Detenerse ante la adversidad: El mal no se erradica para siempre
pero las preocupaciones
del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden
y ahogan la Palabra, y queda sin fruto” (Marcos 4:18)
Cuando el Papa Francisco publicó la encíclica Fratelli Tutti
muchos medios de comunicación recogieron el espíritu social que la
caracterizaba gracias a un discurso contra el consumismo, la globalización
despiadada, el neoliberalismo económico como forma de capitalismo menos
compasivo y la tiranía de la propiedad privada sobre el derecho a los bienes
comunes. Por aquellos días visité la página oficial de la Conferencia Episcopal
Española para chequear la reacción en el ámbito nacional pero los textos que hacían
exegesis de la encíclica eran eminentemente técnicos en los aspectos teológicos
y poco a poco desistí en su seguimiento hasta que el día de Nochebuena leí un
artículo del profesor de filosofía de la Universidad de Oxford Luciano Floridi
que se titulaba “Una cuestión de dignidad humana” un texto que desgranaba la encíclica para conectar los aspectos económicos y sociales con su “enorme
riqueza conceptual”. Y lo hacía partiendo de una máxima: “El mal no se erradica
para siempre, se derrota de nuevo una y otra vez, con tenacidad.”
El principio que debería regir para conseguir el objetivo
citado sería que “el crecimiento económico
no debería guiar el desarrollo humano”, y por lo tanto la primera tarea es
cambiar tanto el capitalismo como la política, que la obsesión por el consumo
se transforme en el “cuidado del mundo y de la humanidad”, un cambio que “debe
pasar del interés individualista a la participación colectiva y a la esperanza
común, a través de la «caridad política»” Floridi enlace este concepto económico-social
con la apertura de la encíclica que, para hablar de espacio, fronteras, muros y
barreras se detiene en la parábola de buen samaritano que Lucas nos contó en el
capítulo 10 de su evangelio. Las historia es bien conocida.
Un doctor de la Ley le preguntó a Jesús ¿quién es mi
prójimo? y Jesús le contó la historia de un hombre que, en su viaje entre Jerusalén
y Jericó, cayó en manos de unos bandidos que después de robarle le dieron más
palos que a una estera hasta dejarlo moribundo. Al poco pasó un levita dedicado
al servicio del templo y un poco más tarde un sacerdote pero ambos hicieron la
vista gorda a la desgracia. Pero nuestro apaleado tuvo suerte porque en el
camino apareció un hombre natural de Samaria que al verlo se apiadó, le curó
las heridas, lo montó a su caballo y lo llevó hasta un mesón donde, tras pagar dos
denarios, indicó que cuidaran de él y anotaran todos los gastos extras que
pagaría a la vuelta de su viaje. Jesús terminó la parábola lanzando una
pregunta ¿De todos los personajes de la historia quien te parece que fue el prójimo
de quien cayó entre los ladrones?
Floridi subraya que el tiempo es el que pone en relación la parábola
con la encíclica: Lo importante de la parábola es el tiempo. El samaritano
entrega su tiempo a alguien a quien no conoce, un viajero que se detiene y
construye una historia nueva de atención y cuidados, un hombre de negocios que,
además de pagar al mesonero, encuentra tiempo para entregarlo gratis y dedicarlo
a quien sufría. Por lo tanto, y más allá de que el viento del tiempo sea el que
recorra todo el texto del Papa Francisco, lo fundamental es la solidaridad
entre nosotros: “Nadie puede salvarse solo. El abrazo solo es posible si se
supera una separación respecto al otro, en la que las identidades se unen, pero
no se anulan entre sí.” “Abrazar al otro es abrazarnos a nosotros mismos”
Floridi concluye conectando su condición de agnóstico a la
posibilidad de solucionar lo que la moral católica define como concupiscencia,
o el deseo desordenado de los bienes terrenos y placeres deshonestos. Una
mezcla posible gracias “al reconocimiento universal de la dignidad humana, que
trasciende el tiempo de la historia.”
Al final es inevitable preguntarse por el samaritano, ¿regresó
al mesón?, ¿saldó con beneficios los negocios que llevaba entre manos?, ¿descubrió
quién era después de detenerse ante la adversidad?
Etiquetas: artículo
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home