De estreno en La Ballena
Una ballena en Las Fuentes. Primera Parte
Una ballena en Las Fuentes. Segunda Parte
De estreno en La Ballena
Tenía ganas de volver. Después de mis dos primeras visitas tenía
ganas de ver el resultado final del
proceso creativo al que Javier Guzmán invita a sus alumnos, y ayer fui al
estreno del grupo al que ya había visto trabajar en la lectura de texto y en
los ensayos de sala.
Las claves del proceso de aprendizaje las dio Javier en su
breve introducción al espectáculo. El artista de las artes escénicas siempre
tiene que estar con un puntito de insatisfacción con respecto a su trabajo, ese
es el impulso necesario para comprobar si un pasito más es posible. Pero lo más
importante para el alumno es llegar a ser consciente del viaje que ha realizado
en busca de su personaje, un itinerario sin previsiones y abierto a la magia de
perderse que, inevitablemente, tiene un punto de inflexión cuando todo el
proceso se detiene para mostrar al público el resultado del trabajo.
El estreno es un momento muy interesante porque confluyen
dos expectativas. La del espectador que quiere ver un proceso finalizado, con
independencia del punto en el que se encuentra el actor, en esa cumbre del
estreno lo más importante es conseguir que el público alcance el clima de
emoción que ha venido a buscar. En el caso de alumnos en formación es habitual
que sea relación con el patio de butacas tenga diferentes grados porque cada
actor está en un punto diferente del itinerario que le lleva hacia el
personaje, eso el público lo sabe y por eso el objetivo cambia. Lo único
importante es que los cómicos han detenido el carromato para mostrarnos hasta
donde han llegado en su camino y ese ejercicio de desnudarse tiene un enorme
valor.
La primera sorpresa de la tarde fue la inversión del
espacio. El público ocupaba unas sillas sobre el escenario mientras los actores
estaban diseminados por el graderío. Este cambio de posición aumentaba la
sensación de asamblea y ponía el acento en la palabra de la pareja de actores
que representaba cada escena, mientras el resto de sus compañeros se unían al
foro de espectadores que escuchan. La transformación de ciudadano a interprete
venía determinada por delicados cambios de iluminación que nos llevaban de unos
personajes a otros.
Personajes que buscan voz y gesto. Personajes escondidos que
surgen tras una frase que a veces permanecen y otras se van. El empaque de
personajes tan seguros de sí mismos que son capaces de incorporar al discurso
el insignificante adelanto de una réplica. Personajes definidos por el fraseo y
un brillo en los ojos que te atrapan y
ya no te sueltan. Alumnos con la valentía de abrir la ventana y dejar que el
aire del teatro refresque nuestra mirada.
Etiquetas: Javier Guzmán, La Ballena, reseña, reseña teatro, teatro
1 Comments:
Javier, muy buena esa representación. El publico en el escenario para valorar al alumno que tiene esa expectación para saber cómo ha quedado su trabajo. Y el profe tomando nota. Muy buena la crónica y, como siempre, se ve lo que escribes. 4⭐⭐⭐⭐
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