Lo más importante de esta vida
Yo no sé a ustedes, pero a mí me enseñaron en la EGB que los
humanos tenemos cinco sentidos, ya saben: gusto, vista, olfato, oído y tacto.
Nuestro cuerpo tiene órganos que captan las impresiones que reciben a través de
esos sentidos, las transmiten al cerebro y allí se convierten en sensaciones.
Ese alambicado universo es nuestra manera de relacionarnos con el mundo exterior.
Sin embargo me acabo de enterar que tenemos un sexto sentido, nada que ver con
el éxito cinematográfico de Bruce Willis ni con esa creencia popular sobre
algún tipo de clarividencia, premonición o la capacidad de comunicarse con un
mundo habitado por ángeles y fantasmas, y aquí cada uno de ustedes puede
completar la lista con cualquier tipo de ente, energía o vibración.
Pero volvamos a la ciencia, o mejor dicho, a la neurociencia
que representa el catedrático Ignacio Morgado Bernal y sus estudios sobre la
función del sentido interoceptivo: Representar el estado fisiológico del cuerpo
gracias a unas neuronas que funcionan como espejo y construyen una sensación de
nuestro cuerpo. Son unas neuronas capaces de hacer una metarrepresentación para
que tengamos autoconsciencia corporal y seamos capaces de sentir lo que
sentimos, neuronas que crean la impresión de que nuestros sentimientos
corporales son nuestros, que los tengo yo, que son míos y sólo míos.
Me peta la cabeza: Tenemos unas neuronas que nos cuentan en
cada momento como se siente nuestro cuerpo y son capaces de graduar el nivel de
bienestar o malestar en cada momento, unas neuronas que transforman esa información
para que seamos capaces de evaluar nuestra calidad de vida. Cada uno de
nosotros tendrá su metas, sus objetivos y la ocasión de, como afirma Juan José
Millas, decidir el joven, el adulto e incluso el viejo que quieres ser, pero por
encima de tus propias decisiones hay unas neuronas que están comparando el
bienestar de cuando éramos jóvenes con la nueva información que les llega desde
el corazón, los pulmones, los riñones y el sistema digestivo, y con esos datos
elabora un informe donde se califica el estado general de nuestro cuerpo para
determinar y dar fuerza a las emociones y a los diferentes estados de ánimo y
así, las emociones, más allá de nuestra fuerza de voluntad, las ganas de estar contento
o triste o cabreado, no dejan de ser una ilusión que, y perdonen el resumen,
depende de que funcione bien el tránsito intestinal.
Y es que ya me lo decía mi padre, enfermo crónico de
estreñimiento: Hijo mío lo más importante de esta vida es cagar bien.
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