La curvatura de la córnea

11 mayo 2020

El Mati ha muerto



El Mati ha muerto y no consigo recordar la última conversación que tuvimos, él estaba asomado al balcón de su casa y nosotros en la esquina de la calle Escucha con la calle Aragón. Seguro que nos reímos, con El Mati siempre te reías. El Mati ha muerto y no hemos podido estar a su lado ni cuando la vida huyó ni cuando los rituales del adiós se hacen imprescindibles y un abrazo de lágrimas se convierte para la familia en consuelo, despedida y memoria. El duelo reclama ceremonias que está pandemia nos roba, y por eso tenemos que sustituirlas por algo que celebre lo vivido. Así que en el confinamiento de nuestra casa Migue y yo hemos recordado a El Mati.
Migue sonríe mientras me cuanta que hubo una época en la que El Mati le pedía que le cogiera algunos cigarrillos Ideales del paquete que Bartolomé guardaba en lo alto de la chimenea del cuarto de estar dónde se quemaba el carbón. Y si, Migue algunas veces iba y le sisaba cigarrillos a su padre para dárselos a su primo. Mi primer recuerdo se ha ido a la peña que tuvimos en el corral que mis padres tenían en el Barrio del Piojo y que quizás se llamaba la Peña de Los Apaches, no estoy seguro. De lo que estoy seguro es que El Mati casi me convence para que cortara las horquillas delanteras de la bici para alargarlas y maqueármela como una Chopper pero yo, al contrario que su prima, nunca le hice caso.
El Mati nos ha dejado a los dos un recuerdo común y es que era muy cariñoso. Daba igual si veíamos juntos o por separado, El Mati siempre nos daba un abrazo de derroche, sin medias tintas, el abrazo enorme del hombre delgado que bailaba tamborileando los pies en el suelo mientras silbaba flojito, como para no ahuyentar a los gorriones en aquella tarde de verano en Los Pajares cuando me llevó a cazar pajarillos con liria y reclamo. Era una tarde de esas en la que el sol te aplana los sesos y el reclamo, escondidito en una jaula de madera bajo un arbolillo de ramas, no cantaba ni con los silbidos de ánimo de El Mati ni con mis palmas por bulerías. No me jodas Javi que si tocas palmas los vas a espantar. Y nos volvimos cada uno a su casa con las manos vacías. Como ahora, El Mati en el recuerdo y nosotros en nuestra casa revolviendo fotos. Migue encuentra una en blanco y negro donde ella todavía es un bebé en el regazo de su madre, mientras El Mati ya es capaz de darle al chupete sentado sobre las rodillas de su madre.
Mañana entierran a El Mati  en Utrillas y nosotros, que no podemos estar presentes lo llevaremos siempre prendado en el recuerdo y el corazón, y te invitamos a que tú también busques un recuerdo y te quedes un ratico con él, El Mati se lo merece.

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