La curvatura de la córnea

28 abril 2012

Fronteras y puentes en las artes escénicas




Lluis Masgrau Peya, estudioso del teatro, fue el protagonista de la tercera jornada del ciclo de debates, charlas y conferencias que se celebran durante estos días en el Museo Pablo Gargallo dentro de la programación SinFronterasZaragoza.

El director artístico Paco Ortega hizo las funciones de presentación y nos contó un cuento a modo de preámbulo. El relato tenía protagonistas reales y hablaba de cómo se pueden tender puentes entre diferentes expresiones escénicas. Un amigo de Ortega estaba tan interesado en profundizar en el conocimiento de la danza balinesa que hasta Indonesia viajó en busca de sus esencias. En la Isla de Bali le informaron que el más sabio de sus bailarines, anciano y siempre mal humorado, había abandonado toda compañía y se había internado en la selva en busca de la soledad. El protagonista de nuestra historia abandonó los circuitos turísticos dónde la danza balinesa es un atractivo más, se internó en la selva y siguió al pie de la letra las indicaciones que le habían dado hasta que lo encontró. El viejo bailarín balines estaba inmóvil a la puerta de una adusta cabaña. La situación era inquietante. Si el intruso se acercaba hasta la tranquilidad de anciano, este podría recibirle con las malas pulgas de las que ya le habían avisado, ese enconamiento imposibilitaría la adquisición de los conocimientos que nuestro protagonista buscaba. Entonces comenzó a hacer pequeños movimientos a modo de saludo y para su sorpresa, el viejo bailarín contestó con sus propios gestos. El visitante dio un paso más y preguntó con los movimientos de la Comedia del Arte que recién había aprendido en Italia, a los que el sabio balines respondió en formato de danza. Paco Ortega afirmó que la conversación se alargó, sin palabras y en la distancia, hasta que su amigo se despidió con la sensación de estar en posesión de todo el conocimiento que había deseado.

Lluis Masgrau comenzó su conferencia modificando el espacio habitual para este tipo de eventos. Desestimó el lugar de los oradores, tras una mesa y frente al micrófono, y optó por caminar. En sus movimientos también encontré parte de los contenidos, en sus brazos que se extendían, en la expresión de su rostro que se arrugaba o se alegraba sin sonrisas, en las gafas de ahora me las quito y ahora me las pongo. El texto que sigue intenta resumir la parte verbal de tan deliciosa representación.

El ponente atendió al requerimiento de reflexionar en torno a los puentes y las fronteras en las artes escénicas y concluyó que esos conceptos son fundamentales a la hora de construir el pensamiento. La división es imprescindible para abarcar el conocimiento porque si todo forma parte de la misma realidad se diluye, sin embargo, la división articula los contenidos de la sabiduría. Tan importante como la división en grandes materias es la subdivisión en corrientes, teorías y escuelas que permiten concretar hasta la especialización en una porción muy pequeña del saber.

Lo importante ante la visión es trazar relaciones con lo complementario, con lo previamente dividido: Construir puentes. Estos puentes no anulan las divisiones, permiten franquearlas y unirlas, como las dos orillas de un río. Algunas veces, para conectar cosas aparentemente distintas, se necesitan puentes subterráneos, túneles ocultos a la vista pero que dejan fluir el conocimiento.

Las artes escénicas estuvieron muy separadas entre ellas a lo largo de la historia, pero con el tiempo se han hecho híbridas perdiendo la técnica original en favor del concepto. Este proceso tiene el riesgo de disipar la capacidad para definir que es arte, una deriva que nos puede llevar a que esa definición esté en manos de los mercaderes del negocio artístico, una situación que se incrementa en las artes escénicas y su capacidad para sintetizar todos los lenguajes que las integran. Porque el teatro también es un arte conceptual incluso para presentar la realidad como representación.

Lluis Masgrau nos invitó a crear multitud de puentes entre las diferentes dicotomías paradigmáticas que se pueden establecer en el marco de las artes escénicas: Actor/Bailarín, Teatro/Danza, Representación/Presentación, Performer/Personaje, Realidad/Ficción, Técnicas cotidianas/Técnicas escénicas, Teatro dramático/Teatro post dramático.

