La curvatura de la córnea

05 septiembre 2021

Entre el amor y la muerte

 

Ana Iris Simón publicó ayer su primer artículo en la zona de opinión de El País con un artículo dedicado a su abuelo Vicente y al amor.

Yo no sé si a ustedes les pasa, pero algunas veces la charla que sigue una buena comida entre amigos y familiares derivaba hacia la muerte, ya saben, cual es la mejor forma de morir, cuanto tiempo falta para la muerte, nos morimos o nos matan, una amplia gama de variantes con un tema estrella: ¿Qué es mejor, ser el primer finado de una pareja o sobrevivir para encargar flores? En este punto Micielocariñotesoromiamor siempre lo ha tenido claro, ella prefiere morirse antes que yo, ese era el momento para salpimentar la charla con una humorada y yo solía decir que mire usted por dónde en eso estábamos de acuerdo y que vaya cosas tiene el destino que tiene que intervenir la muerte para que coincidamos en una opinión: Tú te mueres primero, cariño y ya me encargo yo de que tu recuerdo perviva para siempre en este mundo de desvaríos.

Vicente, el abuelo de Ana Iris Simón, no está de acuerdo conmigo desde que todos los días hace el mismo recorrido que va de la panadería, al café del bar Quinta y del hogar del jubilado al cementerio. Vicente visita el chalé de su esposa todos los días, arregla un tiesto con flores que dejó sobre su lápida y señala a los adosados de sus amigos, al que se murió más joven que él o al que era su quinto.

Vicente era de los míos, de los que entre bromas y verás prefería morirse el último de la pareja, que la parienta vaya por delante. Pero ahora que la realidad es inevitable Vicente se arrepiente porque el mundo que le rodea ya no es el mismo desde que Mari Cruz ya no está. Ahora todo es más difícil, las jornadas son más largas y la soledad no termina de disiparse con la compañía de hijos, nietos y bisnietos. Desde que Mari Cruz se fue a Vicente le falta el amor y eso no se suple aunque la tenga todo el día en la boca, que si la abuela dejaba esto aquí, que el guiso de la abuela se hacía así.

Por eso, mientras escribo estas palabras, pienso que no sé yo, que tal vez sobrevivir a Micielocariñotesoromiamor está bien para hacer un chascarrillo de sobremesa o hacerla rabiar un poquito, pero quien sabe en qué se convertirá el lento devenir de la vida sin la pareja que me acompaña en el camino.

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