La curvatura de la córnea

17 enero 2021

Pastorear la sensatez

 

Había un vez una bandada de patos que nadando nadando olvidaron la llegada del invierno y se quedaron atrapados en las aguas congeladas del lago. Pero los patos, todos a una, agitaron sus alas con tanta fuerza que se elevaron por los aires arrastrando la masa helada del agua hasta llevarla a esas tierras cálidas donde la sequía es la calamidad. Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

El caer de la nieve tiene ese extraño momento inicial en el que nos trasladarnos a la infancia y, mientras la pureza se posa en silencio sobre nuestras vidas, los copos cuajan en un manto blanco que todo lo iguala: Los parques esperan la eclosión de muñecos de nieve, guerras de bolas y el esbarizaculos de una carcajada sin fin. Pero de a poquitos la nieve tapa los coches, evapora aceras y la calzada desaparece. Cuando llega la noche todo se ha convertido en un bloque de hielo que ninguna bandada de patos es capaz de desplazar. Entonces todos quedamos atrapados: Los aficionados a las prohibiciones absolutas, los defensores a ultranza de la libertad individual y aquellos más precavidos que casi siempre dudan entre las aventuras hacia adelante o la constante mirada a un retrovisor que, a fuerza de mirar al pasado, nos transmite una cierta seguridad. Manuel Vicent dice que la convivencia solo es posible si somos capaces de combinar esas tres formas de ver la vida. Es muy posible que la nieve, la pandemia o la polarización política esté haciendo que esa combinación sea imposible y quién sabe si, a fuerza de tirar cada uno para su lado, todos nos quedemos atrapados en la nieve de nuestro barrio o en la UCI del hospital más moderno pero con sanitarios más precarios. Quizás por eso es tan necesaria una llamada a la sensatez.

Sensatez para afinar en los responsables de cada uno de los errores que se cometen y que la mala gestión se asigne con precisión. Sensatez para distinguir entre los binomios ruido-opinión y ciencia-información. Sensatez para divulgar mensajes tan musculosos como nutritivos y rechazar la inmediatez de la rabia y el vocerío. Sensatez para encontrar en la experiencia diaria de nuestros semejantes una manera más humana y empática de mirar al mundo. Sensatez como la del pastor Miguel Ángel Lizama de la localidad de Bello en la provincia de Teruel que, después de decidir pasar el temporal de nieve junto a su rebaño de ovejas y atender a 90 partos, recuerda que cada noche se tumbaba sobre las pacas de paja y descansaba hasta que salía el sol. Ojalá fuera eso lo único que nos falta: Sensatez hasta que salga el sol.

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