Medea a la deriva
La metamorfosis de Medea
Se ha convertido en una imagen de estos tiempos. La temperatura
del planeta aumenta y cada vez hay menos bloques helados, en uno de ellos, un
oso polar mira a su alrededor sin entender lo que está ocurriendo mientras el
mundo que conoce desaparece.
La acción de 'Medea a la deriva' si sitúa en uno de esos
bloques de hielo que se derriten como la amenaza inevitable de quien viaja a
bordo. Desde el punto de vista formal la
función bebe de la novela gráfica de Fermín Solís. Algunas de sus viñetas se
proyectan sobre el fondo para marcar un estilo sencillo pero contundente en la
concepción visual, y en el uso de los colores en un bloque compacto acompañados
por unos trazos gruesos que perfilan la escena. La escenografía se alimenta de
esa forma de dibujar en el contraste del blanco como elemento de atrezo y el
negro del vestuario y los malos augurios. Toda la escena está matizada por destellos
azules y naranjas mientras el espacio sonoro completa un espacio poético y
contundente.
La peripecia empieza inmediatamente después del último y más
terrible crimen cometido por Medea. Un punto de partida para repasar a una vida
marcada por un amor arrebatador, y la muerte de quienes osen ponerlo en peligro.
Ella se enamoró por una flecha lanzada por Eros, abandonó su país y sus comodidades
de princesa para convertirse en esposa fiel y extranjera. El ímpetu de Medea por
ayudar a su marido y salvaguardar su relación no tuvo límites en la ejecución
de todos los crímenes que consideró necesarios, hasta que Jasón la repudió por otra mujer.
Esa traición modificó su condición. Ella que tanta sangre
había derramado para defender su amor ahora se veía abandonada. Estrujó sus
razonamientos hasta el punto de cometer el acto más irracional que se puede achacar
a una madre. Cuando Medea mató a sus hijos solo tenía en su mente un motivo:
Hacer todo el daño posible al esposo que la había traicionado después de toda
la sangre que ella se había visto obligada a derramar, incluida la de su
hermano Apsirtos. El mito se cinceló con esa crueldad.
La dramaturgia de Isidro Simón combina diferentes elementos
narrativos para visualizar con precisión el arco dramático del personaje, y mientras
asistes a una metamorfosis biológica y discursiva, no puedes escapar porque
Estás pegado a la butaca.
Todo comienza con la danza de un insecto negro sobre el
manto impoluto del hielo. La mandíbula desencajada para comenzar a hablar desde
la sensación oscura de una asesina, la angustia amarga de una confesión teñida
de muerte, pero narrada por alguien atrapada en su condición de inmortal, la
que no puede morir ni por su propia mano.
El relato poco a poco abandona el tono irracional y se va
adentrando en profundidades más reflexivas. La reflexión empieza domesticar la
voz. Los sonidos se humanizan para que el mito reciba una nueva mirada, cuando el
siglo XX dibujó a Medea como una extranjera víctima del racismo y la xenofobia, una
extranjera sometida a la voluntad de los hombres investidos con la maldad de inventar
que asesinó a sus hijos. Estamos en el momento más importante de la obra porque
el cuerpo de Medea y su presencia inician una transformación definitiva. La
danza modifica sus movimientos, expande articulaciones, y todo se hace más
humano en el cuerpo de una mujer que recupera la inteligencia.
El armazón de todo este viaje se sustenta en el trabajo de interpretación
de Amelia David. La actriz pone todos sus recursos al servicio de una conexión
con el patio de butacas al que paraliza como algunos depredadores hacen con sus
presas, un estado de rendición que le permite arrastrarte con avidez de
sediento y preocupación de humano por todo
el desarrollo de la peripecia. El espacio se llena con su presencia, el manejo
del cuerpo, la modulación de la voz y una dosificación adecuada de la gesticulación
consiguen que todas las emociones rasguen de emotividad la necesaria reflexión
sobre una historia tan compleja.
La actriz Nuria Espert afirma que «Sí, Medea es una mujer
terrible, pero el público, cuando termina la función, no sale odiándola, y eso
lo hace peligroso. Ve en ella tanto dolor que entiende que puede cometer esos
Crímenes.» Sin embargo en esta función, mientras el deshielo ha hecho su
trabajo, Medea comprende su estado histórico, proyecta una nueva mirada para
aceptar la trayectoria de su vida y que su destino es la eternidad. El renovado
compromiso con su figura pasa por una vuelta a la consciencia de su
inmortalidad, y una inquietante altivez en la despedida del público para
regresar allí donde nacen los mamíferos.
'Medea a la deriva'
Producción: Maltravieso Teatro. A partir de la novela gráfica
de Fermín Solís. Dramaturgia y dirección: Isidro Timón. Intérprete: Amelia
David. Composición musical/Espacio Sonoro: Lorenzo González. Diseño de
Iluminación: Jesús Pablos/Fran Cordero. Adaptación Viñetas: Fermín Solís. Vídeo/Foto:
Patricia Bravo. Vestuario: Yolanda Blanco. Estilismo/Peluquería: Esther Olivera.
Área técnica: Jesús Pablos. Ayudante de producción: Ángeles Morlón
Domingo 20 de octubre de 2024- Teatro de la Estación
Etiquetas: Amelia David, critica teatro, el pollo urbano, Fermín Solis, Isidro Timón, Maltravieso, Teatro de la Estación
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