El hiriente decorado
La vida es un guión de insoportables
jornadas de trabajo
que los parlanchines,
esos escudos humanos de encopetadas razones,
desordenan
entre revolcones y desconcierto
para cavar
trincheras con un velo de alacrán.
La pena más
negra, como protocolo de agua clara y calvario,
espera el
dulce rumor de un milagro que no llega
y los
desfavorecidos, asomados a la baranda de
los sueños,
observan
como corre el mal.
Las tripas,
que todavía buscan certezas entre astas y caos,
han perdido
el miedo al vómito de palabras degolladas
mientras los
muertos, olvidados en los aledaños de la realidad,
tan solo son
el hiriente decorado de esta oscuridad.
Etiquetas: poema
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