La Fragua Bohemia homenajeó a Alonso Cordel
La música asentó el tiempo de la penumbra y nos dejó con la pulcritud y la sencillez de dos voces capaces de llevar el verso hasta las nubes y los dedos, a caballo de las teclas, provocaron una tormenta de lluvia y sal.
El amor cicuta, el abrazo arsénico y los pequeños besos de libélula tijeras en el aire. Noche recortable de cometas en un llanto sin fin. Fuegos de ruleta para un cielo sin nubes ni sospechas. En la ausencia del dolor: Mano, labios, senos y ella a mi lado, junto al limonero donde el amor no se escabulle en un disparo de luz. El pianista, corazón desbocado, borboteó sangre y besos mientras recorría la senda que terminó en coplas.
Las coplas de Juan Gabarre escritas para voz de gitano, vivito entre la bulería, el tatuaje y el jazz, se nos presentó de femenina voz. Habló de amor, granizo y un dolor del alma que se derritió entre las penas y un insomnio de plata trazado entre payos. Cantó por no llorar cuando ella le dijó que no te quiero y no te quiero olvidar. Por eso, candela y sal, en sus dedos lleva escrito el nombre de un quererme o dejarme, de un vaivén, de un amor que ni viene ni va.
Y la sala amaneció escuela y el rapsoda un zagal vivaracho, chispeante y juguetón. ¿Qué hora es? Fue la excusa para contar números de monaguillo y almirez. El sol, la una y la mala rima del cinco.
Etiquetas: Alonso Cordel, poema, reseña, reseña evento
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