La curvatura de la córnea

21 enero 2024

He venido a hablar de mi libro



 

Miguel Sáenz, en una conferencias de la Fundación Juan March, definía la colaboración que durante tres años tuvieron el compositor Kurt Weill y el escritor Bertolt Brecht, como un momento decisivo para la evolución de la opera moderna, y sin embargo su relación se podría definir como una historia de desacuerdos. Mientras a Brecht parecía no gustarle la música de Weill, entre otras cosas porque su éxito reducía su papel al de libretista, el compositor comprendía mejor el dilema: "La música impacta más que las palabras. Brecht lo sabe y yo sé que lo sabe. Pero nunca hablamos de ello. Si se planteara, no podríamos seguir trabajando. Brecht pide una sumisión total. De mí no la consigue, pero sabe que soy bueno y que lo comprendo artísticamente. Brecht es uno de los mayores talentos literarios de la Alemania moderna; pero ser un gran poeta no significa necesariamente ser un buen compositor... Brecht es un genio, pero yo soy el único responsable de la música de nuestras obras conjuntas".

'He venido a hablar de mi libro' nace como un homenaje musical a Kurt Weill a partir de cuatro elementos tan esenciales como interesantes: El texto de Alberto Castrillo-Ferrer, la delicada dirección musical de Marta Almajano y la elegancia en el desarrollo escénico.

El texto parte de una trama sencilla y cotidiana. La vida de una bibliotecaria y como su pasión por la lectura nos lleva hasta una compleja reflexión sobre las maneras que tienen los lectores de enfrentarse a los diferentes modos de contar una historia.

La novela siempre invita a imaginar con total libertad escenarios, personajes y situaciones. Sin embargo, la lectura de obras de teatro, además de minoritaria, casi siempre está lastrada por la idea de que el texto está incompleto hasta que se representa sobre un escenario. Una cortapisa mental ante la evidencia de que la obra teatral es el resultado final de un trabajo en equipo, quizás por eso se paraliza la imaginación del lector ante el apabullante trabajo de pensar en modo dramaturgia, escenografía, iluminación y Dirección de actores.

El valor narrativo de los diferentes lenguajes que conforman la arquitectura escénica de la función nos lleva a preguntarnos sobre la distancia que hay entre la realidad orgánica que nos rodea y la ficción teatral. ¿Cómo es posible que algo inventado que no existe más allá del escenario alcance el corazón del espectador con más potencia emocional que muchos hechos reales? En ese terreno crecen las dudas de la protagonista que no sabe muy bien dónde está la frontera entre las vicisitudes de la vida y el escenario donde todo lo que sucede está escrito previamente por un autor. La peripecia de nuestra protagonista, más allá de reflexiones metateatrales, nos sitúa ante una duda esencial en nuestro comportamiento cotidiano: ¿Nos limitamos a seguir a pie juntillas el papel que nos han escrito, o somos capaces de dar ese salto de libertad que nos permita ir un poquito más allá?

La selección musical está pensada para subrayar los estados de ánimo por los que pasa la protagonista. Un toque de alegría, ternura y melancolía hasta un puntito de decepción. La interpretación al piano de Enrique Escartín recoge la sutileza de unos temas que a veces evocan el sonido del cabaret alemán con acento político y reivindicación comunitaria, para saltar a una percepción mucho más lúdica de canciones estilo Broadway, diseñadas para asfaltar los caminos por los que transcurre la acción.

La iluminación, escenografía y atrezo tienen un tratamiento aparentemente sencillo bajo la máxima de que todo lo que aparece en escena está ahí para alcanzar un valor narrativo. Un cielo de estrellas y un foco cenital crean un entorno íntimo y agradable, mientras dos escaleras transforman el espacio.

La dirección de Alberto Castrillo-Ferrer utiliza todo este utillaje teatral al servicio de las capacidades interpretativas de una Esther Ballesteros que comenzó un pelín dubitativa. Muy pronto alcanzó el peso dramático y la eficacia necesaria para manejarse con todos los elementos escénicos. Destaca su calidad como cantante gracias a un agradable timbre de voz y una amplia paleta de expresividad que va de la dulzura a la contundencia. Recursos que utiliza con un acierto notable, y que le permite recorrer un arco dramático que conecta la encogida bibliotecaria del inicio, con la rutilante estrella del teatro musical que cierra la función con broche de oro.

'He venido a hablar de mi libro'

Texto y dirección: Alberto Castrillo-Ferrer. Música: Kurt Weill. Dirección musical: Marta Almajano.  Interpreta: Esther Ballesteros. Piano: Enrique Escartín. Vestuario: Marie-Laurie Bernard. Iluminación: Toño Candelas y Mariano Ballestero. Confección Vestuario: Carmen Fernández. Coreografía: Ingrid Magrinyá.

Viernes 19 de enero de 2024. Teatro Arbolé

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