Letra y Música con Octavio y Saldaña
El ciclo de Letra y Música organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, con la coordinación de Mónica Gorenberg, dedicó su jornada de ayer al pop aragonés, y lo hizo con un cartel muy interesante: En primer lugar las palabras de Octavio Gómez Milián y para concluir la guitarra y la voz de Juan Luís Saldaña.
Octavio Gómez Milián es, sin lugar a dudas, una de las voces con más autoridad para hablar del pop en general y del aragonés en particular. Según circula por las redes sociales, su próxima e inminente publicación será un diccionario de grupos aragoneses en el que trabaja desde hace tiempo.
El poeta abrió su conferencia con una máxima: En Aragón nos destacamos porque las letras de las canciones suelen tener un potente peso literario dentro de la aparente sencillez del pop como estilo musical. Una confluencia que ha durado más de treinta años.
El conferenciante viajó hasta los setenta y recordó como la estirpe de los cantautores modificó la música ligera con un poso de literatura y compromiso político que, tras la muerte de Franco, derivó en la movida de la ironía, lo liviano y lo festivo para rimar toalla con playa, o esa otra de Joaquín Carbonell que nos cantaba lo bonita que era la peseta. Fue precisamente en ese periodo cuando se fraguaron los inicios de la obra musical de dos aragoneses con una elevada exigencia literaria en los textos de sus canciones.
Ángel Petisme, acompañado de Ángel Guinda, desde la diáspora madrileña y Gabriel Sopeña que, afincado en Zaragoza compuso durante los noventa y junto al desaparecido Mauricio Aznar, temas que cruzaron fronteras como “Apuesta por el rock and roll”. Milián puso en valor que Sopeña, para subrayar la importancia poética de sus letras, las publicó en Olifante recogidas a modo de poemario bajo el título “La noche del becerro” Canciones dónde la lírica, exenta de intelectualismos, engarzaba perfectamente con la música dentro de un estilo al que Milián bautizó con la brillante etiqueta de “Country de los Monegros”, un espíritu a caballo de Cash y Dylan, donde el camino es más importante que el destino, estilo de carretera para grandes letristas como José Lapuente de los Proscritos o Jesús López de Malamente, músicos con la fuerza de influir en autores literarios. Esa fue una de las características de los noventa cuando escritores como Ray Loriga y Benjamin Prado, o Chuse Izuel y Felix Romeo en Aragón, incorporaron a sus textos las bandas sonoras de sus vidas. Una confluencia que terminará por hacerse natural en los años dos mil.
(Entonces recordé que Santiago Auserón, zaragozano de cuna, ha publicado en estos días las letras de las canciones que ha escrito bajo el heterónimo de Juan Perro. Lo digo por si la coordinadora de este ciclo tiene a bien recoger la recomendación)
Octavio Gómez Milián regresó a los noventa de Gabriel Sopeña cuando introdujo a Loquillo, que había roto con Sabino Mendez como letrista habitual de los Trogloditas, en la musicación de poetas actuales como Gil de Biedma o Luís Alberto Cuenca, territorio acallado desde los tiempos de Paco Ibáñez y Serrat.
Los mismos años noventa que cayeron, tras los cardados y las hombreras de los ochenta, en el desierto de grupos y más grupos cantando en inglés. Pero en esa batalla todo no estaba colonizado. En una pequeña aldea resistía el brillante ingenio de una banda aragonesa que se llamaba El Niño Gusano con Sergio Algora a la cabeza, un brillante autodidacta capaz de compaginar de manera maravillosa música y literatura y además, separar por convicción su carrera musical de la literaria.
El final de la charla se llenó con nombres de formaciones actuales, desde Antonio Romero y sus letras para Domador, el spoken word (que algunos llaman rock recitado) de Justo Bagüeste y Javier Carnicer, o Julio Donoso, hasta el pop poético de Ana Muñoz y Luisiana. Nuevas generaciones que se acercan a la creación con un método mucho más interdisciplinar, jugando con todos los medios tecnológicos y de comunicación con los que disponen en la actualidad.
Lo descrito ni puede ni pretende condensar la brillante intervención de Octavio Gómez Milián que demostró conocimiento y pasión ante el fenómeno de lidiar música y literatura.
Era la hora de Juan Luís Saldaña. Subió al escenario con la pelambrera ligeramente alborotada y aspecto de desaliño descuidado que tanto me gusta. Para mi regocijo mitómano cuando se colgó la guitarra al hombro me encontré ante la imagen rediviva de Fran Perea. Pero no se asusten, el actor malagueño ha sobrevivido a su nefasto paso por Los Serrano y tiene otra vida al otro lado de las seis cuerdas, como Juan Luís Saldaña que, superviviente a los egos y la creatividad de Nubosidad Variable –en palabras de Gómez Milián: El grupo que no pudo o no quiso reinar- nos regaló una excelente sesión de versiones pop con el talento de quienes, como pontificaron los jurados de Operación Triunfo, Tú si que vales y Número 1, aunque no canten bien tienen la capacidad de transmitir emociones. Y eso fue lo que hizo Saldaña. Agarró los cuatro acordes del pop, susurró al micro, bajó los tonos de las melodías para esquivar la peligrosidad de algunas notas agudas y nos acarició con pasajes infinitos de jefes tortugas, orbitas celestiales y algún himno fallido para generaciones al borde de la frustración. Pero Saldaña no sería Saldaña sin sus frases, esos misiles que brotan de no se sabe dónde, píldoras para proclamar que lo más grande nace de lo pequeño y esa relación directamente proporcional entre la longitud de la falda de Eva Amaral y su talento. Saldaña, como yo, todavía espera ese disco memorable del dúo zaragozano y el bendito día que Bunbury decida ser Tom Waits.
Etiquetas: ambito cultural el corte inglès, Juan Luís Saldaña, Octavio Gómez Milián, reseña evento
11 Comments:
¡¡¡Exactamente!!!
;-) Great Guinda. Intentaré verte en la Pantera.
Un abrazo.
¿Para qué queremos que Bunbury sea Tom Waits? ¡Ya tenemos a Saldaña!
(Aunque su comparación con Fran Perea me ha perturbado, espero que no deje de dirigirte la palabra)
Hola David
Una pregunta muy pertinente. Tal vez lo que queremos es ese salto mortal que lleve a Bunbury hasta más allá de dónde ya ha llegado.
La comparación Perea tiene mucho que ver con la imágen y ese aire decaido, melancólico. Una noche de radio redimí al actor y lo separé, por fin, del personaje televisivo. El Perea me pareció un tipo con un discurso interesante, ¡¡¡y además tiene acento malagueño!!! ;-)
Saldaña, en lugar de dirigirme la palabra, debería teledirigirmela en un magazine a su altura.
Un abrazo caballero.
Ey David. Lo acabo de recordar. Ahí los tenemos a los dos ;-)
http://www.youtube.com/watch?v=K1i8rdpMJzw
Buenos chicos. De nivel.
Gran crónica, Javier. Absolutamente prodigiosa. Y yo, me perdí el final...cachis!
Eso Roberto, high level ;-)
Un abrazo.
Hola Luis.
Lo realmente estupendo fue el evento. Cultura en estado puro.
Un abrazo.
Gracias siempre, Javier, por tenerme informado al día -y a la noche-.
Ciao, Javi:
Regreso a mis orígenes...vuelvo porque nunca me he ido...
Un abrazo lleno de amistad y primavera...
Besos, Monique.
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