La curvatura de la córnea

03 octubre 2025

Eclectical Dance


 

Apología del eclecticismo

El programa de mano de ‘Eclectical Dance’ subraya que una de las intenciones del espectáculo es buscar la sensación de juego. Los conceptos ‘juego’ y ‘teatro’  son dos caras de la misma moneda que siempre se ejecutan dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, y mediante reglas aceptadas libremente por quienes los llevan a cabo. Ambos son un pacto de ficción donde la realidad queda suspendida.

Esta dualidad se produjo cuando entré al Teatro de las Esquinas para ver la función y el elenco del espectáculo rompía las fronteras y las reglas del ‘teatro’. Los bailarines recibían al público en pasillos y butacas en modo ‘juego’. El primer contacto fue apenas una leve mirada, después una frase de bienvenida y hasta un give me five de chocar las manos. Cuando ya estaba sentado en la butaca una las bailarinas se acercó para iniciar una conversación. Le pregunté como se sentía justo antes de comenzar su trabajo. Sonrió levemente y me confesó con preocupación que no encontraba su centro de gravedad. En ese momento la luz de sala cambió y cada uno ocupó el lugar de una representación ortodoxa de teatro. La bailarina avanzó por el pasillo y penetró en el escenario de la ficción mientras yo me quedaba sentado al borde de la realidad, ese delicioso lugar desde donde se observa la construcción de otro mundo bajo los focos.

Una voz en Off nos informó. El propósito final de la representación era poner su título en valor. A continuación definió el término ‘Ecléctico’. No recuerdo la literalidad de la locución pero la idea iba un poco más allá de lo que dice el diccionario cuando se refiere al eclecticismo como la manera de juzgar una obra desde una postura intermedia. Una definición que corre el peligro de caer en la trampa de la equidistancia, esa artimaña que no compromete porque en cualquier conflicto asigna el mismo peso a cualquiera de las partes, hasta caer en el error de equiparar víctima y  verdugo, opresor y reprimido.

La voz en Off insistía una y otra vez. El eclecticismo era el concepto central de una función para alimentar una idea mucho más filosófica y artística con una doble intención. La primera es conciliar distintas posturas mediante la combinación libre de estilos y así, banda sonora, coreografía y dramaturgia conforman un catálogo de situaciones que parten de elementos en aparente enfrentamiento, para terminar conformando entidades mixtas y al mismo tiempo unitarias. La segunda es construir una apología del eclecticismo con una sugerente puesta en escena que, desde el punto de vista formal, utiliza diferentes lenguajes narrativos caracterizados por la diversidad.

La banda sonora se alimenta de aires folclóricos de amable perfil, pop tan juvenil como luminoso, delicias sinuosas del barroco, o la complejidad de guitarras saturadas al ritmo de bits con aliño de electrónica.

Las coreografías viajan desde la gestualidad orgánica contemporánea, a los fundamentos clásicos, hasta derivar en un tiralíneas de escuadra y cartabón al servicio de los latidos de un robot.

La dramaturgia recoge este enorme catálogo creativo de impulsos para contar pequeñas historias encapsuladas en cada una de las canciones: La conexión entre un rico, un pobre y un preso, el encuentro entre la ciencia y la religión, ese devenir de miradas de cuando nos desnudamos o nos vestimos y como en cualquier caso somos esclavos de las miradas de los demás, la ruptura dinámica del amor con el drama que enfrenta a quiere seguir en la brecha y quien solo quiere escapar. Situaciones que siempre parten de una reflexión personal para encontrar la manera de convertirse en una experiencia extrovertida, colectiva y comunitaria.

La energía individual de cada uno de los bailares y su compromiso con el grupo es una de las claves para conseguir un festival sensoria de enorme valor estético, y sin embargo la apuesta del conjunto es mucho mayor porque cada de las historias encapsuladas en canciones conforman un enorme arco dramático.

Todo comienza con la duda que me confesó la bailarina, ¿lo recuerdas? Ella estaba preocupada porque no encontraba su ‘Centro de gravedad’. El hits de Franco Battiatto funciona en modo antagonista en el inicio de la peripecia porque, mientras el protagonismo se ha centrado en el eclecticismo de posturas divergentes, la letra de la canción refleja el deseo de encontrar un equilibrio que compense las fluctuaciones de la vida, un punto de anclaje personal frente a la confusión. Una posición fija y estática muy alejada del viaje al que nos invita la función donde las situaciones polarizadas por enfrentamientos tradicionales, siempre alcanzan un final equilibrado de síntesis. Un encuentro ecléctico y amigable entre diferentes.

El elenco es capaz de mantener en pie ese territorio de ficción hasta que llega un momento de crisis, y la banda sonora se hace eco de una confesión: Mi cuerpo de ficción es una jaula. Los personajes que ocupan el escenario son conscientes de lo simbólico de la representación que nos muestran cuando ellos quieren más, quieren romper con las ataduras de la ficción para invitar al público a un ritual.

El objetivo ahora es volver al principio de la representación, al mismo espacio donde comenzó el juego con el público, a ese momento cuando  había desaparecido la línea entre ficción y realidad. Entonces llegó el ritual de las manos unidas, respiración sincronizada y pronunciar todos a una que todos somos uno. ¿Te lo imaginas? Un mundo donde más allá de nuestras diferencias encontráramos un breve momento para que todos fuéramos uno. Si en el lado de la realidad eso sería un milagro, al cobijo del juego teatral se puede sentir la profunda emoción de habitar un espacio ideal donde es posible el encuentro entre pieles diferentes y la misma revelación.

 

‘Eclectical Dance’

Compañía: Teatro del Temple. Dirección y Espacio escénico: Carlos Martín. Coreografía: Ana Continente y Carlos Martín. Elenco: Iván Benedict, Beatriz Cubero, Alberto Espallargas, María Ganzaráin, Mónica Marco, Alfonso Ortigosa, Nashira Santanatalia. Coordinación: Alfonso Plou. Producción: María López Insausti. Iluminación: Jordi Font. Vestuario: Ana Sanagustín.

Miércoles 24 de septiembre. Teatro de las Esquinas

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