La curvatura de la córnea

07 abril 2020

Los que luchan contra el Covid-19 no son héroes


Mamoudou Gassama dejó Malí en 2013 para llegar a Francia donde vivía su hermano. Cinco años después era un inmigrante sin papeles que el 26 de mayo de 2018 buscaba por Paris un lugar para ver la final de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Liverpool. Mamoudou tenía 22 años cuando vio a un crio colgado de un balcón y no dudó en escalar cuatro pisos para salvarlo. Esta acción fue grabada por un peatón que pasaba por la zona y en poco tiempo se hizo viral. El nombre de Momoudou Gassama se había borrado de casi todos los titulares de prensa que lo rebautizaron como Spiderman. El revuelo fue tan enorme y universal que el Presidente Macron, que por entonces estaba preparando una ley para endurecer la legalización de inmigrantes, lo recibió en el Palacio del Eliseo, lo condecoró, le prometió que rápidamente obtendría la ciudadanía francesa y le propuso trabajar como bombero en París. Pero yo miraba aquel video una y otra vez y no lograba atisbar a ningún héroe, en aquellas imágenes grabadas en vertical y repetidas en bucle en todas las pantallas del mundo, en lugar de un disfraz de hombre araña, yo veía a un ser humano capaz de poner su sensibilidad y su valor al servicio de las desgracias de otro ser humano. Mamoudou Gassama fue, en el sentido machadiano del término, un buen hombre.
En la batalla contra el Covid-19 también han aparecido en las pantallas y los papeles miles de personas a la que se le cuelga el cartel de héroes, entre otras muchas, el personal médico y auxiliar de urgencias en particular y todas las plantas de un hospital en general; y las plantillas de los supermercados desde la línea de cajas, a las estanterías pasando por el almacén. Y yo que a los primeros solo los veo por los medios de comunicación y a los segundos los observo en mi barrio los miro y los vuelvo a mirar y no consigo ver héroes. Solo puedo a ver a hombres y mujeres, algunos son profesionales con un alto nivel de preparación luchando para salvar vidas y pertrechados con su valor pero con muy poca protección, otros son trabajadores manuales dando todo su esfuerzo y amabilidad mientras tantas veces tienen que lidiar con esos covidiotas que no han entendido un carajo que es eso de la distancia social de seguridad. Yo los miro y no veo héroes, veo hombres y mujeres a los deberíamos recordar bien, memoriza sus caras y su trabajo y así, cuando todo esto haya pasado y la palabra héroe deje de sobrevolar hospitales y supermercados para volver a los comics y las pantallas, entonces será el momento de ayudarles a que los trabajadores de la sanidad dejen de estar minados por la precariedad de los contratos temporales y una escasa oferta pública de empleo, que los trabajadores de los supermercados, además de la precariedad, tengan el derecho a conciliar su vida familiar esos domingos y festivos en los que comprar en chándal 100 gramos de chirlas para la paella se ha convertido en una opción de ocio. Y, aunque Bowie tenía razón y todos podemos ser héroes por un día, quizás sería mejor elevar nuestros niveles de humanidad para que los ejemplos a seguir cuando regresemos a la normalidad sean de seres humanos como Mamoudou Gassama, el personal sanitario y las plantillas de los supermercados

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