La curvatura de la córnea

12 marzo 2021

Mal… pero Bien: La vida (y el teatro) siguen ahí



Había leído en la prensa local que Mal… pero Bien, el último espectáculo de Nasú Teatro, nos contaba la historia de un actor agotado que, en el intento de relanzar su carrera, se subía al escenario por última vez, sin embargo a mí me parece que nuestro personaje, por muy mal que le vaya en la vida y en el teatro no puede bajarse de ninguno de esos dos escenarios porque el latido de su corazón depende de estar ahí, unas veces entre los hombres y otras entre los espectadores de cualquier tipo de función.

Mal… pero Bien es una invitación a recorrer tres viajes que van desde las dificultades de la vida hasta la formación del actor y pasando por la historia del teatro, un triple salto mortal que se alimenta de nutrientes autobiográficos aderezados con la máxima que afirma que el espectáculo (y la vida) deben continuar pase lo que pase y claro, tanto en la vida como en el teatro, hay muchas cosas que salen mal y que provocan la risa de los espectadores, pero también de nuestros vecinos.

Alfonso Pablo construye un personaje lleno de dudas que sin embargo no le impiden avanzar, una actitud que apoyo desde la platea y por eso me dispongo a seguir las peripecias de un héroe que, por muy atolondrado que sea, ya es mi héroe y míos son sus miedos, torpezas y enfados, ese material que me permite reír, suspirar y preocuparme. Ese es el viaje al me subo y que me deparó tres momentos especialmente sugerentes con la alocada y breve historia del teatro occidental, el monólogo de Shylock del shakesperiano Mercader de Venecia y la inevitable escena de la nariz roja, son tres momentos que resumen el humor, la vida y la ternura que destila una función que, sin embargo, difumina la potencia en el registro interpretativo de las escenas que he mencionado, quizás ese ir y venir tenga la intención de transmitir el momento de especial dificultad que atraviesa el personaje pero en mi caso, mientras en la sala se escuchaban algunas carcajadas, provocó que yo a veces  también me escapaba de mi butaca hasta que la historia me volvía a atrapar. Tal vez esa sea la gran dificultad que conlleva esta función, la complejidad de aunar todas las escenas que se representan para trenzarlas con firmeza en un único trayecto capitaneado por un personaje que viene a contarnos la dificultad de batirse en duelo con la vida al otro lado del teléfono y con el teatro a este lado del espejo.

Mal… pero Bien es una comedia que nos habla de la vida y como, cuando todo se desmorona, el asidero de la risa puede empujar hacia adelante cualquier contratiempo.

 

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