El conferenciante tomó el primero de todos como ejemplo para recordarnos que en cada uno de los paradigmas que contiene en binomio Actor/Bailarín se mantienen sus propios elementos diferenciadores como escuelas, planes de estudio, compañías, espectáculos, críticas en periódicos, revistas, historia y profesores. Sin embargo en la práctica del oficio estos paradigmas aparentemente opuestos se cruzan. Algo que viene ocurriendo a lo largo de la historia desde el siglo XIX cuando, los primeros intentos por naturalizar la expresión de los actores devinieron en un excelente material para la construcción artística de los bailarines. En esa misma línea, pero en dirección contraria, Stanislavski afirmaba que la palabra de un sentido verdadero es poesía, canto y, en su conjunto, su manifestación física la danza. La expresión corporal del actor no deja de ser danza hasta llegar a su construcción biomecánica. De la misma manera, algunos bailarines han bebido del método de interpretación de Stanislavski cuando invita a sacar lo interior al exterior.

El mejor ejemplo de fusión, afirmó Masgrau, es el teatro clásico asiático donde se superponen teatro y danza y es imposible distinguir el binomio entre los dos paradigmas. Para nosotros cada uno de esos paradigmas tiene diferentes representaciones o formas de actuación, por ejemplo, incluimos bajo el epígrafe de la danza el flamenco y el ballet clásico. Estas clasificaciones no tienen en cuenta que en algunas ocasiones hay más diferencias entre expresiones dentro del mismo paradigma que entre algunos paradigmas.

La motivación del ponente se reflejó en una pregunta ¿Cómo creamos un puente para unir dos paradigmas? La solución pasa por crear una nueva división a través del comportamiento, un nuevo binomio definido por dos nuevos paradigmas: Técnicas cotidianas / Técnicas escénicas. La actuación se basa en comportamientos que no son cotidianos, no se trata de trasladar la realidad a la escena, es una reelaboración que parte, no lo olvidemos, de unas técnicas cotidianas que también son artificiales, moldeadas por la sociedad, otra cosa es que la percepción del espectador sea que asiste a un trocito de la realidad.

Así llegamos a un nuevo binomio entre Presentación / Representación en el cual siempre hay una presencia real del actor o el bailarín. Toda su presencia es el soporte para transmitir una ficción al espectador, que la representación sea dramática. Representar ficciones frente a presentar realidades. El teatro y la danza, en ese forcejeo moderno para separarse de la ficción, se aproximan al paradigma post dramático que elimina el máximo de representación para potenciar la presentación, así se llega a relacionar las técnicas cotidianas de comportamiento con la presentación y, al contrario, las técnicas escénicas de comportamiento con la representación. Estas relaciones, en realidad, no coinciden milimétricamente y de hecho pueden cruzarse, particularmente en la danza cuando la técnica escénica de un solo busca la presentación sin ningún rasgo añadido de ficción.

El actor, continuó Masgrau, aprende elementos técnicos gracias a la pedagogía de trabajar sobre si mismo hasta convertirse en un instrumento bien afinado, un Stradivarius capaz de afrontar la parte creativa del oficio cuando se enfrenta al papel que va a representar. Afinar los aspectos físicos y psíquicos, entrenar el cuerpo para responder ante cualquier exigencia del espíritu. Y claro que surgió la eterna pregunta ¿Representamos en la vida cotidiana? El ponente lo afirmó sin dudas, en cada situación cotidiana adoptamos diferentes roles que confirman la relación entre las palabras máscara y persona. Pero entonces, ¿qué potencial es más grande: lo real, o lo artístico; las técnicas cotidianas de presentación o las escénicas de representación? Lluis Masgrau fue contundente en su conclusión: La energía de las artes escénicas hay que buscarla en una potenciación de las técnicas de escena hasta abandonar las máscaras de lo real y llegar a uno mismo.

La conferencia tuvo la contundencia de unos contenidos muy bien trabajados y se trufó de innumerables ejemplos y nombres de sus protagonistas que yo no he recogido. Lluis Magrat tiene la virtud de atraparte en la suavidad de sus palabras que adquieren fortaleza con un gesto sutil o una pausa. Me gustó la elección del vocabulario, que en esta nota he sido incapaz de reproducir, siempre preciso, variado y esclarecedor. El tono pausado de su intervención tuvo el brillo de quien, con gran dominio de los términos técnicos, deja ver el amor por los temas que esta tratando, y yo así lo creo. Lluis Masgrau ama las artes escénicas.

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