He venido a hablar de mi libro
Miguel Sáenz, en una conferencias de la Fundación Juan March,
definía la colaboración que durante tres años tuvieron el compositor Kurt Weill
y el escritor Bertolt Brecht, como un momento decisivo para la evolución de la
opera moderna, y sin embargo su relación se podría definir como una historia de
desacuerdos. Mientras a Brecht parecía no gustarle la música de Weill, entre
otras cosas porque su éxito reducía su papel al de libretista, el compositor
comprendía mejor el dilema: "La música impacta más que las palabras. Brecht lo
sabe y yo sé que lo sabe. Pero nunca hablamos de ello. Si se planteara, no
podríamos seguir trabajando. Brecht pide una sumisión total. De mí no la
consigue, pero sabe que soy bueno y que lo comprendo artísticamente. Brecht es
uno de los mayores talentos literarios de la Alemania moderna; pero ser un gran
poeta no significa necesariamente ser un buen compositor... Brecht es un genio,
pero yo soy el único responsable de la música de nuestras obras conjuntas".
'He venido a hablar de mi libro' nace como un homenaje
musical a Kurt Weill a partir de cuatro elementos tan esenciales como
interesantes: El texto de Alberto Castrillo-Ferrer, la delicada dirección musical
de Marta Almajano y la elegancia en el desarrollo escénico.
El texto parte de una trama sencilla y cotidiana. La vida de
una bibliotecaria y como su pasión por la lectura nos lleva hasta una compleja
reflexión sobre las maneras que tienen los lectores de enfrentarse a los
diferentes modos de contar una historia.
La novela siempre invita a imaginar con total libertad
escenarios, personajes y situaciones. Sin embargo, la lectura de obras de
teatro, además de minoritaria, casi siempre está lastrada por la idea de que el
texto está incompleto hasta que se representa sobre un escenario. Una cortapisa
mental ante la evidencia de que la obra teatral es el resultado final de un
trabajo en equipo, quizás por eso se paraliza la imaginación del lector ante el
apabullante trabajo de pensar en modo dramaturgia, escenografía, iluminación y
Dirección de actores.
El valor narrativo de los diferentes lenguajes que conforman
la arquitectura escénica de la función nos lleva a preguntarnos sobre la
distancia que hay entre la realidad orgánica que nos rodea y la ficción
teatral. ¿Cómo es posible que algo inventado que no existe más allá del
escenario alcance el corazón del espectador con más potencia emocional que
muchos hechos reales? En ese terreno crecen las dudas de la protagonista que no
sabe muy bien dónde está la frontera entre las vicisitudes de la vida y el
escenario donde todo lo que sucede está escrito previamente por un autor. La
peripecia de nuestra protagonista, más allá de reflexiones metateatrales, nos sitúa ante una
duda esencial en nuestro comportamiento cotidiano: ¿Nos limitamos a seguir a
pie juntillas el papel que nos han escrito, o somos capaces de dar ese salto de
libertad que nos permita ir un poquito más allá?
La selección musical está pensada para subrayar los estados
de ánimo por los que pasa la protagonista. Un toque de alegría, ternura y melancolía
hasta un puntito de decepción. La interpretación al piano de Enrique Escartín
recoge la sutileza de unos temas que a veces evocan el sonido del cabaret
alemán con acento político y reivindicación comunitaria, para saltar a una
percepción mucho más lúdica de canciones estilo Broadway, diseñadas para asfaltar
los caminos por los que transcurre la acción.
La iluminación, escenografía y atrezo tienen un tratamiento aparentemente
sencillo bajo la máxima de que todo lo que aparece en escena está ahí para alcanzar
un valor narrativo. Un cielo de estrellas y un foco cenital crean un entorno íntimo
y agradable, mientras dos escaleras
transforman el espacio.
La dirección de Alberto Castrillo-Ferrer utiliza todo este
utillaje teatral al servicio de las capacidades interpretativas de una Esther
Ballesteros que comenzó un pelín dubitativa. Muy pronto alcanzó el peso
dramático y la eficacia necesaria para manejarse con todos los elementos
escénicos. Destaca su calidad como cantante gracias a un agradable timbre de
voz y una amplia paleta de expresividad que va de la dulzura a la contundencia.
Recursos que utiliza con un acierto notable, y que le permite recorrer un arco
dramático que conecta la encogida bibliotecaria del inicio, con la rutilante estrella
del teatro musical que cierra la función con broche de oro.
'He venido a hablar de mi libro'
Texto y dirección: Alberto Castrillo-Ferrer. Música: Kurt Weill. Dirección musical: Marta Almajano. Interpreta: Esther Ballesteros. Piano: Enrique Escartín. Vestuario: Marie-Laurie Bernard. Iluminación: Toño Candelas y Mariano Ballestero. Confección Vestuario: Carmen Fernández. Coreografía: Ingrid Magrinyá.
Viernes 19 de enero de 2024. Teatro Arbolé
Etiquetas: Alberto Castrillo-Ferrer, critica teatro, Enrique Escartín, Esther Ballestero, Ingrid Magrinya, Kurt Weill, Marta Almajano, Teatro Arbolé
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