El Mati ha muerto
El Mati ha muerto y no consigo recordar la última conversación
que tuvimos, él estaba asomado al balcón de su casa y nosotros en la esquina de
la calle Escucha con la calle Aragón. Seguro que nos reímos, con El Mati siempre
te reías. El Mati ha muerto y no hemos podido estar a su lado ni cuando la vida
huyó ni cuando los rituales del adiós se hacen imprescindibles y un abrazo de
lágrimas se convierte para la familia en consuelo, despedida y memoria. El
duelo reclama ceremonias que está pandemia nos roba, y por eso tenemos que
sustituirlas por algo que celebre lo vivido. Así que en el confinamiento de
nuestra casa Migue y yo hemos recordado a El Mati.
Migue sonríe mientras me cuanta que hubo una época en la que
El Mati le pedía que le cogiera algunos cigarrillos Ideales del paquete que
Bartolomé guardaba en lo alto de la chimenea del cuarto de estar dónde se quemaba
el carbón. Y si, Migue algunas veces iba y le sisaba cigarrillos a su padre
para dárselos a su primo. Mi primer recuerdo se ha ido a la peña que tuvimos en
el corral que mis padres tenían en el Barrio del Piojo y que quizás se llamaba
la Peña de Los Apaches, no estoy seguro. De lo que estoy seguro es que El Mati
casi me convence para que cortara las horquillas delanteras de la bici para
alargarlas y maqueármela como una Chopper pero yo, al contrario que su prima,
nunca le hice caso.
El Mati nos ha dejado a los dos un recuerdo común y es que era
muy cariñoso. Daba igual si veíamos juntos o por separado, El Mati siempre nos
daba un abrazo de derroche, sin medias tintas, el abrazo enorme del hombre
delgado que bailaba tamborileando los pies en el suelo mientras silbaba
flojito, como para no ahuyentar a los gorriones en aquella tarde de verano en
Los Pajares cuando me llevó a cazar pajarillos con liria y reclamo. Era una
tarde de esas en la que el sol te aplana los sesos y el reclamo, escondidito en
una jaula de madera bajo un arbolillo de ramas, no cantaba ni con los silbidos
de ánimo de El Mati ni con mis palmas por bulerías. No me jodas Javi que si
tocas palmas los vas a espantar. Y nos volvimos cada uno a su casa con las
manos vacías. Como ahora, El Mati en el recuerdo y nosotros en nuestra casa
revolviendo fotos. Migue encuentra una en blanco y negro donde ella todavía es
un bebé en el regazo de su madre, mientras El Mati ya es capaz de darle al
chupete sentado sobre las rodillas de su madre.
Mañana entierran a El Mati en Utrillas y nosotros, que no podemos estar
presentes lo llevaremos siempre prendado en el recuerdo y el corazón, y te
invitamos a que tú también busques un recuerdo y te quedes un ratico con él, El
Mati se lo merece.
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