Revisiones, obsesiones y otros tributos en el barrio del Gancho
La cultura es capaz de cambiar la orografía de las calles. Desde hace un
tiempo la calle Las Armas comienza en sala de teatro El Extintor y termina en
la librería El Armadillo Ilustrado, y no vean ustedes la de cosas que hay por
el medio. Esta mañana he vuelto a recorrer la calle Las Armas desde el Mercado
Central hasta el amable recibimiento de Octavio Gómez Milián que, como
coordinador del último libro de la Editorial Comuniter
en su colección Voces de Margot, abrió la presentación de “Revisiones,
obsesiones y otros tributos”, uno de esos interesantes potajes que los
chicarrones de Comuniter se sacan de la manga y ya van por lo menos tres.
En este caso el hilo conductor trata de revisitar recuerdos, mitos,
personajes, ambientes, canciones, cualquier cosa anclada con fuerza al pasado y
capaz de transformarse en un tributo en actualidad “Spin off”. O más o menos
porque como confiesa Octavio en la solapa del libro cada autor hizo lo que
quiso.
Miguel Carcasona inauguró el turno de palabra para los autores. Nos contó
las casualidades que unían su vida con Jacques Brel, y no se ustedes, pero
cuando escucho el nombre de un cantante francés comienzo a dudas porque tiendo
a confundirlos, bueno a todos no, confundo a Brel con Brassens hasta que
recuerdo que Brassens es el cachondo (eso se lo debo a Javier Krahe) y entonces
me relajo porque Brel debe ser el serio. Carcasona esto lo tiene mucho más
claro porque, según leo en su relato, Jacques Brel es belga. Tierra trágame.
David Jasso, que no se disculpó por los cuadros de su camisa, avisó sobre
su relato, y esto dará mucho que hablar entre sus fans, que no estaba
confeccionado con las herramientas del terror, el campo habitual de los textos
de Jasso. Imagino que el autor de clásicos como “La silla” también tiene su
corazoncito y, aunque no explicó los motivos, se ha escapado hasta el
imaginario de Joaquín Sabina para terminar en mayo una canción que el jienense
escribió en abril.
Eva Puyó situó la acción de su relato en un cine. Rubén es un director de
teatro, viendo la película “Amantes” de Vicente Aranda. Rubén esta en medio de dos
actrices de su compañía que además son hermanas. Y ahí me despisté. Ni me llamo
Rubén ni soy director de teatro, y además El Armadillo Ilustrado no es un cine.
Sin embargo ahí estaba yo, entre las hermanas Lacarta. El efecto espejo viajó a
la primera vez que estuve cerca de Marian y Ana. Fue el día que descubrí el
Ateca Power de La Noche Sin
Techo 2007. Una de esas experiencias que nunca se olvidan.
El relato de Magdalena Lasala bebe de las fuentes de Flaubert y de la
danza de Salambó con la serpiente sagrada. Lasala estaba entusiasmada porque
había podido sacar de ese cajón secreto que tienen los escritores a uno de sus
personajes favoritos, a mujer apasionada. La autora, imbuida por la pasión y la
danza, inició un boceto de cimbreante vaivén que, ¡¡lástima!! No fue a más.
Antonio Romero mide los años por sanlorenzos y eso es toda una carta de
presentación. Recordó ya habían pasado dos años desde que escribió el relato.
Tiempo suficiente para que la destinataria del texto, su novia de entonces, ya
estuviera fuera de su vida. Al parecer hay otra chica en su vida aunque no
explico si a la actual también le escribe relatos o ha cambiado de táctica. El
caso es que a su chica de entonces, a la de hace dos años el texto le gustó y
eso parece ser suficiente marchamo de calidad. Fue preocupante comprobar como
las referencias y los mitos de Antonio Romero, un tipo capaz de tocar bajo,
theremin (sea lo que sea un theremin), provengan de lugares tan tecnológicos
como la Nintendo
y Super Mario Bros al que bautiza como el primer pagafantas. Les confieso que
ya tengo marcada la página con su relato.
Igor Paskual llegó de Gijón montado en un tren y sin perder ni una pizca
de ese aire elegante que imaginas a alguien que ha liderado una banda de glam
rock. Antes de cantar hizo algún chascarrillo sobre Mick Jagger que en fin, no
se lo tendré en cuenta porque demostró un alto grado de mitomanía, cantó por
derecho, estuvo simpático y hasta pedagógico cuando me enseño cosas
interesantes y que yo desconocía sobre…¿¡no lo adivinan!? Les recuerdo que hace
un momento he escrito la palabra “glam”
Y luego vinieron las charlas, las firmas de los autores y Enrique Cebrián
Zazurca que me dio un palo por lo fino, nada de navajitas en el cuello, una
envolvente jurídica, casi ná. Roberto Malo que llegó tarde pero llegó, Mónica y
una tesis sobre las pelucas que se ponen las mujeres caribeñas y, con tanto
darle a la hebra, me volví al barrio con la compañía de David Jasso y sin catar
ni una gota de vino. Y claro que lo voy a decir, me hubiera gustado contar con
la presencia de Juan Luís Saldaña, ese zombi posmoderno de frase corta y
siempre dispuesto a morder con todo el cariño del mundo, o no.
Este libro es un aviso para navegantes. No escondas tus obsesiones, todos
las tenemos y en dosis adecuadas es una buena gasolina para subir la presión de
nuestro torrente sanguíneo. Si eres capaz de dar el paso no lo dudes, este libro
te ayudará a reencontrarte con esa obsesión digna de un tributo.
Etiquetas: comuniter, David Jasso, El Armadillo Ilustrado, Juan Luís Saldaña, Octavio Gómez Milián, reseña evento, Roberto Malo
4 Comments:
Llegué tarde, pero con tu genial crónica ya me entero de todo lo que se vivió.
Y llegué a la foto y al vino y al mini concierto; algo es algo...
Un abrazo, Javier, no te pierdes una.
ese espejo, cada vez refleja a más gente...vamos a tener que romperlo!! :)
Marian
Ey Roberto, ya lo sé. Llegaste tarde porque si lees parte de tu relato....
jajajaj
Yepa Señortia Lacarta, no rompa usted el espejo... ahí se reflejan mis sueños.
Un beso.
;-)
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