Punk de Caos: Me abro en canal en la Meka
La Meka Kollective defiende la reutilización de espacios vacíos
para usos culturales. El viernes 7 de febrero organizaron un encuentro en la
antigua fábrica de chocolates Zorraquino de la calle Lourdes de Zaragoza. El
evento contaba con un hall con porras y chocolate (que no se diga!) y dos
salas. En la primera mandaba el ritmo de la percusión con muelles como preámbulo
a un DJ set and performance. La 2 se había acondicionado para una exposición
colectiva con diversos artistas entre los que se encontraba Punk de Caos, y sentía
curiosidad por comprobar si su trabajo como ilustradora en las páginas del
fanzine ‘Malasangre’ tenía la consistencia para soportar la soledad con
respecto a los textos de Álex Martínez o Saúl Mateo.
Cuando traspasé la puerta de La Fábrica de Chocolate no pude
evitar un salto temporal al año 2013 cuando visité aquel lugar en dos
ocasiones. En la primera de ellas el espacio se había transformado en el ‘Infierno’,
una función teatral en la que las voz de Santiago Meléndez me introdujo el
miedo en el estómago. Unos meses más tarde Miguel Ángel Ortiz Albero se había
encerrado en el sótano para poner a prueba la soledad del creador mediante el
apartamiento voluntario, frente a la exposición obligada. Se trataba de
excluirse del mundo para escucharlo. El poeta recibía visitas para que escuchar
historias relacionadas con la Fábrica, y mientras las escribía se proyectaban
en el piso superior en tiempo real. Ahora le podría contar la experiencia de mi
visita a la obra de Punk de Caos.
Las siete láminas estaban situadas en una pared de blanco
borrado donde los desconchones aún no eran plaga. Desde la distancia pude ver
las primeras característica de su obra. Todos los personajes están marcados por
unas narices alargadas que alcanzan un espacio donde un cartel de Elvis parece
el punto de fuga hacia el rock and roll. La presencia apabullante de líneas
rectas para conformar espacios que subrayan una geometría de fronteras limpias,
diáfanas y contundentes. Unas veces - como en la ‘Meada fúnebre’ - entre la solidez de un blanco y el negro para
que la oscuridad del mundo deje tirado a un hombre en espacio nítido donde se pierde la dignidad.
Esas líneas también se usan en ‘La lagrimica’ como los
límites entre dos universos, uno con el suelo el negro y otro de cuadrados
blancos y casi infinitos hasta perderse en una puerta entreabierta. El centro
de la imagen es la barra de un bar, que sin embargo no separa, o al menos esa
esperanza me asalta cuando leo la cartela que cartela nos habla de una taberna
como el refugio de historias y noches interminables. ¿Y si la tristeza fuese otra de las características que recorren la
obra de Punk de Caos? Miro la expresión de las caras de cliente y camarero en
ese refugio y si, ahí hay un halo de tristeza.
La tristeza en otras ocasiones se traduce en pequeños
detalles para resumir o sintetizan ambientes cutres, como en ese meadero fuera
de servicio en ‘Pacto de caballeros’ donde la soledad de quienes miran la misma
pared pero no se ven. Una soledad que me vuelvo a encontrar en ‘Baja, co!’ porque
pese a ver a tres tipos que parecen congeniar mediante una amistad velada por el
aviso de la cartela cuando nos habla de una imagen que tan solo es el eco de
una espera eterna en un portal que respira silencio.
Ya no tengo dudas.
Punk de Caos observa la realidad social con un pesimismo condensado
en dos imágenes. La primera es de protesta por la remodelación de ‘El Túnel’,
un espacio cultural situado en el Barrio Oliver que las autoridades municipales
quieren convertir en una factoría artística para jóvenes, mientras Alex
Martínez denunciaba en un texto que las instituciones “quieren acabar con los
que consideran una plaga malasangres que solo saben dar por culo, hacer mala
música y leer zines”
Su cruzamos las variables de los social y lo artístico la obra
más interesante y compleja es ‘Avd. del averno, 666’ La cartela me sorprendió
porque la autora define la imagen como un espacio donde se disuelven las
fronteras, y sin embargo yo solo veía la acentuación de esas fronteras. La
primera delimita el esqueleto del edificio coronado por un esqueleto. Me
inquietan las escaleras que solo llevan a la muerte o a un muro, como si esas
sean las únicas salidas posibles en una universo donde la autoridad rastrea las
calles don dos perros, mientras una mujer vive con su tendedero vacío, dos
pelean sobre un charco de sangre negra, o duermen al raso sobre un colchón
blanco y una manta negra, y de nuevo la soledad, la soledad junto a una botella
de alguien que mira fuera de plano. En lo más alto un demonio negro de alas
blancas que parecen hechas con tela de araña, esa que nos tiene prisioneros a
toda la sociedad y que se resume en la cartela: El desmoronamiento en cada
esquina.
Y quien sabe, tal vez Punk de Caos tal nos brinda una solución ante tanto despropósito y desolación en la portada preliminar de un disco del grupo ‘Pena Kapital’ que se titula ‘Amnesia’ Pero antes de que la amnesia se apodere de tu memoria y voluntad date un garbeo por el mundo gráfico de Punk de Caos para bucear en carteles, portadas, ilustraciones y fanzines.
@retazosdepodredumbre
@lameka.Kollective
Etiquetas: La fábrica de chocolate, La Meka, Miguel Ángel Ortiz Albero, Punk de Caos, reseña, Santiago Meléndez
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