Todas las hembras que habito
He venido a jugar
Amparo Nogués escribía en su muro de Facebook que «Todas las
hembras que habito» era un proyecto personal, un canto de esperanza para un
muestrario de mujeres que, más allá de su cercanía o lejanía, todas le habían
marcado la vida. Ese es el punto de partida de esta lección magistral sobre la
esencia de cómo se alcanza el equilibrio cuando viajas en un montaña rusa de lenguajes
narrativos como la expresión corporal, una deliciosa manera de cantar, fluidez
en las coreografías, y la clarividencia para dejar el espacio y el ritmo que necesitan
todas y cada una de las palabras que vibran en sus cuerdas vocales.
Todo lo que ocurre en el escenario está al servicio de la
representación teatral. Lo fundamental es la presencia de la actriz y la claridad
con la que cambia de registro mediante pequeñas modificaciones que generan
potentes (sobre)saltos emocionales. A veces el protagonismo se centra en un
vestido, una pañoleta o un abrigo; y otras en la manipulación de los elementos de
Atrezo que cobran vida para enriquecer la estética del relato. En todos los
casos el texto tiene especial relevancia porque, más allá del mensaje explícito
que transmite, la modulación en la forma de expresarlo termina por ser fascinante,
sobre todo cuando en medio de la ligereza cotidiana se cuela una pincelada
dramática que, sin grandes cambios en el tono de la interpretación, van dejando
huellas de reflexión que no necesitan acudir a un aparatoso cambio de registro,
al menos hasta que la dramaturgia lo considera necesario y entonces se produce un
salto entre las ensoñación infantiles que aterrizan en la aridez de la vida
cuando se pone seria. Un cambio tan abisal solo precisa de un pequeño detalle
en la iluminación, porque el cuerpo y la voz de la actriz se hacen cargo de
todo el peso de la transformación mediante la solemne naturalidad de quien es
capaz de alcanzar el nivel dramático justo y necesario, ni un milímetro más
allá. Por eso es fascinante observar como la actriz cambia de personaje y sin
embargo el personaje parece que siempre permanece en ella. La transformación
está ahí, delante de nuestras narices, pero no la vemos, en realidad la
sentimos porque cambia la energía, el tono de la voz y la fuerza de la
gravedad. Aparecen movimientos y equilibrios nuevos, todo está ahí, al alcance
de nuestra mirada. Son las herramientas propias que van mucho más allá de la
simple imitación, y aunque gestos, sonrisas y mímica se construyen mediante los
estándares que todos conocemos de la interpretación, y sin embargo el trabajo
de Amparo. Nogués es brillante porque
trastea con todos esos materiales desde la alquimia más profunda de su
profesión con un solo objetivo: Conectar la peripecia de la narración con el
corazón de los espectadores y ahí salta la chispa del mejor teatro.
Por eso, aunque formalmente asistimos a una magnífica
representación de un catálogo de energía femenina, la propia construcción del
texto es una profunda e interesante defensa de todos aquellos que se suben a un
escenario. Es cierto que el relato tiene la apariencia formal de una historia
circular que comienza en un punto determinado de la vida, se da un garbeo
espacio-temporal y justo cuando parece que va a regresar el punto de inicio..., «Todas
las hembras que habito» tiene un giro inesperado para subrayar que, más allá
del contrato entre el espectador que acepta el juego de la ficción y los
actores que la muestren como si fuera verdad, lo realmente importante es que
todos sepamos que la energía de la que se alimenta la brillante interpretación
de Amparo Nogués se resume en una sola frase: "He venido a jugar"
'Todas las hembras en las que habito'
Interpretación, textos y músicas originales Amparo Nogués.
Arreglos musicales y grabación Nana-tango-rumba: Toño
Giménez, David Celorrio, Amparo Nogués, Loreto Ferrer, Art Lab, Justo Bagueste.
Bossa nova: Faustino Cortés, María Pérez y Amparo Nogués.
Canción Infantil: Faustino Cortés, Amparo Nogués.
Base de Rap: Manuel Palomares.
Letra del Rap: Ayla Quintos y Amparo Nogués.
Apoyo vocal: María Confussion.
Dirección del clown: Caroline Dream.
Dirección piezas sueltas: Carmen Córdova, Arantxa Azagra,
Amparo Nogués.
Asesoría en movimiento Carmen Nogués.
Cartelería Nacho Ferrer.
Iluminación y sonido Ester Gascón.
Vestuario Raquel Poblador, taller de obsidiana
3 de agosto de 2022. Centro Joaquín Roncal CAI
Etiquetas: Amparo Nogués, Arantxa Azagra, Carmen Córdova, Caroline Dream, Centro Joaquín Roncal, critica teatro, María Confussion
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