítica de Almagro comienza sin dudas: La Xirgu ofrece al público una obra de extraordinaria calidad y, aunque recuerda que un Lorca adolescente ya se asomó al Eslava, omite el fracaso de aquella función, para eso ya está Canedo que inicia su texto aludiendo al primer estreno madrileño de Lorca para definirlo como “curiosísima ficción dramática”, sin embargo muy pronto pone de relieve que la inspiración del autor se sitúa entre el “hechizo popular” y los “cantos del pueblo” hasta alcanzar un “arte exquisito de poeta” gracias a “una eterna persecución del alma infantil de las cosas”. Mesa también coincide con esa apreciación y afirma que “las momias de los grandes poetas españoles” “se habrán estremecido de júbilo” con la savia nueva del romance en el que “Lorca ha triunfado por entero”. Pero al halago le sigue una crítica muy técnica en la que se queja de “desigualdad notoria” de las cuartetas del primer acto a las que  califica de “construcción artificiosa, desajustada y de vulgaridad ripiosa”. Sin embargo Almagro subraya que el lenguaje, siendo “infantil y popular” está construido con una gran “disciplina metódica” para unir “técnica” y “espontaneidad” en una inspiración natural que se aleja del laboratorio.

Figura histórica versus leyenda

Mesa advierte que detrás del romance hay una figura histórica, y por eso reclama que los versos deberían ser el instrumento para conseguir acción dramática, una crónica que deje claro tanto el romance como la historia y, aunque alaba el poder estético de la obra, achaca a Lorca que no ha conseguido “una realidad artística dentro del orden escénico” El motivo de ese fracaso es el predominio del uso lírico de las palabras que, utilizadas como si fueran colores, dejan de ser instrumentos para la pasión dramática. Mesa defiende que la poesía puede mostrar las actitudes propias de los personajes sobre un escenario y eso es precisamente lo que Lorca no lo ha conseguido. En realidad no le preocupa tanto que la precisión histórica esté más o menos presente en el drama, lo realmente negativo es que el ingrediente histórico se queda en ambiente y a la vez hay poca humanidad.

Almagro no está de acuerdo en esa valoración y destaca que la emoción del amor se humaniza de una manera más eficaz que la emoción liberal de cariz histórico porque, en realidad, la doctrina política que significa bordar la bandera no importa en el desarrollo de la historia: La heroicidad de Mariana no radica en la defensa de sus ideas políticas, su leyenda permanece porque no delata a ninguno de sus compañeros. En ese sentido Almagro afirma que para enjuiciar la obra lo primero es comprender que el escenario se inundó con un poema escénico en un ejercicio de teatro poético muy alejado del habitual “teatro histórico” que, en este caso, se sitúa en el emplazamiento geográfico ¨sabiamente captado” de Granada, para conceder a Mariana Pineda el papel dramático de quien está más enamorada de su amante que de la libertad. Almagro finalmente afirma que Lorca deja la historia fuera del litigio y aporta una pregunta al debate: ¿La fe de Mariana Pineda en la Constitución fue el único elemento para provocar el sacrificio de su muerte?

Caneda abunda en esta visión cuando define a Mariana Pineda como una “romántica en lamentación”, un personaje construido “a través de la leyenda” que borda la bandera “no como un signo de libertad, sino como presa de amor” para concluir que la obra emociona mientras Mesa la acusa de utilizar todos los trucos del teatro viejo: La copla en la lejanía, el tañido de las campanas en funeral, la muerte adornada con flores y sobre todo que el malo de la obra es un torpe melodramático.

Escenografía

Canedo elogia la escenografía de Dalí porque crea una alianza con las palabras de Lorca para mostrarlas con ojos de niño, un trabajo que le recuerdan al mismo tiempo a Picasso y las pinturas infantiles. Almagro la considera exquisita, un ejemplo vivo de gusto y adecuada simplificación, pero Mesa, como ocurría con su discurso sobre la función en general, divide su opinión, mientras la ingenuidad graciosa de la última estampa le parece acertada, la primera escena es una mezcla arbitraria de realismo y simbolismo.

