La curvatura de la córnea

01 abril 2020

El paseo de Sandra y Suk





Para Sandra García Roche



Sandra y Suk pasean por una ciudad confinada. Suk está deseando llegar el parque. Sandra piensa en su primer día de trabajo y como aprendió a moverse con la moto entre un tráfico tan denso y ruidoso que ahora ha dejado sitio al viento.  El parque también está vacío. Suk trota ligero sin la atadura de la correa y se aleja. Sandra lo mira y nota como la emoción empieza a cosquillearle los pies, sube hasta el estómago y se instala en la cabeza porque a veces no puede, a veces es incapaz de desconectar de las intensas jornadas de trabajo en la UCI del Vall d´Hebron, y entonces se alegra que las obligaciones que el Covid-19 ha impuesto sobre la distancia social no sean necesarias con Suk, la pandemia no afecta al afecto entre canes y humanos.
Sandra se hizo una foto en la puerta del vestuario justo antes de comenzar su trabajo en la que le veía ataviada con todos los equipos de protección personales propios para luchar contra el Covid-19: botas, guantes, mascarilla, unas gafas de seguridad sobre sus gafas de ver el mundo y un mono blanco con capucha que cubría el resto del cuerpo. Ante de enviar la foto añadió un emoticono sonriente delante de la frase: Mirar que guapa estoy con todos estos complementos enviados desde China. Sin embargo Sandra nada dijo de las batas que llevaban antes de que se desencadenara esta crisis sanitaria que le exige jornadas maratonianas en la delicada tarea de gestionar el servicio de urgencias, los circuitos de enfermos y humanizar en todo lo posible una situación que desborda cualquiera de las situaciones que imaginó mientras estudiaba Medicina Intensiva, porque Sandra, que soñaba con tratar a pacientes críticos pero potencialmente recuperables, ahora se enfrenta a la paradoja de colgarse una armadura para luchar en primera línea de combate contra el sistema de abastecimiento, la logística internacional y las previsiones políticas. Sandra sabe que no puede bajar la guardia ni un minuto, que si las batas que usaban antes eran más cómodas y transpiraban mejor, ahora lo primordial es cuidar todos esos complementos que vienen de China, que son clave para no contagiarse y que, como hace días que escasean, una vez estrenados y usados durante horas en las zonas más peligrosas, hay que reutilizarlos después de limpiarlos y esterilizarlos. Es lo que hay en la trinchera en la que  se ha convertido su trabajo y Sandra se lo toma con la valentía que le otorga el juramento hipocrático: Velar solícitamente y ante todo por la salud de mi paciente.
Su amigo Jóquetele pasó un buen rato mirando la foto. No se atrevía a hacer un chascarrillo con aquella imagen a la que, al fin y al cabo, todos los días aplaudía a las ocho de la tarde desde su balcón. Sin embargo, ponerle cara y memoria a aquellas palmas que unos días tocaba por tangos y otros por bulerías lo cambiaba todo. Así que se dejó llevar y tecleó desde su teléfono móvil. Oye Sandra que cuando me dijiste que ibas a estudiar medicina intensiva pensaba que se trataba de trabajar a destajo con tu fonendoscopio y un palito de polo para verle al personal la campanilla, y hacerlo todo bien deprisita para irte a pasear. Y que no me fastidies que te han clavado ese trajecillo chino con el que te pareces a los mecánicos y a los chispas de mi fábrica cuando se meten al electrofiltro de las calderas de recuperación para limpiar aisladores de alta tensión y soldar martillos rotativos, que al fin y al cabo no será muy diferente de eso que haces tú de vigilar los sistema endocrinos y respiratorios, y que no te creas, que si tu pones tubos nasogástricos, bombas de succión, drenajes y catéteres;  ellos, sin darse importancia tiran de quemar varilla de soldar y cambiar fusibles. Y no te olvides de lo más importante Sandrica, que están muy bien los aplausos en los balcones para subiros la moral y que los pizzeros os regalen una cuatro quesos familiar con bebida y alitas de pollo que, si te digo la verdad eso no es comida para esos héroes en los que de repente os habéis convertido porque la tele no hace más que repetirlo una y otra vez. Pero vaya, que yo no digo nada y que todo eso está muy bien, pero Sandrica que no se te olvide los más importante: Apúntate todas las horas extras que luego, cuando se pasen todos estos apuros y los de los dineros tengan que soltar la gallina, entonces se hace tabla rasa y se te he visto no me acuerdo, hazme caso, apúntate todas la horas extras que eso luego se olvida.
Aunque Sandra contestó a su amigo con un montón de emoticonos partiéndose de risa, ella no se reía. En su cabeza todavía resonaban las últimas conferencias que había consultado por internet para estar al día con las novedades sobre el Covid-19, los avances en las vacunas y los posibles medicamentos para su tratamiento. Sandra miró el reloj y decidió volver a casa, ya había pasado la hora que hay que dejar reposar la masa de la focaccia que iba a preparar con la carne picada de la carnicería de su hermano, le puso la correa a Suk y en los auriculares sonó la voz aterciopelado de Suu que le cantaba y le animaba

Una platja i birra, el somni de tothom

I alguna guitarra donant to a la situación

En un paradis perdut, perdut de veritat

Va a pasar una nit que yo sempre guardaré al cap

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