Los chicos del coro. El Musical
La luz del coro
La película 'Los chicos del coro' de Christophe Barratier se
estrenó en el año 2004. Gran parte de la crítica la definió como un clásico
para todos los públicos que mezclaba ternura, pasión y búsqueda de la justicia.
El tono melancólico de la narración estaba acompañado por la música como el
elemento esencial para amansar a las fieras que vivían en un orfanato. En ningún
momento se calificó la película de "musical" aunque la banda sonora de Bruno
Coaulais se considerase fascinante.
La versión teatral de Pedro Villora, dirigida por Juan Luís
Iborra y estrenada en el Teatro La Latina de Madrid, tiene la etiqueta "El
Musical" porque a la banda sonora original de la película se le añaden canciones
que definen la personalidad de los protagonistas y hacen avanzar la acción, sin
embargo la dramaturgia está mucho más cerca de lo que podríamos llamar "teatro
musical" que de la tradicional "comedia musical" anglosajona. La diferencia es
importante aunque tan solo parezca un matiz. El texto y la música en el teatro participan
en la escena y alimentan la acción, pero no tienen aspiración de integrarse o
fusionare. Sin embargo en la comedia musical todos los elementos narrativos
(texto, música, coreografía) se reagrupan alrededor de la partitura, que es la
verdadera protagonista de la función y marca el ritmo del espectáculo.
La aspiración de la función es, y atendiendo a la sinopsis
del programa de mano, mostrar como la música y el arte son herramientas para el
crecimiento personal. Pero el desarrollo de la trama trata esta idea de una
manera muy ligera, y por momentos tan solo es un telón de fondo muy matizado, mientras
el toque romántico que aparece ser una subtrama para definir la personalidad
del profesor protagonista, alcanza por momentos el rango de sustancia esencial
y así, el conflicto del reto se diluye y la representación pierde potencia
dramática en el intento de introducir un cambio en la pedagogía para educar a
unos críos que, en ningún momento evidencian un espíritu conflictivo de calado.
En la primera parte de la función no hay malos en el horizonte
para alimentar un conflicto que está prácticamente ausente: Enrique D. del
Portal. da vida a un maravilloso y simpático chapuzas para todo. El director
interpretado por un eficaz Jesús Castejón está dibujado con un enfurruñamiento
de caricatura para cerrar sus intervenciones con tanto humor que no puede ser
el contrapunto malote para el profesor recién llegado y que personifica la
ternura.
Hay que esperar a más allá de la mitad de la representación
para disfrutar de uno de los mejores momentos. La abrupta irrupción de un soberbio Iván Clemente en el papel de
chico malo aumenta el ritmo y la densidad dramática alcanza su cota más alta,
con él sobre el escenario todo se vuelve más interesante. Pero su efecto
dinamizador se queda corto después de que el ambiente almibarado ha echado raíces
y ha contagiado a toda la platea. A esta altura de la peripecia es muy difícil plantear
un conflicto potente que hasta entonces ha estado velado y muy poco explícito. Al
fin y al cabo, la música no salva al único malo malote. Nadie va a cambiar de
rol, ni la autoridad mediopensionista, ni el chico malo, ni los adorables
chiquillos y chiquillas porque, en esta versión teatral hay una pirueta narrativa
para que en el internado de niños convivan unas niñas y su profesora.
La dramaturgia se aleja del conflicto y ahí, aunque mantiene
la esencia de la película, se pierde intensidad en la percepción de un sistema
educativo regulado por las humillaciones y los castigos que deberían cortar la
respiración, morder el estómago y dejar
vía libre para que la música luciera como una mano salvavidas. Sin emabargo la
función olvida ese duelo y quizás, le dedica demasiado tiempo a darle cuerda a
una relación amorosa con escaso interés narrativo en la peripecia principal.
El elenco cumple de maravilla con el perfil que la dirección
asigna al espectáculo en los pasajes
dialogados como en los musicales Pero sin lugar a dudas los momentos
culminantes llegan cuando ocurre lo que todos hemos ido a escuchar: El coro
infantil. Un repertorio que resulta tan exquisito como escaso y, aunque después
de la gran ovación final con todo el público en pie, la quincena de zagales
cantores que participaron en la representación nos regaló una última propina, saben
a poco las excelentes interpretación de canciones al unísono o con diferentes
voces.
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'Los chicos del coro. El musical'
Producción: Kak Group, T2R Group y Pentación Espectáculos.
Texto y letras de canciones: Christophe Barratier y Philippe Lopes Cuval.
Música: Bruno Coulais y Christophe Barratier. Traducción, versión, dramaturgia
y letras adicionales: Pedro Villora. Dirección: Juan Luís Iborra. Reparto: Jesús
Castejón, Raffaela Chacón, Rafa Castejón, Eva Diago, Enrique D. del Portal,
Iván Clemente y reparto infantil de la Escuela Los Chicos del Coro.
19 de febrero de 2023. Teatro La Latina de Madrid.
Etiquetas: critica teatro, el pollo urbano, Juan Luís Iborra, Los chicos del coro, Pedro Villora, Pentación Espectáculos, Teatro La Latina
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