La Xirgu

La interpretación de La Xirgu bascula entre la moderación de Caneda que la define como “muy de Margarita Xirgu”, para destacar los momentos en los que el dolor abatía su figura, mientras Almagro le asigna la consideración de “gran actriz” que halló acentos más humanos en los instantes capitales. Mesa subraya la evidencia de que “Lorca está encantado con la señora Xirgu” para alejarse de sus compañeros en la valoración de la actriz: “Poco bueno puede decirse de la interpretación”. Llegados a este punto de crítica quizás sea un buen momento para retroceder ocho meses y situarnos en la carta en la que Cherif le envió a Lorca para confirmarle que la obra se iba a hacer y donde el director artístico de la compañía de La Xirgu escribió: ¡Cómo te va a destrozar los versos de Mariana! Porque los dice de una manera bárbara y catalana, pero es lo cierto que hace algunas escenas, las mudas y cachondas, de manera excelente.

Resumen

Canedo calificó el estreno como un éxito claro y generoso. Melchor subrayó que el autor, naturalmente, escuchó las ovaciones de las grandes veladas teatrales. Mesa reconoció que las muestras de entusiasmo fueron fervientes y unánimes, pero las achacó a “una simpática juventud que aplaudía toda la obra con hiriente y parigual entusiasmo, sin detenerse en ápices ni distingos.”

 El estreno de Mariana Pineda unió para siempre las carreras teatrales de Lorca y La Xirgu que con posterioridad estrenó otras obras del dramaturgo y poeta granadino: “La zapatera prodigiosa” en 1930. “Yerma” en 1934, y “Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores” en 1935 en lo que fue el último estreno en vida de Lorca. La Xirgu organizó una gira sudamericana a principios de 1936 con una primera escala en Cuba. El poeta y la actriz tenían previsto reunirse meses más tarde en México, pero la guerra civil de julio de 1936 impidió el reencuentro. Lorca fue asesinado el 19 de agosto cuando el estreno de “La casa de Bernarda Alba” estaba previsto para finales de 1936 en tierras argentinas. Lorca terminó de escribir la función en junio de 1936 y cumplía los deseos de La Xirgu de hacer un papel de mala, un ser duro y opuesto a la ternura que había encarnado en Doña Rosita. Tras la guerra civil, Julio Fuensalida, un buen amigo de la familia García Lorca, entregó la obra en mano a La Xirgu que comenzó los ensayos de inmediato hasta su estreno en el Teatro Avenida de Buenos Aires el 8 de marzo de 1945.

¡Silencio! es la última palabra que pronuncia Bernarda Alba que, recibida con la estruendosa ovación del éxito, parecía anunciar la larga noche que la dictadura franquista impondría en España, mientras La Xirgu vivió exiliada en Uruguay hasta su fallecimiento en 1969.

 

Documentación

Aguilera Sastre, Juan “Cipriano Rivas Cherif” Real Academia de la Historia. https://dbe.rah.es/biografias/4471/cipriano-de-rivas-cherif. “n.d.” Web 3 de abril de 2022.

De Mesa, Enrique. “El estreno de anoche de Fontalba”. El Imparcial. 13 Oct 1927. Web.

Díaz-Canedo, Enríque. “Mariana Pineda en Fontalba”. El Sol. 13 Oct 1927. Web.

Fernández Almagro, Melchor. “Estreno de Mariana Pineda”. La Voz. 13 Oct 1927. Web.

Fernández Gutiérrez, José María. “Enrique Diaz-Canedo”. Real Academia de la Historia. https://dbe.rah.es/biografias/6000/enrique-diez-canedo-reixa. “n.d.” Web 3 de abril de 2022.

García Lorca, Federico. “Autocrítica de Mariana Pineda”. ABC. 12 Oct 1927.

Rodrigo, Antonina. Margarita Xirgu. Una biografía. Flor del Viento Ediciones. Barcelona: 2005. Print.

Torres Nebrera, Gregorio. “Enrique Mesa y Rosales” Real Academia de la Historia. https://dbe.rah.es/biografias/12732/enrique-de-mesa-y-rosales. “n.d.” Web 3 de abril de 2022

Viñes Millet, Cristina. “Melchor Fernández Almagro”. Real Academia de la Historia. https://dbe.rah.es/biografias/9336/melchor-fernandez-almagro “n.d.” Web 3 de abril de 2022


Artículo publicado en el número 4  de la Revista Cultural El Eco de los Libres

 

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